La famosa victoria del rey Enrique V en la batalla de Azincourt (Agincourt) se produjo el 25 de octubre de 1415. Fue el último gran triunfo inglés de la guerra de los Cien Años. Fue una lucha ganada contra todo pronóstico, por un ejército pequeño y cansado, que allanó el camino de la conquista inglesa de Normandía. En CurioSfera-Historia.com, te contamos la historia de la batalla de Azincourt.
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Datos de la batalla de Azincourt
- Fecha: viernes 25 de octubre de 1415.
- Lugar: cerca de Arras, Nord-Pas-de-Calais, norte de Francia. La batalla tuvo lugar cerca del castillo de Azincourt, entre Calais y Abbeville.
- Contendientes: Ejército inglés de 8.000 hombres mandados por el rey Enrique V, contra el ejército francés de 20.000 hombres mandados por el mariscal Boucicaut.
- Personajes protagonistas: Por parte inglesa Enrique V, Eduardo (duque de York) Thomas (Lord Camoys). Por el lado de Francia, Calos VI, el mariscal Boucicaut, el condestable Charles d’Albret y los duques de Orléans, Bourbon y Alengon.
- Objetivo: El rey de Inglaterra Enrique V pretendía recuperar el derecho inglés al trono de Francia.
- Quién ganó: Agincourt fue la mayor victoria de los ingleses en la guerra de los Cien Años contra los franceses. El ejército inglés con menos unidades, pero bien disciplinado y atrincherado, derrotó a un ejército francés mucho más numeroso mediante el uso masivo del arco y las flechas.
- Armas: Infantería y Caballería. Espadas, arcos, ballestas, picas, hachas, estacas, mandobles, dagas, escudos y armaduras. Por vez primera vez se usaron cañones, no móviles y de limitada efectividad. Aunque más modernos que las “bombardas”, no influyeron en esta batalla.
- Consecuencias: Entre los ingleses solo 112 bajas, incluidos los duques de York y Suffolk. El ejército francés tuvo entre 5.000 y 10.000 fallecidos.
Antecedentes
El fracaso de una misión diplomática en Francia en los primeros meses de 1415 proporcionó a Enrique V una razón para recurrir a las armas. Los preparativos comenzaron en febrero y la flota de 1.500 navíos partió el 11 de agosto con un ejército de 12.000 hombres. El objetivo era Harfleur, un puerto cuya captura pondría a Normandía al alcance de los ingleses.
Cuando estuviese en sus manos, Enrique podría embarcarse en una guerra no de incursiones, como las campañas de Eduardo III, sino de conquista. El ejército estaba bien equipado, con cañones y aparatos de asedio más tradicionales. A pesar de ello, las defensas retrasaron a los ingleses más de un mes.
Además, el ejército se vio seriamente afectado por un brote de disentería durante el asedio. Una gran campaña posterior al éxito en Harfleur habría sido imposible, pero en lugar de regresar a casa directamente, se decidió que sería mejor marchar hacia Calais y tomar el paso marítimo más corto.
Esta solución presentaba la ventaja adicional de permitir al rey una demostración de fuerza. Aunque parece poco probable que tuviese intención de entrar en una gran confrontación con los franceses.
Enrique V y su ejército cruzaron el Somme con cierta dificultad, ya que el vado que atravesó Eduardo III en 1346 en la batalla de Crécy, estaba tomado por tropas francesas y tuvieron que seguir río arriba. El ejército estaba exhausto, y muchos soldados seguían enfermos de disentería.
Cerca de la ciudad de Azincourt, los franceses bloquearon la ruta de Enrique hacia el norte. Los dos ejércitos realizaron maniobras a poca distancia entre si el día 24 de octubre. Los ingleses tuvieron cuidado de no quedar rodeados.
Walter Hungerford informó al rey de que le irían bien 10.000 arqueros más. Enrique le reprendió así: «¿No creéis que el Todopoderoso, con estos pocos y humildes servidores, es capaz de superar a la arrogancia de los franceses?».
Las fuerzas de Enrique pasaron la noche en silencio bajo la lluvia, mientras que los franceses permanecieron de juerga, confiados en la victoria. A la mañana siguiente, los franceses se ordenaron para el combate.
La batalla
Llegado el viernes 25 de octubre de 1415, día de San Crispín, todo estaba dispuesto. Los dos ejércitos se encontraban frente a frente y dispuestos para el inicio del combate en un terreno totalmente embarrado por la lluvia del día anterior.
Tácticas y formaciones
El ejército inglés contaría con unos 8.000 hombres. El francés era mucho más numeroso, aunque las fuentes no ofrecen una cifra definitiva: 20.000 soldados es un cálculo a la baja. El campo de batalla era llano; la única ventaja con que contaban los ingleses es que estaba rodeado de bosques.
Los hombres de armas ingleses, a pie, formaron una línea. La vanguardia se situó a la derecha; la retaguardia, a la izquierda. No se sabe con seguridad cómo se distribuyeron los arqueros ingleses.
Una información afirma que formaron cuñas entre las tres «líneas» o divisiones. Otros historiadores afirman que los grupos de arqueros se entremezclaron con los hombres de armas. Es probable que la mayoría se colocasen en los flancos. Además, delante de los arqueros clavaron estacas (preparadas con antelación) para repeler los ataques de la caballería francesa. Se comprobó que fueron de gran utilidad y cumplieron a la perfección su función.
