La batalla de Yorktown se libró entre el 26 de septiembre y el 19 de octubre de 1781 durante la guerra de Independencia de los Estados Unidos. Se enfrentaron las tropas independentistas y sus aliados franceses, lideradas por George Washington, contra los británicos comandados por el general lord Cornwallis. El ejército británico fue derrotado y hecho prisionero. En CurioSfera-Historia.com, te contamos la historia de la batalla de Yorktown.
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Datos de la batalla de Yorktown
- Fecha: Entre el 26 de septiembre y el 19 de octubre de 1781.
- Lugar: Yorktown, Virginia, este de Estados Unidos.
- Combatientes: Ejército independentista (franco-americano) contra el ejército británico.
- Unidades: 16.000 hombres los independentistas y 8.000 hombres los británicos.
- Objetivo: Derrotar al enemigo para poner fin a la guerra de independencia.
- Resultado: Las tropas rebeldes independentistas americanas vencieron en la batalla de Yorktown.
- Bajas: 600 bajas los independentistas y en los británicos todas las fuerzas muertas o hechas prisioneras.
- Personajes protagonistas: George Washington por el lado de los insurgentes americanos y el general lord Cornwallis del bando británico.
- Consecuencias: La rendición de la fuerza británica en Yorktown condujo al final de la guerra de independencia americana, ya que provocó una crisis de confianza en la continuación de la guerra y la caída del gobierno británico
Antecedentes y contexto
Dentro del contexto de la guerra de Independencia Estadounidense, las cosas no iban del todo bien para las tropas de Gran Bretaña. No obstante, en esta fase la guerra todavía no se había perdido. Estaba claro que ni la estrategia británica seguida en el sur, ni el avance sobre Virginia, habían proporcionado los beneficios previstos. Pero los ingleses demostraron en el sur que podían ganar, mantener puntos importantes y derrotar a las fuerzas americanas.

Además, la carga económica de la lucha era cada vez mayor para los americanos. La hiperinflación hundió la economía americana, y a principio de 1781 se produjo un motín de las unidades rebeldes. Nathanael Greene, comandante de las fuerzas americanas en el sur, escribió: «El abastecimiento es tan insignificante en comparación con nuestras necesidades que sólo ha servido para hacer burla de nuestro malestar… Los murmullos y el descontento predominan entre los soldados en gran medida».
Además, si los británicos conseguían conservar sus posiciones con éxito en América y continuar su guerra naval contra Francia y España, había esperanzas de dividir a sus rivales. Pero no fue así, ya que proporcionaron a sus oponentes una oportunidad que éstos apreciaron y no desaprovecharon.
El general británico lord Cornwallis asentó sus tropas en Yorktown. Era una posición defensiva no digna de alabanza, ya que carecía de fortificación, era baja y no dominaba terreno alguno (aunque sí disponía de un fondeadero adecuado para buques de línea).
El americano George Washington esperaba atacar la base británica de la ciudad de Nueva York, pero rápidamente tomó ventaja de las posibilidades creadas por los movimientos de Cornwallis. Las tropas americanas y francesas, incluido el crucial tren de asedio francés, se trasladaron al sur, a Virginia.
La respuesta naval británica resultó inadecuada, en gran parte debido a que el almirante Rodney se negó a enviar suficientes barcos desde las Indias Occidentales y los franceses lograron una superioridad crucial en fuerzas navales.
Como resultado, el 5 de septiembre en la batalla de los cabos de Virginia, el almirante británico Thomas Graves se encontró superado por 24 a 19 en buques de línea. En la batalla, ninguno de los bandos sufrió hundimientos, pero el choque resultó decisivo porque evitó que Graves liberase al ejército de Cornwallis.
Mientras tanto, el cerco sobre Yorktown se fue cerrando. Las tropas francesas tomaron tierra el 1 de septiembre cerca de la entrada al río James. El 14 del mismo mes, Washington llegó a la península de Williamsburg.
Dos días más tarde, tranquilizado por una promesa de apoyo naval, Cornwallis escribió: «Si no tuviese esperanzas de auxilio, preferiría arriesgar una acción que defender mis fortificaciones a medio terminar, pero como decís que se espera la llegada del almirante Digby de un momento a otro, y ha prometido invertir todos sus esfuerzos en ayudarme, no creo que tenga justificación por mi parte dejar el destino de la guerra en un intento tan desesperado».
Pero muy pronto no tuvo otra opción que entrar en batalla. La fuerza francoamericana tomó posiciones alrededor de Yorktown la noche del 28 de septiembre y el día siguiente.
La batalla
Animado por la promesa de apoyo, Cornwallis abandonó sus fortificaciones exteriores la noche del 29 de septiembre con el fin de radicalizar su posición y aumentar la densidad de su defensa ante la superioridad numérica de los asediadores.
