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CurioSfera Historia

Batalla naval de las Malvinas (Islas Falkland) (1914)

La batalla de las islas Malvinas o batalla naval de las islas Falkland fue un combate naval ocurrido el 8 de diciembre de 1914, en los inicios de la Primera Guerra Mundial. En aguas de las islas Malvinas se enfrentaron la armada alemana ganadora de la anterior batalla de Coronel, y la armada británica. Los vencedores del combate fueron los británicos que destruyeron la flota alemana. Como consecuencia, el dominio del Atlántico sur cayó del lado de los Aliados. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de la batalla naval de las Malvinas.

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Datos de la batalla naval de las Malvinas

  • Fecha: 8 de diciembre de 1914 (Primera Guerra Mundial).
  • Lugar: Aguas de las islas Malvinas (Falkland en inglés), en Argentina.
  • Contendientes: La flota naval alemana contra la flota británica.
  • Personajes protagonistas: el vicealmirante alemán Maximilian Johannes von Spee y el vicealmirante británico Frederik Doveton Sturdee.
  • Objetivo: El dominio del Atlántico sur y del comercio entre América y Europa.
  • Resultado: La flota alemana británica ganó la batalla de las Malvinas al hundir a los acorazados Scharnhorst y Gneisenau, y a los cruceros ligeros Leipzig y Nürnberg.
  • Armas: Los alemanes contaban con los cruceros acorazados Scharnhorst (buque insignia) y Gneisenau, y los tres cruceros ligeros Dresden, Leipzig y Nürnberg. Los británicos disponían de los cruceros de batalla Invincible (buque insignia) e Inflexible, los cruceros acorazados Carnarvon, Cornwall, Canopus y Kent. Además del crucero ligero Glasgow y el crucero auxiliar Otranto.
  • Consecuencias: 4 naves hundidas y 2.040 fallecidos por parte alemana, y sólo 6 bajas en la flota británica. Tras el combate, los alemanes perdieron el control sobre el atlántico sur en favor de los británicos, que pudieron continuar con el tráfico mercante y de suministros.

Antecedentes

Tras la humillante derrota sufrida por parte de la flota alemana del vicealmirante alemán Maximilian Johannes von Spee en la Batalla de Coronel el 1 de noviembre de 1914, la Marina Real Británica preparaba su venganza.

antecedentes batalla naval de las Malvinas
El vicealmirante alemán Maximilian Johannes von Spee

En las primeras horas del 4 de noviembre de 1941, un telegrama del cónsul británico en Valparaíso (Chile) hizo saber en el Almirantazgo la noticia de la destrucción de las naves británicas del contraalmirante Sir Christopher Cradock.

El nuevo pri­mer Lord del Mar británico, almirante Sir John Arbuthnot Fisher, se reunió con Winston S. Churchill, por aquel entonces primer Lord del Almirantazgo. Gran Bretaña debía pasar a la acción.

El almirante John A. Fisher temía que Spee se decidiese a pasar al Atlántico desde el Pacífico a través del Cabo de Hornos. De hacerlo podía destruir Puerto Stanley, capital de las Islas Falkland (actuales islas Malvinas) y principal base británicas del Atlántico Sur.

Si esto sucedía, sería imposible mantener el tráfi­co marítimo con Chile y Ar­gentina. Este hecho provocaría desastrosas consecuencias para la economía británica. El almirantazgo decidió en­viar los cruceros de batalla Invincible e Inflexible, a las órde­nes del vicealmirante Frederik Doveton Sturdee, para la búsqueda de las naves alemanas de von Spee.

Preparación de la batalla

La proverbial energía del almirante Fis­her, que en más de una ocasión había conmocionado a la Royal Navy, se manifestó de nuevo en esta ocasión cuando ordenó a Doveton Sturdee que se dirigiese a la base de Devonport. Su misión era que se embarcase en el Invincible, alistase los barcos para la misión y se hiciese a la mar en el plazo de una semana como más tardar. Las órdenes eran sencillas:

batalla de las Maldivas 8 diciembre 1914
El vicealmirante Frederik Doveton Sturdee
  1. Máxima libertad operativa para lograr y llevar a cabo el combate con la flota alemana.
  2. El paralelo de Liberia como límite septentrional de la zona de perse­cución.
  3. Dos altos para abastecerse de carbón, uno en la isla de Cabo Verde y otro en Abrohols Rock, en la costa brasileña. Aquí esperaría al almirante Stoddart, que se uniría con una división de cruceros acorazados.

