La batalla de Liegnitz o batalla de Legnica tuvo lugar el 9 de abril de 1241 cerca de la actual ciudad polaca de Legnica. Cuando los violentos mongoles entraron en Europa desde el este les recibió una fuerte coalición europea de ejércitos polaco-germanos. Pese a su inferioridad numérica, los mongoles salieron victoriosos de esta contienda. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de la batalla de Liegnitz.
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Datos de la batalla de Liegnitz
- Fecha: 9 de abril de 1241.
- Lugar: Actual Legnica, Polonia.
- Combatientes: Alianza europea (polaco- germanos) contra los mongoles.
- Unidades: Los europeos contaban con 20.000 hombres, en su mayoría fuerzas polacas y alemanas, con algunos franceses; caballería pesada, jinetes y numerosa infantería. Los mongoles tenían 10.000 jinetes, en su mayoría arqueros.
- Objetivo: Impedir que los mongoles continuaran su avance por Europa. Los mongoles querían vengarse de los húngaros.
- Resultado: Los mongoles vencieron la batalla de Liegnitz.
- Personajes protagonistas: Por el bando aliado el duque Enrique II, conde de Silesia. En el bando mongol, Sübedei como comandante general, y las fuerzas mandadas por Baidary Kadan.
- Bajas: Se desconocen las bajas mongolas y también los de la alianza.
- Consecuencias: Enrique II murió en la batalla. Dos días más tarde, el ejército principal de Sübedei destruyó al ejército húngaro en Mohi. Por sorpresa, los mongoles se retiraron. Seguramente debido a la muerte de kan Ogodei. Ya habían realizado su venganza contra los húngaros. Se centraron en la conquista de China y en el asalto al Oriente Medio musulmán.
Antecedentes
La estepa de Asia central siempre había estado dominada por tribus nómadas cuyo modo de dependía del pastoreo y la caza. Este estilo de vida en un entorno duro les convirtió en excelentes soldados e invasores violentos de los asentamientos vecinos en los bordes de las extensas llanuras.
De vez en cuando surgían coaliciones que provocaban un gran temor, como las que amenazaron a China y obligaron a la construcción de la Gran Muralla. Europa percibió el impacto de los hunos en el siglo V, de los ávaros en el VI y de los húngaros en el X.
En 1162, entre las tribus situadas al norte de China, surgió un líder de raza, Timuyin (muerto en 1227), que unió a los pueblos de la estepa en una gran potencia política. En 1206, bajo el nombre de Gengis Kan («gobernante universal»), dominaba toda Mongolia. Estableció su capital en Karakoram. Llevó a cabo una expansión sin freno y atacó China, donde se estableció una dinastía mongol en torno a la década de 1260. En el año 1220 Persia fue arrasada, igual que lo fue Rusia en 1240 y finalmente Bagdad, en 1258.
Los kanes impusieron en sus tierras un sofisticado sistema de gobierno derivado de los chinos y otros pueblos conquistados. Este sistema controlaba el ejército, cuya organización imponía disciplina a las habilidades militares naturales de los mongoles.
La mayor unidad de lucha de un ejército mongol fue la tümen, de 10.000 hombres a caballo, subdividida en unidades de 1.000, 100 y 10 hombres. La disciplina férrea reforzaba los hábitos naturales de caza y pastoreo. Éste fue el secreto de su éxito. Los kanes incorporaron a su estructura los pueblos conquistados, en especial a los turcos (un elemento importante de su caballería) y a los chinos y otros pueblos (que proporcionaban infantería e ingenieros).
La caballería mongol apenas iba armada y cabalgaba sobre ponis, pero cada soldado contaba con una recua de animales para moverse rápidamente por la estepa o mantener un combate durante largos períodos cambiando las monturas.
Los jinetes mongoles eran inferiores por separado a casi todos sus enemigos de las tierras colonizadas. Para compensarlos, los generales mongoles trataron de formar a un mayor número de soldados cuya disciplina les permitía operar de manera concertada y asumir las bajas, ciertamente muy numerosas.
Asimismo, reconocían el valor del terror y destruían todo lo que encontraban a su paso en tierras enemigas. Eran tan temidos que los europeos les llamaban tártaros, ciudadanos de Tartarus («el Infierno»).
Además, estos jinetes de la estepa eran muy conscientes del valor del reconocimiento del terreno. La principal arma de ataque era el arco, y crearon flechas especiales que incorporaban pitidos. Las disparaban los mejores arqueros del grupo para guiar al resto.
Las oleadas de arqueros a caballo rompían las formaciones de sus enemigos antes de entrar en combate. Una de las tácticas favoritas consistía en engañar al enemigo en emboscadas fingiendo la retirada con la certeza de que al rodearlos conseguían minar su moral.
Derivaba directamente de los grandes movimientos de envolvimiento con los que las tribus mongoles rodeaban a la caza en inmensas zonas para disponer de carne para el invierno. Los arqueros a caballo apenas iban protegidos, pero los ejércitos mongoles fueron incorporando elementos de la caballería pesada, en ocasiones procedentes de pueblos sometidos, para emplearlos, sobre todo, en la batalla cuerpo a cuerpo.
