Polonia es un país con una historia milenaria y muy convulsa. Es un territorio que ha padecido varias etapas, guerras y períodos históricos a lo largo de los años, que deben ser conocidos. Pese a ser invadida en numerosas ocasiones, siempre ha sabido conservar su cultura y tradiciones. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de Polonia y su origen.
Qué vas a encontrar aquí
- 1 Origen de Polonia
- 2 Unificación y divisiones | Siglos XII-XIV
- 3 Reino de Polonia | Siglos XIV-XVI
- 4 Declive de Polonia | Siglos XVII y XVIII
- 5 Independencia de Polonia | Siglo XIX
- 6 Polonia en la I Guerra Mundial
- 7 Período de entreguerras y II Guerra Mundial
- 8 Polonia comunista
- 9 Historia democrática de Polonia
- 10 Historia de la bandera de Polonia
Origen de Polonia
Para conocer bien la historia y origen de Polonia, es necesario primero saber cómo es y dónde está situada. Por su situación geográfica, Polonia (Polska) es un país de transición entre las Europas central y oriental. Por su carácter, intensamente volcado hacia sus tradiciones y su historia, es un país extraordinariamente peculiar. Polonia se extiende de este a oeste entre los ríos Bug y Oder-Neisse de Lusacia y de sur a norte entre las cordilleras meridionales (Cárpatos occidentales y macizo de Bohemia) y el Báltico.
Sus tierras se bañan al norte en el mar Báltico, y limitan al oeste con Alemania, al noreste con Rusia y Lituania. Al este con Bielorrusia y Ucrania, y al sur con la República Checa y Eslovaquia.
Durante siglos se han encontrado en su territorio pueblos de distintas lenguas, culturas y religiones, como alemanes, húngaros, rusos y austríacos, sin que por ello la nación polaca perdiera jamás sus señas de identidad. Aunque ya era un estado organizado en el siglo X, Polonia ha conocido momentos de expansión y declive; incluso desapareció como entidad política libre entre 1815 y 1918.
En 1945, y a consecuencia del reparto de Europa por las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial, el país tuvo un régimen comunista. Que se mantuvo en el poder hasta 1989, año en que se celebraron las primeras elecciones multipartidistas.
- Continente: Europa.
- Superficie: 312.583 km².
- Capital: Varsovia.
- Población: 38.434.786 personas.
- Moneda: Zloty.
- Lengua oficial: Polaco.
Prehistoria y Antigüedad
En Polonia se han conservado restos de la presencia humana durante el paleolítico medio y en el paleolítico superior. La cultura de Lusacia representa a fines de la Edad del Bronce un aspecto de las culturas prehistóricas entre los ríos Elba y Vístula.
Esta cultura, que se mantuvo hasta el siglo V a. C., elevó el nivel material de las tierras polacas. Hacia el 300 a. C. llegaron tribus celtas, que introdujeron nuevas técnicas, y en los siglos II a. de C. y I a. C. prosperaron antiguas civilizaciones atribuibles a los eslavos occidentales. Las tribus eslavas participaron en las grandes emigraciones, lo que provocó el despoblamiento y decadencia de Polonia, en cuya parte meridional hunos (siglo V) y ávaros (siglo VI) realizaron incursiones.
Nacimiento del Estado polaco
Los progresos agrícolas y el aumento demográfico determinaron su renacimiento entre los siglos VII y IX. Hacia 875 los vislanos de Cracovia fueron cristianizados y sometidos al Imperio de la Gran Moravia, y en el siglo X pasó a dominio bohemio.
El nacimiento del Estado polaco protofeudal fue obra de los polanos, establecidos alrededor de Gniezno, en la Gran Polonia, y su independencia fue asegurada por la primera dinastía nacional, los Piast. Mieszko I (960-992), el primer soberano Piast histórico, se alió con Boleslao I de Bohemia y estimuló la cristianización del país. Reconciliado con el emperador Otón I, arrebató a los bohemios Silesia y Cracovia.
