México es un museo vivo, es el laboratorio de antropología cultural más fascinante de América. Conocido como «el país azteca», sus centenarias tradiciones y costumbres deslumbran a todo aquél que lo visita. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de México, desde su origen hasta la actualidad. Un paseo por el tiempo, recorriendo los periodos históricos mexicanos.
Qué vas a encontrar aquí
- 1 Origen de México
- 2 Prehistórica
- 3 Aparición de la cultura olmeca
- 4 Período clásico Mexicano
- 5 México posclásico
- 6 Conquista y colonización de México
- 7 Virreinato de México (Nueva España)
- 8 Independencia de México
- 9 Historia de la República Mexicana
- 10 Reforma Mexicana
- 11 Porfiriato de México
- 12 La Revolución Mexicana
- 13 Época posrevolucionaria
- 14 Historia reciente
- 15 México en el siglo XXI
- 16 Historia de la bandera de México
Origen de México
Para poder conocer el origen de México, primero es necesario saber cómo es México y su situación geográfica. Físicamente, México (Estados Unidos Mexicanos) forma parte tanto de América del Norte como de América Central, por hallarse al norte y al sur de la falla que constituye el límite físico entre ambas Américas.
Desde el punto de vista social, forma parte de la América Latina, la cual se extiende desde México hacia el sur, hasta la Patagonia argentina. Sus tierras limitan al norte con EE.UU., y al sureste con Guatemala y Belice, y sus costas se abren ampliamente al golfo de California, al oeste, al océano Pacífico, y al este al golfo de México y al mar Caribe.
México es un museo vivo y el laboratorio de antropología cultural más fascinante de América. Suele llamársele “el país azteca«; sin embargo, no se trata de una mera asociación con las glorias de uno de los mayores imperios de la historia americana. Es algo más: una recuperación de las propias raíces después de un período colonial en el que lo indígena fue sistemáticamente negado.
El turista percibe la pervivencia de las antiguas culturas junto al sustrato hispánico, que los restos arquitectónicos imperiales conviven con las iglesias coloniales. Que los palacios coloniales se cimientan en los derruidos palacios indígenas. Y que, junto a las maravillosas esculturas aztecas u olmecas, aparecen santos policromados, hierros de hermosa forja española y suntuosos altares dorados.
El México moderno, sin embargo, se configura como heredero de varias culturas, como las mesoamericanas y forma parte de la historia española por una parte, y por la otra la de diferentes grupos que han emigrado a estas latitudes. E incluso de la norteamericana, cuya influencia se inició en el siglo XIX.
Prehistórica
Las antiguas culturas mexicanas se hallaban situadas en tres grandes áreas, de límites variables a través de los siglos:
- La septentrional, llamada Aridamérica, correspondía a las zonas predominantemente desérticas que albergaron poblaciones de economía basada en la explotación de productos vegetales y en la cacería.
- Al sur se encontraba Mesoamérica, área de climas más propicios para el desarrollo de las altas culturas. todas ellas estrechamente ligadas a causa de un común orinen y de ininterrumpidos contactos culturales y comerciales.
- Al norte se hallaba oasisamérica, que ocupaba partes del suroeste norteamericano hasta el norte de Chihuahua. Un territorio agreste, que cuenta con la presencia de la Sierra Madre Occidental y las Montañas Rocosas.
Los diversos grupos étnicos de Aridamérica evolucionaron lentamente y dejaron escasos restos culturales, en contraste con el constante y firme progreso cultural mesoamericano. Los restos fósiles indican que los primeros habitantes de México debieron penetrar hace unos 13.000 años.
Seguramente fueron grupos cazadores, principalmente en los estados norteños, Jalisco y las cuencas lacustres de México y Puebla. Antes del 7.000 a. C. entraron al parecer grupos de recolectores, que se asentaron desde el norte de México hasta Oaxaca y Chiapas.
