Sacsayhuamán (que significa halcón satisfecho en quechua) es un templo fortificado inca situado en lo alto de una colina situada 2 km al norte de Cuzco, en plenos Andes peruanos. Se cuenta entre los monumentos de época precolombina más impresionantes de toda Sudamérica. Lo ordenó construir por el gobernante inca Pachacútec en el siglo XV. En CurioSfera-Historia.com, te contamos la historia del templo fortificado de Sacsayhuamán.
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Descubrimiento
Cuando los colonos españoles (Francisco Pizarro y sus hombres), allá por 1533, vieron Sacsayhuamán por primera vez, no dudaron en compararlo con los monumentos de España. «No existe nada similar, ni el acueducto de Segovia ni ninguna construcción de Hércules ni de tiempos de los romanos». Incluso llegaron a sugerir que debía incluirse entre «los monumentos conocidos como las siete maravillas del mundo».
Características
En la actualidad, los restos mejor conservados de Sacsayhuamán son los tres macizos muros de contención que flanquean una de las caras de la colina sobre la que descansa el conjunto. Miden alrededor de 400 m de longitud y presentan unos cincuenta ángulos en zigzag.
El muro inferior alberga los esmerados bloques megalíticos que tanto maravillaron a los españoles: «Nadie que los contemple osaría afirmar que fueron colocados por manos humanas. Son como trozos de montañas o riscos…» Se calcula que uno de esos bloques alcanza las 128 toneladas de peso, y los hay que miden 5 m de alto y otros tantos de ancho.
Tal era la majestuosidad de los muros que los españoles no dudaron en asociar Sacsayhuamán con una fortaleza. Este término se emplea aún hoy en día, pero en realidad no existe ninguna evidencia de que tuviera tal uso. Salvo durante el sitio de Cuzco de 1536, cuando los incas se levantaron contra los españoles.
Ficha técnica
- Época: finales del siglo XV-principios del siglo XVI d. C.
- Localización: Cuzco, Perú.
- Longitud del muro más largo: 400 metros.
- Tamaño del monolito más grande: 5 x 5 metros.
- Peso del monolito más grande: 128 toneladas.
Función
Un cronista se refiere a ella como «la casa del Sol», de lo que se desprende que Sacsayhuamán desempeñó un papel religioso dentro del culto solar de los incas. Su carácter militar puede que tan sólo fuera simbólico.
Es probable que en la amplia explanada que hay entre los muros de contención y un enorme promontorio de roca esculpido, conocido con el nombre de Rodadero, se celebrasen batallas rituales similares. Combates que, según las crónicas, tenían lugar en la plaza de planta cuadrangular situada más abajo. Hoy en día, esa explanada alberga todos los años una recreación moderna del solsticio de invierno inca que atrae a miles de turistas.
Por otro lado, Sacsayhuamán hacía las veces de un enorme almacén donde se depositaban diversos tipos de ofrendas en una serie de recintos cuadrados de pequeñas dimensiones conocidos como qolqas, desde los que se dominaba todo Cuzco.
En su interior había armas, hachas, bastones, lanzas, arcos y flechas, pesadas prendas acolchadas de algodón, así como otras muchas armas de muy diverso tipo. Había además ropa para los soldados y muchas telas antiguas. Del mismo modo, gran cantidad de objetos de estaño, plomo y otros metales, además de abundante plata y oro.
En lo alto del templo había dos torres, una redonda y otra rectangular, cuyos cimientos se descubrieron durante los años treinta del siglo XX (Garcilaso de la Vega, el Inca, habla de una tercera torre, pero hasta la fecha no se han encontrado sus cimientos).
Pasada la colina de Rodadero se halla Suchuna, una zona plagada de acueductos, cisternas, túneles, terrazas, patios, escaleras y diversos edificios. Así como un enorme depósito que antaño abastecía de agua a la ciudad de Cuzco.
Construcción
La construcción del templo fortificado de Sacsayhuamán fue iniciada por el sapa inca Pachacútec en el siglo XV. Pero fue finalizado en el siglo XVI por Huayna Cápac.
Según las crónicas históricas, se emplearon 20.000 hombres para su construcción. Provenían de todas las provincias. 4.000 de ellos extrajeron y tallaron las piedras, 6.000 las transportaron. Mientras que otros excavaron el foso y sentaron los cimientos, y otros cortaron palos y travesaños para los armazones de madera.
Transporte de los bloques
Lo que más asombró a los españoles del siglo XVI y continúa siendo motivo de debate entre los arqueólogos modernos es cómo se transportaron las piedras al lugar, pues carecían de bueyes y de carros. Además, tampoco habrían tenido suficientes bueyes para transportarlas. Hubo incluso quien atribuyó la autoría de los muros al mismísimo demonio o a algún encantamiento.
