En la actualidad los hay de muchos sabores, formas y colores, pero no siempre ha sido así. La historia del helado es una de las más curiosas que existen. Tiene su origen hace más de 6.000 años. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos quién inventó el helado, cuál es su historia, origen y evolución.
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Quién inventó el helado
Para conocer el origen del helado, debemos remontarnos seis mil años atrás en la historia. Los chinos ya utilizaban el hielo para conservar los alimentos en esa época. Pero también para hacer polos de leche y azúcar que vendían por las calles de Pekín, donde era una golosina popular.
Por tanto, a la pregunta de ¿Quién es el inventor de los helados? La respuesta es que los inventores fueron los chinos sobre el año 4.000 a.C. En el palacio imperial se almacenaban cientos de barras de hielo que se iban troceando según las necesidades del momento. Los chinos inventaron también el sorbete de naranja y la pulpa helada. Para su conservación guardaban en pozos de nieve para disfrute de tan delicioso postre a lo largo del año. Entre las delicias sofisticadas de la buena mesa china figuraban los helados variados.
Origen del helado
Tan rico alimento se expandió por diversas culturas del viejo mundo. Ya en tiempo del antiguo Egipto, el helado se llevaba a la mesa del faraón y se servía en los banquetes en copas de plata. Era una especie de granizada de jugo de fruta casi helada.
En cambio, los persas lo servían en la mesa de los potentados. Y, de ellos aprendieron los griegos, que se aficionaron a esta golosina cuando Alejandro Magno la probó por primera vez, en el siglo IV a. C., Alejandro tenía al helado por manjar divino y sentaba a su mesa, a su lado derecho, como correspondía a personas muy principales, a los reposteros y heladeros que trajo de Persia.
Tan arraigado llegó a estar en la Roma del siglo I el gusto por los helados, que el filósofo hispano latino Séneca censuraba a sus amigos por el abuso que hacían de aquel manjar. Hombres y mujeres masticaban hielo edulcorado o nieve con almíbar por la calle como si se tratara de polos y helados.
El helado era muy popular en la antigua Roma, no sólo entre el pueblo sino también entre las clases elevadas. A Nerón le encantaba, pero como hombre cauto mandaba hervir el agua antes de introducirla en la ampolla donde luego se elaboraba.
Para su elaboración se utilizaban finísimos vasos o cubiletes de doble pared, generalmente en forma de ampolla: en uno se introducía agua aromatizada mezclada con jugo de frutas, y rodeándolo por el exterior se colocaba hielo picado o nieve hasta convertir la mezcla en una granizada que se bebía a sorbos.
Las técnicas y usos grecolatinos se perdieron a lo largo de la Edad Media, como tantas otras cosas. Cuenta Marco Polo en su Libro de las maravillas del mundo, donde recoge sus experiencias y viajes por la China del siglo XIII, que cuando estuvo en la corte de Kublai Khan le ofrecieron leche helada con azúcar.
Evolución del helado
Aunque los italianos aducen que fueron ellos quienes introdujeron el helado en Europa, aquellos conocimientos fueron en Occidente cosa del califato de Córdoba. Siendo los cordobeses, sin duda, los primeros en consumir helados hacia el siglo IX. Disponían de hielo y nieve que traían de Sierra Nevada.
Lo que sí nació probablemente en Italia hacia el siglo XIV fue el helado moderno, idea del toscano Bernardo Buontalenti, creador del helado de frutas o tutti frutti. Tuvo éxito a pesar de que los médicos de entonces se empeñaron en achacarle toda clase de males y hablaron del helado como del peor enemigo de la digestión.
De Florencia pasó a París, donde se convirtió en plato de resistencia y secreto reposteril de Catalina de Médicis el día de su boda con Enrique II de Francia en 1533. Catalina llevó consigo desde Florencia reposteros y “hacedores de helados” que sirvieron a los invitados gran variedad de helados de fruta: durante los treinta días que duraron las celebraciones, los heladeros de la reina sirvieron cada día un helado diferente: de limón, de naranja, de lima, de cereza, de frambuesa…
Los españoles jugaron un papel muy importante. Fue el doctor Blas de Villafranca quien en 1550 hizo posible la producción masiva de helados al inventar el medio de congelar la crema, cosa que conseguía añadiendo sal gema al hielo troceado. Villafranca se dio cuenta de que si añadía salitre al baño de hielo y nieve que rodeaba el recipiente o heladera se podía alcanzar el punto de congelación con gran rapidez.
Como Blas de Villafranca residía por entonces en Roma los italianos fueron los primeros en aplicar esta técnica, y hacia 1560 los florentinos pudieron fabricar los primeros helados sólidos, que ya a principios del XVII se fabricaban en Francia con molde: las bombes glacées o helados de forma hemisférica con aromas diversos.
Gracias a Villafranca fue posible abaratar el producto y el helado llegó a todas las capas sociales. Pero todo placer ha tenido siempre su enemigo. En este caso, contra el helado se levantaron voces desde el púlpito criticando a quienes “regalan y miman el cuerpo bebiendo con hielo dulce, poniendo así en peligro las almas”.
Para entonces los vendedores callejeros de helados italianos inundaban Europa con sus carritos de helados. Otras aportaciones han contribuido a popularizar el helado. Los americanos fueron grandes consumidores de este producto desde el siglo XVIII debido a que Thomas Jefferson, siendo embajador en aquel país, adquirió una máquina de hacer helados.
De vuelta a su patria, fueron famosas las comidas y cenas que daba la Casa Blanca entre 1800 y 1808, en que fue presidente de Estados Unidos. Su esposa, Dolley Jefferson, popularizó los helados de fresa e hizo de Filadelfia la capital norteamericana del helado. No hará falta decir que las recetas fueron siempre un secreto que se transmitía de padres a hijos como parte fundamental de la herencia. Las dos últimas aportaciones al mundo del helado, el chocolate y el cucurucho, fueron americanas.
La idea de poner una bola de helado encima de un cono comestible se le ocurrió a una joven vendedora ambulante de helados en Nueva Orleans, Lousiana a principios del XX. Aquella pequeña innovación, registrada más tarde, le valió una fortuna.
Otra trascendental ocurrencia fue la que tuvo en 1920 el fabricante de helados Harry Burt, en Ohio. Añadió un palito de madera a uno de los extremos de un helado de vainilla recubierto de chocolate. Era nada más y nada menos que el polo y el helado de nuestro tiempo. Es tal la importancia de este alimento, que incluso se puede visitar un museo del helado.
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Fuentes y bibliografía
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– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: FEBRERO DE 2020