Perú es una nación con una trepidante historia de miles de años. Además ha sido la cuna de importantes culturas. Un territorio que ha pasado por diversas etapas y períodos históricos a lo largo de los años que merecen ser conocidos. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de Perú y su origen.
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Origen de Perú
Para conocer la historia y origen de Perú primero debes conocer cómo es y su situación geográfica. Limita al norte con Ecuador, al noreste con Colombia, al este con Brasil, al Sureste con Bolivia, al Sur con Chile y al oeste con el océano Pacífico.
Cabe destacar en esta reseña histórica de Perú que es el tercer país del continente sudamericano en extensión, después de Brasil y Argentina, y el cuarto en población, superado solamente por Brasil, Argentina y Colombia. En Perú, las altas cimas se ensanchan en grandes valles y altiplanicies. Al este, los nevados se miran en la selva, al oeste, en el Pacífico, en una variedad de ecosistemas que hace del paisaje peruano uno de los más atractivos del continente.
Como dispuestas a tutelar todavía los caminos transitados por los incas al cuidado del imperio más grande de América, emergen a los ojos del viajero las más Increíbles fortalezas labradas en la piedra por una misteriosa y desconocida tecnología: Machu Picchu o Sacsayhuamán. Desde entonces ha pasado mucho tiempo; transcurrieron los siglos del virreinato, las naciones americanas se alzaron con la independencia y llegó para ellas la historia moderna.
Pero en los Andes viven aún en el mismo país los mismos pueblos de lengua quechua, campesinos y humildes ciudadanos, que sintieron una vez sobre su cerviz el yugo del Inca. Y que sufren ahora, la desigual distribución de una riqueza otorgada por la naturaleza y controlada por el hombre.
Prehistoria de Perú: Orígenes de su cultura
Se tienen bastantes pruebas, en relación con la antigüedad del hombre en Perú, de que sus primeros establecimientos debieron de producirse entre 8000 a.C. y 7500 a.C.
En este remoto pasado se dedicaban a la caza y a la recolección de los productos naturales de la tierra y del mar, y como prueba de su antigüedad se han encontrado sitios arqueológicos donde aparecen artefactos de piedra tallada. Estos primeros habitantes, según las últimas investigaciones, procedían de Asia y llegaron a través del estrecho de Bering.
Protohistoria de Perú: Períodos culturales
La mayoría de los investigadores han señalado diversas etapas de la historia del Perú, todas evolutivas en su desarrollo cultural. Aunque no siempre están de acuerdo en el número y en la delimitación cronológica. El profesor Alden Masón señala como primero el período agrícola antiguo (2550 a.C. y 1250 a.C.).
Sus habitantes se nutrían de la pesca y la recolección de semillas, tenían una agricultura sencilla y cultivaban fríjoles, calabazas, chiles y algodón. Poseían habitaciones semisubterráneas de un solo cuarto y no tenían objetos ornamentales. Sigue, según Masón, el periodo formativo (1250 a.C. – 850 a.C).
Las referencias proceden de los pueblos de la costa y su principal yacimiento es el de Huaca Prieta, en el valle de Chicama. Aparecen tejidos y algunos objetos nuevos, ornamentales y utilitarios, tales como implementos para tejer, cuencos de piedra, cuentas de hueso, concha y piedra, sellos y figurillas.
Se han encontrado tumbas y, a mediados del período, aparece el maíz. De (850 a.C. – 500 a.C.) Masón señala el período cultista, en que se experimenta un gran desarrollo cultural. Lo caracteriza el horizonte Chavín de Huantar. El conjunto de edificios de Chavín cubre una amplia superficie. Hay plataformas elevadas, plazas y edificios de piedra orientados a los puntos cardinales. El más importante es El Castillo, que mide aproximadamente 75 X 72 m.
