La historia del encendedor es más antigua de lo que piensas y te habrás preguntado alguna vez, quién inventó el mechero. Este objeto que muchas personas llevan en su bolsillo, o incluso tú en este momento. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos su historia, cuál es su origen y cómo ha evolucionado con el paso de los años.
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Origen del encendedor
El mechero debe su nombre a la mecha, cuerda retorcida o cinta tejida hecha de filamentos en la que prende una chispa, manteniéndose luego en estado de combustión lenta y sin llama. Se trata de un artilugio de uso conocido ya en el siglo XVI: la llave de chispa, la llave de mecha y la llavecilla de rueda.
En estos casos un trozo de pedernal daba lugar a la ignición de una mecha de tejido entrelazado muy combustible que actuaba de yesca, artilugio que se utilizó en conjunción con las armas de fuego. Por lo general, estos mecheros servían para disparar armas que se cargaban frontalmente, en sustitución del primitivo botafuego.
La idea del encendedor o chispa mágica con fines no bélicos es anterior al invento de las cerillas. En 1780 el químico suizo J. Furstenberger, probó en la ciudad de Basilea (Suiza) un artilugio singular: en un receptáculo estanco se generaba gas por la reacción de un combinado de cinc y ácido sulfúrico diluido.
El gas subía por un conducto terminado en grifo que al abrirse ponía el gas en contacto con la chispa eléctrica generada por una especie de condensador llamado electróforo, y la llama resultante encendía la mecha de una vela. Pero como no se le halló aplicación fue olvidado.
De hecho a principios del siglo XIX la forma habitual de encender fuego todavía se parecía al sistema empleado en el Neolítico: el pedernal que mediante fricción con el acero posibilitaba el encendido de la yesca mediante chispa que prendía la mecha.
Las cerillas nacieron por aquel tiempo: azufre mezclado con clorato de potasa, artificio maloliente y peligroso por la materia prima implicada. Otro sistema temprano de encendido, parecido al mechero, fue el llamado fuego instantáneo de Alessandro Volta que empleaba la electricidad e hidrógeno.
Quién inventó el mechero
El primer encendedor del que se tiene constancia es obra Johann Wolfgang Döbereiner en el año 1816. Era de un aprendiz de boticario bávaro y un autodidacta que llegó a ocupar la cátedra de Química de la universidad alemana de Jena.
Tuvo la idea feliz de encender de manera automática y por fricción una porción pequeña de gas que salía de manera controlada por un orificio desde un reservorio pequeño. Este artefacto o ingenio le sirvió para desarrollar su idea y fue la base para que en 1823 inventara la lámpara de hidrógeno que lleva su nombre (lámpara de Döbereiner).
Evolución del encendedor
El dispositivo de Döbereiner, sin embargo, estaba condenado al fracaso por requerir un material excesivamente caro: polvo de platino, que es el que desempeñaba la función que la piedra hace en el mechero moderno.
El encendedor moderno es heredero del mechero de gasolina inventado en 1909 por el austro-húngaro barón Carl von Auer von Welsbach, uno de los perfeccionadores de la bombilla eléctrica e inventor de la piedra de mechero y el manguito incandescente para el alumbrado de gas.
Parecía que el mechero había adquirido su definitiva excelencia, pero no era así: en 1932 el estadounidense George Grant diseñó un mechero sumamente manejable y útil que llamó Zippo; era infalible, es decir, siempre se encendía, tanto que su fabricante lo garantizó de por vida.
En 1945 salió al mercado el primer mechero de gas líquido que no necesitaba mecha. Los fabricantes de cerillas vieron en este pequeño artefacto su enemigo natural porque de hecho las condenaba al olvido. Ante su difusión el gobierno español de la época cargó sobre estos encendedores, por ley de abril de 1911, un gravamen especial. Pero la ley apenas se cumplía, o si se hacía, no apartaba a la gente del uso del mechero.
En enero de 1928 el ministerio español de Hacienda, que ostentaba el monopolio de la fabricación de cerillas, volvió a cargar con impuestos la venta de encendedores. Lo mismo sucedió más tarde, en vista de que no se cumplía. Todavía en 1956 la lucha entre las cerillas y el mechero estaba planteada a vida o muerte. Naturalmente, no es posible oponerse al viento del progreso, que soplaba a favor del encendedor.
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Fuentes y bibliografía
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– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: FEBRERO DE 2020