Desde los tiempos más remotos, el hombre se ha visto en la necesidad de proteger sus pertenencias, poniéndolas fuera del alcance de ladrones o al amparo de desastres ocasionados por el fuego o el agua, dentro de cajas de seguridad. Esta necesidad le llevó a diseñar mecanismos seguros. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de la caja fuerte, su origen y quién la inventó.
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Quién inventó la caja fuerte
El inventor de la caja fuerte fue Alejandro Fichet en el año 1844 en Francia. Fichet creó un mecanismo seguro de caja fuerte que además podía resistir el agua, el fuego, y por supuesto, a los más hábiles ladrones. Alexandre Fichet (1799 – 1862), ya había inventado en el año 1829 un tipo de cerradura de alta seguridad que era prácticamente inviolable.
A lo largo de la historia, desde hace miles de años, han existido diferentes tipos de cajas fuertes que eran más o menos seguras. Pero la caja fuerte tal y como la conocemos hoy tiene solo algo más de 170 años de antigüedad. Por tanto:
- ¿Quién es el inventor de la caja fuerte? Alexandre Fichet.
- ¿Cuándo se inventó la caja fuerte? En el año 1844.
- ¿Dónde se inventó la caja fuerte? En París, Francia.
Origen de la caja fuerte
Curiosamente, en el antiguo Egipto, donde durante algún tiempo no se castigó el robo por ser considerados sus practicantes unos profesionales como cualquiera otros. El tesoro familiar formado por vestidos y joyas se guardaba en robustos cofres de madera que se enterraban en lugar seguro.
Según cuentan los historiadores, en Esparta, en el medio social de la Grecia del siglo V a. C., ser ladrón era oficio honorable: solo se deshonraba a quien se dejaba sorprender con las manos en la masa. Esto era así, ya que no mostraba ser digno de respeto quien en el desempeño de su labor cometía torpezas, estado de cosas que hace comprensible que urgiera rodearse de medidas de seguridad.
En cuanto a la Antigua Grecia, Diodoro de Sicilia (90 a. C. – 30 a. C.), historiador griego del siglo I a. C. cuenta en su Bibliotheca histórica que el robo estaba tan bien organizado en la Grecia clásica que incluso cada ladrón tenía un jefe a quien entregaba lo robado. Entre cuyos cometidos estaba el de contactar con el dueño de lo sustraído y ofrecerle la posibilidad de rescatar su posesión y recuperar lo robado por un módico precio.
Cuenta Homero que existía en su tiempo cofres de madera reforzada. Quien no tenía una de estas primitivas cajas fuertes recurría a los servicios del templo, donde junto a la cámara reservada al tesoro de los dioses se custodiaban bienes de ciudadanos privados previo pago.
La caja fuerte más antigua de que hay noticia es de hace 2.700 años. Perteneció a Cipselus, tirano de Corinto: un arcón de cedro con incrustaciones de oro y marfil tan valioso que se lo llevaron los ladrones y no apareció jamás.
En la antigua Roma la caja fuerte era de hierro, provista de fuerte candado, y se ubicaba a la entrada de la casa, a la vista de todos, vigilada por un esclavo cuyo cometido era protegerla día y noche: el arcarius.
Evolución de la caja fuerte
De la Edad Media al Renacimiento cambiaron poco las cosas en cuanto a las cajas fuertes o de seguridad. A finales del siglo XV se generalizó el uso del denominado armario fuerte, mueble de hierro donde prestamistas y mercaderes guardaban su capital. Pocos años después, en la España del siglo XVI, la caja fuerte era un arca con cerradura y cerrojo sobre la que a menudo se leían cosas tan peregrinas como éstas: “La ocasión hace al ladrón, y no el corazón”.
La caja fuerte moderna nació en el siglo XIX, hacia el año 1844, obra del francés Alejandro Fichet, que en 1829 había inventado una cerradura inviolable. Fichet desarrolló un sistema seguro de caja fuerte capaz de resistir el fuego, el agua y por supuesto a los más avezados ladrones.
Más tarde Napoleón III, amigo de inventos e inventores y uno de los pocos monarcas de la Historia a los que quepa tan de lleno el calificativo de “monarca progresista”, pidió al fabricante de productos refractarios Augusto N. Bauche que abriera un taller de cajas fuertes en la región de Reims para hacer frente a la ola de robos del año 1868.
Al invento se le llamó “la coraza”, tanto por él como por los ladrones, que se veían incapaces de atravesarla. Fichet y Bauche se asociaron más tarde para afrontar el terrible invento del soplete de oxiacetileno de Charles Picard en 1907.
Solo la tecnología desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial fue capaz de crear una caja fuerte inexpugnable. Así, cuando tras la explosión de la bomba nuclear de Hiroshima (Japón), la caja fuerte de uno de los bancos de aquella ciudad japonesa fue hallada a cien metros de su emplazamiento original. Al ser abierta todos comprobaron que en su interior nada había sido perturbado: documentos y dinero estaban en perfecto estado de conservación, y por supuesto la caja no se abrió.
Desde la Segunda Guerra Mundial a nuestros días el incremento de la inseguridad ha aguzado de tal manera el ingenio que las cajas fuertes de nuestro tiempo apenas se parecen a aquellos venerables armatostes que hoy merecen la sonrisa y comprensión de los modernos ladrones del siglo XXI.
Combinaciones numéricas sofisticadas, aperturas retardadas, automatismos y otra serie de sutilezas de alta tecnología hacen cada vez más difícil y profesional el antiguo oficio del ladrón, antaño respetado y hoy, al parecer, aplaudido por muchos.
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Fuentes y bibliografía
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– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: MARZO DE 2020