Abundan las representaciones de felinos, seres humanos y monstruos. La agricultura alcanzó gran desarrollo, y existía una elaborada religión. El período experimental de Masón va del 500 a.C. hasta el 300 a.C. Se conoce mejor por las tumbas, los cementerios, las fortalezas y los adoratorios. La cerámica característica es de dibujos en blanco sobre fondo rojo y las vasijas con vertederas estribo.
Hay variantes y culturas locales cuyos centros más importantes son Salinar y Gallinazo en la costa norte, Chancay en la costa central, Huaraz en el altiplano septentrional. Paracas en el sur y Chiripá cerca del lago Titicaca. Del mismo período son las cavernas de Paracas, donde se han encontrado infinidad de magníficos tejidos y momias, Al período anterior, continuando con la clasificación de Masón, le sigue el floreciente (300 a.C. a 500 d.C.), en que las culturas de Perú alcanzaron su máximo desarrollo.
Se caracteriza por los textiles, la cerámica, la metalurgia y sus grandes estructuras arquitectónicas. Usaban la piedra y el adobe. Dos culturas caracterizan este período: la Noché, en la costa norte y la de Paracas y Nazca, en la costa sur. De esta última son famosas sus tumbas y la artística cerámica, por su color y forma. El período expansionista de Masón (años 500 a 1000) se expresa en Tiahuanaco, notable zona arqueológica situada a 4.000 m de altura, cerca del lago Titicaca.
Las estructuras principales ocupan una extensión de 450 X 1,000 m. El edificio más grande es el Acapana, pirámide escalonada. El Calasasaya es otro muy notable; consiste en un recinto de piedra que encierra la famosa Puerta del Sol. También en Tiahuanaco hay grandes esculturas que, junto con la cerámica, le dan un rasgo muy especial.
Del 1000 a 1440 Masón señala el período urbanista, en el que la población había alcanzado su apogeo. Se tienen datos de los chimúes en la costa norte. Las construcciones, que comprenden diez grandes unidades, son de adobe y muchas llevan decoración en relieve.
La cerámica conserva influencias de Tiahuanaco, y la metalurgia alcanzó un alto nivel. La cultura chimú constituyó en realidad una especie de renacimiento de la cultura mochica, y en sus fases posteriores fue contemporánea de la de los incas y existió durante el propio imperio inca.
Hacia 1370 los chimúes dominaban el antiguo reino mochica. Período imperialista (1440-1532). Con mínimas diferencias cronológicas, todos los autores incluyen al imperio inca en este período. Los primeros acontecimientos se consideran de carácter mitológico. De los trece soberanos incas, los ocho primeros tuvieron poca importancia.
El primero, Manco Cápac (h. 1200), fue un personaje casi legendario, y lo mismo puede decirse de los siete siguientes: Sinchi Roca, Lloque Yupanqui, Mayta Cápac, Cápac Yupanqui, Inca Roca, Yáhuar Huácac y Viracocha Inca. Los cinco restantes y más recientes se consideran de valor histórico, ya que poseemos auténticos relatos.
Con Pachacuti Inca Yupanqui (1438-71) se inicia la historia relativamente digna de crédito de los incas, tal como la consignaron los cronistas españoles del siglo XVI. A éste le sucedieron Topa Inca Yupanqui (1471-93), Huayna Cápac (1493-1525), Huáscar (1525-32) y Atahualpa , desde 1527 regente en Quito y en 1533 condenado a muerte en Cajamarca por un tribunal español.
La primera conquista de los incas fue consumada por Pachacuti al derrotar a los chancas cuando éstos atacaron Cuzco en 1438. Con esta victoria surgieron como grandes conquistadores y dominaron las regiones de Titicaca, Urubamba, Apurímac y Mantara.
