La historia de Japón es la de un extraordinario pueblo dotado de grandes principios y valores tradicionales. La nación nipona cuenta con etapas históricas muy bien diferenciadas. Es un territorio en el que se pueden ver cosas que en ninguna otra parte del planeta existen. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia del Japón desde su origen hasta la actualidad.
Qué vas a encontrar aquí
Origen de Japón
Para comprender los orígenes de Japón, primero es necesario conocer la situación geográfica del país. Japón (Nihon o Nippon), es un estado insular (una isla) bañado por las aguas del océano Pacífico al este, y el mar de Japón al oeste.
Cipango, que es como llamaban antiguamente los europeos y los chinos a Japón, era el último horizonte del mundo conocido, y sigue contemplando la salida del sol antes que el resto de los países desarrollados. Por ese motivo se le conoce como el país del sol naciente y el único emblema de su bandera es un sol de color rojo, tono que tiene el astro rey al amanecer.
Los japoneses o nipones son un pueblo tradicional que ha sabido renacer de las cenizas ocasionadas por los bombardeos nucleares de la II Guerra Mundial y ha efectuado una recuperación espectacular. A principios de los años setenta del siglo XX, el país del sol naciente había forjado ya un modelo socioeconómico particular y se había convertido en la locomotora de la industrialización de una serie de países del este y del sudeste asiático.
Lejos de ser un fenómeno efervescente sin solidez, este desarrollo ha llevado a Japón a convertirse en el segundo país más industrializado del mundo, después de EE.UU., donde, por otra parte, los empresarios nipones están invirtiendo de forma Intensa e ininterrumpida.
También vivió con antelación el alba del nuevo milenio, lo que constituye todo un símbolo de su vanguardista posición tecnológica en el mundo.
- Continente: Asia.
- Superficie: 377.765 km².
- Capital: Tokio.
- Población: 126.842.265 habitantes.
- Moneda: yen.
- Lengua oficial: japonés.
Prehistoria y Antigüedad
Los historiadores coinciden en la opinión de que el Japón fue poblado por pueblos altaicos llegados del continente asiático y por otros de origen malayo polinésico venidos del sur. Durante el mesolítico y el neolítico se fabricaron instrumentos de hueso y piedras pulimentadas, cerámica y figuritas antropomorfas. Hay también una serie de concheros en el norte y el noreste.
Desde el siglo l, empezó a introducirse la civilización coetánea del continente asiático a causa de las relaciones con China y Corea. Las técnicas agrícolas, el trabajo del bronce y el torno penetraron en las regiones occidental y meridional, de donde se extendieron en oleadas sucesivas hacia el norte y el este.
A continuación se difundió, sobre todo en el Japón occidental y central, un tipo de grandes sepulturas de príncipes, con cámara y bajo túmulo ornamentado con cilindros de terracota terminados en figuras, principalmente humanas y de animales. En su ajuar funerario figuran ya objetos de hierro.
En el siglo l las fuentes chinas mencionan la existencia de numerosos estados, que debieron de basarse en los clanes (uji). Al mismo tiempo se fue formando el culto sinto. Los jefes de los uji, a la vez políticos y religiosos, mantuvieron activas relaciones con la China de los Han, y la llegada de artesanos chinos y coreanos fomentó decididamente el desarrollo económico e intelectual de los clanes donde se fijaron.
La mitología japonesa de la época refleja la evolución de ciertas agrupaciones locales a centros políticos más importantes. La pequeña llanura de Yamato (Honshu) era la residencia del clan de donde surgió la familia imperial, que supo extender su influencia con sus conquistas y elaboró la mitología tradicional del sintoísmo, según la cual el linaje imperial descendía de Amaterasu, la diosa del Sol.
El resultado de todo este proceso fue la formación de una confederación de clanes, en la cual el emperador impuso su hegemonía, aunque no ejerciera su autoridad directa más que sobre el territorio y población de su propio clan.
A partir del siglo V se intensificaron las relaciones, no siempre cordiales, con los reinos coreanos, dotados de gran impulso cultural después de su conversión al budismo, y desde ellos se trasladaron al Japón numerosos escribas y traductores que introdujeron la escritura china.
