Hablar de la historia del ladrillo, es hacerlo también del progreso de la civilización humana. Desde que el hombre dejó de ser nómada, la importancia de construir casas resistentes, ha sido una necesidad. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos su historia, quién inventó el ladrillo, cuál es su origen y su evolución en el tiempo.
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Quién inventó el ladrillo
El ladrillo es una invención de la civilización acadia, un pueblo de Mesopotamia en el siglo XXII a. C. Existe una leyenda respecto a la invención del ladrillo. Según los acadios, el ladrillo es un invento divino, ocurrencia del dios Marduk.
Según su creencia, en el orden de sucesión de las cosas creadas por su dios, el ladrillo fue creado después de la tierra y del agua, junto al nacimiento de la vida y con anterioridad al concepto de casa y familia. Simbolizó el paso de la vida nómada a la sedentaria.
¿Cuándo empezó a construir el hombre su vivienda o salió de la cueva? No parece que tal hecho sucediera hasta hace solo 12.000 años. El ser humano era nómada, dependía de la caza, no vivía en lugar fijo, sino que de vez en cuando construía toscos refugios o chozas de madera y base de piedra que abandonaba luego.
Origen del ladrillo
Para conocer los orígenes del ladrillo, debes saber que la arquitectura nació en Oriente Medio. Lugar en que, paradójicamente, se carecía de materia prima adecuada para ello, como la piedra o la madera. Fue allí donde, sin embargo, surgieron las primeras viviendas hace 10.000 años. Allí surgió la vida agrícola y la vida sedentaria. Se pensó entonces en construir viviendas permanentes, y al carecerse de piedra y madera se echó mano de otro tipo de materiales.
Mesopotamia, lugar entre los ríos Tigris y Éufrates, era rica en valles fluviales abundantes en barro: allí nació el adobe o ladrillo sin cocer. De hecho, en la meseta de Irán, en la antigua Persia, se han encontrado en unos restos arqueológicos los primeros ladrillos de la historia hechos a mano hace ocho mil años.
Le sigue en antigüedad el ladrillo de Jericó en forma de hogaza, del 5000 a. C., del que hay ejemplares que aún hoy se conservan. En la Mesopotamia del 3500 a. C., se empezó a cocer el ladrillo y a rebajarse su tamaño, ya que el primitivo era enorme: el ladrillo pequeño se cocía mejor y resultaba también más resistente.
Para mejorarlo se dio hacia el 2500 a. C., con una solución: quemarlo con fuego. Se amontonaban y sobre ellos se armaba un horno de carbón. Como era costoso por la escasez de combustible los ladrillos así obtenidos se emplearon en puntos concretos: esquinas, jambas o arcos para reforzar fachadas de adobe.
Su endurecimiento fue total hacia el 1000 a. C. En el capítulo 3 del libro del Génesis, donde se da cuenta de cómo los descendientes de Sem se disponían a construir la torre de Babel, se lee: “Partiéndose de Oriente hallaron una vega en tierra de Sennar, donde hicieron asiento. Se se dijeron unos a otros: venid, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego. Y se sirvieron de ladrillos en lugar de piedras, y de betún en vez de argamasa. Y dijeron: vamos a edificar una ciudad y una torre”.
Evolución del ladrillo
Después de estos ladrillos primitivos que te hemos comentado, esta pieza fue sufriendo modificaciones tanto en su diseño como en su tamaño. Vamos a verlo con más detalle:
Historia del ladrillo en el Antiguo Egipto
Una pintura egipcia del 2000 a. C., encontrada en una tumba de Tebas, describe la fabricación de ladrillos en el Antiguo Egipto: se empleaba barro arenoso para evitar su agrietamiento tras el secado, y en los lugares donde el lodo no poseía esta condición se mezclaba con arcilla y paja, dándose así al ladrillo mayor consistencia y aspecto compacto.
Cuando a los esclavos judíos durante su cautiverio se les redujo la cantidad de paja para su fabricación, se declararon en huelga. Es la huelga más antigua de la Historia. Huelga que ganaron, aunque sus logros se redujeron a un poco más de paja por cada cien ladrillos, y a un ligero aumento en la dieta del obrero. El albañil, que utilizaba plomada y escuadra ya en el 2700 a. C., supervisaba su fabricación.
Los primeros ladrillos eran de forma ovalada y se hacían a mano. En Palestina o Siria estaban provistos de rebajes en la cara superior para que cogiesen el mortero de arcilla, ya que no se conocía el cemento. No se secaban en horno, sino al sol: así eran los ladrillos de Jericó.