Su hijo y sucesor, Boleslao I (992-1025), convirtió a Polonia en el Estado más poderoso de Europa oriental y consolidó su dominio sobre Pomerania Oriental. Además, fomentó la evangelización de Prusia, estableció la organización eclesiástica de Polonia y conquistó Moravia (1003), Lusacia y Milsko.
Unificación y divisiones | Siglos XII-XIV
Sus sucesores asistieron a un período caracterizado por luchas civiles y guerras con los Estados vecinos (Bohemia, Hungría, Kíev) en las que conquistas y pérdidas territoriales se alternaban. El gobierno de la nobleza sumió al país en la anarquía y la disgregación hasta el advenimiento de Boleslao III (1102-38), quien unificó Polonia, puso fin a la tutela germana, se anexionó la Pomerania y, en pugna con el emperador, extendió sus fronteras hasta el Elba.
A su muerte repartió el reino entre sus hijos, fórmula sucesoria que, al repetirse, condujo a la división del territorio en numerosos ducados. La división del país y la pugna entre los diversos señores por la hegemonía debilitaron el poder de la monarquía, que llegó a hacerse electiva, favoreció a la alta nobleza, que obtuvo de ello ventajas políticas y fiscales, y facilitó el avance germánico hacia el este.
La aristocracia y el clero explotaban a los campesinos, que vivían en comunidades seminómadas y practicaban la ganadería y el cultivo temporal de cereales pobres y mijo. Estas gentes nómadas, incultas y hambrientas constituían un constante peligro para el Imperio. Los alemanes, que al principio se habían preocupado de resistir sus incursiones, consiguieron, gracias al crecimiento demográfico y a los adelantos del armamento, ir extendiendo su dominación sobre ellos.
Mientras que, en la segunda mitad del siglo XII, grupos de religiosos germánicos fundaban entre el Elba y el Vístula numerosos monasterios, los príncipes establecidos en las fronteras del Imperio sometieron a vasallaje a los eslavos de Schwerin, Mecklemburgo, Pomerania del oeste y Silesia.
Los polacos, incapaces de contener en el norte la presión ejercida por los prusianos, llamaron en su ayuda a los caballeros teutónicos (1225), que, después de rechazar a los atacantes, invadieron Prusia, donde constituyeron un nuevo Estado, más peligroso todavía.
La actual población de Legnica, fue testigo de la famosa batalla de Liegnitz el 9 de abril de 1941. En ella los ejércitos mongoles que se dirigían a Hungría se enfrentaron a una alianza europea (principalmente polacos y germanos). Los mongoles salieron victoriosos y continuaron su viaje.
Polonia, privada de salida al Báltico por la Pomerania Occidental, ahora independiente, y amenazada en sus fronteras por teutones, lituanos, mongoles y alemanes, tuvo que aceptar la inmigración germánica y la conquista de Pomerania Oriental (1308-09) por la Orden Teutónica.
Los germanos, llegados a Polonia con privilegios especiales, impulsaron la agricultura y el comercio y repoblaron extensos territorios, especialmente de Silesia, donde fundaron más de 1.200 aldeas. Los colonos alemanes introdujeron nuevas técnicas mucho más perfeccionadas que permitieron la roturación de nuevas tierras, y el cultivo de la vid y del trigo candeal sustituyó al del mijo.
Comerciantes alemanes poblaron los barrios más activos de las ciudades y constituyeron una poderosa burguesía. Su poderío económico les permitió intervenir en la elección del soberano, pero una reacción nacional dio el poder a Ladislao I Lokieteck (1320-33), quien aplastó una sublevación de los burgueses.
Este monarca, si bien frenó el avance de los germanos y de los caballeros teutones, no consiguió recuperar Silesia y Pomerania Oriental. Casimiro III (1333-70) renunció a los territorios perdidos en el norte y en el oeste e inauguró la expansión hacia el E.
Se anexionó los principados rusos de Galitzia-Volinia (1340-66) y obtuvo de Hungría la cesión de la Rutenia Roja. Inauguró también una política de alianzas con húngaros y checos cuya finalidad era la de constituir un poderoso Estado capaz de resistir la fuerza expansiva de los germanos. Su sucesor, Luis de Hungría (1342-82), tuvo que hacer peligrosas concesiones a la nobleza, que había consentido en su elección.
