Al bocadillo, se le conoce con otros nombres diferentes: emparedado, bocata, sándwich, medianoche, panecillo, etc. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia y origen del bocadillo, su evolución y muchos más datos curiosos.
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Origen del bocadillo
Desde los orígenes el bocadillo ha sido una porción pequeña de comida que se toma como tentempié. Con ese uso, ya era conocido hace tres mil años por la civilización india: Brahma, deseoso de que el dios Shiva se desdoblara en hombre y mujer, prometió seguir una vida austera que tuvo repercusión en su alimentación.
La particularidad gastronómica derivada de aquello fue llenar la mesa de platillos o pequeños platos o bocaditos, actitud brahmánica que buscaba la moderación en la dieta pero sin renunciar a la variedad y calidad de alimentos, o como hoy decimos: poco pero bueno.
Con la palabra poikilia los antiguos griegos aludían a la variedad de alimentos menudos para agasajar a amigos y visitantes en horas que no eran de comida: se trataba de los orectiká: del verbo orego = apetecer, hacer desear. Eran los aperitivos del mundo clásico.
Historia del bocadillo de calamares
En Atenas se inventó el bocadillo de calamares y la copa de vino como sucedáneo de la comida principal. Se hablaba de la ración de chipirones para acompañar la bebida. El calamar gozó de favor en tiempos del comediógrafo Aristófanes (444 a.C – 385 a.C.), que destaca las virtudes del bocadillo en una de sus comedias.
Otro autor del momento, Eupolo, añora los calamares en salsa negra, compañero del vino, y recuerda las hermosas tardes del otoño ateniense en que bebía en compañía de los amigos mientras caía el sol hacia el poniente y deleitaba su paladar con los calamares en su tinta.
Hubo recetas para cocinar los calamares pequeños, muy buscados en la Antigüedad. La tradición española del bocadillo es herencia romana potenciada por las costumbres árabes. A su vez tomaron de Persia la moda de comer varias veces al día pequeñas porciones de manjares deliciosos.
Este uso gastronómico, que comienza en la Edad Media, llegó a su punto culminante en los Siglos de Oro españoles (siglos XV y XVI). Algunos moralistas dicen que en su tiempo son muchos los que ya están comidos cuando llega la hora de sentarse a la mesa.
La importancia de una casa se medía por la variedad y riqueza de sus “llamativos”, como denomina Miguel de Cervantes a los bocaditos. A todo esto, Francisco de Quevedo llamó “avisillos”, es decir, motivos para hacer boca y preparar el camino de la bebida: por eso no hubo bocadillo dulce, sino que el bocadillo era salado, porque lo salado provoca la sed.
Primer bocadillo de la historia
Se cree que el primer bocadillo fue el de chorizo, y surgió en Andalucía y Castilla, donde el chorizo grueso ya se partía en rodajas. En cuanto al bocadillo de embutido hay que decir que en Grecia el embutido era muy popular.
Griegos y romanos estaban más atentos a la cocina que a la cama. Comer era un placer sumo, tanto que lo mismo que hubo Siete Sabios de Grecia o 7 Maravillas del Mundo, hubo también Siete Cocineros:
- Euthymio, creador del plato de lentejas.
- Nereo de Chío, inventor del caldo de congrio.
- Zimites el Pastelero, maestro en la repostería.
- Aristion de Corinto, creador de guisos exóticos.
- Alfonetes de Atenas, inventor de la morcilla.
- Egis de Rodas, maestro del asado de pescado y la sopa de mar.
- Cigofilo, inventor del huevo pasado por agua, del huevo duro y la tortilla francesa.
A la hora de comer el hombre mediterráneo ha variado poco. El secreto del bocadillo lo vio Filóxeno de Leucadia del siglo IV: “De todo, solo un bocado, y cuando te hayas hartado, que no sepas nunca de qué”.
El embutido fue primor culinario estrella en el mundo grecolatino, lo que hace pensar, aunque la documentación escasea, que el bocadillo de morcilla, de salchicha y el emparedado de jamón no tardaron en aparecer, ya que el desarrollo de la chacinería fue arte gastronómica temprana.
Del intestino ciego del cerdo se obtenía el penduluso salchicha gruesa; del delgado se obtenía la hilla o salchicha fina; también la morcilla y la mortadela. Todos estos productos exigían antaño el acompañamiento del pan. No se tardó en descubrir el jamón; ya en tiempos del científico y escritor Plinio “El viejo” (23 – 79) se reconocía que el mejor era el de Hispania, y la causa era conocida: se trataba de jamones procedentes de cerdos alimentados con bellota: los jamones de Pamplona se vendían en Roma.
A Catón el Censor, del siglo II a.C., le gustaba untar el jamón en aceite, también recomendaba ahumarlo e incluso meterlo en vinagre después de haberlo hecho en aceite. En los primeros siglos de la era cristiana era corriente cocer el jamón en vino, y llevarlo con el pan abizcochado como alimento de camino.
Etimología de la palabra bocadillo
Bocadillo deriva de la palabra bocado, que a su vez deriva del latín bucca = mejilla, boca. En tiempos de Cervantes se llamaba “bocado” a lo que hoy llamamos bocadillo, con el valor semántico de porción de golosina o muestra de guiso entre dos porciones chicas de pan blanco.
En el siglo XVIII se llamó así a cualquier manjar pequeño y de sabor exquisito y era un término utilizado en plural. De este uso pasó en el siglo XIX a denominar el alimento que los trabajadores tomaban entre almuerzo y comida, en un descansillo que se hacía hacia las diez de la mañana.
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Fuentes y bibliografía
– FERNÁNDEZ-ARMESTO, F. (2004). Historia de la comida: alimentos, cocina y civilización. Barcelona. Tusquets Editores.
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– LAUDAN, R. (2005). Cuisine and Empire: Cooking in World History (en inglés). Los Ángeles. University of California Press
– PÉREZ, M.A. (2019). Comer y beber: Una historia de la alimentación en España. Madrid. Editorial Cátedra.
– ROLDÁN. J.A. (2014). Alimentación y desarrollo Humano a través de la Historia: Importancia histórica de los alimentos en la evolución humana. Madrid. Editorial Académica Española.
– TANNAHILL, R. (1973). Food in History (en inglés). Nueva York. SteinandDay.
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– WEISS, M. (2008). Food in Medievals Times (en inglés). Connecticut. Greenwood Publishing Group.
– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: FEBRERO DE 2020