A las 16:45 del 11 de no­viembre de 1941, las dos unidades (el Invincible y el Inflexible), zarpaban para la misión de búsqueda y destrucción de las naves de Spee. Sin embargo, las órdenes del Almirantazgo no se limitaban a la escuadra de Sturdee, sino que también interesaban a las otras formaciones navales que opera­ban en las proximidades de la zona amenazada por Spee.

Si bien la concentración final de los bar­cos de Sturdee y Stoddart en las Falkland constituía el punto clave de la operación, no por ello los movimientos dispuestos por Londres dejaban de considerar otras hipótesis.

Dado el caso de que Spee se hubiese dirigido hacia el norte para atacar las costas canadienses o para entrar en el Atlántico a través del canal de Pa­namá, dos cruceros (el japonés Idzumo y el británico Newcastle) deberían concentrarse a lo largo de California en donde se les reu­niría el acorazado nipón Hizen y el crucero de batalla australiano Australia. A continuación, deberían dirigirse todos juntos hacia la divi­sión germana.

En cambio, en la hipótesis de un avance germano hacia Oceanía, la 1ª Escuadra japonesa del Mar del Sur debería rastrear el espacio de mar comprendido entre las islas Fiyi y las Marquesas.

Respecto al Atlántico, el gran crucero de batalla Princess Royal fue destacado de la flota metropolitana, la Grand Fleet, para reforzar el dispositivo británico en América del Norte y en las Antillas.

Reuniendo los barcos

Entre tanto, los cruceros acorazados de Stoddart (Carnarvon y Cornwall Defence) habían recibido la orden de concentrarse en Montevideo. Movimiento éste que había interesado también al Kent que se en­contraba abasteciéndose de carbón en Sierra Leona.

Gran Bretaña ganó la batalla naval de las Malvinas
El crucero de batalla británico Invincible

Al mismo tiempo, los supervivientes de la Batalla de Coronel, el acorazado Canopus y el cru­cero Glasgow, precedidos por el crucero auxiliar Otranto, llegaron a las Islas Falkland el día 8 de noviembre. Mientras el acorazado se detenía en Port Stanley, el Glasgow prosiguió para unirse a la división de Stoddart.

Este, mientras se hallaba en la desem­bocadura del Río de la Plata, reci­bió orden de esperar al Glasgow y dirigirse más tarde a Abrohols Rock para proteger los buques carboneros.

El 17 de noviembre, el Invincible y el Inflexible llega­ron a la isla de Cabo Verde. Mientras que en ese mismo día, Stoddart arribaba a Abrohols Rock y allí se reunía con el Kent y con el crucero auxiliar Edinburgh Castle.

Nueve días más tarde llegó Sturdee con los cruceros de batalla. El abastecimiento de carbón fue efectuado con bastante rapidez, pero se perdió no poco tiempo en trasbordar del Defence al Invincible los aparatos radiotelegráficos de gran alcance. Esto permitiría al Almiran­tazgo emplear el crucero Invincible como puente radio y mantenerse en contacto con Sturdee.

El 28 de noviembre, la escuadra de Sturdee (cruceros de batalla Invincible e Inflexible; cru­ceros acorazados Carnarvon, Cornwall y Kent; cruceros ligeros Glasgow y Bristol, y crucero auxi­liar Orama) se dirigió rumbo a las islas Falkland, a donde llegó el 7 de di­ciembre precedida por los barcos carboneros.

El primer imperativo fue el de aprovisionarse de carbón para estar preparados para ponerse en movimiento a la pri­mera señal de haber descubierto a Spee. Les fue dada prioridad en el abastecimiento al Carnarvon, al Bristol y al Glasgow, con el resul­tado de que en la mañana del día 8 los cruceros de combate apenas habían iniciado las operaciones de embarque de carbón.

A las 7:50, los semáforos anunciaban que ha­bían sido avistadas dos naves de guerra sospechosas en dirección sur. Era von Spee. ¡Había llegado el momento del ajuste de cuentas!