Topa Inca Yupanqui, hijo de Pachacuti, marchó hacia el N. y dominó el reino de Chimó (1470), logrando extender el imperio hasta el río Maulé en Chile, la orilla del lago Titicaca y la frontera N. del actual Ecuador. Cuando murió Topa Inca Yupanqui (1493) le sucedió su hijo Huayna Cápac, durante el reinado del cual alcanzó el imperio su máxima expansión. A su muerte, dos de sus hijos, Huáscar y Atahualpa, se disputaron la posesión del imperio.
La lucha que se desencadenó entre ellos por lograr el trono parece haber sido más bien entre el clero, que protegía a Huáscar, y los generales de Huayna Cápac, cuyo candidato era Atahualpa, para conseguir el poder. Huáscar dominó durante algún tiempo, pero derrotado luego por Atahualpa, fue hecho prisionero y ejecutado. Esta guerra permitió a Francisco Pizarro dominar con facilidad el imperio incaico, cuando irrumpió en él con sus huestes en 1532.
Descubrimiento y conquista del Perú
La penetración española en Perú, se planteó desde Panamá. En esta ciudad, Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque, este último como capitalista, probablemente también con dinero de Espinoza y de Pedrarias, fundaran una sociedad (1524) para explorar el mar del Sur y el legendario Birú.
Después de dos años de infructuosas exploraciones, Pizarro entró en contacto con el imperio incaico en Tumbes, y regresó a Panamá (1527) con piezas de orfebrería, tejidos e indios. Después de celebrar capitulaciones con Carlos V en Toledo (1529) volvió a Perú (1531) y con una hueste de 185 hombres y 27 caballos desembarcó en Tumbes.
Fundó la primera ciudad española en Perú, San Miguel (Piura), y llegó a Cajamarca, donde mediante un golpe de mano se apoderó del inca Atahualpa (1532), quien desde Huamachuco fue a Cajamarca a esperarlo con un ejército. La separación del imperio en dos grandes facciones por las guerras entre Huáscar y Atahualpa, la resistencia contra los incas por parte de los reinos y pueblos recién conquistados, la sorpresa y la diferencia de culturas hicieron posible una rápida ocupación.
Después de haber hecho ejecutar a Atahualpa y de apoderarse de un fabuloso rescate, continuó hacia el Cuzco y fundó las ciudades de Trujillo (1534) y Lima (1535). Situada cerca del mar, por su fácil comunicación con Panamá la capital creció rápidamente.
La reacción indígena se produjo alrededor de la figura del príncipe Manco Cápac II, a quien Pizarro había nombrado Inca (1533) tras la ejecución de Atahualpa. En 1536 Manco Cápac II escapó al control de los españoles. Puso en marcha la resistencia, sitió el Cuzco, donde se encontraban los hermanos de Pizarro. Y, mandó otro ejército a sitiar Lima, donde se hallaba el gobernador, poniendo en grave peligro la conquista española.
Después de diez meses de asedio, el coraje de los hispanos y la técnica de combate europea se impusieron a la superioridad numérica indígena, y Manco Cápac II y sus orejones tuvieron que retirarse. Manco Cápac II continuó la resistencia en forma de guerra de guerrillas hasta su muerte (1544), pero no pudo impedir la implantación del régimen de encomiendas y repartimientos por parte de los españoles.
Este sistema provocó la sucesiva destrucción de las antiguas comunidades aborígenes (ayllus), sobre las cuales se asentaba el imperio incaico, y su sustitución por latifundios trabajados con mano de obra servil (indios encomendados).
Se produjo con ello una rápida baja de la productividad agrícola, agravada por la destrucción de muchos de los sistemas de irrigación incaicos y por el descenso de la población indígena o su retraimiento a zonas montañosas, al margen de la organización colonial española.
Las luchas civiles entre los conquistadores fueron continuas: Pizarro y Almagro lucharon por el dominio del Cuzco (1537-38) hasta que Almagro fue derrotado en la batalla de Salinas y luego decapitado. Después del asesinato de Pizarro (1541), el hijo de Almagro se sublevó contra el gobernador nombrado por el rey, pero fue también derrotado en Chupas (1542).