En Anatolia central (actual Turquía) a los ladrillos de uno de los poblados más antiguos de la tierra, Çatal Hüyük, se les daba forma en moldes de madera tras apisonarse el barro con los pies. Eran rectangulares, mayores que los de Oriente Medio, y se secaban al sol, técnica adoptada luego por todos.
Historia del ladrillo en Babilonia
En el año 1600 a. C., los babilonios empleaban el barro en sus obras de arte y fabricaban ladrillos en moldes de piedra o madera y aplicaban a la mezcla un vidrio coloreado que les daba mayor dureza y hermoso aspecto.
Fue en Mesopotamia donde comenzó la técnica del vidriado: los Jardines Colgantes de Babilonia, que los griegos consideraron una de las maravillas del mundo, levantados por la reina Semíramis, así como la hermosa muralla que rodeó Babilonia, utilizaron este tipo de ladrillo.
Pero el ladrillo, no obstante su utilidad, tenía un grave inconveniente: las lluvias torrenciales podían desintegrarlo, por lo que era imprescindible andar siempre con obras de mejora. Por esta razón, los edificios civiles o religiosos de importancia como templos y palacios se construían en piedra a pesar de lo caro que resultaba su transporte.
Pequeños ladrillos o tablillas de arcilla fueron el primer soporte para la escritura: la biblioteca de los reyes de Sumeria y Akadia era una inmensa pila de documentos en escritura cuneiforme: rasgos en forma de cuña inscritos en la arcilla o el barro blando y puesto luego a cocer.
Así han llegado hasta nosotros historias, poesías, recetas culinarias y libros de Medicina del saber antiguo. Ladrillos de ciencia y de filosofía, viejos tratados que compendian el grado de conocimiento alcanzado por el hombre en el Oriente Medio, cuna del ladrillo. Hacia el siglo VI a. C., la fabricación de ladrillos empezó a ser rentable. En Asiria y Babilonia se comenzaron a vidriar, cocer e incluso pintar los ladrillos destinados a fachadas y pórticos.
El historiador griego Herodoto, hace dos mil quinientos años, dice haber visto las almenas que decoraban los recintos de la ciudad persa de Ecbatana y afirma que presentaban a la vista variados colores obtenidos mediante el vidriado y esmaltado de baldosas cocidas.
Historia del ladrillo en la Antigua Grecia
Los antiguos griegos emplearon el ladrillo con profusión. Las murallas de Mantinea, y en parte las de la misma Atenas, eran de ladrillo. Pausanias, en su Descripción de Grecia, del siglo II, habla de templos y edificios públicos de ladrillo. Vitruvio, que había estado en Atenas mucho tiempo, cuenta que en el siglo II a. C. le habían dicho que el areópago de la ciudad era de ladrillo. Se trataba de ladrillos de distinto formato y tamaño:
- El didoron (doronera medida griega equivalente al palmus latino) de un pie de largo por medio de ancho.
- El tetradoron, de cuatro palmos (el palmo entre los latinos tenía cuatro dedos de ancho, y era la cuarta parte del pie) por lado, para construcción de casas particulares.
- El pentadoron, de cinco palmos, para las obras públicas.
Historia del ladrillo en Roma
Los ladrillos en la época romana, más sofisticados que los actuales, incluían nombres, signos, letras, símbolos, marcas de fábrica e incluso mensajes. Roma adoptó el ladrillo griego de formas y tamaño vistos arriba, y fue gran productora de ladrillos cuya técnica aprendió de egipcios y griegos.
Vitruvio habla en el siglo I a. C., de los ladrillos flotantes que se fabricaban en Hispania (España), tan ligeros que una vez secos no se hundían en el agua. Similares noticias refiere el sabio griego Posidonio hacia la misma época. Se trataba de ladrillos en cuya elaboración formaba parte importante la piedra pómez.
Historia del ladrillo en la Edad Media
Tras la caída del Imperio Romano este arte se perdió en Occidente, donde no resurgió con fuerza hasta el siglo XII. Fue en España donde comenzó su recuperación. El ladrillo tenía desde antiguo una fama bien ganada: era el elemento constructivo que mejor resistía al fuego. Es en esta época cuando aparece por primera vez la palabra “ladrillo” como tal. Es una voz latina, de laterculus= pequeño adobe, que dio en castellano la voz “ladrielo” en el siglo XIII, y “ladrillo” a partir del siglo XIV.
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