Von Spee se dirige a las Falkland

Después de la corta detención en Valparaíso, los cruceros Scharnhorst, Gneisenau y Nürnberg se habían dirigido hacia Mas a Fuera para reunirse con los otros cruceros y completar las operaciones de aprovisionamiento. El 6 de noviembre tuvo lugar la reunión con el Leipzig y tres barcos carboneros. En los dos días sucesivos, arribaron el Dresden, el Prinz Eitel Friedrich y algunos vapores.

Qué países se enfrentaron en la primera guerra Malvinas
El crucero acorazado alemán Scharnhorst

El 15 de no­viembre, Von Spee zarpó de Mas a Fuera con los cruceros acoraza­dos y el Nürnberg, seguido des­pués del Dresden y el Leipzig, y alcanzó la bahía de San Quintín, en donde había acordado reunirse con los carboneros para un ulte­rior abastecimiento.

Tras esta operación se hizo a la mar en di­rección hacia el cabo de Hornos. Según los planes, fue do­blado en la noche del 1 al 2 de di­ciembre bajo condiciones adver­sas del mar. En la mañana del día 2, los cruceros ligeros germanos capturaron el velero británico Drummuir cargado de carbón. Es­te hecho indujo a Spee a detener­se durante otros tres días en la is­la Picton, con el fin de completar las reservas de carbón.

Antes de zarpar, tuvo lugar a bordo del Scharnhorst un nuevo consejo de guerra: se decidió que el próximo objetivo serían las islas Falkland, para destruir las instalaciones y apresar al gobernador.

No falta­ron las objeciones al plan de Spee, pero el almirante cortó por lo sano al afirmar que, a lo máximo, el único riesgo que podrían en­contrar seria el lento Canopus y algún que otro crucero. La posibi­lidad de utilizar sobre todo las na­ves como «perturbadoras del tráfico» estaba demasiado lejos de la mentalidad prusiana de Spee, quien veía en la batalla directa el summum de la guerra marítima.

Así pues, ni siquiera la justa obje­ción de casi todos sus oficiales (que veían en el intento de volver a la patria efectuando la guerra de corso contra el tráfico enemigo lo mejor que se debería hacer, ya que la batalla de Coronel les había costado casi la mitad de sus municiones de 210 mm), hizo cambiar de opinión a Spee: al medio­día del 6 de diciembre las naves alemanas entraban al el Atlántico.

La batalla de las Malvinas

Los británicos, en vista de una posible llegada de las naves ene­migas, habían fondeado el Canopus en la parte más interna de Port Stanley, poniéndolo a la vez en comunicación con observa­dores en tierra que incluso le ha­brían permitido disparar a ciegas.

Además, se había dispuesto un campo de minas improvisado y al­gunas baterías antidesembarco, estas últimas utilizando las piezas de menor calibre del mismo Canopus. Así, cuando en la madrugada del 8 de diciembre el Gneisenau y el Nürnberg hicieron su aparición, los británicos, al menos en el mapa, estaban preparados para recibirlos.

Hemos dicho en el mapa, porque en realidad los bu­ques de Sturdee no estaban prepa­rados en absoluto para salir, ya que habían sido sorprendidos en plena faena de aprovisionamiento de carbón.

En efecto, a las 7:50, momento de ser avistadas las na­ves, la situación era la siguiente: el Carnarvon y el Glasgow ya ha­bían cargado el carbón, el Bristol aún tenía las calderas apagadas, el Cornwall y el mismo Glasgow estaban reparando máquinas, y el Kent y los dos cruceros de batalla apenas habían empezado el abas­tecimiento de combustible.

Así pues, la situación parecía ser del todo favorable a Spee, pero las medidas dispuestas de ante­mano por los británicos funciona­ron muy bien. El Canopus, sirviéndose de los observadores si­tuados en tierra, abrió inmediata­mente fuego con las piezas de mayor calibre, con el resultado de obligar a las naves germanas a vi­rar en redondo.

Mientras hacían esto, los dos cruceros alemanes se dirigieron hacia el Kent, que aca­baba de salir de Port Stanley con intenciones ofensivas, hasta el punto de que Sturdee le ordenó que se retirase en espera de las otras naves. En ese momento los alemanes divisaron toda la escua­dra británica y, sobre todo, distin­guieron los mástiles en trípode, característica inconfundible de los cruceros de combate.