Los galos se distribuyeron en tres «líneas», una detrás de la otra. Como los ingleses, la mayoría de ellos iban a pie y las fuerzas de caballería se mantuvieron en la retaguardia. Una característica interesante de Agincourt es que se conserva el plan de batalla que dibujaron los franceses. La idea era que hubiese una gran vanguardia y una segunda línea de caballería bastante numerosa.
Dos alas de infantería irían en los flancos, con los arqueros delante, Un batallón más de caballería quedaría en reserva y se utilizaría contra los arqueros ingleses. Una última fuerza de caballería, más pequeña, tenía la misión de atacar a la comitiva inglesa con la intendencia. Al final, el plan no se pudo llevar a cabo.
Inicio de la batalla
Cuando la batalla de Azincourt comenzó, como ocurrió con frecuencia en las batallas medievales, se produjo un largo período de confrontación, sin que ninguna de las partes se preparase para avanzar.
Cada hora que pasaba, jugaba en contra de los ingleses, que habían pasado la noche despiertos al raso bajo la lluvia, esperando un posible ataque francés. Los galos bebieron, comieron abundantemente y durmiendo en tiendas. Cada vez más cansados y casi caída la noche, Enrique V dio el paso de ordenar avanzar a sus hombres.
Y lo hizo en contra de todas las experiencias inglesas pasadas, que habían enseñado que debían mantener una fuerte línea defensiva. Los ingleses no avanzaron mucho, pero fue suficiente para desencadenar el ataque de los franceses.
Los galos intentaron romper las formaciones de los arqueros ingleses con una carga de caballería sobre los flancos formada por 1.200 unidades. Pero el resultado fue totalmente nulo. El terreno embarrado hizo muy lenta e inestable la caballería, haciéndola una blanco demasiado fácil para los arqueros ingleses.
Fue una auténtica masacre de caballeros y caballos. Los pocos que sobrevivieron, se vieron obligados a retroceder contra sus propias filas de soldados a pie. Éstos, vieron complicado su avance entre el barro y tantos cadáveres, soldados heridos y caballos moribundos.
Combate cuerpo a cuerpo
La lluvia de flechas inglesas provocó grandes daños en la caballería francesa, y se desencadenó la batalla cuerpo a cuerpo. Los ingleses tuvieron que retroceder un poco.
El propio Enrique protagonizó lo más reñido de la lucha. Un francés se le acercó tanto que hizo un agujero en el casco del rey y derribó su corona. Cuando su hermano, Humphrey de Gloucester, cayó herido, Enrique estuvo pendiente de él para protegerle.
Los franceses estaban sorprendidos de la eficacia de los soldados rivales, y un cierto temor empezó a surgir en ellos. Además, los ingleses eran conscientes de su inferioridad. Por ello lucharon con la mayor fiereza posible, ya que luchaban literalmente por su vida.
A medida que la batalla avanzaba, la presión desde la retaguardia obligó a los franceses a avanzar hasta dar con los cadáveres de los que habían muerto en la lucha inicial. Los fallecidos se fueron apilando en varios montones por todo el campo de batalla. Los arqueros ingleses, ya sin sus arcos, se dedicaron a matar a los enemigos con cuchillos, dagas, mazas y todo lo que encontraban a mano en el campo de batalla.
En las etapas finales de la batalla se desató el miedo repentino a un ataque inminente de la retaguardia francesa. Enrique decidió matar a los prisioneros, ya que dejarlos vivos resultaba demasiado arriesgado. No se sabe cuántos hombres fueron ejecutados por los arqueros elegidos para esta desagradable tarea, que puede parecer poco caballerosa.
Y aunque hubo quien se opuso a la decisión del rey en el campo de batalla, nadie le criticó por ello (ni siquiera los temidos cronistas galos). En todo caso, el nuevo ataque no se materializó y los ingleses lograron salir victoriosos.
Consecuencias
La batalla de Azincourt fue muy sangrienta. Se cree que el número de bajas entre los franceses fue muy alto (los cálculos contemporáneos estiman que la cifra de muertos se sitúa entre 5.000 y 10.000 hombres).
Muchos de los fallecidos murieron por las lluvias de flechas enviadas por los arqueros ingleses. Pero muchos otros por asfixia, aplastados en el barro por los montones de muertos y moribundos. Pero también por las lluvias de flechas enviadas por los arqueros ingleses.
Entre los ingleses se produjeron solo 112 bajas. Entre todos los fallecidos, dos muertes de personajes notables: la del duque de York y el duque de Suffolk.
Lo lógico hubiera sido que el ejército inglés continuara hacia Paris para su asedio. Pero no tenían medios, eran muy pocos, estaban mermados, cansados y sin provisiones. Por ello se retiró a Calais, de dominio inglés para recuperarse y emprender el regreso a casa.
Tan solo un mes después, el rey Enrique V regresaba a Inglaterra. Todos sus hombres recibieron una generosa recompensa y el país celebró el sorprendente día de San Crispín.
Sin embargo, Enrique V no se había convertido en el rey de Inglaterra y Francia. Hubo que esperar hasta 1420 para firmar el Tratado de Troyes. Con él, rey Carlos VI de Francia accedía a que su hija Catalina se casara con Enrique y lo reconocía como heredero al trono. Pero Enrique murió en 1422, antes de Carlos VI. El rey francés dio por anulado el tratado, por lo que se complicó la sucesión e hizo que la Guerra de los Cien Años se alargara hasta el año 1453.
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