En esta época se difundieron por el Japón los principios morales y políticos del budismo. En el siglo VIII se constituyó en Nara un Estado centralizado. Los períodos de la historia medieval japonesa tomaron entonces el nombre de las capitales donde residían los emperadores o los gobernadores que regían el país en su nombre.
Períodos clásico y feudal
La sinización del Japón tuvo lugar en gran parte durante los períodos Nara (710-794) y períodos Heian (794-1185). Esta época es conocida como la era clásica del Japón antiguo, y se caracterizó por una brillante actividad creadora en las bellas artes, patrocinadas por una aristocracia que estaba centrada principalmente en la antigua capital, Heian (la actual Kyoto).
El período Nara fue una época de fuerte influencia budista. Durante el período Heian gobernaron los Fujiwara, familia aristocrática que tomó en su poder las altas funciones del Estado sin asumir la dignidad imperial.
Su gobierno supuso la revalorización del culto sinto. Los Fujiwara tendieron a la política centralizadora de cuño chino. Durante el siglo XII triunfó la organización de tipo feudal con la aparición de los guerreros o samuráis y los clanes territoriales de los daimios, grandes señores feudales colocados por el emperador al frente de una jurisdicción territorial.
Almismo tiempo, los dos clanes más importantes se disputaron la hegemonía del país, los Taira y los Minamoto. En esta lucha lograron imponerse los Minamoto.
El período Kamakura (1192-1333) se inició cuando Yoritomo, jefe del clan Minamoto, se proclamó shogun (generalísimo) en 1192, y se impuso entonces en el Japón un régimen de tipo militar. Durante su gobierno los mongoles intentaron sin éxito (1274 y 1281) desembarcar en el Japón.
En el siglo XIV el emperador Go-Daigo intentó imponer su autoridad, pero todavía no había terminado la era del feudalismo nipón, y una nueva casa feudal, Ashikaga, puso fin a la efímera restauración del emperador y restableció en su provecho el shogunato.
El período Muromachi (1338-1573) vio la difusión del feudalismo japonés, favorecido por las luchas entre los miembros de la familia Ashikaga, y el fortalecimiento de los grandes daimios y del poder territorial de los monasterios budistas. Pero también durante el siglo XV se impuso el espíritu burgués en las ciudades frente al feudalismo agrario.
Unificación de Japón
Desde mediados del siglo XVI, varios jefes militares, Nobunaga, su general Hideyoshi y el compañero de ambos, Tokugawa Ieyasu, lograron unificar el Japón y aplastar el poder de los daimios. Paralelamente, los comerciantes portugueses del siglo XVI empezaron a establecer relaciones comerciales y los jesuítas a cristianizar el país.
El comercio con los portugueses favoreció la evangelización, y algunos daimios se convirtieron y obligaron a convertirse a sus súbditos para obtener más fácilmente los productos de los comerciantes extranjeros. Al ser desviado por los españoles de Filipinas el comercio de la seda china hacia Europa, el proceso de cristianización se debilitó. En 1603 Ieyasu se proclamó shogun hereditario, y su familia, los Tokugawa, controló el shogunato hasta 1867.
Para poder mantenerse en el shogunato, los Tokugawa estructuraron militarmente la sociedad japonesa y aislaron el Japón de toda influencia extranjera. Los cristianos fueron perseguidos y se expulsó a los comerciantes portugueses y españoles. Todo el mundo fue confinado en su clase y las relaciones sociales y políticas se fundamentaron en el vasallaje.
El sistema de los Tokugawa no pudo impedir la evolución de la sociedad japonesa. El propio sistema contribuyó al desenvolvimiento de una economía monetaria que permitió el desarrollo de una clase de comerciantes y artesanos urbanos.
Las clases aristocráticas impulsaron la acuñación de moneda para poder pagar sus compras. Esto provocó la aparición de un capitalismo comercial y la disminución de la influencia de los daimios, que se apoyaban en la economía rural.
Lentamente, el sistema se fue descomponiendo. Desde fines del siglo XVIII se formaron grupos que deseaban la introducción de las novedades europeas y eliminar el sistema de los shogunes para restaurar la autoridad del emperador. Estas tendencias se agudizaron durante el siglo XIX, en parte por la crisis económica y la presión de las potencias occidentales. En 1854 el estadounidense Perry obtuvo autorización para comerciar.