Reino de Polonia | Siglos XIV-XVI
En 1384 la oligarquía polaca llevó al poder a la princesa Eduvigis (1384-99), la cual casó con Jagellón, gran duque de Lituania, elegido conjuntamente, por su matrimonio, rey de Polonia (1386-1434). Esta unión rompió el equilibrio político y territorial en la Europa oriental y dio a los polacos fuerza suficiente para enfrentarse a los teutones.
Moldavia (1387), Valaquia (1389) y Besarabia (1396) cayeron bajo el dominio de Polonia, que, unida a Lituania, formó un poderoso Estado cuyas fronteras se extendían del Báltico al mar Negro. Los polacos derrotaron a los teutones en Gronwald (1410), con lo que se quebrantó por mucho tiempo el poder ofensivo de los cruzados germánicos contra los eslavos.
Ladislao III Jagellón, rey de Polonia (1434-44), fue elegido también rey de Hungría (1440-44), y Casimiro IV (1447-92) obtuvo el reconocimiento de los derechos de los Jagellones sobre la corona de Bohemia, que recogió su primogénito en 1471. Así, gracias a una hábil política dinástica, los Jagellón reinaron en Polonia, Lituania, Hungría y Bohemia.
Polonia, que aparecía como defensora del eslavismo frente al germanismo y del cristianismo frente al Islam, se opuso al avance otomano, pero la derrota de Varna (1444) le obligó a renunciar a sus territorios del mar Negro.
Los polacos abandonaron la expansión en el sureste y de nuevo dirigieron sus esfuerzos hacia el norte, donde apoyaron a la burguesía y a la nobleza prusiana contra el dominio de los teutones. La Orden Teutónica entró de nuevo en guerra con Polonia, pero fue vencida, y los polacos obtuvieron la Pomerania Oriental (Torun, 1466).
La monarquía polaca intentó quebrantar el poder de los magnates y el alto clero apoyándose en la pequeña nobleza. Pero esta política, lejos de reforzar la autoridad del monarca, puso en manos de los caballeros los resortes del poder.
El rey tuvo que conceder importantes privilegios a la pequeña nobleza, tales como la inviolabilidad de sus miembros, la consulta obligada a sus representantes antes de votar leyes o imponer cargas financieras y militares, la fijación de los campesinos a la tierra y la autorización para que éstos pudieran ser juzgados por tribunales señoriales. El poder de esta nobleza, esencialmente territorial, impidió la creación de una auténtica burguesía y la consolidación de la autoridad real.
Segismundo I (1506-48) consiguió hacerse reconocer soberano del ducado de Prusia en 1525, y Segismundo Augusto (1548-72), aprovechando la descomposición de la Orden de los Caballeros Portaespada, se apoderó de Livonia y Curlandia (1561).
La Unión de Lublín (1569) estableció la unidad de Polonia y Lituania, con un monarca electivo a la cabeza. Este período estuvo marcado por la rivalidad entre Polonia y Rusia, especialmente por la posesión de los territorios fronterizos del noreste.
El Estado polaco-lituano se convirtió definitivamente en una monarquía nobiliaria, en la cual el rey era elegido por la nobleza y el alto clero. El dominio señorial acarreó la anarquía y la progresiva debilitación del Estado.
Declive de Polonia | Siglos XVII y XVIII
La nobleza llevó al poder a Esteban Báthory (1576-86), príncipe de Transilvania, quien reanudó la guerra contra los rusos y extendió su soberanía sobre toda Livonia.
La segunda mitad del siglo XVI fue un período de prosperidad. Las ciudades se enriquecieron gracias al comercio, y los productos de la artesanía y los navíos polacos frecuentaron el Báltico. Con la entronización de la dinastía de los Vasa, de origen sueco, se inauguró una nueva fase en la historia polaco-lituana: la pugna en el Báltico y en el este por la hegemonía en aquel mar y en el mundo eslavo.