A pesar de todo ello, Perú se convirtió en un núcleo de expansión, a partir del cual se realizó la exploración y conquista de la mayor parte del territorio sudamericano (Ecuador, Colombia, Chile, etc.), hasta traspasar la selva virgen, frontera oriental del imperio incaico (expedición de Francisco de Orellana por el Amazonas).
Período virreinal
La publicación de las Leyes Nuevas de 1542, que abolían la servidumbre personal de los indios y preparaban la extinción de las encomiendas al prohibir su perpetuidad, su transmisión hereditaria y su venta, fue muy mal recibida por los conquistadores.
Para facilitar su ejecución, la Corona creó el Virreinato del Perú, pero el primer virrey nombrado, Blasco Núñez de Vela (1544), chocó con los encomenderos. Éstos veían amenazados sus intereses y se sublevaron bajo el mando de Gonzalo Pizarro. Dieron muerte al virrey en la batalla de Añaquito (1546).
Las negociaciones entre los encomenderos sublevados y Pedro de La Gasea, enviado (1546) para restablecer la autoridad real, dejaron sin efecto las Nuevas Leyes, excepto en lo relativo a una reglamentación de los servicios personales de los indígenas. De ese modo, Gonzalo Pizarro perdió muchos de sus partidarios y La Gasea pudo vencerlo fácilmente cerca del Cuzco (1548).
El desarrollo explosivo de la minería que siguió al descubrimiento de Potosí (1545) atrajo gran cantidad de inmigrantes procedentes de Panamá y las Antillas, territorios que quedaron casi despoblados. El área minera abarcaba Perú y Bolivia, pero faltan datos seguros para valorar la producción de cada zona.
En territorio peruano se exploraron los placeres auríferos de los afluentes del Amazonas, las minas de azogue de Huancavelica (descubiertas en 1564), que posibilitaron la explotación intensiva de las gangas argentíferas mediante la técnica de la “amalgama americana”, las de plata de cerro de Pasco (descubiertas en 1630) y, posteriormente, las de Puno, Hualgayoc, Quiravilca, etc.
La mano de obra indígena se obtuvo de forma masiva por la institución de la mita, de tradición incaica pero actualizada por los españoles para el aprovechamiento de la masa indígena; cada pueblo de indios tenía que proporcionar periódicamente un cupo variable de trabajo forzado.
La mortalidad entre los mitayos, obligados a trabajar en condiciones muy duras y en regiones alejadas de sus lugares de origen, fue muy elevada. Desde 1630 constituyó un grave problema el reclutamiento de mano de obra para la minería, a causa de la despoblación, y se sucedieron las disposiciones que dieron primacía a la minería sobre la agricultura.
Ésta había experimentado a partir de 1560 un cierto reavivamiento con la introducción del arado, el cultivo de la caña de azúcar (1561) y el de diversas especies europeas (trigo y vid), cuya aclimatación se intentó. Perú fue la única región americana en que la ganadería indígena (llamas, alpacas, etc.) se mantuvo con cierta fuerza, aunque en materia de transporte se sustituyó por muías, empleadas, sobre todo, en el trabajo de las minas.
La industria textil (obrajes) tuvo cierto auge a mediados del siglo XVI, favorecida por la abundante materia prima (lana y algodón) y por la tradición manufacturera aborigen. A pesar de la legislación restrictiva de 1569, que intentó imponer el monopolio manufacturero de la metrópoli, se mantuvieron los obrajes y llegaron a exportarse al resto de Sudamérica y Filipinas, pero reducidos a una producción basta y de poco precio.
El virrey Francisco de Toledo (1569-81) sentó las bases administrativas y sociales por las que se rigió el virreinato durante todo el período colonial. Estableció oficialmente la mita, fijó las tasas que los indios habían de pagar a los encomenderos y a la Corona y mejoró las comunicaciones con el sistema de tambos.
