Skip to content
CurioSfera Historia

Historia Militar y Bélica

Historia del arte militar

Si los técnicos e ingenieros militares hubiesen puesto su genio inventivo al servicio de otros dominios, el destino de la humanidad habría sido sin duda mucho mejor. Aparte de la locomoción mecánica y de la bomba atómica, no hay prácticamente nada que no haya sido inventado en los primeros siglos de nuestra era, o incluso antes.

Bombas incendiarias, guerras de gas, lanzallamas, gue­rras bacteriológicas e incluso biológicas estuvieron de moda en China en tiempos muy remotos.

Los escandinavos tuvieron, en el siglo X, barcos acorazados con los que espoloneaban a los pobres navíos desarmados de sus enemigos. En el siglo XV, el fusil ya esta­ba listo. En este terreno, el progreso técnico es incesante; el deseo de matar más y más deprisa hace prodigios.

La fiebre bélica comporta capítulos históricos pintorescos. Uno de ellos fue la invención del submarino, que en su juventud resultaba ser tan peligroso para el submarinista como para sus enemigos y que, en cualquier caso, era agotador, pues había que hacer girar la hélice a mano con un cigüeñal.

Otro capítulo curioso lo constituye la invención del blindaje de navíos de guerra. Los barcos militares se construían en madera muy gruesa, en la cual las balas de cañón sólo hacían agujeros pun­tuales, lo que, unánimemente, era suficiente para el almirantaz­go y para los marineros.

Pero los rusos mostraron los des­trozos que podían hacer sus nuevos obuses explosivos, y Dupuy de Lôme, pionero de los acorazados, fue convocado con urgencia en 1858 para que construyera esas fortalezas flotantes que anunciaba desde hacía diez años.

Ya nadie se encontrará en la situación, tan ventajosa, de los conquistadores españoles cara a los indios americanos, a quie­nes las armas de fuego y los caballos de sus invasores sumieron en una total confusión. Sin embargo, el progreso técnico militar se ex­tendió rápidamente en pocos años, y la muerte también.