Aunque los polacos recuperaron Smolensko (1618), que en 1514 había sido conquistada por los rusos, en 1629 perdieron la Livonia marítima en provecho de Suecia. Ladislao IV (1632-48) terminó favorablemente la guerra con Rusia (1634) y firmó una tregua con Suecia (1635), pero no pudo detener la crisis interior provocada por las luchas nobiliarias.
Su sucesor tuvo que enfrentarse a los cosacos ucranianos, que se habían sublevado contra el dominio de sus tierras por los magnates polacos. Polonia no pudo resistir el ataque conjunto de suecos, rusos y cosacos. Tuvo que renunciar al dominio de Prusia oriental (1657) y ceder a Suecia (1660) la Livonia septentrional y a Rusia (1667) la Ucrania oriental y Kiev.
Los conflictos exteriores acentuaron la anarquía interior, y los polacos fueron incapaces de sobreponerse a la alianza de turcos y cosacos, que entrañó la pérdida de Podolia (1672). Polonia intervino en la guerra del Norte a remolque de Rusia y atacó las posesiones de Suecia en el Báltico meridional. La respuesta sueca fue la invasión de Lituania y la elección de Estanislao I Leszczynski en oposición a Augusto II.
El país se dividió entre los partidarios de ambos soberanos, y sólo la victoria rusa lo salvó del dominio sueco. Polonia salió del conflicto con un ejército desmembrado, una administración desorganizada y una monarquía sin autoridad.
El 95 % de la población vivía en el campo dependiente de las clases privilegiadas, la Iglesia poseía el 17 % de las tierras, las ciudades no ejercían ningún papel político y las Dietas estaban paralizadas por el liberum veto, facultad que cada diputado tenía para oponerse a toda decisión de la Asamblea.
La anarquía interior benefició a sus vecinos, que firmaron el pacto de Berlín de 1732 para ponerse de acuerdo en sus intervenciones en Polonia. La crisis acabó de acentuarse en 1733-38 por la guerra de Sucesión entre Augusto III. Apoyado por Rusia, Prusia y Austria, y Estanislao I, sostenido por Francia, Saboya, España y Baviera. El conflicto terminó con la renuncia de Estanislao I en el tratado de Viena (1738).
En la segunda mitad del siglo XVIII las ideas ilustradas y la conciencia nacional ganaron una parte de la nobleza, que consiguió implantar reformas importantes. Tales como la supresión del liberum veto, el refuerzo del centralismo monárquico y la reorganización de la administración.
No obstante, la nobleza anticentralista, con el apoyo de Rusia y Prusia, obtuvo la derogación de las reformas y la elección de Estanislao Augusto Poniatowski (1764-95), favorito de Catalina II de Rusia. La tutela rusa provocó un levantamiento de los partidarios de la monarquía autoritaria (1768-72).
Aprovechando esta situación, Rusia, Prusia y Austria, que veían en los territorios polacos una posibilidad de expansión, se pusieron de acuerdo para un primer reparto de Polonia (1772). Prusia se anexionó la Pomerania Oriental, excepto Danzis: Rusia, las provincias orientales de Polonia, y Austria, la Pequeña Polonia hasta el Vístula, salvo Cracovia, más la tierra de Lvov y de Halicz.
La Dieta y el rey ratificaron el reparto. Sometida a la condición de protectorado ruso, Polonia intentó modernizarse. Reformó el ejército y votó una Constitución (1791) que establecía la monarquía hereditaria, concedía ciertos derechos políticos a la burguesía y mejoraba la situación de los campesinos.
Un sector de la nobleza, descontenta por las concesiones hechas a los campesinos y a la burguesía, recabó el apoyo de los rusos, que invadieron el país. Las reformas fueron abolidas, y se siguió un segundo reparto de Polonia (1793), por el que Rusia obtuvo Minsk, Volinia y Podolia, y Prusia, la Gran Polonia. Fracasada la insurrección nacional de Kosciuszko (1794), se allanó el camino para el tercer reparto, en el cual desapareció Polonia como reino independiente (1795).