Esta concesión originó una reacción de xenofobia contra los occidentales que provocó la represalia de éstos. Impotente para hacer frente a las presiones extranjeras, en 1867 el último shogun renunció a sus prerrogativas en favor del joven emperador Mutsuhito Meiji Tenno.
Era Meiji
El nuevo emperador adoptó para su dinastía el nombre de Meiji. La Carta de 1868 eliminó los privilegios feudales y abolió las diferencias de clases. En años sucesivos fueron reconocidas la libertad comercial e industrial, así como de compra y venta de tierras.
Se introdujo el calendario occidental, el servicio militar obligatorio (con lo cual quedó eliminado el poder de los samurais), la enseñanza obligatoria, enfocada especialmente hacia la técnica, la división administrativa, etc.
El nuevo orden social no fue instaurado por nuevas clases sociales ascendentes, como en la revolución de Francia (1789) o la revolución rusa (1917), sino en general por las mismas que sustentaban el viejo orden feudal, en un intento de situar el país en las modernas corrientes y poder hacer frente al capitalismo occidental.
Durante el primer periodo de la era Meiji, que abarca hasta 1905, la agricultura se desarrolló a un ritmo muy inferior al de la industria, la banca o el gran comercio, hasta situarse en un estadio precapitalista basado en la pequeña explotación individual.
Durante las primeras décadas de la nueva era, el Japón se rigió por un régimen político extremadamente autoritario; hasta 1889 no fue promulgada una Constitución de tipo prusiano (ejecutivo fuerte y voto restringido).
Las masas campesinas se mantuvieron en un extremado grado de miseria, lo mismo que el nuevo proletariado urbano. Faltos de partidos políticos y organizaciones sindicales, que no surgieron hasta principios del siglo XX, se vieron sometidos a una intensa explotación por parte de la oligarquía financiera e industrial y al dominio de los partidos políticos conservadores.
Esta situación perduró a lo largo de la primera mitad del siglo XX, gracias a la debilidad y divisiones internas de los partidos de izquierda; en 1918-19, durante una grave crisis económica, se produjeron importantes revueltas campesinas y huelgas obreras. El capitalismo japonés, en virtud de un proceso de expansión y concentración monopolista, se fue transformando en capitalismo imperialista a partir de la última década del siglo XIX.
Imperialismo y Segunda Guerra Mundial
La búsqueda de nuevos mercados y fuentes de materias primas trajo consigo las ansias de expansión territorial y el auge del militarismo japonés:
- 1894: Envío de tropas a Corea.
- 1894-95: Guerra chino-japonesa.
- 1895: Ocupación de Formosa.
- 1904-05: Guerra ruso-japonesa (Batalla de Tsushima).
- 1910: Anexión de Corea.
- 1917: Concesiones comerciales y militares en diversos puntos de China.
- 1918-22: Intervención militar en Siberia.
- 1931: Ataque a Manchuna.
- 1933: Invasión del norte de China.
- 1937: Intensificación de la guerra chino-japonesa.
- 1940: Pacto tripartito Berlín-Roma-Tokyo.
- 1941: Guerra con EE.UU., Gran Bretaña y Holanda e invasión de todo el Extremo Oriente.
El desarrollo industrial del Japón tuvo un auge espectacular coincidiendo con el primer período de expansión militar (1905-17). Además de las razones económicas mencionadas, la expansión económica japonesa tuvo carácter mesiánico, al presentarse como un intento de liberar el Oriente asiático de la dominación europea, el cual produjo un enfrentamiento con el imperialismo occidental que dio origen a la guerra de 1941-45.
Esta guerra fue precedida de una década de exacerbado militarismo. Los intentos de algunos partidos políticos burgueses de frenar este proceso y llevar a término una experiencia parlamentaria de gobierno fueron paralizados por una serie de asesinatos políticos y golpes militares.
El 7 de diciembre de 1941 Japón atacó la base naval estadounidense de Pearl Harbor. Los rápidos y espectaculares avances de Japón durante el primer año de guerra fueron contrarrestados por EE.UU. a partir de 1942, hasta conseguir la victoria total sobre los japoneses el 14 de agosto de 1945, después del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto).
Ocupación estadounidense y recuperación económica
Ocupado el territorio por EE.UU., éste impuso una Constitución democrática (1947), en la que el emperador quedaba relegado a un papel meramente simbólico, con un sistema parlamentario inspirado en el parlamento británico.
