Desde los tiempos prehistóricos, el dominio del fuego permite el desarrollo de las primeras artes químicas: la metalurgia, la alfarería y la cocina. Sin embargo, la elaboración sistemática de productos químicos se desarrolla más tarde, pues corresponde a las necesidades de sociedades complejas. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos el nacimiento y origen de la química.
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Origen de la química: los primeros pigmentos y drogas
Hay que esperar el nacimiento del antiguo imperio de Egipto y el de Mesopotamia para observar el desarrollo de una verdadera ciencia química. Hasta entonces, esta técnica permanece en manos de los herreros y alfareros, quienes con certeza gozan de una posición de privilegio, al igual que sus pares del período clásico.
El historiador Jack Lindsay recuerda, sobre la metalurgia y alfarería, que «estos importantes sistemas artesanales, que suponen la intervención de fuerzas peligrosas y momentos cruciales de transformación, estaban rodeados de rituales secretos, juramentos y de los más diversos misterios».
Este punto es importante, pues, originalmente la química se confunde a menudo con prácticas religiosas y mágicas que, más adelante, facilitan el desarrollo de la alquimia en el período helenístico y en el mundo árabe, pero entorpecen la transmisión de los procedimientos técnicos.
Con frecuencia, éstos han sido divulgados en un lenguaje secreto, en el seno de cofradías celosas de su saber: «Que el que sabe enseñe al que sabe, pero el que sabe no enseñará al que no sabe», dice un libro del siglo VII. Sin embargo, esta costumbre vale sobre todo para las técnicas sagradas, como el embalsamamiento, o aun para las que se encuentran al límite de la legalidad, como la fabricación de falsificaciones.
Se aplica mucho menos a la creación de productos químicos usados en la vida diaria sobre los cuales los papiros y escritos cuneiformes, así como el análisis de los vestigios arqueológicos, nos han dado informaciones precisas.
Desarrollo de la química
Se sabe que en Egipto y Mesopotamia se fabricaban desde el IV milenio a. C. numerosos pigmentos para las pinturas murales, los cosméticos y la decoración de la alfarería (rojo, anaranjado, amarillo, café, verde, azul, negro, blanco).
Los artesanos los preparaban a partir del ocre, pero también usando el cobalto, el plomo antimoniado, la malaquita, el silicato de cobre, el óxido de hierro, el lapislázuli, la galena, el yeso y la tiza. Estos dos últimos materiales, así como la arcilla y la cal, sirven también para la fabricación de yesos.
En el campo del arte culinario, se ha comprobado que los procesos de fermentación y vinificación y la preparación de aceites se conocen desde la Alta Antigüedad en toda la cuenca oriental del Mediterráneo, así como la conservación de alimentos (secado y saladura). Las técnicas del esmalte, que originaron el descubrimiento del vidrio, nacen en Egipto, en el IV milenio a. C., y se difunden o son inventadas en forma independiente en Mesopotamia en el III milenio a. C.
Evolución de la química
Allí, se usa el asfalto como masilla, mortero y como revestimiento impermeable, las técnicas de saponificación también son conocidas. Por otra parte, en el Antiguo Egipto elaboran primitivos pegamentos a base de caseína, almidón a partir de semillas; barnices y velas hechas de cera de abejas o de goma arábiga, detergentes a base de sodio o de altramura.
La ciencia médica se perfecciona hacia finales del II milenio a. C., lo que lleva a la fabricación de drogas aromáticas hechas con plantas, de pomadas y ungüentos, etc. El arte del perfume, destinado a usos higiénico, se desarrolla tanto en Egipto como en Mesopotamia.
Desde el III milenio a. C., en ambas áreas se conoce la fabricación de colorantes orgánicos, de fijadores compuestos de alumbre, tierras, sales de cobre y de hierro, de solventes hechos de cocimientos de vegetales con orina, de ácidos orgánicos (vinagre), de sulfatos y de carbonatas. Sin embargo, sólo más tarde, con el desarrollo de la alquimia, en el Egipto grecorromano del siglo IV a. C., se hacen intentos para una sistematización teórica de todos esos conocimientos empíricos.
Química de lo falso
Cómo hemos comentado anteriormente, la elaboración de productos falsos supuso un avance y el desarrollo de determinadas técnicas químicas rudimentarias. Por ejemplo:
Papiro de Estocolmo
El papiro de Estocolmo es un documento, que data del siglo III de nuestra era, comprende 152 recetas, varias de ellas dedicadas a la fabricación de piedras preciosas falsas. Aunque los especialistas contemporáneos las consideran burdas, estas falsificaciones denotan cierta habilidad técnica y cierto conocimiento de la química:
Para la fabricación de una perla tome una piedra, como la mica, y muélala. Luego, tome goma de tragacanto y déjela ablandar durante diez días en leche de vaca. Una vez ablandada, disuélvala hasta que se ponga tan espesa como pegamento. Funda entonces cera tina, agregue a esto la clara de un huevo y algo de mercurio: dos partes de mercurio para tres partes de piedra, pero sólo una parte para las demás sustancias.
Mezcle (la mica molida y la cera derretida) y amase la mezcla con el mercurio. Ablande la pasta en la solución de goma y el contenido de un huevo de gallina. Mezcle de esta manera todos los líquidos con la pasta.
Entonces, prepare la forma que ha elegido para la perla. La pasta se transforma rápidamente en piedra. Haga unas huellas circulares profundas y ahueque mientras la mezcla todavía esté húmeda. Deje que la perla se solidifique y púlala bien. Si sigue estas instrucciones, el resultado superará el original.
Papiro de Leyde
El papiro de Leyde también es del siglo III. Este escrito da 111 recetas relacionadas con los metales y las aleaciones e indica los procedimientos para la imitación de metales preciosos. De esos intentos de dar la apariencia de oro a metales comunes, mezclados con creencias místicas orientales y griegas, nace la idea de transmutar un metal en oro, lo que da origen a la alquimia.
Un pasaje de esta obra ilustra la idea de la fabricación de cobre semejante al oro: “Muela comino; vierta agua encima, diluya y deje reposar durante tres días. Al cuarto día, remueva la mezcla y, si desea usarla como enchapado, mézclela con crisolita (piedra fina constituida por silicato de cobre). De esta manera le dará la apariencia del oro”.
Drogas y embalsamamiento
Dentro de la obra Historias, del historiador griego Herodoto del siglo V a. C., se puede leer cómo ya se empleaban ciertas drogas para el embalsamamiento de los difuntos en la antigüedad. Veámoslo:
«… He aquí cómo los embalsamadores hacen el embalsamamiento más esmerado: primero, por medio de un gancho de hierro, sacan el cerebro por las narices; de este modo logran extraer una parte, y lo que queda, inyectando ciertas drogas en el cráneo.
Luego, con una lámina cortante de piedra de Etiopía, hacen una incisión a lo largo del costado, retiran las vísceras, limpian el abdomen y lo purifican con vino de palma y, otra vez, con unas plantas aromáticas machacadas.
Después, llenan el vientre de mirra pura molida, de canela y todas las sustancias aromáticas que ellos conocen, con excepción del incienso, y vuelven a coserlo. Después de eso, salan el cuerpo cubriéndolo de natrón durante setenta días; no se debe sobrepasar este tiempo. Tras los setenta días, lavan el cuerpo y lo envuelven entero con unas bandas recortadas en una tela muy delgada y untadas de la goma que los egipcios usan generalmente en lugar del pegamento”.
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