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Batalla de Jemappes (1792)

La batalla de Jemappes tuvo lugar el 6 de noviembre de 1972 entre el ejército francés y el ejército austríaco. Este combate se produjo cerca de Mons, al sudoeste de Bélgica, dentro del marco de las Guerras Revolucionarias Francesas. Gracias a su superioridad numérica Francia obtuvo la victoria y consiguió conquistar los Países Bajos. En CurioSfera-Historia.com, te contamos la historia de la batalla de Jemappes.

Ver la batalla de Azincourt

Datos de la batalla de Jemappes

  • Fecha: 6 de noviembre de 1792.
  • Lugar: Cerca de Mons, sudoeste de Bélgica.
  • Combatientes: franceses contra austríacos.
  • Unidades: el ejército francés (Armée du Nord) contaba con 38.000 hombres y 100 cañones. Los austríacos contaban solo con 13.200 hombres y 54 cañones.
  • Objetivo: los galos querían invadir los Países Bajos.
  • Resultado: Victoria de las tropas francesas.
  • Personajes protagonistas: Por Francia, el general Charles François Dumouriez. Del bando austríaco, el mariscal de campo Alberto de Sajonia-Teschen.
  • Consecuencias: pese a su victoria, los franceses sufrieron 4.000 bajas, por 1.241 de los austríacos. Estos últimos se retiraron y dejaron los Países Bajos en poder de los galos.

Antecedentes y Contexto

La batalla de Jemappes se caracteriza por ser la primera gran derrota de un ejército profesional en Europa por parte de una fuerza gobernada por el principio revolucionario de los «ciudadanos alzados en armas». Esta estructura surgió de la Revolución francesa del año 1789. De ella se esperaba que derrotase a los mercenarios profesionales del campo de batalla.

A pesar de ello, las guerras revolucionarias (1792- 1802) fueron mucho más que un sencillo combate entre ideologías opuestas y sus correspondientes fuerzas militares. Fuera de Francia, casi nadie creía que la guerra era inevitable. Todos eran de la opinión que el rey Borbón era el único culpable por fracasar en las reformas que otras monarquías más ilustradas sí habían realizado.

motivos batalla de Jemappes
El general francés Charles François Dumouriez y el mariscal de campo austríaco Alberto de Sajonia-Teschen

Y es que Rusia, Austria y Prusia, estaban mucho más interesadas en los problemas de Europa del este. Francia seguía siendo una mo­narquía, pero el nuevo gobierno liberal de la Convención Nacional no logró solventar los problemas sub­yacentes.

Mientras los conservadores y los radicales moderados se peleaban por el poder, la guerra cada vez parecía la mejor opción paras salir del callejón sin salida en que se hallaba el país. Los Países Bajos (las actuales Luxemburgo y Bélgica) mantenían un le­vantamiento desde 1787 contra Austria. En París se opinaba que los ciudadanos de dicha región recibirían a los franceses como auténticos liberadores.

Finalmente, la Con­vención Nacional francesa declaró la guerra al emperador Habsburgo y dirigió la Armée du Nord, compuesta por 35.000 hombres, con la intención de invadir Bélgica el 29 de abril de 1792.

Preparativos y estrategias

Pese a que los franceses superaban ampliamente en número a las tropas austríacas en la frontera, huyeron hacia el sur tras su primer enfrentamiento. Francia parecía a punto de derrumbarse, lo que dio la oportunidad a Prusia y Austria de aparcar sus propias diferencias y aliarse.

A cam­bio del reconocer su destacada posición en el este de Europa, Prusia aceptó la oferta de Austria. El plan era arrebatar las regiones de Lorena y Alsacia a Francia con la excusa de una invasión para restaurar la autoridad de Luis XVI. Pero el exceso de confianza de los aliados avivó una gran falta de coordinación de los ataques en el nordeste de Francia a finales del verano.

El ejército principal prusiano se enfrentó a una fuerza francesa reunida a toda velocidad el 20 de septiembre de 1792 en Valmy, a 160 kilómetros al este de París. Después de dis­parar los cañones, los prusianos se retiraron contando solo 184 bajas en sus filas. Este enfrentamiento tuvo unas serias consecuencias políticas.

Inmediatamente después, la Convención Nacional abolió la mo­narquía y proclamó la república. Los aliados se retiraron desordenados y faltos de provi­siones, permi­tiendo a los franceses enviar más tropas a la frontera belga e invadir Renania.

El mando de las tropas francesas recayó en el general Charles François Dumouriez (1759-1823), un aristócrata con 34 años de experien­cia en el ejército real. La reforzada Armée du Nord de Dumouriez contaba ahora con 90.000 soldados, claramente superior a los 50.000 austríacos (la mayoría de los cuales se encontraban dedicados a las guar­niciones y a la seguridad interna).