La resistencia contra la mita se polarizó en la región de Cuzco, en torno a la figura del inca Túpac Amaru II, a quien el virrey Toledo hizo ejecutar en 1572. Lima se enriqueció considerablemente con el monopolio del comercio entre la Península y la totalidad de la América del Sur, realizado a través de las “flotas de la plata” que, organizadas en Lima, seguían la ruta Callao-Panamá.
Los comerciantes limeños monopolizaban la distribución y venta de los productos procedentes de la metrópoli y lograron que el excelente puerto de Buenos Aires quedara cerrado al comercio hasta ya entrado el siglos XVIII.
Durante la primera mitad del siglo XVIII la crisis general del imperio español no alcanzó al Perú, cuyos envíos de plata a la Península alcanzaron su máximo auge entre 1590 y 1630 y no tuvieron un descenso considerable hasta después de 1650. Los ataques de los piratas (Francis Drake, Hawkins, etc.) a los puertos del Callao y al norte de Perú fueron continuos y obligaron a los virreyes a fortificarlos.
Durante el siglo XVIII, el despotismo ilustrado de los Borbones limitó la hegemonía burocrática y comercial de Lima. La extensión del virreinato peruano se vio reducida con la creación de los de Nueva Granada y Río de la Plata, y la apertura del puerto de Buenos Aires al tráfico intercontinental puso fin al monopolio comercial limeño.
La sublevación de Túpac Amaru II (1780-81), que conmovió a todo el virreinato y afectó al Cuzco y a las regiones bolivianas, sirvió para estrechar las tradicionalmente buenas relaciones entre la burocracia española y la burguesía criolla de Lima ante la amenaza indígena.
Emancipación e independencia del Perú
Al iniciarse el período emancipador, era virrey de Perú José Femando de Abascal (1804-16), gran organizador y hombre ilustrado, que satisfizo las aspiraciones liberales de los sectores cultos de la nobleza criolla. Perú se convirtió en cabeza de la reacción españolista en Sudamérica (expediciones de Abascal a Quito y Charcas). En 1813 hubo un levantamiento en Cuzco, que fue reprimido, y aunque el absolutismo del virrey Pezuela (1816-21) chocó contra los núcleos criollos liberales, la independencia sólo pudo lograrse con la intervención extranjera.
En 1821, José de San Martín ocupó Lima y proclamó la independencia del país. Tras la entrevista en Guayaquil de Simón Bolívar y San Martín (julio 1823), éste abandonó Perú para facilitar la acción liberadora de Bolívar, quien se aprestó a la campaña final, secundado por el general Antonio José de Sucre.
El ejército realista del virrey La Serna fue definitivamente vencido en la batalla de Junín y la batalla de Ayacucho (1824). Bolívar asumió todos los poderes y en 1825 aceptó la separación del Alto Perú, que, apoyado por Sucre, se declaró independiente con el nombre de Bolivia.
Bolívar hizo aprobar una Constitución vitalicia (1826), lo cual le acarreó una abierta oposición política de los republicanos; éstos, dirigidos por Santa Cruz, lograron imponerse y el Libertador tuvo que abandonar Perú (1826).
La emancipación se llevó a cabo sin la intervención de las masas indígenas. El decreto de Bolívar (1824) concediendo a los indios la propiedad de las tierras que trabajaban y aboliendo las tasas no llegó a ser aplicado. Las únicas relaciones entre el nuevo aparato estatal, dominado por los criollos, y las masas indígenas, fueron el cobro de las tasas impuestas a los indios.
Historia de la República peruana
En 1828 se proclamó una nueva Constitución. Los movimientos nacionalistas exasperaron los ánimos y Perú se vio envuelto en una guerra contra Colombia (1828-29) y Bolivia (1828). Los años siguientes son los de la Confederación Peruboliviana (1837-39) organizada por Santa Cruz. Los recelos de Chile y Argentina suscitaron la guerra contra la Confederación, alentada por los peruanos separatistas, emigrados a Chile.
