Junto con el liberalismo surgió en Europa en la segunda mitad del siglo XIX otro movimiento ideológico y cultural: el nacionalismo. Y a principios del siglo XX, las profundas transformaciones que experimentó el mundo se vieron reflejadas en muchos aspectos de la sociedad, incluidos la cultura y en el arte. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos las características del nacionalismo entre el siglo XIX y XX.
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El cambio de siglo
Durante la segunda mitad del siglo XIX, las revoluciones burguesas triunfaron en gran parte del mundo occidental y se impusieron progresivamente sistemas de gobierno más democráticos que los anteriores.
El desarrollo industrial transformó la economía, la industria y la vida cotidiana, al tiempo que se produjo un intenso crecimiento demográfico. A su vez, los medios de transporte y comunicación (ferrocarril, barco de vapor, telégrafo) mejoraron de manera asombrosa. Todo esto contribuyó a que las relaciones políticas, económicas y culturales entre los Estados se intensificaran.
Por su parte, el nacionalismo supuso una búsqueda de las raíces y tradiciones culturales propias de cada pueblo. Cambió de forma radical el concepto estético que había servido de guia durante los siglos precedentes y se abrieron nuevas vías de investigación artística, que propiciaron formas de expresión muy diferentes a las que se habían planteado hasta ese momento.
Las artes a finales del siglo XIX y comienzos del XX
A finales del siglo XIX, la historia se acelera y se precipita. Los movimientos culturales ya no duran decenios, como el Barroco o el Romanticismo, ni incorporan a todos los artistas de una misma época. Ahora conviven al mismo tiempo tendencias y movimientos artísticos muy diferentes, que responden a diversas formas de interpretar la realidad.
En esta época convivieron tendencias que procedían de épocas anteriores, como el postromanticismo y los nacionalismos, con otras que abrirían el camino hacia nuevos lenguajes artísticos, como el impresionismo y el expresionismo.
Arquitectura
La revolución industrial tuvo grandes consecuencias sobre la arquitectura, ya que se empezaron a utilizar nuevos materiales, como el hierro, el cristal y el acero. El edificio más representativo de la arquitectura de la época fue la torre Eiffel, en París (Francia). Entre finales del siglo XIX y principios del XX apareció el modernismo o Art Noveau, que cuajó con fuerza en Cataluña (España). Antonio Gaudí (1852-1926) fue su máximo exponente.
Pintura y escultura
El francés Auguste Rodin (1840-1917) llevó a la escultura las ideas del impresionismo dejaba aparentemente inacabadas las superficies para que, al incidir la luz sobre ellas, la imagen se completara en la retina del espectador.
La invención de la fotografía a mediados del siglo XIX cuestionó la función pictórica de representar fielmente la realidad, propia del realismo. Por esta razón, en los últimos años del siglo XIX, los pintores de las nuevas tendencias artísticas, como el impresionismo, se preocuparon por reproducir la naturaleza, atendiendo más a su impresión personal que a la realidad objetiva.
Los representantes más significativos de este movimiento fueron los franceses Claude Monet (1840-1926), Edgar Degas (1834-1917), Édouard Manet (1832-1883), Auguste Renoir (1841-1919) y Camille Pisarro (1830-1903).
Para los post-impresionistas, como Vincent Van Gogh (1853-1890), Paul Gauguin (1848-1903) y Paul Cézanne (1839-1906), las obras debían reflejar el sentimiento del artista hacia lo que estaba pintando. En los primeros años del siglo XX nació el expresionismo, cuyo principal representante fue Edvard Munch (1863-1944).
Literatura
El realismo surgió como reacción a la literatura romántica. Se centraba en el análisis de la sociedad y del ser humano mediante la descripción objetiva de la realidad Charles Dickens (1812-1870) en Inglaterra, Honore de Balzac (1799-1850) en Francia, Tolstoi (1828-1910) y Dostoievski (1821-1881) en Rusia y Benito Pérez Galdós (1843-1920) en España son algunos de los escritores más relevantes que cultivaron este estilo. El realismo derivó después hacia el naturalismo, que reflejaba la realidad sin evitar sus aspectos más desagradables.
La música del nacionalismo
Las principales figuras del Romanticismo musical provenían de Austria y Alemania, como Wagner, Schumann y Brahms, y dominaron la música europea durante la mayor parte del siglo XIX. Sin embargo, los cambios que surgieron a finales de este siglo provocaron una ruptura con la época anterior, nacía el nacionalismo musical. Aparecieron de diferentes escuelas, cada una de ellas con una forma distinta de entender la música.
El simbolismo
En la segunda mitad del siglo XIX surgió en Francia un movimiento que reaccionó contra el positivismo y que produjo una revolución en la pintura y en la poesía: el simbolismo. El simbolismo pretende evocar o sugerir los objetos mediante símbolos o imágenes.
El antecedente directo del simbolismo en pintura fue el prerrafaelismo británico. Frente a los postulados del impresionismo, sus representantes trataron de ir más allá de lo puramente visual y expresar ideas, sentimientos y emociones, con temas de carácter espiritual y esotérico.
Los principales pintores simbolistas fueron Gustave Moreau (1826-1898), Puvis de Chabannes (1824-1898) y Odllon Redon (1840-1916). El poeta simbolista fue un visionario que, mediante la palabra, estableció nuevas correspondencias entre el mundo sensible y el mundo espiritual. Para ello, los simbolistas se sirvieron del símbolo y de la metáfora.
Con ambos recursos persiguieron sobre todo la musicalidad, el ritmo y el poder de evocación de las palabras. Sus principales representantes fueron Charles Baudelaire (1821 -1867), Arthur Rimbaud (18S4-1891) y, sobre todo, Stéphane Mallarmé (1842-1898).
Postromanticismo
A finales del siglo XIX y principios del XX, siguieron realizándose en los distintos ámbitos del arte, junto a creaciones innovadoras, obras de influencia y características románticas, que suelen englobarse en el movimiento denominado Romanticismo tardío o postromanticismo.
En el campo de la música se desarrolló una corriente ligada al Romanticismo y fuertemente influida por Wagner. Las principales características de esta tendencia fueron el aumento del tamaño de la orquesta, la mayor duración de las obras, la frecuente utilización de elementos extramusicales y la presencia de ideas musicales grandilocuentes.
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