María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena (1755 – 1793), más conocida como María Antonieta de Austria, fue una princesa austríaca y reina consorte de Francia. Se casó en 1770 con el futuro rey de Francia Luis XVI. Detestada por la corte francesa, durante la revolución francesa de 1789 fue arrestada junto a su marido y posteriormente enjuiciada y ejecutada en la guillotina. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la biografía de María Antonieta.
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Nacimiento y educación
María Antonieta Josefa Juana de Hasburgo-Lorena nació el 2 de noviembre de 1755 en Viena (Austria). Desde su nacimiento, vivió en un mundo de lujo, ternura y atenciones, dentro de la corte vienesa. Su padre, el emperador Francisco I, la adoraba. Su madre fue la emperatriz María Teresa.
El país entero, estaba embelesada por María Antonieta y no podía negarle ningún capricho. Sus dos diversiones preferidas consistían en jugar con sus numerosos hermanos por los jardines del palacio de Schoenbrunn y en esconderse de sus maestros.
Sus profesores de idiomas sólo lograron que hablara francés bastante mal y que se expresara en alemán correctamente. Pero nunca pudieron enseñarle ortografía, porque la princesa se ponía triste y los desarmaba con encantadores aspavientos. El compositor Gluck apenas consiguió hacer de ella una ejecutante mediocre del instrumento clavecín.
A los 12 años supo que iba a ser reina de Francia. Su madre se dispuso a hacer de ella una perfecta princesa parisina y le asignó dos expertos que se ocuparan a fondo de la futura cabeza real: un preceptor eclesiástico y un ilustre peluquero. El primero debía reforzar su fe y su francés; al segundo se le encomendó la no menos delicada misión de edificar en la cabellera de la infanta una versallesca torre dorada llena de bucles.
Una semana después, ambos se confesaron derrotados. El preceptor aseguraba que María Antonieta poseía un cerebro ingenioso y despierto, pero rebelde a toda instrucción. El peluquero no podía culminar su obra debido a la frente demasiado alta y abombada de la joven.
Matrimonio
María Antonieta se casó a los 14 años con el duque de Berry, delfín y futuro rey Luis XVI de Francia. A esa edad ya una deliciosa muchacha espléndidamente formada. Contaba con un exquisito rostro oval, un cutis de color entre el lirio y la rosa. Sus ojos eran azules y vivos, un cuello largo y esbelto y un caminar digno de una joven diosa.
Para el gusto francés, sólo su boca, pequeña y dotada del desdeñoso labio inferior de los Habsburgo, resultaba desagradable. El escritor inglés Horace Walpole, que apreció sus encantos durante la celebración de una boda, escribió: «Sólo había ojos para María Antonieta. Cuando está de pie o sentada, es la estatua de la belleza; cuando se mueve, es la gracia en persona. Se dice que, cuando danza, no guarda la medida; sin duda, la medida se equivoca…»
Delfina de Francia
El matrimonio con quien sería rey de Francia fue bendecido el 16 de mayo de 1770. Hubo desfiles, grandiosas fiestas y solemnidades. Poco después, por la noche, no hubo nada. Al menos eso consignaría el Delfín en su diario en la mañana del día 17: «Rien» (Nada, en francés).
Una sola y enojosa palabra que seguirá escribiendo durante siete años, hasta que María Antonieta tuvo el primero de sus cuatro hijos en 1777. Vital y poco inclinada a la santidad, se aburría soberanamente con su esposo y pronto comenzó a salir de incógnito por la noche. Oculta tras la máscara de terciopelo o el antifaz de satén, se resarcía con algo más que simples galanterías de hombres.
En cuanto al Delfín, era robusto y bondadoso, pero también débil y no demasiado inteligente. Convertido en Luis XVI a los 20 años, María Antonieta escribirá a su madre: «¿Qué va a ser de nosotros? Mi esposo y yo estamos espantados de ser reyes tan jóvenes. ¡Madre del alma, aconseja a tus desgraciados niños en esta hora fatídica!»