Entonces Spee tomó la inteligente decisión de retirarse, y ordenó al Gneisenau y al Nürnberg que se reuniesen con la escuadra. Al cabo de algo más de una hora la for­mación estaba reagrupada de nuevo y las Falkland se vis­lumbraban a duras penas.

Mientras tanto el Glasgow, el primer buque en estar preparado, partía con la delicada misión de exploración y reconocimiento. El Kent, que también estaba ya listo, debido a su menor velocidad, solo podía atender a que saliese toda la escuadra. A las 10:00 todos los buques de Sturdee, con exclusión del Bristol, estaban navegando.

Teniendo en cuenta la ventaja que habían sacado los barcos de Spee, los cruceros de batalla británicos pusieron sus máquinas a la máxima velocidad, pero a las 10:48, con el fin de disminuir el humo, Sturdee ordenó que se redujese a 19 nudos.

Esto provocó un retardo de la persecución, de suerte que las naves británicas no lograron alcanzar al enemigo a causa de la lentitud de sus cru­ceros de combate. Al darse cuenta de esto, Sturdee dispuso de nuevo que los cruceros de batalla nave­gasen a una velocidad de 25 nu­dos.

Inicio de la batalla

A las 12:50, el Inflexible, pri­mera unidad de la formación británica, abrió fuego contra el Leipzig a una distancia de 14.500 metros. En las naves germanas enseguida se dieron cuenta del de­rrotero que podía tomar la bata­lla, apenas se descubrió la presen­cia de los cruceros de combate.

Bajo el aspecto de velocidad y ar­mamento, no existía posibilidad alguna. Spee ordenó entonces a sus cruceros ligeros que intenta­sen la fuga, ateniéndose a hacer frente a las naves de Sturdee sólo con el Scharnhorst y el Gneisenau.

primera batalla de las Malvinas
Plano y horario de la batalla naval de las Malvinas

La batalla propiamente dicha se inició hacia las 13:30. Los primeros disparos británicos cayeron a una distancia corta. El duelo ini­cial se entabló entre el Invincible y el Gneisenau y entre el Inflexible y el Scharnhorst.

Un cuarto de hora después del contacto balístico, el Invincible fue alcanzado, lo que obligó a Sturdee a separarse por el momento. Entonces, Spee intento otra vez alejarse, con la esperanza de encontrar una zona de chubascos que ocultase sus barcos.

La batalla se reanudó con violencia hacia las 14:50, al principio a una distancia de 13.800 metros, que se redujo poco después a 10.800. En esta ocasión las naves alemanas fueron castigadas con dureza:

  • El Gneisenau, que había recibido numerosos impactos, es­taba escorado a babor.
  • El Scharnhorst se hallaba en condiciones aún peores y, a las 15:15, inclinado y con incendios a bordo, perdía la tercera chimenea.

La batalla fue interrumpida de nuevo a causa de la necesidad que Sturdee tenía de liberarse del propio humo. Los buques alemanes tuvie­ron un momento de tregua, instante que aprovecharon para alejarse hacia el sur en dirección a unas negras nubes cargadas de lluvia que por fin, aunque dema­siado tarde, habían hecho su aparición.

El acto final de la batalla se inició hacia las 15:40, cuando la superestruc­tura del Schamhorst se reducía a un montón de chatarra retorcida. Tanto era así, que en el Gneisenau se creía que el almi­rante y todo el estado mayor habrían desaparecido envueltos en aquella ruina de explosiones, fuego y acero.

Sin embargo, la tragedia del Scharnhorst estaba en el epilogo: aunque sacudido por una verdadera lluvia de hierro y fuego, el crucero, ante la admiración y el estupor del adversario, conti­nuaba los disparos de forma regu­lar. Del buque almirante (buque insignia) fue en­viado un mensaje para el Gneisenau: «Si vuestras máquinas están intactas, procurad huir.»

Hundimiento del Scharnhost

La proa del Scharnhorst ya es­taba sumergida: eran muy pocos los cañones que aún eran capaces de disparar, y la nave estaba completamente escorada a babor. A pesar de esto, von Spee quiso intentar un último ataque con los torpedos, pero todo fue en vano.

La nave almirante continuó dispa­rando hasta las 16.00: después se inclinó sobre una de las bordas con todas las banderas al viento. Tras mantenerse durante algunos instantes en esa posición con las hélices aún en funcionamiento, el Scharnhorst de­sapareció entre las olas hundiéndose de popa.