Prusia se anexionó Varsovia y los territorios comprendidos entre el Niemen y el Bug; Rusia, las tierras al este de estos ríos, y Austria, las regiones restantes. Austria y Prusia emprendieron la germanización y colonización, confiscando las tierras del clero y la nobleza para distribuirlas a los colonos alemanes.
Independencia de Polonia | Siglo XIX
A pesar de la desmembración de Polonia, la conciencia nacional subsistió, y los nacionalistas polacos acudieron al extranjero en demanda de ayuda contra la asimilación. Napoleón, después de las campañas de 1806-07, que le llevaron al Vístula, reconstituyó un nuevo Estado polaco independiente (tratado de Tilsit, 1807) con las posesiones prusianas, al que añadió Lublín, Cracovia y parte de Galitzia después de la derrota de Austria en la guerra de 1809 (paz de Viena, 1809).
Después del hundimiento del imperio francés, el congreso de Viena (1815) cedió la Posnania a Prusia, convirtió a Cracovia en República (cuya existencia se prolongaría solamente hasta 1846) y con los territorios restantes reconstituyó el reino de Polonia, administrado por funcionarios rusos.
En 1830, 1848 y 1861 estallaron en Polonia movimientos nacionalistas contra la tutela germano-rusa, que fueron reprimidos. En 1846 una insurrección en Cracovia dio a Austria el pretexto para anexionarse esta República. La nobleza nacionalista emprendió una campaña de propaganda entre el pueblo polaco, que culminó en 1863 con una insurrección general de todos los territorios polaco-lituanos sometidos a la dominación rusa.
El movimiento fracasó (1864) por la defección del campesinado, opuesto a los intereses de la nobleza. Los rusos reprimieron la sublevación y castigaron a la nobleza emprendiendo una reforma agraria ampliamente favorable a los campesinos.
Mientras Austria concedió la autonomía a sus posesiones polacas, Rusia y Prusia intensificaron la asimilación, lo que produjo en los medios intelectuales una reacción ideológica que fue permeable al marxismo y alineó a los nacionalistas más extremistas junto al proletariado.
Las Univeridad de Cracovia y Lvov, en la Polonia austríaca, se convirtieron en centros de atracción para los intelectuales de todo el país. La oposición clandestina se dividió en varias tendencias. Los elementos burgueses y aristocráticos más conservadores se agruparon en torno al partido nacionaldemócrata, creado (1897) por Dmowski.
Los revolucionarios más extremistas dentro del socialismo se dividieron en intemacionalistas del partido socialdemócrata de Polonia y Lituania y nacionalistas del partido socialista polaco (1892) de Pilsudski. En 1904 el partido socialista dirigió una insurrección en Varsovia que fue reprimida por las autoridades rusas en colaboración con los nacionaldemócratas.
Polonia en la I Guerra Mundial
Al comenzar la I Guerra Mundial, Pilsudski, que había organizado unos cuadros militares en Galitzia, combatió contra los rusos. Pero después de la invasión de Polonia por las tropas alemanas y austríacas y su división en dos zonas de ocupación rehusó colaborar con los Imperios Centrales y fue encarcelado.
Las potencias occidentales reconocieron a un Comité Nacional polaco establecido en París por los nacional-demócratas (1917), dirigido por Dmowski y Paderewski. Por su parte, los Imperios Centrales intentaron arreglar el problema polaco en su favor concediendo a la Polonia ocupada un nuevo estatuto político y creando un Consejo de Regencia, un Gabinete ministerial y un Consejo de Estado.
No obstante, al solicitar la paz (5 octubre 1918) los Imperios Centrales tuvieron que aceptar la constitución de un Estado polaco independiente. Que fue proclamado por el Consejo de Regencia el 8 de octubre de 1918.
En 1919 se formó una Dieta constituyente que eligió a Pilsudski jefe de Estado. En el oeste, el tratado de Versalles (1919) dio a Polonia una salida al Báltico y la Posnanía, territorio en el que había una minoría alemana.
Al este, los polacos aprovecharon la guerra civil desencadenada en Rusia por la Revolución bolchevique para anexionarse la región de Vilna (1919). Se asociaron al nacionalista ucraniano Petliura para unir sus ejércitos contra los bolcheviques, y, a cambio de su colaboración, Ucrania restituyó a Polonia la Galitzia oriental y parte de Volinia (1919).