Utilizando columnas de menor tamaño para distraer a los austríacos en la frontera, Dumouriez dirigió su fuerza principal hacia la ciudad belga de Mons con el objetivo de llegar a Bruselas. Sus tropas eran una mezcla de las nuevas fuerzas de voluntarios y el viejo ejército real.

El ejército francés constaba de 35.000 soldados de infantería y 3.000 unidades de caballería repartidas en 10 regimientos y cuatro compañías libres. 38 batallones de voluntarios y 32 batallones de filas. De los poco más de 100 cañones, se encargaban los artilleros profesionales más expertos.

El ejército austríaco estaba liderado por el maris­cal de campo Albert duque de Sachsen-Teschen (1738-1802). Sus tropas solo eran de 13.200 hom­bres repartidos en 14 batallones y 16 escuadrones, y 54 caño­nes pesados. Albert situó su ejército en una montaña al sur de la población de Jemappes, con la vanguar­dia protegida por el pueblo de Quaregnon, trincheras y un pequeño río.

La batalla

Después de tres días de escaramuzas, Dumouriez fi­nalmente se aproximó a primera hora del 6 de no­viembre. Se desplegó en tres grupos, cada uno en dos líneas. El izquierdo, al mando del general Ferrand, se dirigió a tomar Quaregnon, mientras que el dere­cho (mandado por Dampierre) dejó atrás Frameries para rebasar a los austríacos y expulsarlos de Mons. El centro protagonizaría entonces el ataque princi­pal. Sin embargo, las cosas no salieron como esta­ban planeadas.

consecuencia y repercusiones batalla de Jemappes

Después de tres horas de bombardeos prelimina­res, los austríacos estaban en clara inferioridad nu­mérica y de armas. Dumouriez ordenó a Ferrand que comenzase su asalto a las diez de la mañana. La in­fantería francesa formó columnas de batallón y avan­zó rápidamente hacia Quaregnon, redesplegándose en línea para disparar a los defensores. Con el apoyo de su batería principal, los austríacos impidieron su avance.

La primera línea del centro francés avanzó en columnas de batallón para realizar el ataque prin­cipal en torno al mediodía. Alcanzados dos veces por fuego pesado, los franceses realizaron algún progre­so cuando Ferrand por fin tomó Quaregnon. No obs­tante, el ala derecha apenas logró progresar debido a la fuerte resistencia y fue incapaz de evitar que los austríacos escapasen hacia las dos de la tarde, de­jando Mons atrás.

Los austríacos perdieron 1.241 hombres, y aun­que los franceses reclamaron una gran victoria, sus asaltos frontales resultaron muy caros y sufrieron 4.000 bajas.

Consecuencias y repercusiones

Las generaciones posteriores proclamaron Jemappes como «una verdadera victoria revolucionaria», tipificada por el veredicto de Georges Lefebvre, el gran his­toriador de la Revolución francesa. Aunque la superioridad numérica desempeñó un papel clave, no fue una victoria clara de un ejérci­to moderno y revolucionario sobre un oponente anticuado.

Los regulares del ejército real formaban más de la mitad de las tropas de Dumouriez, todavía res­plandecientes con sus uniformes blancos. Cuando el ataque flaqueó, los hombres volvieron a formar de la mano del duque de Chartres, el futuro rey Luis Felipe (que por entonces tenía 19 años y que gobernaría Francia de 1830 a 1848).

Los austríacos se retiraron a Colonia, dejando los Países Bajos en poder de los fran­ceses. No obstante, regresaron en menos de un año y recuperaron gran parte de la provincia antes de lograr una derrota más convincente en Fleurus, en junio de 1794.

El significado político de la victoria francesa en Jemappes fue mucho más significativo que su importancia militar. Espoleada por el gran éxito, la Convención Nacional declaró su decisión de «prestar apoyo fraternal a todas las gentes que deseen recuperar su libertad».

De este modo, comprometía a Francia a una larga gue­rra que desembocaría en el imperio napoleónico. La política doméstica dio un giro radical, primero con la ejecución de Luis XVI (el 21 de enero de 1793) y después con el Terror jacobino de abril de 1793.

Los soldados regulares (profesionales) se juntaron con los voluntarios para establecer un solo ejército revolucionario, apoyado por el reclutamiento universal decretado en agosto de 1793. Acompañadas por un anticlericalismo cada vez más acusado, esas medidas provocaron una profun­da división y Dumouriez fue uno de los primeros oficiales que se pasaron al bando de los austríacos.

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