Estos grupos poseían una cultura precerámica y ya conocían instrumentos de piedra capaces de moler, raspadores, grabadores, hachas cortas, etc. Paulatinamente llegaron a una etapa, llamada agrícola, de cultivadores incipientes. De la recolección de maíz, chile, calabaza, fríjol, etc., pasaron a su cultivo e hibridación. Existía un culto mortuorio bastante desarrollado y entre el 3.000 a. C. y el 2.000 a. C. empezaron a formarse pequeñas aldeas, con viviendas semisubterráneas.
Aparición de la cultura olmeca
Se inició en el 1500 a. de C., en pleno período preclásico inferior. En la costa del golfo de México, al sur de Veracruz y occidente de Tabasco, en una región húmeda y lluviosa, apareció una cultura, actualmente llamada cultura olmeca arqueológica, punto de arranque de la alta cultura de Mesoamérica.
Los sitios más importantes fueron Zapotes, La Venta, El Trapiche, San Lorenzo y Los Tuxtlas. Étnicamente presentaban rasgos mongoloides (Mongolia) y su arte giró alrededor de la figura del jaguar, reflejada en un dios principal de acentuados rasgos animales.
A través del comercio, la colonización y las guerras, se difundió la cultura olmeca, principalmente en la cuenca de México, Chiapas y Guatemala. Del año 800 a.C. al 200 a.C. logró este pueblo un gran desarrollo, principalmente en técnica lítica (talla lítica) y en escultura, de lo que son testimonio las cabezas colosales de piedra con cara de niño o Baby Face (como el de la imagen superior).
Empezaron entonces a formarse los centros ceremoniales que iniciaron el desarrollo urbano de Mesoamérica. El comercio se volvió más intenso y se desarrollaron los sistemas de calendarios que servirían de base a los de las otras culturas posteriores.
Período clásico Mexicano
Entre el año 100 a. C. y el siglo VIII, con variaciones de tiempo en distintas áreas, las culturas mesoamericanas alcanzaron su mayor esplendor histórico conocido jamás. El progreso de las técnicas agrícolas, a las que se añadió probablemente el regadío por medio de canales, y el cultivo intenso de nuevos productos (como el algodón) permitió el florecimiento de las grandes ciudades, convertidas en capitales de administración política y religiosa.
También ocuparon un lugar importante en el panteón los dioses llamados después Tláloc y Queizalcóatl, y su culto, con sacrificios humanos, fue importante para la cohesión social. El poder estaba en manos de la casta sacerdotal. En esta época se establecieron los calendarios de 365 días, de utilidad agrícola, y de 270, utilizado con fines mágicos y rituales. La escritura ideográfica alcanzó un alto grado de desarrollo.
Asimismo, en el Altiplano central florecieron las ciudades de Teotihuacán y Cholula, en las que se levantaron monumentales pirámides que aún hoy perduran, como la pirámide del Sol. Su influencia se extendió a Oaxaca, Guatemala, El Tajín y al occidente de México. El centro más importante del área oaxaqueña fue Monte Albán, ciudad zapoteen.
Asimismo sobresalió el área maya. Causas desconocidas dieron fin a uno de los grandes centros culturales, Teotihuacán (año 700), cuya desaparición dio comienzo a la decadencia de las majestuosas ciudades del México clásico.
Nuevos pueblos, que penetraron gracias a la desaparición de Teotihuacán, transformaron la organización política existente, cambiando los regímenes teocráticos por gobiernos predominantemente militaristas.
En consecuencia, los otomíes, de cultura mucho menos avanzada que la de los mesoamericanos. ocuparon el valle del Mezquital y la cuenca de México (650- 900), en donde recibieron la influencia civilizadora de los vecinos. Los olmecas históricos, diferentes de los llamados olmecas arqueológicos, desalojaron a los teotihuacanos de Cholula (750-800).
Los tolteca-chichimecas, pueblos nahuas procedentes posiblemente de los territorios de Jalisco y Zacatecas, iniciaron la invasión del territorio, en el que aumentarían notablemente su cultura y dominarían por un largo período en la política de los nuevos Estados.