No hubo superviviente alguno de entre los casi 800 hombres de la tripulación. Las naves británicas no pudieron intentar posibles operaciones de salvamento debido a la presencia del Gneisenau.

Hundimiento del Gneisenau

El fin del Gneisenau no tardaría mucho en ocurrir. Sólo contra tres adversarios (a los dos cruceros de combate se había unido el Camarvon), los mantuvo a raya a pesar de que éstos tenía una superioridad aplastante.

Hacia las 17:00 el timón del buque quedaba fuera de combate, de suerte que empezó a girar en re­dondo como un caballo enloque­cido bajo una lluvia de proyecti­les. Al cabo de una media hora, reducido casi a un mero casco, el Gneisenau, capaz de alcanzar sólo los 8 nudos, tenía solo un cañón operativo, y no más de 350 hombres aptos para combatir.

Los británicos cesaron el fuego y se acercaron con precaución: el crucero aún había logrado lanzar un torpedo. A las 17:40, los su­pervivientes fueron reunidos a popa y se dio la orden de abando­nar el barco. A las 18:00 el Gneisenau se iba a pique.

Fue terrible para los hombres el contacto con las aguas del océano, que tenía una temperatura media de 6°C o 7°C. Muchos de ellos no resistieron, de­bido también a que los buques británicos no pudieron efectuar con prontitud las operaciones de rescate porque muchas de sus em­barcaciones de salvamento habían sido dañadas durante el enfrenta­miento. Los supervivientes fueron casi 190.

Hundimiento del Leipzig

Mientras tanto, los cruceros li­geros germanos (Nürnberg, Leipzig y Dresden), que habían recibido orden de alejarse, fueron per­seguidos por el Glasgow, el Cornwall y el Kent.

También en este caso, la inferioridad germana era patente, ya que a los treinta cañones británicos de 152 mm, los alemanes podían oponer igual número, pero de calibre 105 mm, netamente inferior. Por consi­guiente, a los alemanes les era in­dispensable mantener la ventaja inicial de la distancia de cerca de 12 millas para tener alguna posi­bilidad de salvación.

El grupo británico procuró ense­guida acortar distancias para poder entrar en contacto balístico lo antes posible, considerando además que en el hemisferio austral el tiempo es mutable y una cortina de lluvia puede hacer que se pierda todo rastro.

A las 14:45, el Glasgow abrió fuego y fue preci­samente en aquel momento cuando el Leipzig, unidad que ce­rraba la fila de la formación ger­mana, cometió el error de manio­brar para responder al fuego.

Fue una maniobra inútil visto que el Glasgow permanecía fuera de tiro, y permitió que el Kent y el Cornwall se acercasen ulterior­mente. Una vez que se hubo esta­blecido el contacto balístico, la suerte de los barcos alemanes es­taba echada. Sólo el Dresden, capaz de alcanzar los 25 nudos, logró alejarse aprovechando que, hacia las 17:00, un repentino aguacero le procuró una óptima defensa.

El Leipzig, alcanzado por pri­mera vez hacia las 15:15, empezó a perder velocidad y, hacia las 16:30, el Cornwall y el Glasgow pudieron continuar su obra de desmantelamiento. Debido a que el horizonte iba oscureciéndose, los británicos se aproximaron al Leipzig mientras aumentaban la presión de sus disparos, al mismo tiempo que el buque alemán casi había agotado las municiones.

Hacia las 19:00, el crucero ger­mano lanzó una andanada de tres torpedos contra el enemigo, pero ninguno dio en el blanco. En aquel momento el comandante de la nave hizo que fueran abiertas las válvulas de la nave para agilizar el hundimiento del barco y llamó al puente a los casi 150 supervivien­tes de la tripulación.

Los británicos, sorprendidos y admirados de la resistencia del ad­versario, suspendieron el fuego mientras el Leipzig se volcaba lentamente hacia babor. Sin embargo, la bandera aún no había sido arriada y por ello, aunque a pesar suyo, las naves británicas reanudaron los disparos de ani­quilamiento. Mientras se hundía la nave, los hombres del Leipzig se lanzaron al mar, sufriendo también ellos el tremendo contraste con el agua gélida: sólo sobrevivieron una veintena de hombres.

