Si hablamos del origen de la cortina, debemos decir que en la Antigüedad no tenían la misma función que tienen ahora. Actualmente, es un elemento que se utiliza mayormente como elemento decorativo en el hogar, pero antes no era así. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de la cortina y cómo ha sido su evolución con el paso de los siglos.
Origen de las cortinas
Para conocer los orígenes de las cortinas hay que decir, ante todo, que las cortinas no fueron concebidas como asunto decorativo sino como elemento funcional muy necesario en aquellas épocas. Que el hombre antiguo las usó, está documentado en mosaicos, relieves y grabados en piedra y marfil que datan de varios siglos antes de nuestra era. Con su empleo se buscaba la creación de ambientes que propiciaran la intimidad.
Historia de las cortinas en la Antigua Grecia
En la Grecia clásica, era corriente que el dormitorio contara con cortinas para dificultar el acceso de moscas y mosquitos. Un momento del día tan apreciado por el mundo mediterráneo como la siesta, acaso invento griego, necesitaba cortinas para crear ambiente íntimo. La siesta se dormía en huecos excavados en el muro, sobre los que se echaba cortinillas de lino.
Tan necesaria era la cortina en este caso, que se llamó “amor de cortina”, o incluso “cortina solo al coito vesperal». Sobre el escenario del amor sestil, del elaborado amor de la tarde, se corrían las cortinas.
Cuenta Pausanias, geógrafo griego del siglo II en su Descripción de Grecia, que Zeus lucía en su templo de Olimpia unas cortinas bordadas teñidas en púrpura de Tiro, donadas por el rey Antíoco de Siria. Eran unas cortinas que subían y bajaban por medio de un complejo sistema de poleas, cosa que agradecían los esclavos, ya que una de las labores más arduas era correr y descorrerlas.
Su utilización principal fue doméstica: la ventana griega solía tener cortina; el uso doméstico fue muy importante, pero también el teatral: desde los griegos hasta nuestros días el mismo escenario se llamó “cortina”.
Historia de las cortinas en la Antigua Roma
El mundo romano utilizó cortinas con fines domésticos desde el siglo III a.C. Con ellas cubrían puertas y ventanas. Pero era costumbre traída de Oriente en tiempos de Atalo II de Pérgamo, hijo del fundador de la grandiosa biblioteca donde primero se utilizó el pergamino: de ahí su nombre.
Aquellas primeras cortinas romanas llamadas aulae, se confeccionaban con materiales preciosos: seda, terciopelo, damasco. Servían tanto para cerrar recintos, como para adornar paredes de estancias y salones principales, funcionando a menudo como tapiz. Vestían la desnudez de las paredes, desnudez que gustaba a los griegos pero no a los romanos.
En cuanto a cómo eran las cortinas en la antigüedad, hay que decir que diferían poco de las actuales. Las cortinas antiguas se extendían de un tramo a otro de arquerías o lienzos de muro estableciendo divisiones, acotando espacios o creando recintos separados suspendidas por un vuelo de varillas de madera en las que quedaban ensartadas y prendidas. De hecho, desempeñaban el papel de los actuales tabiques, biombos y paramentos con que en otras épocas se parceló y decoró el espacio doméstico interior.
Muy utilizadas fueron las cortinas en el teatro romano. Aquellos enormes telones, bajaban en cascada para dejar al descubierto el escenario. Si al caer sobre la escena se atascaban, era signo de mal agüero. Como curiosidad, en Roma se decía “correr la cortina” con el significado de descubrir o dar a conocer un secreto.
Historia de las cortinas en la Religión
También en el ámbito de la religión, la cortina jugó un papel importante. Las primeras basílicas cristianas no tenían puertas interiores y las cortinas separaban o cerraban las estancias.