La solución a tal misterio es, de hecho, bien simple: diligentemente organizados en equipos de trabajo, los incas transportaron los bloques con ayuda de cuerdas, tal como nos recuerda un cronista:
«Las piedras se alzaron a pulso por medio de cuerdas muy gruesas. Los caminos por los que se transportaban no eran llanos, sino que atravesaban las laderas escarpadas de las montañas, arriba y abajo, cargando las piedras a cuestas con la única fuerza de los hombres».
De hecho, los mismos españoles pudieron contemplar cómo los indígenas transportaban grandes bloques de piedra para la construcción de la catedral de Cuzco «con no pocos hombres y robustas cuerdas de parra y cáñamo del grosor de una pierna».
Como tantas otras facetas de la vida cotidiana de los incas, la extracción, el transporte y la colocación de los bloques de piedra se basaba no tanto en la posesión de unas determinadas herramientas, sino más bien en la pericia, la organización y la fuerza bruta.
Un ensamblaje perfecto
¿Cómo lograron los antiguos incas colocar los bloques de piedra en su sitio con un grado de ajuste tan perfecto entre bloques adyacentes? Las diferentes hipótesis que barajan los arqueólogos se basan en los datos aportados por las crónicas, las propias excavaciones arqueológicas y diversos estudios de las técnicas empleadas por los incas a la hora de trabajar la piedra.
Jean-Pierre Protzen, doctor en arquitectura, sostiene que los incas utilizaban mazas de piedra para modelar los bloques, proceso que llevaban a cabo una y otra vez hasta dar con la forma deseada.
Asimismo, sugiere que para elevar los bloques y colocarlos en su sitio construían terraplenes de tierra. No obstante, el propio Protzen reconoce que este método, ideal para bloques de pequeñas dimensiones, no es del todo válido en el caso de unos bloques tan enormes como los de Sacsayhuamán.
El arquitecto Vincent Lee propone otra explicación observando la peculiar disposición de los bloques y la presencia de unas curiosas acanaladuras encontradas en la base de algunos de ellos. Lee plantea una hipótesis basada en las técnicas de construcción de cabañas con troncos mediante la utilización de una especie de compás. En el caso de los incas estaría hecho con cuerdas, un palo de madera y una plomada de piedra.
Por medio de este compás los incas eran capaces de darle a una piedra inferior la misma forma que la inmediatamente superior. Ello se conseguía recorriendo con un extremo del palo el perfil de la piedra superior, con lo cual el otro extremo reproducía exactamente el mismo trazado en la piedra de abajo. A lo largo de este proceso era importante mantener la plomada en su sitio. Una vez trazado el perfil, se tallaba por medio de mazas de piedra.
De todos modos, antes de llegar a esta fase de moldeado había sido preciso trasladar los bloques de piedra al lugar de las obras y colocarlos encima de una plataforma situada en la parte más alta del muro en construcción.
En ese sentido, Lee sugiere que ello se conseguía excavando detrás y encima del muro de contención que hacía de plataforma para luego ir rellenando la parte trasera a medida que se ganaba altura. Para acceder a la plataforma, se construyeron unas rampas con poca pendiente. Una vez tallados, los bloques de piedra se colocaban en su sitio bajándolos, siempre según Lee, por medio de estacas de madera amontonadas bajo cada uno de los bloques que había que descender.
Para retirar los troncos de los agujeros labrados en la base de la piedra, ésta se zarandeaba por los lados al tiempo que se iban retirando dichos troncos hasta colocar el bloque en su sitio. Pero lo cierto es que ni en las crónicas se menciona compás alguno ni los arqueólogos han encontrado restos de semejante herramienta, de ahí que el propio Lee esté abierto, como Protzen, a todo tipo de hipótesis alternativas.
Procedencia de la piedra
Los enormes bloques que conforman los muros de contención en zigzag de Sacsayhuamán son de piedra caliza procedente de la propia colina sobre la que descansa el templo, así como de diversas adoraciones rocosas de las inmediaciones.
Hay, no obstante, ciertas piedras, como las de los bloques más modestos de andesita empleados para construir las torres y los edificios del complejo adyacente de Suchuna, que se extrajeron en Rumiqolqa, una cantera situada a 35 km de Cuzco en dirección sudeste.
Desde 1540, los colonos españoles establecidos en Cuzco utilizaron Sacsayhuamán como cantera para sus propios edificios y tan sólo el enorme tamaño de los bloques de los muros de contención han evitado que éstos se perdieran para siempre.
Se lamenta Garcilaso: «Y para librarse del coste, el esfuerzo y la tardanza con que los indios trabajaban la piedra». Los españoles reutilizaron los bloques más pequeños para edificar sus palacios e iglesias en la nueva Cuzco. De ese modo, la majestad de las fortalezas quedó reducida a la nada, un monumento que no era merecedor de tal ruina, y que será causa de aflicción por siempre entre aquellos que recuerden su antiguo esplendor.
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