Por la paz de Riga (1920), que puso fin al conflicto, los soviéticos cedieron a Polonia una franja de 200 km al E. del Bug. Con la fijación de fronteras Polonia comprendía un 68,9 % de polacos, 10,1 % de ucranianos, 8,6 % de judíos, rutenos, alemanes y rusos blancos.
La delimitación de fronteras y el trato de las minorías provocaron constantes dificultades con los Estados vecinos. En el interior se produjeron tensiones económicas y sociales, y el peligro comunista acentuó el conservadurismo del gobierno.
En 1926 el mariscal Pilsudski, que había sido el primer presidente de Polonia (1919-22), se apoderó del gobierno mediante un golpe de Estado. A continuación Polonia fue gobernada dictatorialmente. Aunque el Parlamento y los partidos siguieron existiendo nominalmente, el poder estaba en manos de Pilsudski, del “grupo de coroneles” y de los conservadores latifundistas. Los jefes de la oposición fueron encarcelados o desterrados.
Período de entreguerras y II Guerra Mundial
Muerto el dictador (1935), sus colaboradores tomaron el poder. Reprimieron los disturbios de 1936, atribuidos a los comunistas, y las huelgas de campesinos de 1937. Después de la Conferencia de Munich, que cedió el territorio de los Sudetes a Alemania (1938), Polonia aprovechó el desmantelamiento de Checoslovaquia para ocupar Teschen y el nudo ferroviario de Bohemia.
Hitler reaccionó inaugurando una campaña política destinada a obtener la devolución del corredor del Báltico y de Danzig. Y, acusó al Gobierno polaco de no respetar los derechos de las minorías de su Estado. Después de la ocupación de Praga (1939) por los alemanes, Gran Bretaña declaró que apoyaría a Polonia si su independencia era amenazada. No obstante, la URSS y Alemania se pusieron de acuerdo contra Polonia (pacto Molotov-Ribbentrop, 1939), y tropas de ambos Estados invadieron el país.
Los polacos exiliados reconstituyeron en Francia su gobierno bajo la presidencia del general Sikorski, a quien sucedió Mikolajczyk. Los soviéticos apoyaron la creación de un Comité polaco de Liberación Nacional (1944), constituido por comunistas y presidido por Osóbka-Morawski.
Este Comité propugnaba la restauración del Estado polaco con un adelanto de las fronteras hacia el oeste, a expensas de Alemania, y la renuncia de las provincias orientales en favor de la URSS. Los nazis emprendieron el exterminio de las clases más activas del pueblo polaco y de la minoría judía, lo que provocó un amplio movimiento de resistencia dirigido por los comunistas y los nacionaldemócratas.
Después de la toma de Varsovia por las tropas soviéticas (1945), el Comité de Liberación Nacional se instaló en la ciudad como Gobierno provisional. Los aliados reconocieron a este gobierno, con la condición de que se realizaran elecciones libres poco después.
Las fronteras de Polonia fueron fijadas por la Conferencia de Yalta (1945) en el Bug, al este, y en la línea Oder-Neisse, al oeste. Al anexionarse la Posnania el Gobierno polaco expulsó a la minoría alemana.
El 28 de junio de 1945, se constituyó un gobierno de unión nacional presidido por Gomulka, secretario general del Partido Obrero Polaco (comunistas). Y, en el que Stanislaw Mikolajczyk, jefe del Partido de los Campesinos y anteriormente primer ministro del gobierno desterrado en Londres, ocupó la vicepresidencia.
Polonia comunista
En enero de 1946, se celebraron elecciones generales. En ellas se enfrentaron el bloque de partidos y agrupaciones políticas que habían luchado contra la ocupación nazi (Partido Obrero Polaco, Partido Socialista Polaco, Partido Demócrata y Partido Campesino), con un programa de nacionalización y control popular de la economía. Y, una serie de agrupaciones y figuras políticas de signo derechista y tradicionalista, que se coligaron en torno a la figura de Mikoíajczyk.