En la batalla de Yungay (1839), Santa Cruz fue derrotado, y la Confederación concluyó. En la nueva república se enfrentaron los liberales doctrinarios y federalistas que inspiraron la Constitución de 1828 y las tendencias autoritarias que se impusieron en la Constitución elaborada por el Congreso de Huancayo (1839), reunido al disolverse la Confederación.
El guano, que en 1842 se declaraba bien nacional, era explotado por el Estado a través de consignatarios particulares. Con el auge de las ventas, iniciado en 1845, la oligarquía, que controlaba el Estado, amasó enormes fortunas, pero en vez de aplicarlas a la industrialización se contentó con vivir parasitariamente de los enormes ingresos de la Hacienda.
Con el aumento de recursos fiscales, Ramón Castilla pudo llevar a cabo la tecnificación de la administración estatal e iniciar un período de reformas progresistas. En 1848 se elaboró el primer presupuesto estatal peruano, en 1849 se abolieron los mayorazgos, en 1854 las tasas de los indios y la esclavitud, en 1855 las vinculaciones eclesiásticas y los diezmos y primicias, en 1862 se publicó el Código Penal peruano y en 1867 se proclamó la libertad de enseñanza y de imprenta.
Castilla, además, trató de instalar algunas industrias e inició la construcción de vías férreas. Con el gobierno conservador de José Balta se impuso el ultramontanismo, y se contrató con la casa francesa Dreyfus (1870) la venta del guano a cambio de grandes empréstitos para la construcción de ferrocarriles y la irrigación de las zonas costeras.
Estos créditos, concedidos con intereses muy elevados sobre el guano, que estaba en plena decadencia en cuanto a cantidad, calidad y precio, enriquecieron a los sectores de la oligarquía ligados a la contrata de ferrocarriles y otras obras públicas. Esto desembocó en una grave crisis financiera y monetaria (aplicación de la convertibilidad de los billetes en 1875).
Tras el asesinato de Balta ocupó el poder Tomás Gutiérrez (julio-agosto 1872), quien fue asimismo asesinado. La oligarquía consignataria y bancaria, perjudicada por las medidas de Balta, se unió en torno al partido civilista de Manuel Pardo. Bajo su presidencia se volvió a la consignación del guano y el Estado confiscó las explotaciones de salitre (1875) y las colocó bajo la administración de los Bancos.
En la llamada guerra del Pacífico (1879-83), las naciones aliadas de Perú y Bolivia se enfrentaron a Chile por la posesión de las provincias salitreras de Tarapacá, Tacna y Arica. Perú fue derrotado y por la paz de Ancón (1883) tuvo que ceder estas provincias a Chile, tras el cual se movían los intereses británicos.
Después de un período de guerra civil, el general Cáceres asumió el poder (1886-90). Para cancelar la deuda exterior, Cáceres entregó el guano y los ferrocarriles a un consorcio de capitalistas extranjeros. Demócratas y civilistas se unieron en tomo a Piérda para poner fin al militarismo y restablecer un gobierno civil. Se logró después de una nueva guerra civil (1894-95). En 1901 se inició la explotación en gran escala del cobre peruano por parte de la compañía estadounidense Cerro de Pasco Mining Co.
Durante la larga y dura dictadura de Leguía, el capital estadounidense penetró decisivamente en el país, a través de grandes empréstitos para obras públicas. Fue hasta que la crisis económica mundial de 1930-33 provocó el hundimiento de los precios de los productos de exportación y paralizó los créditos. Su dictadura duró tanto como la prosperidad económica; el crac de 1929 originó el golpe militar de Sánchez del Cerro, que le derribó del poder.
Fundación del APRA
El 7 de mayo de 1924, Víctor Raúl Haya de la Torre fundó la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), organización política que en sus comienzos se definió como marxista, aunque muy pronto derivó hacia el reformismo. La vida política de las décadas posteriores giró, en gran parte, en torno de la rivalidad entre el APRA y el ejército.