Reina de Francia
El 10 de mayo de 1774, Luis XVI y María Antonieta se convierten en los reyes de Francia y de Navarra. Pero María Antonieta pronto se convirtió en símbolo escandaloso de la más licenciosa corte de Europa. Trataba de agradar y de obrar con acierto, pero no lo conseguía.
Sus faltas fueron exageradas por la opinión pública y consideradas como ejemplo vivo del desenfreno de la corte. Su desprecio por la etiqueta francesa, sus extravagancias y la constante búsqueda de placeres en el fastuoso grupo del conde de Artois, así como sus caprichosas interferencias en los asuntos de Estado para encumbrar a sus favoritas.
Derrochadora, imprudente y burlona, la prensa clandestina comenzó a pintarla como un ser depravado y vendido a los intereses de la casa de Austria. La calumnia salpicaba su trono, siendo exagerada hasta el paroxismo por los libelos de la Revolución. Según los panfletos, la lista de sus amantes era interminable y sus excesos dignos de una Mesalina. Pronto fue conocida entre el pueblo con el despectivo mote de «la austríaca».
El collar de la reina
En 1785, un nuevo escándalo atribuido a su codicia vino a deteriorar su ya más que vapuleada fama. Todo el asunto giró alrededor de la más rica joya de la época. El célebre collar, realizado por los mejores orfebres de París para madame Du Barry, favorita del rey Luis XV, era una pieza insuperable.
Sus más de mil diamantes, rubíes y esmeraldas, parecían haber sido forjados pacientemente por los dioses en las entrañas de la tierra con el único fin de recibir la caricia del oro en un lugar preciso de la joya.
Muerta la Du Barry antes de que se diera fin a la obra, la condesa de La Motte, aventurera que servía en la corte y pertenecía al círculo del tenebroso conde Cagliostro, embaucó al cardenal Louis de Rohan, rico y disoluto cortesano caído en desgracia, haciéndole creer que María Antonieta deseaba obtener el magnífico collar y que, no disponiendo del dinero suficiente, estaba dispuesta a firmar un contrato de compra si él lo garantizaba.
El cardenal, deseoso de congraciarse con María Antonieta, se entrevistó con quien creía que era la reina, suplantada por una bella joven apellidada d’Oliva, accedió a su petición y el 1 de febrero de 1785 el collar fue trasladado a Versalles.
Pero no llegó a manos de la reina, sino que por una sucesión de intrigas fue a parar a la condesa de La Motte, que desapareció de París con su marido y se dedicó a vender afanosamente las gemas por separado. Una vez descubierta la estafa, la condesa aseguró que era favorita íntima de María Antonieta y esgrimió unas cartas comprometedoras de la reina falsificadas.
María Antonieta fue acusada de intrigante y ambiciosa, y aunque el juicio demostró su inocencia, la campaña política orquestada para desprestigiarla tuvo éxito. El cardenal de Rohan fue desterrado, la condesa de La Motte azotada públicamente y su esposo condenado a galeras, pero el castigo ejemplar no pudo borrar el nuevo ultraje que había caído sobre la honorabilidad de la reina.
Revolución de 1789, huida y cárcel
La caída de la monarquía francesa se fraguó en pocos meses. Ni Luis XVI ni María Antonieta comprendieron el carácter de los cambios que se avecinaban, provocando así su propia ruina. Ya no había posibilidades de reconciliación entre el pueblo y el rey. El intento de huida de los monarcas no hizo sino acentuar esta ruptura y patentizar que el país había dado la espalda a la corona.
El conde sueco Axel de Fersen, amante fidelísimo de María Antonieta, se encargó de preparar el plan de fuga con un grupo de selectos y secretos monárquicos. La familia real debía huir de París saliendo de las Tullerías durante la noche por una puerta falsa y dejando una proclama de acentos tradicionales dirigida al pueblo de París: «Volved a vuestro rey; él será siempre vuestro padre, vuestro mejor amigo.»