El bloque gubernamental obtuvo el 90% de los votos. Se formó un nuevo Gobierno presidido por el socialista Cyrankiewicz, que comenzó la tarea de reconstrucción nacional y de reorganización de la economía sobre bases socialistas (nacionalización de la industria pesada y media, minas, banca, seguros, servicios).
Polonia tuvo que enfrentarse con graves problemas derivados de las destrucciones de la guerra y de los traslados de población originados por los cambios fronterizos. Comunistas y socialistas se unificaron en un solo partido (Partido Obrero Unificado de Polonia, POUP), del que Bierut, presidente de la República, fue nombrado secretario general.
Gomulka, al parecer por divergencias con Stalin, fue apartado momentáneamente del poder (1949). Las diversas agrupaciones campesinas existentes se fusionaron en el Partido Unificado de los Campesinos. En enero de 1952, se aprobó una nueva Constitución polaca de carácter socialista que transformó a Polonia en una democracia popular semejante a las restantes de la Europa del Este.
La socialización de la economía fue continuada con ritmo creciente, lo que motivó algunas perturbaciones, originadas en gran parte por la excesiva centralización y burocratización. Fueron colectivizadas las explotaciones agrarias de más de 30 ha. Lo que trajo la oposición al gobierno del campesinado medio, y la enseñanza fue totalmente estatalizada.
Los sectores conservadores de la Iglesia católica, dirigidos por el cardenal Wyszynski, se opusieron a estas reformas. Lo que originó fuertes tensiones entre la Iglesia y el Estado. Asimismo, la excesiva influencia de la URSS en el país provocó la oposición de algunos sectores polacos a la política de Bierut. Los disturbios de Poznan (28 junio 1956), una verdadera revuelta obrera contra la política del partido.
Dieron lugar a una viva polémica en el seno del comité central del POUP entre los sectores estalinistas, partidarios de una política inflexible y autoritaria. Y, los elementos favorables a un mayor distanciamiento de la URSS, una progresiva descentralización, un criterio más amplio en cuestiones artísticas e intelectuales, una mayor autonomía de las empresas, etc.
Finalmente, y siguiendo la corriente desestalinizadora imperante en la Europa del Este, triunfaron los partidarios de esta segunda tendencia. Presididos por Cyrankiewicz, jefe del Gobierno desde 1954.
Gomulka fue rehabilitado y nombrado secretario general del partido (21 octubre 1956), cargo en el que fue confirmado en 1959, 1964 y 1968. Y, llevó a cabo una política de liberalización: atenuación de la colectivización agraria, aumento de los salarios y reconocimiento de los consejos obreros, relativa libertad de prensa, revalorización del papel de la Dieta, etc.
Como aspectos negativos cabe citar la depresión económica de 1962-63 y el deterioro de las relaciones con la Iglesia y con los intelectuales (1966-68). En julio de 1970 se formó un nuevo Gobierno, presidido por Cyrankiewicz, y en diciembre del mismo año unos graves disturbios en Danzíg, que se extendieron por toda la costa del Báltico, provocaron la dimisión de Gomulka, que se sustituyó por E. Gierek, y de Cyrankiewicz, reemplazado por P. Jaroszewicz y nombrado jefe de Estado.
El nuevo equipo dirigente atenuó la política de austeridad económica vigente y, aun manteniéndose en la órbita de la URSS con firmeza, dio algunos signos de apertura y en diciembre de 1970 Polonia y la República Federal de Alemania firmaron un tratado por el que la segunda reconocía la línea Oder-Neisse.
Historia democrática de Polonia
La visita del papa Juan Pablo II (junio 1979) mejoró las relaciones de la Iglesia católica con el régimen comunista y revitalizó a la oposición. En 1980 se desencadenaron huelgas que alcanzaron su máxima extensión en los astilleros de Gdansk, donde nació el sindicato libre Solidaridad, dirigido por Lech Walesa.