Las clases dominantes, formadas por la oligarquía latifundista, la Iglesia y la escasa burguesía nacional, estrechamente ligadas a las compañías monopolistas estadounidenses, que controlaban grandes intereses económicos en el país, se apoyaron en diversas formaciones de signo conservador. Y, en último término en el ejército, con el fin de impedir la subida al poder de las fuerzas populares.
En 1939 fue elegido presidente el conservador Manuel Prado. Su mandato se destacó por la guerra fronteriza con Ecuador, resuelta favorablemente para Perú. En las siguientes elecciones (1945) salió elegido José Luis Bustamante y Rivero. Éste formó un gobierno de coalición con el APRA, que durante los últimos años había adquirido gran pujanza entre las clases populares del país. Bustamante, presionado por el ejército, declaró al partido APRA fuera de la ley.
El 3 de octubre de 1948 se produjo en el Callao una sublevación aprista que no llegó a triunfar, seguida el 27 del mismo mes por un golpe de Estado del general Odría, el cual reprimió el movimiento aprista e impuso una férrea dictadura. La normalidad constitucional no retornó hasta 1956, en que de nuevo Prado resultó elegido presidente.
La presidencia de Prado (1956-62) inició el período de la llamada convivencia del APRA con las fuerzas conservadoras, pero esta alianza se vio perjudicada por el deterioro de la situación económica.
Intervencionismo militar
En las elecciones de 1962 venció Haya de la Torre, pero antes de que el Parlamento lo nombrase presidente el ejército se hizo cargo del poder. En 1963 fueron convocadas nuevas elecciones presidenciales, en las que triunfó Fernando Belaúnde Terry, del Partido de Acción Popular.
Ese mismo año, los campesinos de la zona andina del Cuzco repartieron los latifundios. Ocuparon las tierras incultas, pero fueron rápidamente reprimidos por el ejército. La inestabilidad continuó cuando el ala izquierda del APRA fundó el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), que inició una lucha de guerrillas en el interior del país.
Belaúnde no pudo evitar que el país cayera en una profunda crisis que desembocó en huelgas y agitaciones estudiantiles. El Gobierno se vio entonces debilitado, y en octubre de 1968 un golpe militar depuso a Belaúnde y entregó el poder al general Juan Velasco Alvarado.
El nuevo régimen militar nacionalizó diversas empresas y estableció relaciones con países socialistas. Tras las elecciones presidenciales de 1980 el poder retornó a los civiles y Belaúnde Terry asumió de nuevo la presidencia.
Durante su mandato afrontó una crisis fronteriza con Ecuador. Esta desembocó en una breve guerra, así como las acciones de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso. Todo ello hizo posible el triunfo del APRA en 1985, cuyo líder, Alan García, se nombró presidente pero no pudo frenar la crisis económica y social ni el avance de la guerrilla.
Era Fujimori
En medio de un clima de guerra civil, en las presidenciales de 1990 venció el independiente Alberto Fujimori, que emprendió una severa política económica. Ante las crecientes dificultades, y con el apoyo del ejército, dio un golpe de Estado (abril 1992), disolvió el Parlamento y anunció una nueva Constitución. Esta, aprobada en referéndum (octubre 1993), le permitió ser reelegido en 1985.
El presidente del Perú superó el conflicto fronterizo con Ecuador. Pero tuvo que afrontar las acusaciones de autoritarismo y el agravamiento de la actividad terrorista (ocupación de la embajada japonesa en Lima por parte del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, diciembre 1996, que acabó con el exterminio de los guerrilleros y la liberación de los rehenes).
Las acusaciones de abuso de autoridad y fraude contra Fujimori se repitieron tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2000. Consecuencia de ello, el líder de la oposición, Alejandro Toledo, no se presentó a la segunda vuelta de los comicios. Fujimori fue reelegido como candidato único y accedió al gobierno peruano. Pero, dimitió en noviembre de ese mismo tras un escándalo de corrupción.