México posclásico
En los siglos VIII y IX a la llegada de los españoles transcurrió un nuevo período caracterizado por las invasiones de pueblos septentrionales de cultura inferior, por la revitalización de la cultura, por la organización de nuevos Estados predominantemente militaristas y por la introducción de la metalurgia. De los últimos tiempos de este período son las únicas noticias históricas que pueden tenerse de la milenaria vida mesoamericana, gracias a la conservación de códices de escritura ideográfica.
Primaba dentro de las culturas aparecidas en el México posclásico la organización política preponderante que giraba en torno a ciudades aparentemente independientes. Pero en realidad jerarquizadas a partir de uniones hegemónicas de tres o cuatro Estados poderosos que dominaban varias zonas y a los que los demás debían pagar fuertes tributos.
En el área maya la zona central decayó y sus habitantes emigraron principalmente al norte de la península de Yucatán, que se desarrolló merced, en parte, a una fuerte influencia del centro de México (900-1200), pero a partir del siglo XIII entraron en una notable decadencia cultural y política.
Hacia el año 900 penetraron en zonas importantes del Altiplano central grupos nahuas (tollecas) que extendieron su dominio desde el actual estado de Hidalgo hasta el de Guerrero. La ciudad de Tula, su capital, fue gobernada por el semihistórico y semilegendario rey Quetzalcóatl, cuya desaparición originó el mito de su retorno.
Su organización militarista llevó su influencia hasta la lejana Chichén ltzá, en donde las normas arquitectónicas del Centro de México y el culto de Kukulcán (adaptación del mismo Quetzalcóatl) se combinaron con la tradición maya.
A la caída de Tula (siglo XII) heredaron su poderío Tenayuca y Azcapotzalco, pero entraron nuevos grupos bárbaros provenientes del norte. Entre ellos, el acaudillado por Xolotl (año 1224), que dominó la cuenca lacustre y fue origen del señorío de Aculhuacán (chichimecas).
En los siglos XIII y XIV las ciudades más importantes (Texcoco, Chalco, Culhuacán, Azcapotzalco) lucharon continuamente por la hegemonía. La tribu de los mexica, más conocida históricamente como aztecas (última de las llegadas a México central) consiguió fundar su capital (México-Tenochtitlan) hacia 1325 y cincuenta años después implantó su dinastía.
En el siglo XV se organizó una liga de tres ciudades (México, Texcoco y Tlaco pan) bajo la égida de México, que en menos de un siglo extendió su dominación de un océano a otro. México-Tenochtitlan se convirtió en una gran ciudad, capital de una vasta confederación de ciudades que se mantenían autónomas, pero sometidas a una tributación y a una política exterior común.
Sin embargo, la extrema complejidad étnica, el excesivo autoritarismo de la capital y los escasos intereses y sentimientos comunes fueron rasgos esenciales de esta organización política que facilitaron la conquista por los españoles. Estos encontraron una valiosa ayuda en pueblos como los totonecas y tlaxcaltecas, que esperaban beneficiarse con la ruina de los mexicanos.
Conquista y colonización de México
Las noticias sobre la existencia de un gran imperio, dadas a conocer por las expediciones de Francisco Hernández de Córdoba (1517) y Juan de Grijalva (1518), decidieron a Hernán Cortés a emprender la conquista de México. Para ello, formó una expedición de 11 naves y 600 hombres, que partió de Cuba en 1519, sin la autorización del gobernador Diego Velázquez.
Después de desembarcar en la isla de Cozumel, llegó a la región de Tabasco. Derrotando allí a algunos indígenas que le entregaron en tributo a veinte esclavas. Entre ellas Malinche (doña Marina), cuyo conocimiento de las lenguas indígenas fue de gran utilidad para los españoles.
Los aztecas enviaron a los hombres blancos una embajada, invitándoles a desistir de su avance: pero Cortés, después de fundar Veracruz, se dirigió hacia la capital azteca. Consiguió la alianza de totonecas y tlaxcaltecas, desbarató en Cholula una conjura azteca y entró en Tenochtitlan (noviembre 1519), entrevistándose con Moctezuma, a quien mantuvo como rehén.