El tratado de paz de 1951 puso fin al estado de guerra y la ocupación militar. En 1956 Japón ingresó en la ONU. Tras un breve período de Gobierno socialista (1947-48), se sucedieron los Gobiernos del partido liberal-democrático (PLD), de tendencia conservadora, presididos por N. Kishi (1957-60), H. Ikeda (1960-64) y E. Sato (1964-70).
En 1960 Japón y EE.UU. firmaron un pacto de seguridad y asistencia mutua, en medio de protestas y graves disturbios, que se repitieron en años sucesivos e influyeron en la devolución de las islas Bonin, en 1968, y Okinawa, en 1972, administradas desde 1945 por EE.UU.
El acontecimiento más notable fue una recuperación económica casi milagrosa, hasta transformarse en la segunda potencia mundial, con un alto índice de ahorro, una incesante innovación tecnológica y una agresiva política exportadora. Sato dimitió en junio de 1972 y le sustituyó K. Tanaka, quien poco después estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China (septiembre 1972).
Acusado de corrupción, Tanaka tubo que dimitir en noviembre de 1974 y le reemplazó T. Miki, a quien sucedieron, siempre en Gobiernos del PLD (que sufrió un claro retroceso en las elecciones de 1976), T. Fukuda (1976-78), M. Ohira (1978-80), Z. Suzuki (1980-82), Y. Nakasone (1983-87), N. Takeshita (1987-89), S. Uno (1989), T. Kaifu (1989-91) y K. Miyazawa (1991-93).
Época actual
Al morir el emperador Hirohito (enero 1989), le sucedió su hijo Akihito, que inauguró la época Heisei (Logro de la Paz) y realizó la primera visita de un emperador a China (octubre 1992). Los escándalos por corrupción afectaron gravemente al PLD que en las elecciones de julio de 1993 perdió su tradicional mayoría absoluta.
Se sucedieron una serie de Gobiernos encabezados por el disidente de la formación gubernamental Monhiro Hosokawa (1993-94), el socialista Tomiichi Murayama (1994-96), quien formó un Gobierno de coalición con el PLD, y Ryutaro Hashimoto (1996-98) del PLD.
Bajo el mandato de este último la quiebra del Banco Yamaichi en 1997, coincidiendo con un recrudecimiento de la depresión, suscitó temores universales sobre el riesgo de que el Japón no pudiera mantener su posición de primer banquero del mundo.
A pesar del ligero retroceso en las elecciones parciales de 1998 el PLN mantuvo su hegemonía en las figuras de Keizo Obuchi (1998-2000), que impulsó un plan de medidas para la reconstrucción económica Yoshiro Mon (2000). Y Junichiro Koizumi (desde 2000), que presentó un programa de reforma exhaustiva de las finanzas públicas.
Historia de la bandera de Japón
La bandera de Japón se caracteriza por la presencia de un disco rojo sobre fondo blanco. Su nombre es Hi-no-maru, es decir, “disco del sol”. Un símbolo para este país cuyo nombre, nihon, significa “fuente del sol”.
Ya en el siglo XII, durante las luchas por el poder, a los guerreros samurái les gustaba representar el astro solar mediante un disco rojo que dibujaban sobre sus estandartes. Este emblema refleja la adoración del pueblo nipón por la diosa del sol, Amaterasu Omikami, la divinidad más venerada en la religión sintoísta. Aparte del nombre del país, este símbolo evoca la sinceridad y la inteligencia.
El “imperio del sol naciente”, estado insular situado en Extremo Oriente, a orillas del mar de Japón, al oeste, y el océano Pacífico, al este, adoptó el 27 de enero de 1870 el emblema blanco, por la pureza y la integridad, y rojo por el sol. La actual bandera japonesa se izó por primera vez en 1872. En presencia de Mutsuhito, el emperador Meiji, durante la inauguración oficial de la línea férrea Tokio-Yokohama.
Historia de otros países
Origen de Tailandia Origen de Panamá Origen de Ecuador Origen de San Marino
¿Quieres saber más sobre historia de los países?
Desde CurioSfera-Historia.com, esperamos que esta reseña histórica titulada Historia de Japón, te haya sido de utilidad. Si quieres acceder a más artículos históricos, visita la categoría de historia. Y si te ha gustado, puedes dejarnos un comentario.