Perú en el siglo XXI
El Perú del siglo XXI ha experimentado una transformación significativa en diversos aspectos, desde el ámbito político hasta el económico y social. Durante las últimas dos décadas, el país ha enfrentado desafíos y logros que han moldeado su realidad contemporánea.
El cambio de milenio en Perú estuvo marcado por la transición política y la búsqueda de estabilidad después de décadas de conflictos internos y crisis económicas. En el año 2000, la renuncia del presidente Alberto Fujimori abrió un período de incertidumbre y transición. La elección de Alejandro Toledo en 2001 marcó el inicio de una nueva etapa democrática, aunque también enfrentó desafíos en su gobierno.
Desarrollo económico y desafíos sociales
Durante la primera década del siglo XXI, Perú experimentó un crecimiento económico sostenido, impulsado principalmente por el auge de los precios de los productos básicos. El país se convirtió en uno de los destinos más atractivos para la inversión extranjera, especialmente en el sector minero. Sin embargo, a pesar de los avances económicos, persistieron desafíos sociales como la pobreza y la desigualdad, particularmente en las zonas rurales.
La era de Alan García y Ollanta Humala
En 2006, Alan García asumió la presidencia por segunda vez, buscando consolidar el crecimiento económico y abordar las brechas sociales. Su mandato estuvo marcado por controversias, incluyendo cuestionamientos sobre la inversión en proyectos extractivos y casos de corrupción. Luego, en 2011, Ollanta Humala asumió la presidencia con un enfoque en políticas inclusivas y redistributivas.
El caso Odebrecht y la crisis política
La crisis política en Perú en los últimos años ha estado vinculada a los escándalos de corrupción, particularmente el caso Odebrecht. Varios expresidentes y prominentes figuras políticas fueron implicados en sobornos y malversación de fondos, generando una profunda desconfianza en las instituciones gubernamentales y llevando a cambios frecuentes en la presidencia.
Desafíos ambientales y sociales
A medida que Perú continuó su desarrollo, se intensificaron los debates sobre la explotación de recursos naturales y su impacto en el medio ambiente. Las comunidades indígenas y rurales se vieron afectadas por proyectos mineros y petroleros, generando tensiones y protestas. La búsqueda de un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación ambiental se convirtió en un tema central.
La pandemia de COVID-19 y la recuperación
La llegada de la pandemia de COVID-19 en 2020 supuso un desafío adicional para Perú, afectando no solo la salud pública sino también la economía. El país implementó medidas de emergencia, pero enfrentó dificultades en la gestión de la crisis y la vacunación. La recuperación económica se convirtió en una prioridad en los años subsiguientes.
Historia de la bandera de Perú
El general José de San Martín exclamó «¡este es el estandarte de la libertad!» cuando vio un grupo de flamencos echarse a volar en las planicies del Pantanal. Se supone que esta visión de la bandera apareció durante la guerra contra España por la independencia del Perú (1820).
Los colores rojo y blanco se convirtieron en los de la legión peruana que el general fundó para liberar el país antes de la llegada de Simón Bolívar. En 1825 se adoptó oficialmente la actual bandera peruana. El color blanco simboliza la paz, el progreso y la dignidad. El color rojo expresa la valentía de aquellos que combatieron en la guerra de la Independencia. También, alude las pugnas que periódicamente han sacudido el país, incluidos los episodios de la guerrilla maoístas de Sendero Luminoso, entre 1980 y 1992.
El mundo animal y vegetal está representado sobre el escudo de armas: la quinquina y la llama, camélido emblemático de la cordillera de los Andes. El cuerno de la abundancia evoca la riqueza de los recursos naturales del antiguo imperio de los incas, que fue sometido por el conquistador español Francisco Pizarro.
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