Entre los judíos, en el templo de Salomón se acotaba el área sagrada del sanctasanctórum con una gran cortina o velo de una pieza, que solo el sumo sacerdote podía descorrer una vez al año. De aquel uso sagrado, queda la costumbre de poner cortinas de encaje adornadas con pedrerías en torno al sagrario y dentro de él, para que al abrirlo no se vea de manera directa a la divinidad, el copón con la sagrada forma.
El mundo grecolatino cubría las imágenes sagradas con cortinas cuando se cruzaban celebraciones religiosas y profanas, costumbre que ha perpetuado la iglesia durante Semana Santa y carnaval.
No solo el ámbito del teatro y de la religión, sino también el mundo del derecho tuvo un uso particular para las cortinas. Los jueces hacían caer ante sí una cortina de lino llamada velum antes de dictar sentencia, de esa manera se aislaban de la influencia del jurado.
Historia de las cortinas en la Edad Media
Durante la Edad Media, dentro de la vida cotidiana, la cortina tuvo particular uso en el dormitorio. En una época como la medieval, en que no existía éste como tal pieza de la casa o habitación aislada, la cortina separaba una cama de otra creando privacidad, es decir, el dormitorio era el espacio acotado por cortinas, como sucede hoy en ciertas salas de hospital.
Por eso, no sorprende que la palabra derive del latín cohors cohortis= recinto, sentido que ya tenía el término castellano a principios del XIII, sentido que el riojano Gonzalo de Berceo, primer poeta castellano de nombre conocido, da a esta palabra en sus obras, donde aparece por vez primera vez.
En la Antigua Castilla, las cortinas eran paramentos que separaban dormitorios y se llamó cortinajes a las colgaduras de puertas y ventanas. En los manuscritos medievales aparecen grandes cortinas móviles de pañería bordada o pintada a mano que recorren la estancia para dar lugar a espacios distintos. Ya por entonces la cortina simbolizaba discreción.
Historia de las cortinas en el Renacimiento
En el Renacimiento las cortinas eran ya el medio más corriente de acotar espacios, colgaban del techo, y a modo de grandes pórticos cuyas hojas se cogían con cintas doradas las cortinas se abrían o cerraban según la finalidad que en un momento determinado quisiera darse al espacio. En los dormitorios largas cortinas caían en cascada alrededor de la cama desde el baldaquín en pliegues de terciopelo y damasco recamado con apliques, guarniciones, flecos y bordados, aislándola del resto del aposento
Historia de las cortinas en el Siglo XVIII
En el siglo XVIII, las cortinas eran ya un elemento tan decorativo como funcional, y se generalizó su uso, encontrándose incluso en las casas humildes. Pero encontró una aplicación excepcional como medio de comunicación: en plena época del galanteo o del llamado chichisbeo o acompañamiento de señoras casadas por petimetres y amantes, la cortina de los aposentos privados jugó un papel junto con el abanico, los lunares postizos y los pañuelos.
La cortina a medio cerrar, se interpretaba como invitación a un avance para quien ya estaba en espera de respuesta: si estaban echadas se suponía que la dama se cerraba en banda; si estaban descorridas, la dama se echaba en brazos de quien la requería.
Historia de las cortinas en el Siglo XIX
En el siglo XIX, la cortina se convirtió en detalle ornamental romántico que contribuía a crear una atmósfera de calor, colorido y belleza. En torno a ella se formó un cúmulo de creencias supersticiosas como por ejemplo: si se desprende de donde cuelga, habrá boda en breve.
En ciertas áreas rurales se ponían antaño cortinas rojas en la habitación del enfermo de sarampión como remedio contra esa dolencia, y para atenuar su rigor.
Una curiosidad: el escritor catalán Manuel Bosch Barret, cuenta que en la consulta de un dentista de la ciudad china de Cantón vio una cortina en cuyos cordeles o tiras de esparto y bambú el dentista había ensartado los dientes extraídos a sus pacientes: era una forma de probar la mucha experiencia cosechada a lo largo de su vida profesional.
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Fuentes y bibliografía
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– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: MARZO DE 2020