La batalla de Maratón tuvo lugar en agosto de 490 a. C. dentro del marco de la Primera Guerra Médica. Se disputó en la playa y campos de la ciudad de Maratón, a 32 km de Atenas. Se enfrentaron los griegos (ciudad-estado de Atenas) y los persas. Sin la victoria griega en esta contienda, el mundo occidental actual, heredero de la cultura ateniense, no sería tal y como lo conocemos hoy. En CurioSfera-Historia.com, te contamos la historia de la batalla de Maratón.
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Datos de la batalla de Maratón
- Fecha: Agosto de 490 a. C.
- Lugar: Ática, Grecia.
- Combatientes: Griegos (ciudad-estado de Atenas) contra persas.
- Unidades: Los griegos contaban con 10.000 hombres, de los cuales 7200 eran soldados de infantería hoplitas atenienses. Las tropas persas estaban formadas por 20.000 hombres.
- Objetivo: Los persas querían conquistar la ciudad-estado de Atenas.
- Resultado: Los griegos vencieron en la batalla de Maratón.
- Personajes protagonistas: Por el bando griego, el general Milcíades y Calimaco, y por el bando persa el general Datis.
- Bajas: 192 muertos los griegos y 6.400 bajas los persas.
- Consecuencias: Este combate provocó la retirada de los persas. Si estos hubieran ganado, seguramente la historia de Grecia no hubiera sido la mismo, ni la civilización occidental sería tal y como la conocemos actualmente.
Antecedentes y contexto
Maratón fue una lucha entre adversarios muy diferentes. Una diminuta ciudad-estado democrática frente a un imperio despótico que la superaba en tamaño en varias centenas. Un ejército estaba compuesto casi en exclusiva por soldados de infantería. El otro, por jinetes y arqueros. Este choque de culturas iba a influir profundamente en el desarrollo de la civilización occidental.
Y es que la ciudad-estado era Atenas, donde se había creado una democracia eficaz sólo dos décadas antes. El anterior gobernante de Atenas, Hipias, huyó a la corte de Darío I (521-486 a. C.), rey de Persia, cuyo imperio se extendía desde el mar Egeo hasta las orillas del río Indo.
Las colonias griegas de Asia Menor fueron independientes hasta que los persas las conquistaron. Como era de esperar, sentían mayor afinidad con su antigua tierra natal de Grecia que con su gobernante persa, a miles de kilómetros. Los griegos de Asia Menor se rebelaron contra los persas y recibieron la ayuda de los soldados atenienses. Capturaron y quemaron Sardes, capital de Lidia, en 498 a. C.
Preparativos para la batalla
Tras sofocar la rebelión en Asia Menor, en 490 a. C. las fuerzas invasoras persas llegaron a Maratón, a unos 32 km al este de Atenas. Las investigaciones recientes han adelantado la fecha de esta llegada de principios de septiembre a agosto.
Se desconoce exactamente el número de la fuerza invasora, aunque se ha llegado a hablar de 100.000 hombres. Probablemente se trataría de unos 20.000 soldados, incluyendo remeros y caballería. Se eligió Maratón porque estaba lo suficientemente lejos de Atenas para un desembarco ordenado y porque el terreno llano resultaba el adecuado para la caballería persa, que superaba a la griega.
Hipias, antiguo tirano de Atenas, acompañó a los invasores. Se esperaba que su presencia provocase un alzamiento por parte de los aristócratas conservadores de Atenas y una rendición sin derramamiento de sangre. El resto de Grecia se acobardó y se mostró neutral. Incluso los espartanos, el poder militar más importante de Grecia, estaban celebrando varios rituales religiosos que los mantuvieron ocupados durante la crisis.
Sólo Platea, una pequeña dependencia de Atenas, envió refuerzos. Los atenienses formaron ante la llanura de Maratón, en una zona llamada Vrana (situada en un emplazamiento entre las montañas y el mar).