Sólo consiguieron llegar hasta Varennes, donde fueron reconocidos y detenidos. Cuando Luis XVI leyó el decreto que le obligaba a regresar, dijo: «Ya no hay rey en Francia». La Asamblea Legislativa no tuvo más remedio que someterse a cabecillas revolucionarios como Maximilien Robespierre y Danton. No pudo evitar el asalto por las masas de la residencia real, arrebató los poderes al rey y permitió que fuese encarcelado en la torre del Temple. Después, para la realeza, no quedaba sino un trágico epílogo.
Calvario y juicio
María Antonieta acompañó a su esposo a la prisión haciendo gala de un valor que ennobleció su figura. Mismo heroísmo demostró al aceptar con patética serenidad la separación de sus hijos y la ejecución de su esposo Luis XVI en enero de 1793. Trasladada a la Conciergerie siete meses después y encerrada en una celda sin luz ni aire, sin abrigo, vigilada en todo momento por guardias muchas veces borrachos, sus nervios estuvieron a punto de quebrarse en vísperas del juicio.
Pero resistió. Durante el proceso judicial intentó defenderse con sus últimos restos de dignidad. Contestó en términos que confundieron a sus crueles enemigos y, ante la acusación suprema de haber corrompido a sus hijos, guardó primero silencio y luego, dirigiéndose hacia el público, exclamó: «¡Apelo a todas las madres que se encuentran aquí!»
Las deliberaciones del tribunal duraron tres días y tres noches, siendo por fin declarada culpable de alta traición como «viuda del Capeto» y condenada a ser Gillotinada. El 16 de octubre de 1793, a media mañana, sería exhibida en carreta por París ante los ojos de la multitud y de Jacques-Louis David, «el pintor de la Revolución».
Muerte
María Antonieta murió el 16 de octubre de 1793 guillotinada en París. A las diez y media de la mañana de ese mismo día, el pintor Jacques-Louis David, cómodamente instalado en la terraza del café La Régence, en la parisina calle de Saint-Honoré, realizó un dibujo de la reina María Antonieta camino del patíbulo.
Sentada en una carreta e iba a ser ejecutada en la guillotina tras más de un año de calvario. La ilustración presenta a la reina como un fantoche patético tocado con una ridícula cofia de fámula bajo la cual asoman unos mechones de pelo lacio.
En sus labios, crispados por la agonía, se muestra aún un orgullo que parece desafiar a la plebe. Es un apunte cruel, en el que el artista ha pretendido desposeer a su víctima de todo residuo de esplendor o hermosura, mostrando en ella la fiera cautiva que ya no podrá ejercer más sus perversidades.
Para la multitud que la contempló ese día, María Antonieta era la encarnación del Mal. Para muchos otros fue una reina mártir y un símbolo de la majestad y la entereza. Aquel despojo que David vio pasar rumbo al cadalso había sido, sin duda, una de las reinas más bellas y excepcionales que tuvo Europa, la más primorosa joya de Francia.
Cronología de la vida de María Antonieta
A continuación puedes encontrar un resumen de la biografía de María Antonieta en forma de cronología o línea del tiempo (timeline). Así no te perderás ningún acontecimiento o hito importante de la vida de María Antonieta:
- Año 1755: El 2 de noviembre nace en Viena María Antonieta, la decimoquinta hija de la emperatriz de Austria.
- Año 1770: Contrae matrimonio con el duque de Berry, Delfín de Francia.
- Año 1774: El Delfín accede al trono con el nombre de Luis XVI.
- Año 1789: Estalla la Revolución Francesa. María Antonieta insta a su esposo a oponerse a los revolucionarios.
- Año 1792: El 10 de agosto es encarcelada, junto con Luis XVI, en la prisión del Temple.
- Año 1793: En enero el Rey es ejecutado. El 16 de octubre María Antonieta muere guillotinada ante el pueblo.
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