La matanza de la más importante nobleza azteca, llevada a cabo por Pedro de Alvarado en el Templo Mayor, cuando Cortes se dirigía a Veracruz a enfrentarse con las tropas del gobernador de Cuba, Pánfilo Narváez, provocó la rebelión azteca. No solo contra los españoles sino también contra Moctezuma, que fue sustituido por Cuitláhuac, y posteriormente por Cuauhtémoc.
Una ofensiva azteca obligó a los españoles a emprender una desastrosa retirada (1520, Noche Triste). Gracias a la victoria de Otumba, pudieron refugiarse en Tlaxcala, donde reorganizaron su ejército, y sitiar más tarde Tenochtitlan, conquistada en 1521.
Tras la destrucción del imperio azteca, fueron enviadas varias expediciones que completaron la sumisión del país. En 1522 Cortés fue nombrado gobernador y capitán general. En 1527 se creó la audiencia, que ejerció la máxima autoridad hasta la creación del virreinato de Nueva España (1535).
Virreinato de México (Nueva España)
El primer virrey, Antonio de Mendoza (1535-50), procedió a la organización del territorio e intentó, sin éxito mejorar la situación de los indios con la aplicación de las Leyes Nuevas (1542), enfrentándose por ello a los encomenderos. Durante el Gobierno de Luis de Velasco (1550-65) se fundó la Universidad de México en el año 1551 y se fomentó la exploración del Mar Pacífico.
Pero el fenómeno más trascendente de los siglos XVI y XVII, fue la acusada despoblación del país. La población precortesiana, que algunos cálculos han elevado hasta 25 millones, se redujo a poco más de un millón en 1605.
Las guerras de conquista y los desórdenes económicos y sociales, un suelo esquilmado y erosionado y una población en el límite de subsistencia, indefensa frente a las enfermedades europeas o las propias del país, fueron las causas de tan drástica reducción.
Ésta, a su vez. repercutió sobre la estructura económica y social del país: desarrollo de la ganadería y de la agricultura extensiva, sobre tocio en el norte y las regiones costeras, donde muy pronto se concedieron propiedades (sitios o estancias) de varios miles de hectáreas a los colonos españoles.
En el centro y sur más poblados, explotaciones agrícolas menores, dedicadas al cultivo del trigo y de la caña de azúcar (ingenios), con empleo de esclavos negros; progresiva disolución de la sociedad indígena e incorporación de sus miembros a la sociedad española, como peones en las explotaciones.
El comercio con la metrópoli se realizó a base de la exportación de metales preciosos, cuya explotación se inició poco después de la conquista. Hasta mediados del siglo XVI la producción de oro sobrepasó a la de plata, pero desde entonces la utilización de la técnica de la amalgama revalorizó la producción argentífera, que sería ya siempre muy superior a la de oro.
Además de metales preciosos, se exportaban a España maderas tintóreas, palo brasil, campeche y lanas, recibiéndose a cambio mercurio, paños y artículos de lujo. Este comercio se realizaba exclusivamente a través de Veracruz, de cuyo puerto partía anualmente, desde 1563, una flota con destino a la metrópoli.
En la costa occidental, Acapulco tenía el monopolio del comercio con Filipinas, hacia donde partía cada año el galeón de Manila, que regresaba cargado de especias. En el siglo XVII, se unió a la disminución de la población indígena (pesies) la decadencia de las minas y la dificultad de comunicaciones con la metrópoli, a causa de la piratería.
Entonces se fijaron los rasgos de las grandes haciendas (dominios): acaparamiento de funciones de justicia y policía locales, vida de tipo patriarcal (cuando los propietarios residen en ellas). Pero los beneficios de los hacendados son pequeños, a consecuencia de las dificultades del transporte y del escaso rendimiento del suelo. Muchos de ellos deben hipotecar sus tierras a la Iglesia, que se enriquece fabulosamente.
En el siglo XVIII la coyuntura fue más favorable. La población, estancada en el siglo XVII experimentó un sensible aumento (5,3 millones de habitantes en 1800). Las minas, cedidas por la corona a particulares, aumentaron su producción. Para formar técnicos se creó en el año 1792) la Escuela de Minas.