Los atenienses contaban con 7.200 hombres, aproximadamente. En su mayoría estos soldados eran hoplitas, término que procede de hoplon, el gran escudo circular con el que se protegían. Cada escudo ofrecía apoyo al soldado que iba a la Izquierda del que lo portaba, de manera que podía utilizar su brazo derecho para atacar al enemigo con su principal arma: la lanza.
La infantería persa prefería el arco, en cuyo manejo los arqueros se mostraban grandes expertos. Éstos disparaban desde detrás de grandes escudos de mimbre que les protegían de las armas enemigas, aunque el valor de los mismos contra la infantería era casi nulo.
Milcíades, el líder ateniense, conocía al enemigo, ya que había servido en el ejército persa. Tenía que convencer a diez generales de la eficacia de su plan de ataque. Cada general ostentaba el mando durante un día, y aunque cedieron el poder a Milcíades, éste esperó hasta el día que tenía asignado para ordenar el ataque.
Probablemente, este retraso se debió a razones militares y no políticas. A fin de neutralizar la superioridad de la caballería persa, los atenienses tal vez necesitasen construir abatis, defensas de madera acabadas en punta, para proteger los flancos.
O tal vez esperasen a que la caballería persa consumiese los suministros y se viera obligada a realizar una incursión. Otra posibilidad era que Datis, comandante persa, rompiese la calma y ordenase una marcha sobre Atenas.
Los atenienses desplegaron gran parte de su fuerza en los flancos, tal vez con el fin de absorber la ofensiva de la caballería o para poder extender su línea y contrarrestar el ataque persa. De ese modo, el centro quedaba peligrosamente debilitado, en especial cuando las tropas persas más hostiles se desplegaron contra ese centro.
La batalla
Con el fin de minimizar la exposición a las flechas enemigas, los atenienses hicieron algo sin precedentes tratándose de un ejército hoplita: descendieron por una ladera suave a la carrera. Los persas, asustados, calcularon mal la velocidad del avance ateniense y muchas de sus flechas pasaron por encima de las cabezas de los hoplitas sin provocar ningún daño.
Aunque el ataque les cogió por sorpresa, los persas eran luchadores duros y con capacidad de recuperación. Lograron deshacer el centro ateniense y abrirse paso hacia Atenas. Sin embargo, la fuerza hoplita destruyó los flancos y provocó su desbandada antes de atacar a los militares persas que habían destruido el centro.
La lucha se extendió hasta el campamento persa mientras los persas luchaban por recuperar sus barcos. Los que no lo consiguieron huyeron hacia las marismas, detrás del campamento.
Los atenienses alcanzaron a capturar sólo seis barcos (tal vez porque la caballería persa reapareció con retraso). No obstante, fue una victoria sorprendente. Más de seis mil persas perdieron la vida en el campo de batalla, frente a las 192 bajas de los atenienses.
Sin embargo, no había tiempo para felicitarse. La flota persa puso rumbo a la zona de la costa donde Atenas se encontraba desprotegida. En la carrera entre el ejército por tierra y el que llegaba por mar, los atenienses volvieron a salir victoriosos. Al ver al ejército ateniense de nuevo reunido para impedir su desembarco, los persas dudaron por un momento y acabaron marchándose.
Consecuencias y repercusiones
Sin una victoria griega en Maratón, tal vez Atenas nunca habría asistido al nacimiento de Sófocles, Heródoto, Sócrates, Platón o Aristóteles. En resumen, la herencia cultural de la civilización occidental habría quedado profundamente alterada al igual que la historia de Grecia. El mundo no habría conocido a personalidades como Euclides, Pericles o Demóstenes.
Y tampoco habría sido posible que un joven corredor llamado Filípides llevase la noticia de la victoria a la ciudad de Atenas. Filípides había acudido primero a Esparta en busca de ayuda, y su corazón no resistió el esfuerzo. Sin embargo, dentro del atletismo, una carrera de 41 km todavía lleva el nombre de la batalla de Maratón.
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