La batalla de Blenheim o segunda batalla de Höchstädt tuvo lugar el 13 de agosto de 1704 dentro del marco de la guerra de sucesión española. Este combate se disputó en el pueblo de Blindheim, a orillas del río Danubio, en Baviera (Alemania). Se enfrentó la Gran Alianza, formada por Inglaterra, Austria y otros aliados, contra el ejército franco-bávaro. La derrota de éstos últimos supuso la conquista del sur de Alemania. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de la batalla de Blenheim.
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Datos de la batalla de Blenheim
- Fecha: 13 de agosto de 1704.
- Lugar: pueblo de Blindheim, cerca de Donauwörth, Baviera, actual Alemania.
- Combatientes: La Gran Alianza (Inglaterra, Austria, Provincias Unidas de los Países Bajos, Dinamarca, Prusia, Hannover y Hesse) contra la alianza franco-bávara.
- Unidades: 52.000 hombres la Gran Alianza y 56.000 los franco-bávaros.
- Objetivo: Frenar la expansión francesa y evitar que el rey de Francia, Luis XIV, dominara Europa.
- Resultado: La Gran Alianza venció la batalla de Blenheim.
- Personajes protagonistas: por la Gran Alianza John Churchill (duque de Marlborough) y el príncipe Eugenio de Saboya. Por el bando franco-bávaro el mariscal Camille d’Hostun de la Baume (duque de Tallard) y Max Emanuel, elector de Baviera.
- Bajas: En la Gran Alianza alrededor de 13.000 muertos y heridos. En el bando franco-bávaro alrededor de 18.000 muertos/heridos y 13.000 prisioneros.
- Consecuencias: Fue la primera derrota del ejército francés en 40 años y supuso la salida de la guerra de Báviera. Esta batalla terminó con el sueño de Luis XIV de dominar Europa.
Antecedentes y contexto
A fínales del siglo XVII, Europa occidental estaba dominada por Luis XIV de Francia (1643- 1715), y fue su poder el que se resintió en la batalla de Blenheim. En el año 1701, Francia y Austria se enfrentaron en la guerra de sucesión española. En 1702, preocupados por las consecuencias de la herencia de los dominios de España del nieto de Luis, Felipe, Gran Bretaña y los holandeses entraron en guerra del lado de los austríacos.
Gran Bretaña reunió el grueso de su poder militar en la región cercana donde tradicionalmente tenía lugar la actividad militar: en los Países Bajos. Sin embargo, en 1704 los británicos tuvieron que atacar más lejos. Aliadas con el elector Max Emanuel de Baviera, las fuerzas francesas invadieron el sur de Alemania.
En 1703-1704, una combinación de los dos con rebeldes de Hungría estuvo a punto de acabar con el poder Habsburgo. También de destruir la base de la estrategia de alianzas de Gran Bretaña: el uso de la fuerza austríaca para resistir la expansión francesa.
La organización de la respuesta británica corrió a cargo de uno de los generales más destacados del país: John Churchill (1650-1772), por entonces primer conde de Marlborough. Churchill frustró los planes de Luis XIV mediante un audaz avance desde Rhineland hasta el valle del Danubio.
Fue el movimiento militar británico más decisivo en el continente hasta el siglo XX, y a diferencia de la campaña de Waterloo en 1815, supuso una combinación de estrategia y ofensiva táctica.
El avance constituyó un formidable reto logístico: se establecieron depósitos de provisiones a lo largo de la ruta para proporcionar a la tropa botas nuevas y comida. Esos depósitos permitieron al ejército mantener la cohesión y la disciplina en lugar de tener que dispersarse en busca de provisiones.
La campaña fue un gran triunfo de movilidad y planificación, tanto en estrategia como en el campo de batalla. Se consiguió que los franceses no supieran el destino de Marlborough.
Después de llegar a Baviera, Marlborough asaltó los altos de Schellenberg, al norte de Donauwörth, pero Max Emanuel contaba con los franceses (al mando del mariscal Camille de Tallard). Aunque el ejército franco-bávaro era más numeroso, Marlborough (a quien se unieron los austríacos, al mando del príncipe Eugenio de Saboya, el 12 de agosto) forzó una batalla en Blenheim, en la orilla norte del Danubio.
La batalla
Blenheim fue una batalla dura, con una cifra aproximada de 31.000 muertos o heridos en solo un día. El ejército franco-bávaro adoptó una fuerte posición defensiva, con Tallard protegido por el río Nebel, pero la derrota fue aplastante.
La victoria de los aliados se debió en gran parte a la flexibilidad de Marlborough y, en particular, a su capacidad para mantener el control y la maniobrabilídad (capacidad que contrastaba con la que faltaba a los generales enemigos para coordinar operaciones y responder a crisis puntuales).
Los factores decisivos fueron el dominio del terreno, la conservación y la administración de las reservas y lo oportuno del ataque. Después de inmovilizar a gran parte de la infantería francesa en acciones defensivas en los alrededores de Blenheim y Oberglau (para las cuales los franceses utilizaron sus reservas), Marlborough lanzó la fuerza principal que se había mantenido inmóvil contra el centro del ejército de Tallard.
