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Origen del bronce | La Edad del Bronce

La aparición del bronce sucede en el transcurso del III milenio a. C. En esta época existe un desarrollo sin precedentes en las técnicas metalúrgicas. Mientras el período anterior se dedica a la metalurgia del cobre, con algunas pruebas con el plomo, la plata o el oro, poco a poco nace una tecnología polimetálica. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos el origen e historia de la Edad de Bronce.

Ver el origen de la metalurgia

Origen del bronce

La Edad del Bronce es un período de la prehistoria en el que se desarrolló la metalurgia de este metal, resultado de la aleación de cobre con estaño. A la Edad del Bronce, le precede la Edad del Cobre y le sigue la Edad del Hierro.

El oro, la plata, el electro, el plomo y el estaño (la mayor parte de los metales conocidos en la Antigüedad) se trabajan a partir de esta época. Sin embargo, lo que resalta es el descubrimiento de las aleaciones metálicas, lo que permite la fabricación del bronce.

Los principios fundamentales del trabajo de los metales son conocidos, en su mayoría, en Mesopotamia, principal centro metalúrgico de la época. Al mismo tiempo, las técnicas metalúrgicas se difunden desde el Mediterráneo oriental hasta el valle del Indo.

Sin duda es por sus características propias (su dureza y el hecho que se puede vaciar) por lo que se prefiere el bronce al cobre, encontrado demasiado blando, para la fabricación de armas y de piezas vaciadas de gran tamaño. Es, sobre todo, la presencia de una cultura metalúrgica lo que hace posible la difusión de la técnica de las aleaciones y el surgimiento de una “edad del bronce”.

Primeras aleaciones de bronce

El invento del bronce se relaciona directamente con los avances ocurridos en la metalurgia del cobre. Efectivamente, el bronce antiguo consiste en una aleación estaño y cobre. En concreto, de mineral de casiterita, un óxido de estaño natural, y de óxido de cobre.

Las investigaciones arqueológicas han revelado una fase anterior en que se hacían aleaciones de cobre y arsénico. Los artesanos de la Antigüedad sabían que al agregar arsénico (un desoxidante) mejoraban la calidad de las piezas vaciadas y aumentaban su propiedad de endurecimiento al trabajar el metal. En cuanto a sus propiedades mecánicas, se puede comparar el cobre arseniado con el bronce a base de estaño.

Sin embargo, el arsénico trae diversos problemas de manipulación, es muy volátil, por lo tanto difícil de mantener en el crisol durante las operaciones metalúrgicas, lo que resulta en unas aleaciones poco homogéneas, es difícil recuperarlo en los minerales, y emite unos humos nocivos.

En cambio, el estaño no tiene ninguno de estos defectos; de allí su adopción relativamente rápida para las aleaciones de cobre. Sin embargo, ambas técnicas se siguen practicando paralelamente durante un lapso de cinco siglos. Los especialistas en metalurgia piensan que la eficacia del estaño puede haber sido descubierta de dos formas distintas:

  • Por confusión entre la estannita (sulfuro natural de estaño) y un mineral que contenía arsénico (ambas tienen la misma apariencia semimetá­lica y casi el mismo efecto de endurecimiento del cobre, aunque el uso más ventajoso de la estannita debe haber sido notorio)
  • Al usar como fundente la parte aflorada de una veta subterránea que se ha oxidado Esa veta debe haber sido rica en estaño, y se debe haber extraído el metal después de haber notado el efecto obtenido.

Rutas del bronce

Sin embargo, dada la escasez de estos afloramientos ricos en estaño, se recurre a la casite­rita para la fabricación del bronce, aunque ésta es casi inexistente en el Próximo Oriente. Es cierto que en Fócida, Anatolia y el Cáucaso meridional se encuentran algunos yacimientos, pero éstos se agotan rápidamente.

Egipto también tiene algunos, pero los objetos de bronce son escasos en ese país antes del II milenio a. C. y, cuando la fabricación del bronce se desarrolla, los artesanos usan lingotes de estaño importados.

De hecho, para los arqueólogos contemporáneos, las fuentes de abastecimiento de estaño en el mundo antiguo, en el III y II milenio a. C., constituyen el gran enigma de la edad de bronce que no se ha resuelto aún. Además, esto resalta el papel que debe haber tenido el bronce en el desarrollo de la colonización y del comercio exterior.

En efecto, algunas regiones de Asia oriental y de Europa occidental son muy ricas en estaño. Se trata del este de Irán, cuyos yacimientos son seguramente explotados por los primeros metalúrgicos del bronce, en Sumer y Harappa.

El bronce, un motor económico en la Antigüedad

Así, más allá del papel importante que desempeña en el mejoramiento de la eficacia de las herramientas y armas, el bronce actúa como un verdadero motor económico de la Antigüedad, y estimula la exploración y la colonización del Occidente mediterráneo.

En España, cuyas riquezas mineras atraen a los griegos y orientales desde el I milenio a.C., de Armórica y las islas Casitérides (las actuales islas Scilly, al oeste de Cornualles), hacia donde navegan los fenicios. Los fenicios colonizaron España y controlaron el acceso al Atlántico. Esta situación provoca la apertura de unas “rutas del estaño” en Galia, que los griegos remontan por el corredor rodamano hacia las costas armónicas.

El moldeo del bronce en la Antigüedad

En la edad del bronce aparecen tres técnicas diferentes para el moldeado del bronce:

Moldes abiertos

El método más antiguo, empleado desde el calcolítico, consiste en vaciar los objetos en un molde abierto. El molde está formado de una sola pieza, de piedra o de barro, que tiene la forma del objeto que se desea reproducir, y en donde se vierte el metal en fusión. Estos moldes sirven sobre todo para la elaboración de objetos con una superficie plana: hacha u hoz, por ejemplo

Moldes cerrados

El segundo método, más elaborado, usa unos moldes cerrados, formados por dos partes distintas (bivalvos), pueden ser de barro, de piedra o de bronce. En este proceso de vaciado, la cavidad interior del molde tiene la forma del objeto que se desea fabricar, y un conducto está acondicionado para verter el metal en fusión. En seguida, se puede recuperar el objeto de brome sin quebrar el molde que se abre en dos mitades. Más tarde, este molde cerrado será mejorado para permitir la fundición de objetos huecos.

Método de cera perdida

Finalmente, el tercer método es el de la cera perdida, que permanece vigente hoy día, con algunas variaciones. En este procedimiento, el modelo es esculpido directamente en la cera que recubre un soporte temporal.

Al sacar éste, se forman unos conductos delgados de cera entre los diferentes elementos del modelo, que permitirán al metal en fusión llenar el espacio a medida que sale el aire. Se cubre el modelo con varias lapas de arcilla y se coloca este conjunto en un homo para sacar la cera.

Después de este delicado proceso, el molde está cocido y listo para recibir el metal fundido. Al finalizar la operación, el molde se rompe, y todos los conductos, que hoy día se elaboran en metal se cortan. Finalmente, las superficies rugosas son pulidas.

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