Por el contrario, las tácticas de lucha europeas dependían de grupos de élite de caballería pesada. Aunque eran relativamente pocos, su efecto cuando se acercaban al enemigo podía resultar muy eficaz, siempre y cuando mantuviesen la formación.
Sin embargo, les faltaba cohesión, en parte porque los ejércitos occidentales se reunían sólo en períodos breves y en parte porque los caballeros poseían un espíritu de individualismo aristocrático. La infantería también se formaba para períodos cortos, carecía de cohesión y solía ser tratada con desprecio por comandantes aristócratas.
Campaña y contexto de la batalla
El líder mongol Sübedei dirigió el asalto a Rusia que puso Europa al alcance de los mongoles. Quizás el objetivo principal del ataque en 1241 fuese castigar a Bela IV de Hungría (1235-1270), que prestó refugio a las tribus cumanas que huían de los mongoles. Los mongoles estaban informados de que ninguna gran potencia iba a enfrentarse a ellos, ya que los asuntos europeos estaban dominados por el duro conflicto entre el emperador Federico II (1212-1250) y el papado.
Sin embargo, la intención de los mongoles de avanzar hacia el oeste ya se conocía en 1240, y sirvió para unir a Bela IV, Wenceslao de Bohemia (1230-1253), los belicosos gobernantes de los cuatro principados en los que se había disuelto Polonia, y otras potencias menores. Una coalición de estas características podría resistir con éxito al avance de los mongoles.
Sübedei contaba con un ejército de aproximadamente 80.000 hombres, pero envió a Polonia a 10.000 al mando de Baldar y Kadan mientras la fuerza principal asaltaba Hungría.
El príncipe polaco Enrique II de Silesia formó un ejército de 20.000 hombres. Lo formaban las levas a pie y a caballo de los otros príncipes, voluntarios como los mineros bávaros de Silesia, algunos Templarios y Hospitalarios, y una fuerza formidable proporcionada por la Orden de los Caballeros Teutónicos (que consideraban a los mongoles como una grave amenaza a su posición en tierras bálticas). Se reunieron cerca de Liegnitz, en la actual Polonia, y esperaron la llegada del apoyo de Wenceslao.
La batalla
Baidar penetró en Polonia, quemando todo a su paso. Engañó, saqueó y masacró a la guarnición de Cracovia, y después avanzó hacia Breslau, donde se reunió con Kadan. Enrique de Silesia esperaba al ejército de 50.000 bohemios, pero cuando los mongoles se fueron acercando decidió entrar en batalla sin darse cuenta de que Wenceslao se encontraba a sólo un día de distancia.
Los datos sobre la batalla son confusos. Al parecer, Enrique repartió su ejército en cuatro divisiones: los mineros bávaros y otros campesinos; las fuerzas de Greater Poland; las fuerzas de otro principado polaco, Oppeln, con los Caballeros Teutónicos, y sus propias tropas silesias y mercenarios (unos 10.000 hombres).
Parece ser que los mongoles atacaron por sorpresa, sembrando el desorden entre los silesios y engañando a las tropas aliadas con una emboscada. El duque Enrique, al ver lo que pensaba era un pequeño ejército enemigo, envió a su caballería contra su centro, pero entonces se dejaron ver los flancos del ejército mongol, que rodearon a los caballeros atacantes y los separaron del resto de su ejército.
La información de que se dispone asegura que los mongoles utilizaron humo para confundir al enemigo, y podría ser cierto, ya que conocían la pólvora originaria de China.
El duque Enrique murió en la derrota aplastante de su ejército, igual que gran parte de sus tropas. Los mongoles tenían la costumbre de cortar las orejas para contar el número de enemigos muertos, y se dice que después de Liegnitz enviaron a su tierra nueve sacos llenos de estas sangrientas pruebas.
Consecuencias y repercusiones
El ataque sobre Polonia comenzó siendo una diversión que superó todas las expectativas. El 11 de abril de 1241, el ejército principal de Sübedei destruyó al ejército húngaro en Mohi. Europa temía más desastres, pero para su sorpresa, los mongoles se marcharon a casa. Esta retirada se debió a la muerte del kan Ogodei (1186-1241), que había precipitado una lucha por la sucesión en Karakoram. No obstante, no renunciaron al control de Rusia.
Es probable, por tanto, que su retirada se debiese a las numerosas bajas en las dos batallas, a las dificultades para alimentar a la gran cantidad de caballos que les acompañaban y a la sensación de que habían logrado su verdadero objetivo: castigar a Bela.
Los mongoles nunca regresaron realmente, y cada vez se ocuparon más en la conquista de China y en el asalto al Oriente Medio musulmán. Como ayuda en esta última empresa establecieron negociaciones diplomáticas con la Europa cristiana, una situación que pudo disuadirles de retomar sus ataques.
Gradualmente, Europa reconoció que los mongoles ofrecían tantas oportunidades como motivos de terror. Mientras no surgieron alianzas contra el Islam, la paz con los grandes kanes impuesta en Asia central atrajo a comerciantes como Marco Polo, que aumentó los conocimientos que en Europa se tenían sobre el mundo.
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