El dirigible, es un ingenio aeronáutico que hace años que cayó en desuso. Desde su origen, causó una auténtica revolución en el transporte aéreo de personas, y marco el camino a seguir. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos quién fue su inventor, la historia del dirigible y muchos datos curiosos más.
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Antecesores del dirigible
En 1782 un francés, el fabricante de papel Joseph Montgolfier, observando el humo y el aire caliente que subían de un fuego, tuvo una idea genial. Construyó un globo pequeño con tela ligera, lo hinchó con aire caliente y cuando lo dejó libre lo vio, con comprensible satisfacción, elevarse hacia el cielo.
Al año siguiente Montgolfier, ayudado por su hermano, fabricó un globo de tela forrado de papel: lo llevó a una plaza de su ciudad natal, encendió fuego debajo y dejó que se llenase bien de aire caliente. La multitud, estupefacta, vio elevarse al globo hasta una altura de 2.000 metros.
Pocos meses, después los hermanos Montgolfier repitieron el experimento delante del rey y la reina de Francia (María Antonieta). Esa vez, para hacer aún más emocionante el vuelo, ataron al globo una barquilla en la cual pusieron un ganso, una oveja y un gallo. Al año siguiente, dos valientes se ofrecieron para el primer vuelo humano: su aeróstato se deslizó a lo largo de los tejados de París, corrió muchas veces el riesgo de encenderse y finalmente aterrizó a diez kilómetros de distancia.
Aquel mismo año, otro audaz consiguió en un globo la altura de 3.000 metros; en 1785 dos aeronautas volaron de Inglaterra a Francia, corriendo muchas veces el riesgo de acabar en el mar. Como anécdota: para aligerar la carga y recuperar altura se vieron obligados a tirar su ropa.
Ya en los primeros años del siglo XIX, el éxito de los aerostatos, en toda Europa, era grandioso: se construían globos cada vez mayores y más bonitos, se realizaban empresas cada vez más ambiciosas. Se batieron récords de altura, de distancia, de duración; y se construyó también el globo más grande: tenía 55 metros de alto y transportaba en su canastilla 50 personas.
Origen e inventor del dirigible
Los globos de la época tenían un gran inconveniente: no podían ser guiados y el viento los llevaba donde quería. Se intentó resolver el problema proveyéndolos de timón, de palas, de remos, de velas y de hélices. Como curiosidad: se pensó incluso en hacerlos arrastrar por águilas debidamente entrenadas.
La solución empezó a perfilarse hacia la mitad del siglo XIX. En 1852 el francés Henri Giffard aplicó a un aerostato en forma de cigarro un motorcito de vapor que desarrollaba una potencia de tres caballos. Por lo tanto, el inventor del dirigible es el francés Henri Giffard (1825-1882) en el año 1852.
La hélice accionada por el motor movía el conjunto a la velocidad máxima de 10 kilómetros por hora. Poco, pero era el buen camino. Había nacido el dirigible, el aerostato que, como dice la palabra, puede ser guiado en la dirección deseada.
En 1884, el dirigible “France” recorría un circuito aéreo de siete kilómetros y medio. En los años de alrededor de 1900 numerosos dirigibles fueron ideados y experimentados con éxito por Santos-Dumont, un brasileño establecido en Francia.
Evolución del dirigible o Zepelin
El hombre que perfeccionó los dirigibles y los hizo famoso fue el alemán Von Zepelin. Sus grandes dirigibles, dotados de motor de gasolina, llevaron a cabo empresas que en aquella época desataron muchas controversias.
Con su dirigible “Zeppelin I”, de 128 metros de largo, voló diversas veces. En 1900, alrededor del lago de Constanza. En 1910, con el dirigible “Deutschland”, fue inaugurado el primer servicio aéreo de pasajeros. Ahora ya no se trataba de navecillas expuestas a los caprichos del viento. Las de Von Zeppelin eran grandes aeronaves dotadas de todas las comodidades, capaces de viajar silenciosamente a 6o kilómetros por hora, velocidad que para aquella época no era de ninguna manera despreciable.
En 1920, el dirigible “Graf von Zeppelin” pudo conseguir la gesta de dar la vuelta al mundo en 21 días. Dos años después la misma aeronave inauguró la línea de pasajeros entre Alemania y Brasil. En 1926, el dirigible “Norge”, mandado por Humberto Nobile y llevando a bordo al famoso explorador noruego Amundsen, recorrió más de 4.000 kilómetros, en cuarenta y seis horas de vuelo, sobre los hielos del polo norte.
En sus mejores tiempos, el dirigible podía competir con el avión. De hecho, algunos rascacielos de Nueva York, como el Empire State Building, se diseñaron y construyeron con una terminal o “aeropuerto” para el amarre de dirigibles.
Fin del dirigible
El mismo motor de gasolina que había permitido al dirigible su existencia, estaba concediendo a las máquinas más pesadas que el aire, los aeroplanos, una supremacía cada día mayor. El fin del dirigible, que era de cualquier modo inevitable, fue acelerado por un terrible accidente.
El 6 de mayo de 1937 el dirigible “Hindenburg”, la última creación de Von Zeppelin, durante un aterrizaje en Lakehurst, en los Estados Unidos, fue destruido por un fulminante incendio. Los 35 pasajeros del dirigible murieron en la gigantesca pira.
Aquel trágico suceso, al cual siguió después de breve tiempo la segunda Guerra Mundial, puso fin a la era del dirigible. Los aeróstatos con barquilla, por el contrario, todavía encontraron algunas aplicaciones: fueron usados por Piccard para estudios en la estratosfera, y son todavía empleados para investigaciones meteorológicas.
¿Por qué se usan poco los dirigibles?
Como medio de transporte, los dirigibles o zepelines vivieron su época de esplendor en los primeros decenios del siglo XX, a pesar de que su fecha de nacimiento deba situarse cincuenta años antes.
En su época parecía que se iban a imponer de una forma definitiva, hasta el extremo de hacerles la competencia a los transportes marítimos. Pero, desafortunadamente, la desgracia que se abatió súbitamente sobre un enorme zeppelín, el 3 de mayo de 1937 (35 muertos), señaló el brusco final de los dirigibles, los ingenios que fueron definidos como «más ligeros que el aire».
El motivo de una tan rápida extinción, nada frecuente en el mundo de la técnica moderna, cabe atribuirlo sobre todo a dos causas: la poca seguridad y la poca velocidad del medio. Los aviones modernos ofrecen una mayor seguridad y su velocidad no tienen rival. Recientemente se está potenciando de nuevo su uso, como es el caso de la aeronave Airlander 10. Un dirigible comercial gigantesco que está realizando sus últimos vuelos de prueba.
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