Hundimiento del Nürnberg y final de la batalla

El último duelo fue el que se entabló entre el Nürnberg y el Kent, cuyo resultado positivo fue mérito del personal de máquinas de la unidad británica, que logro imprimir al barco la velocidad mantenida en las pruebas, de más de 24 nudos.

Hacia las 17:00, el Nürnberg abrió fuego, seguido al cabo de unos diez minutos por el Kent. El cambio decisivo en la suerte del combate se registró cuando las calderas del Nürnberg empezaron a funcionar de manera irregular.

En aquel momento el Kent, desde una distancia 5.400 metros, empezó a castigar al adversario con todo el peso de su andanada. El crucero alemán, sometido a un durísimo ataque, consiguió resistir hasta las 19:27 cuando se hundió arrastrando consigo a casi toda la tripulación.

Tan solo logró sobrevivir el Dresden, que gracias a su velocidad, solo pudo observar desde lejos el hundimiento del Nünberg. Meses más tarde, en marzo de 1915, fue hundido en las costas de Chile por acorazados británicos.

Consecuencias

La casi totalidad de la división germana del Extremo Oriente, al mando del almirante von Spee, había sido destruida. Fueron gravísimas las pérdidas sufridas por los alemanes, 2.040 fallecidos, mientras que apenan revistieron importancia las británicas, con sólo seis hombres muertos.

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Funeral de los 6 fallecidos de la armada británica

La principal consecuencia fue que los alemanes perdieron el control sobre el atlántico sur en favor de los británicos, que pudieron continuar con el tráfico mercante y de suministros.

Esta fue la conclusión de los primeros choques de importancia entre las Marinas de Gran Bretaña y Alemania. La primera tuvo que darse cuenta de que esta nueva adversaria, aunque no fuese rica en tradiciones y en glorias navales, sabia combatir bien en el mar, situándose, como digna adversaria, en el mismo plano de valores técnicos y morales.

Las batallas de Coronel y de las Falkland impresionaron enor­memente a los británicos. Hans Pochammer, que era el segundo comandante del Gneisenau, escapado de la muerte y salvado por los británicos, recuerda en sus memorias que, pocas horas des­pués de la batalla y mientras se encontraba prisionero a bordo del Inflexible, recibió un mensaje del almirante Sturdee concebido en los siguientes términos:

«El co­mandante en jefe se complace de su salvamento. Todos nosotros pensamos que el Gneisenau ha combatido hasta el último mo­mento de un modo muy valeroso. Admiramos el tiro perfecto de sus dos naves y deploramos, con us­ted, la pérdida del almirante y de tantos oficiales y marineros. Por desgracia, nuestros dos países se encuentran en guerra, uno contra otro. Los oficiales de cada Ma­rina, que tienen amigos personales en la otra, han de cumplir con su deber nacional: su almirante, su comandante y sus oficiales han cumplido con dignidad su misión hasta la muerte».

El almirante von Spee, desaparecido mientras combatía en el mar junto a sus dos hi­jos, ha permanecido como una de las figuras sobresalientes en la historia de las guerras navales. Ya en el transcurso de la guerra del 1914-18, le fue dado su nombre a un crucero de combate de nueva construcción que, sin embargo, no llegó a tiempo para entrar en servicio en los últimos meses del conflicto.

Pero en el acto de su botadura, el príncipe Enrique de Prusia lo recordó con estas pala­bras: «El conde von Spee ha guiado su escuadra a la victoria, manteniendo la lucha por la liber­tad de los mares. Cayó en la bre­cha y se inmoló con sus naves y sus marineros, combatiendo por el porvenir de Alemania».

El nombre y el recuerdo del al­mirante de Coronel y las Falkland sigue llevado por el mar con mucha más fama por el legendario acora­zado Admiral Graf Spee. Este navío, renovando las acciones del hombre cuyo nombre ostentaba, fue protagonista de un largo crucero de la guerra atlántica y de la batalla del Río de la Plata a comienzos de la Se­gunda Guerra Mundial.

La nueva Marina federal alemana dio el nombre de Graf Spee a una de sus primeras unidades, una fragata. De igual modo, a lo largo del tiempo, en paz y en guerra, han vuelto al mar los nombres presti­giosos de Scharnhorst y de Gneisenau.

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