Logró una superioridad local en lo que convirtió en una parte crucial del campo de batalla. El ataque inicial de la caballería británica fue rechazado por los franceses, que habían asumido que podrían rechazar cualquier avance británico en el centro. Pero el apoyo de la infantería y la artillería británicas bloqueó el avance de la caballería francesa, que entonces fue incapaz de poder resistir el segundo ataque de los británicos.
Esto provocó la huida de la caballería francesa, seguida de la retirada de la izquierda franco-bávara al mando de Max Emanuel y la rendición de 10.000 soldados de infantería franceses de la derecha en la población de Blenheim. Su retirada se vio entorpecida por la infantería británica, que explotó la victoria en el centro.
Marlborough tuvo más éxito que sus oponentes en la integración de caballería e infantería. Su caballería estaba mejor entrenada para cargar, y la artillería (al mando del coronel Holcroft Blood) maniobraba rápidamente en el campo de batalla y se adelantó para prestar apoyo a la ruptura en el centro.
Manteniendo la sangre fría, Marlborough demostró ser un maestro en los detalles de la batalla. Mantuvo en todo momento el control de sus propias fuerzas y dictó el ritmo del conflicto, moviendo y convocando a sus tropas de forma decisiva en el momento que consideraba más adecuado.
La clave de la victoria
Al mando de Marlborough, el ejército británico alcanzó un éxito que no se repetiría en Europa durante un siglo. La eficacia en el combate de las unidades británicas fue extraordinaria. Sobre todo la disciplina de fuego y la habilidad de la infantería con la bayoneta. Así como la capacidad de la caballería para realizar cargas eficaces basándose en armas blancas.
La extensa experiencia en campañas y batallas en la década de 1690 resultó un factor importante de este éxito. También desempeñó un papel fundamental en el entrenamiento de los oficiales y en acostumbrar a las tropas a maniobrar de forma inmediata.
Fue el ejército británico con más experiencia en batallas desde las guerras civiles de la década de 1640, y éstas no se produjeron en batallas tan extensas (o en asedios de posiciones fortificadas) como las que afrontaron las fuerzas de Marlborough.
La caballería representaba alrededor de una cuarta parte del ejército. Como Gustavo Adolfo de Suecia en la guerra de los Treinta Años, Marlborough hizo que su caballería actuase como una fuerza de choque, cargando con rapidez, en lugar de como infantería montada con pistolas.
Recurrió a una enorme carga de caballería en el punto álgido de Blenheim, Ramillies (1706) y la batalla de Malplaquet (1709). La infantería, organizada en tres filas, disparó en tres cargas, asegurándose de mantener un fuego continuado. El fuego de la infantería británica fue más efectivo que el de los franceses, de manera que la presión del conflicto con los británicos era alta.
La artillería se manipulaba de forma competente: el cañón se situaba en buena posición en el campo de batalla y se recolocaba para influir en el ritmo del enfrentamiento. Dado que el conde de Marlborough era capitán general de artillería además de ser también capitán general del ejército, tenía capacidad para superar los límites institucionales a la cooperación.
Las batallas en las que participó el conde de Marlborough se libraron en un frente más extenso que las de las décadas de 1690, por no mencionar las de 1650. En ellas se daba una gran importancia a la movilidad, a la planificación y a la capacidad de los comandantes de responder con rapidez a los avances en un frente amplio. Además de integrar e influir en lo que podría convertirse en una serie de conflictos separados.
Marlborough se anticipó a la habilidad de Napoleón y determinó la estrategia militar. Asimismo, logró coordinar con bastante éxito el despliegue y el uso de la infantería, la caballería y los cañones en el campo de batalla.
A pesar de todo, las cifras de bajas fueron muy elevadas. El intercambio de fuego entre líneas cercanas de tropas muy apretadas, el uso de artillería contra estas formaciones y los combates de caballería con armas blancas produjeron numerosas bajas. Alrededor de 1.500 de los 4.000 soldados británicos que asaltaron las montañas Schellenberg en el año 1704 murieron o resultaron gravemente heridos.
Consecuencias y repercusiones
Después de Blenheim se produjo la conquista del sur de Alemania, cuando Baviera «fue sacada» de la guerra. Después de la batalla y de la retirada hacia el Rin, la mayor parte del ejército franco-bávaro quedó inutilizado.
Los aliados tomaron las principales fortalezas de Ulm, Ingolstadt y Landau antes de fin de año. Las fuerzas francesas no llegarían tan al este hasta el año 1741. Por otra parte, Marlborough ganó otras batallas, pero ninguna tuvo el impacto de la de Blenheim, en parte debido a que aquella victoria puso fin al peligro de que la alianza antifrancesa fracasara.
Marlborough descubrió, además, que la victoria no acabó con la dificultad de obtener cooperación entre las fuerzas aliadas. Este factor, combinado con las diferencias de estrategia militar y diplomática entre los líderes políticos (en especial, la cautela holandesa), dificultó su tarea en gran medida.
No obstante, se benefició personalmente al convertirse en duque, mientras que el Parlamento proporcionó los fondos con los que se construyó en Oxfordshire un gran palacio al que bautizó con el nombre de su gran victoria (una recompensa sin precedentes para un general británico).
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