Los hombres de Washington ocuparon las fortificaciones exteriores el 30 de septiembre, aunque tuvieron que enfrentarse al fuego pesado de cañón de Cornwallis hasta la llegada de su propia artillería, el 6 de octubre. A partir de entonces, los asediadores pudieron comenzar un asedio convencional contra una posición fortificada vulnerable y débil para los estándares de la época.
La noche del 6 de octubre, los asediadores empezaron a cavar el primer «paralelo», una zanja paralela a las fortificaciones y parte crucial y habitual en los asedios. Lo terminaron el 9 de octubre y, aquella misma tarde, empezó el bombardeo con una fuerza de artillería más numerosa y más pesada que la de Cornwallis. Esto provocó numerosas bajas y daños, además de una fuerte bajada de moral en los defensores.
EI 11 de octubre, Cornwallis escribió: «Nada, excepto un movimiento directo hacia el río York, que incluye una acción naval exitosa, puede salvarme. El enemigo realizó su primer paralelo la noche del 6 a la distancia de 550 metros y lo ha perfeccionado. Ha construido plazas de armas y baterías con gran regularidad y cautela. La tarde del 9 abrieron fuego sus baterías y desde entonces siguen disparando, sin interrupción, con unas 40 piezas de cañón, en su mayoría pesadas, y 16 morteros. Muchas de nuestras fortificaciones han sufrido daños considerables. Con tales fortificaciones en terreno desventajoso, contra un ataque tan poderoso, no podemos esperar resistir por mucho tiempo».
Un comentario añadido el 12 de octubre dice así: «la pasada noche, el enemigo realizó su segundo paralelo a una distancia de 270 metros. Seguimos perdiendo muchos hombres».
Muchos de los cañones de Cornwallis quedaron silenciados por el bombardeo, mientras que un gran número de soldados sufrieron heridas o murieron. La noche del 14 de octubre, los sitiadores atacaron los dos reductos que obstruían el camino del segundo paralelo al río, de manera que se redujo todavía más el perímetro británico.
La derrota británica
El 16 de octubre, una salida pensada para inutilizar los cañones de los asediadores tuvo un efecto limitado y pasajero. Cornwallis decidió intentar cruzar por la noche el rio York hasta el puesto avanzado británico de Gloucester y después atacar a la fuerza francesa bloqueando esa posición.
El primer destacamento cruzó el río con éxito a última hora de aquel día, pero una violenta tormenta impidió que las embarcaciones cruzasen una segunda vez. Cuando el tiempo mejoró, era demasiado tarde para llevar a cabo un ataque y Cornwallis tuvo que replegar la primera oleada. Bajo un intenso bombardeo que no pudo devolver, Cornwallis decidió finalmente abandonar la posición.
El 17 de octubre, el del cuarto aniversario de la rendición de Burgoyne en la batalla de Saratoga, Cornwallis propuso un armisticio con el fin de negociar su rendición. Después de las negociaciones que tuvieron lugar el 18 de octubre, las tropas británicas abandonaron sus posiciones en ruinas al día siguiente para rendirse al son de «The World Turned Upside Down».
Consecuencias y repercusiones
La rendición de la fuerza británica en Yorktown condujo al final de la guerra de independencia americana. La derrota provocó una crisis de confianza en la continuación de la guerra y la caída del gobierno británico. Fue una batalla decisiva, ganada con pocas bajas.
Aunque los británicos todavía poseían Charleston, la ciudad de Nueva York y Savannah, Yorktown supuso el fin efectivo de los esfuerzos británicos en Norteamérica. Provocó la caída del gabinete de lord North en marzo de 1782. Fue sustituido por un gobierno al mando del marqués de Rockingham, fiador de las negociaciones con los americanos.
A escala mundial, sin embargo, Gran Bretaña no salió tan mal parada. La superioridad temporal y localizada que la flota francesa disfrutó en Chesapeake no fue la consecuencia, ni tampoco la causa, de una batalla decisiva en la que una flota destruyó la otra y no se obtuvo una ventaja definitiva sobre Gran Bretaña.
El 12 de abril de 1782, Rodney infligió una grave derrota a la flota francesa junto a las îles des Saintes. De haber llegado antes, el resultado final en la batalla de Yorktown podría haber sido muy distinto.
La derrota marcó en especial el fracaso de la coordinación mar-tierra de los británicos y de la estrategia que llevó a Cornwallis a marchar al norte, atravesando Carolina del Norte, hasta Virginia. La falta de apoyo legitimista acabó con las esperanzas de conquistar Virginia, y las operaciones de Cornwallis mostraron una falta de objetivo estratégico claro. Si la pacificación era el objetivo británico, alcanzar Virginia, por destructivo que resultase, no iba a garantizarla.
Además, Cornwallis se vio reducido a establecer una posición en Chesapeake Bay en respuesta a las órdenes de cubrir un fondeadero para buques de guerra británicos. Representaba una peligrosa pérdida de flexibilidad y de iniciativa, ya que los americanos y sus aliados franceses se preparaban para actuar.
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