La historia del hula hoop es una de las más curiosas que existen. Este juego tiene miles de años de antigüedad. Causó furor en la década de los 50 y 60 del siglo XX, pero su origen se remonta muchos años atrás. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos su historia, su origen y quién inventó el hula hoop.
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Quién inventó el hula hoop
En el año 1957 el californiano Richard P. Knerr y su amigo Arthur Melvin reinventaron el hula hoop. Tuvieron la genial idea de confeccionarlo con un material que estaba de moda: el plástico de vivos colores.
Aunque es cierto que fueron los norteamericanos quienes impulsaron y comercializaron el uso del hula hoop, no era un invento americano, ni novedad absoluta. Pero ya en el antiguo Egipto los niños ya hacían sus propios hula hoops con ramas de parra secas y limpias de hojas. Lo mismo sucedía en la antigua Grecia y en tiempos del Imperio Romano.
Origen del hula hoop
Aquellos antiguos aros servían para varios fines: se impulsaban con una varilla a modo de rueda viuda; se lanzaban al aire para recogerlos luego con pericia como hacen las gimnastas de salón. También lo lanzaban unos a otros para que los recogieran con la cintura tras haberse colado cuello abajo o se colocaban entre caderas y pechos impulsándolos en un movimiento giratorio frenético que terminaba en la extenuación.
El hula hoop era un juego juvenil a orillas del Mediterráneo hace miles de años. También los pueblos amerindios lo conocieron. En pleno siglo XVI los españoles se encontraron con este artilugio en distintos puntos de América del Sur, artilugios que los indios se hacían con caña de azúcar. Y en Europa, parece que en la Inglaterra del siglo XIV hubo un rebrote de este antiguo juego: niños y adultos hacían girar un aro de madera, e incluso metálico, alrededor de sus cinturas.
Curiosidades de la historia del hula hoop
Tenemos la impresión de que el hula hoop está en nuestro horizonte vital, es decir, que es cosa del siglo XXI, sobre todo porque a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado la fiebre del hula hoop se apoderó de Europa.
Se imitaba una vez más gustos y modas procedentes de Estados Unidos, donde el aro de plástico vistosamente coloreado causaba furor. La imagen que transmitían los medios de comunicación era la de una adolescente con el hula hoop alrededor de la cintura, donde giraba velozmente impulsado por un movimiento de caderas.
Los ojos de los demás adolescentes se iban detrás de aquellas caderas que mostraban lo grácil de la figura de las muchachas y la belleza de la juventud. Los comentaristas de la época escribían: “Más que un juego es una obra de arte efímero… ese baile asiático, provocador e insinuante, capaz de levantar en el corazón de los hombres pasiones y sentimientos antiguos”.
Se trataba de un juego y de un negocio, y éste se construye sobre la base del interés ajeno por el producto ofrecido. Lo cierto fue que la industria del hula hoop hizo millonarios de la noche a la mañana. Almacenes y tiendas vendían las remesas que le llegaban sin apenas darles tiempo a desembalar. Veinte millones de aros se vendieron en seis meses a dos dólares la unidad.
Médicos y enfermeras trataban a diario cientos de casos de adolescentes lesionados en cuello y espaldas y advertían del posible peligro para la columna vertebral si se abusaba del invento. Pero ante las expectativas de lograr con él una bonita figura el hula hoop impuso su presencia y se convirtió poco a poco en ejercicio gimnástico irrenunciable.
Etimología de la palabra hula hoop
Tampoco la palabra hula hoop es reciente, ya que se originó en el siglo XVIII como préstamo lingüístico del idioma hawaiano, en cuya cultura este artilugio era utilizado en danzas de extrema sensualidad.
Los aborígenes de aquel archipiélago practicaban el juego del hula hoop no solo de pie, sino incluso sentados, con movimientos ondulantes de las caderas: se trataba de una danza religiosa en honor de la diosa de la fecundidad. Se bailaba ante el jefe de la tribu con los pechos al aire, cosa que escandalizó a los pacatos misioneros ingleses, que prohibieron tanto el artilugio como la danza de manera fulminante. Algo que no fue del agrado de los hawaianos.
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