El Gobierno se vio forzado a aceptar las reivindicaciones sindicales (acuerdos de Gdansk, 31 agosto 1980) y legalizó el derecho de huelga y la creación de sindicatos independientes, hecho insólito en un régimen comunista. El programa reformista y negociador del nuevo secretario general del partido comunista, S. Kania, fue arrinconado cuando en diciembre de 1981 el general W. Jaruzelski, que le sustituyó en el cargo, proclamó la ley marcial y constituyó un Consejo Militar de Salvación Nacional para controlar la situación.
Los líderes de Solidaridad fueron detenidos, y amnistiados en 1983, cuando se levantó la ley marcial. En noviembre de 1985 Jaruzelski reemplazó a Jablonski como jefe de Estado. Ante el resultado negativo del referéndum sobre las reformas (29 noviembre 1987), el nuevo primer ministro M. Rakowski inició negociaciones con la oposición, que desembocaron en la legalización de Solidaridad (abril 1989), la democratización de las instituciones y la convocatoria de elecciones legislativas (junio 1989).
En éstas triunfó Solidaridad, cuyos candidatos lograron el 99 % de los escaños del Senado y el 35 % de los de la Dieta no reservados a los comunistas y sus aliados. Victoriosa la oposición, y tras una intervención de M. Gorbachov para vencer las resistencias del aparato comunista, el líder católico T. Mazowiecki presidió (agosto 1989) el primer Gobierno sin mayoría comunista en el bloque soviético con el objetivo de culminar la transición hacia la democracia.
El acuerdo entre las cuatro potencias vencedoras de la II Guerra Mundial y las dos Alemanias (septiembre 1990), que resolvió los problemas externos de la unificación alemana, reconoció la línea Oder-Neisse como frontera occidental de Polonia, extremo ratificado por el tratado germano-polaco de 14 de noviembre de 1990.
Jaruzelski dimitió, y en las elecciones presidenciales (diciembre 1990) se impuso Lech Walesa. Tras dos años de crisis política, Walesa tuvo que convocar elecciones anticipadas. Y, en éstas venció la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD), grupo heredero del antiguo partido comunista, coaligada al Partido Campesino Polaco (PSL), y W. Pawlak formó un Gobierno de coalición.
Le sucedieron J. Oleksy (1995) y W. Címoszewícz (1996). En las elecciones presidenciales de 1995 A. Kwasmewski, candidato del SLD, se impuso a Walesa. Y, bajo su mandato el Parlamento aprobó una Constitución democrática y laica (1997). Siendo esta duramente combatida desde la Iglesia católica, que fue ratificada en referéndum en mayo de ese mismo año.
A partir de 1997 se sucedieron una serie de Gobiernos encabezados por la coalición conservadora Acción Electoral de Solidaridad, integrada por unos 40 partidos. Y, la coalición de centro-izquierda formada por la SLD y la Unión del Trabajo (UP). En 1999 Polonia ingresó en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y la Unión Europea aceptó su solicitud de adhesión. Ésta se hizo efectiva en mayo de 2004.
Historia de la bandera de Polonia
A finales del siglo XVI, bajo el reinado de Segismundo III Vasa, rey de Polonia y Suecia, se creó el estandarte rojo y blanco. La figura heráldica de Polonia, un águila blanca coronada, con las alas ampliamente desplegadas sobre un fondo rojo, tiene más de setecientos años de antigüedad.
Pese a todas sus vicisitudes históricas, sus luchas contra los ocupantes rusos, alemanes y austríacos, o la injerencia de la antigua URSS, los colores rojo y blanco de la bandera polaca siempre han presidido la vida nacional polaca. La bandera polaca se reconoció oficialmente en 1919 con la firma del Tratado de Versalles, por el cual se proclamaba la independencia de Polonia.
A finales de 1989, en pleno período de cambio revolucionario en los países de la Europa del Este, Polonia se convirtió en una democracia parlamentaria. El Parlamento suprimió los símbolos comunistas de su bandera. Y, recurrió al antiguo blasón, el águila blanca coronada, símbolo de la soberanía y de la unidad del país. Hoy la bandera ha recuperado sus colores de antaño y vuelve a ondear en este vasto país de llanuras y mesetas.
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