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Historia del dormitorio: origen y evolución

El dormitorio es de antigua aparición en la historia de la civilización. Ocurrió, como tantas otras cosas importantes, en Sumeria, hacia el 3500 a. C. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia del dormitorio, su origen, cómo eran en la Antigüedad y cómo ha evolucionado en el tiempo.

Ver quién inventó la cama

Historia del dormitorio en la Antigüedad

Al principio sólo existía un dormitorio por vivienda, por grande que ésta fuera, independientemente del número de cuartos o habitaciones que tuviera, y sin que importara para ello el tamaño de la familia. Era el dormitorio que ocupaba el padre, con la misma exclusividad que un rey se sienta en su trono el cabeza de familia se acostaba en su cama, a la que podía invitar a su esposa, pero sólo un ratito.

El resto de la familia dormía en el suelo, esparcido por las dependencias de la casa. Para muchos el dormitorio era simplemente el lugar donde caían rendidos por el sueño. La gente no se tomaba el cuidado de desnudarse, descalzarse, ponerse el camisón o el pijama y lavarse los dientes.

Historia del dormitorio en el antiguo Egipto

Los egipcios fueron los primeros en dormir con cierta comodidad utilizando un lugar reservado para ello. Parece que fue el primer pueblo en usar almohada, aunque con un fin distinto al que hoy perseguimos. Lo hacían para evitar que sus tan elaborados peinados se estropearan por la noche. El dormitorio del padre era el más importante, y el único donde sólo había un durmiente; su cama, a modo de trono tenía baldaquín.

Este dormitorio principal poseía gruesas paredes y era la habitación más segura de la casa. Bajo el lecho se ponía doble tarima para aislar del fresco nocturno, del calor diurno y de los insectos. El descanso era sagrado, ya que prefiguraba la muerte, acontecimiento que se vio siempre en Egipto como de trascendencia religiosa.

Algunos dormitorios, sobre todo los del entorno cortesano, contaban con toldos y cortinas, a veces con varios recintos acortinados previos a la entrada del dormitorio. Ello era así para dificultar el acceso de uno de los visitantes nocturnos menos deseado: el mosquito. Los mosquitos eran una pesadilla nocturna en Egipto, según nos cuenta Herodoto en el siglo V a. C.

En ciertas partes de Egipto, más allá de los pantanos, la gente pasa la noche en altas torres, pues los mosquitos no vuelan más allá de cierta altura debido al viento. Cuando no existen torres donde subirse, todo hombre tiene su red de malla, de la cual de día se sirve para la pesca, y de noche para envolverse en ella y defenderse así de los mosquitos. Como los griegos llamaban al mosquito konops, se dio el nombre de conopeo a la mosquitera que protegía al durmiente durante la noche.

Historia del dormitorio en la antigua Grecia

El dormitorio era más austero en la Grecia Helénica. Se limitaba a un recinto casi desamueblado en cuyo centro había una cama baja para el dueño de la casa, y una silla. En Esparta despreciaban esos lujos y carecían de dormitorio. De hecho el espartano no solía dormir en su casa aunque estuviera casado, en cuyo caso visitaba a la mujer de forma esporádica después de cenar para dejarla embarazada, cosa que era vista como obligación del ciudadano para con el Estado.

Historia del dormitorio en Roma

Los romanos llamaban a sus dormitorios cubicula; destinaban poco espacio a esa parte de la casa, que no solía ser mayor que un armario que se cerraba con dos puertas. Estos cubículos rodeaban el patio central de la villa y contenían una silla y un orinal de barro debajo de su sencilla cama de cedro o roble.

Claro que estos dormitorios contrastaban poderosamente con el que se hizo preparar Nerón en su palacio hacia el año 64 de la era cristiana. Contaba con columnas, estatuas, agua, vistas a prados artificiales y viñedos, con las paredes tapizadas de oro e incrustaciones de pedrería y nácar y aplicaciones de marfil en los techos.

Tras la caída del Imperio Romano el dormitorio como tal recinto tendió a desaparecer. La gente dormía en el suelo de la cocina en invierno, o en el atrio, en verano. Era como dormir junto a la estufa, o en la terraza, según fuera la naturaleza del clima.

Cualquier lugar era bueno si estaba bajo techado. Por seguridad se buscaba la proximidad de otros durmientes, y en invierno nadie dormía solo, sino que se pegaban los cuerpos para procurarse calor mutuo.

Evolución del dormitorio

No fue hasta el siglo XV cuando las viejas comodidades de la Antigüedad fueron recuperadas por el Renacimiento en lo que al dormitorio se trataba. A partir de entonces se progresó hasta alcanzar gran refinamiento hacia mediados del siglo XVIII, el siglo de la alcoba o del dormitorio secreto, de los asuntos sonados de camas refinadas, elegantes y provocadoras.

De ese momento histórico es la llamada alcoba a la inglesa, que solía construirse con adornos de columnas a la entrada y cuya cama estaba constituida por una especie de nicho abierto en el muro con alguna obra de carpintería adicional. En estos aposentos lujosos la cama se ocultaba a la vista de quien entrara, ya que se cerraba mediante puertas, vidrieras o cortinas.

A finales del siglo XVIII los dormitorios se ubicaron en la parte más alta de la casa por creerse que era la más sana. Además, se recomendaba que fueran piezas holgadas y amplias por donde circulara bien el aire, pues llegó a creerse que al durmiente podía faltarle el aliento y no darse cuenta de ello estando dormido.

Hubo incluso disposiciones de obligado cumplimiento en cuanto al tamaño que debía tener la habitación, así como la conveniencia de que estuviera ventilada o dotada de ventana o balcón.

En el siglo XIX el dormitorio fue la habitación más importante de la casa, y daba al balcón principal, en cuya barandilla o antepecho se colgaba la colcha, el manto e incluso la alfombra más preciada de la familia en los días del Corpus o de Semana Santa.

De entonces acá, el dormitorio pasó a ser pieza fundamental de la casa, aunque pueblos como el japonés siguen ignorándolo, ya que la cama en aquel país es una colchoneta cubierta con mantas que se retira del suelo durante el día, y se guarda en unos compartimentos que tienen para el caso.

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Fuentes y bibliografía

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– DUNCAN, B. (2005). Cien cosas que debes saber sobre inventos. México DF. Signo Editorial.
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AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
FECHA DE PUBLICACIÓN: MARZO DE 2020

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