La agricultura se extendió en perjuicio de la ganadería, exportándose harina a las Antillas y Luisiana y maderas tintóreas a Europa. La liberalización del comercio (1789) terminó con los privilegios de Veracruz y Acapulco y estimuló el desarrollo de la actividad económica de la burguesía.
Independencia de México
La prosperidad de finales del siglo XVIII no alcanzó a todas las capas sociales. Los beneficiarios fueron los 100.000 blancos que habitaban México, en especial los funcionarios españoles y los criollos aristócratas. Los primeros disponían del gobierno y controlaban el comercio de la colonia. Los segundos eran latifundistas, propietarios de concesiones mineras y altos dignatarios eclesiásticos y militares.
Los restantes blancos, criollos de clase media y bajo clero, constituían el elemento más culto de la población. Descontento de su status social y económico y opuesto a la penetración española. Este sector acogió las ideas de la Revolución francesa y dirigió en los primeros momentos la lucha por la independencia. Apoyándose en las clases populares (indios, mestizos y mulatos), que formaban la inmensa mayoría de la población.
Aprovechando la invasión de la ciudad de México por las tropas francesas y la subsiguiente crisis de autoridad, decidieron proclamar la independencia de México. No obstante, la audiencia, dominada por los representantes españoles, se opusieron y recurrieron al pueblo.
El cura Miguel Hidalgo, párroco de Dolores, con la colaboración de otros patriotas, principalmente de Allende y de Aldama, logró que el pueblo se sublevara con la promesa del reparto de tierras y la abolición de tributos (1810) y obtuvo algunos éxitos militares.
Pero su ejército, demasiado heterogéneo y muy indisciplinado, sufrió varias derrotas y él mismo fue detenido y fusilado en el año 1811. La rebelión tomó un carácter eminentemente popular, dirigida por López Rayón y, sobre todo, por el cura Morelos. Bajo cuyos auspicios se reunió un Congreso que proclamó la Constitución de Apatzingán (1814), primer intento de organización política de los insurgentes.
Sin embargo, el ejército realista, mandado por Iturbide, venció a Morelos (1815 – Valladolid – hoy Morelia). Y, aunque la lucha fue continuada por varias partidas (Mina, Guerrero), perdió su violencia. Hasta entonces la aristocracia criolla había estado de parte del Gobierno español. Pero al triunfar en la metrópoli la revolución liberal (1820) creyó amenazados sus intereses y decidió apoyar la independencia.
Iturbide, uno de sus jefes, pactó con Guerrero (plan de Iguala de 1821) el establecimiento de un gobierno monárquico independiente y avanzó victorioso hacia la capital. Obligando al virrey O’Donojú a ratificar el plan de Iguala (tratado de Córdoba 1821). El mismo año se formó una Junta Provisional Gubernativa.
Historia de la República Mexicana
La guerra de la independencia deterioró la economía de México y dejó sin resolver la oposición entre la aristocracia y la clase media, evidenciada en los debates para la formación del Congreso Constituyente. En él, la clase media consiguió la mayoría, pero no pudo impedir que sus oponentes proclamaran emperador a Agustín de Iturbide (1822) con el apoyo popular. Defensor de los privilegios del alto clero, la nobleza y el ejército.
Iturbide acalló la oposición del Congreso, sustituyéndolo por una Junta Nacional Instituyente, pero fue derrocado por el general Santa Anna, que proclamó la República Méxicana en el año 1823. Se encargó del gobierno un triunvirato que convocó un Congreso Constituyente, del que surgió una constitución federal (año 1824); Guadalupe Victoria fue elegido presidente (1824-29).
La principal característica de la República hasta el plan de Ayutla (1854-55) fue su constante inestabilidad política (cuarenta gobiernos en treinta años). Desde su establecimiento, se perfilaron dos grupos:
- Los liberales (clases medias, partidarias de la República federal).
- Los conservadores (alto clero, peninsulares y capas privilegiadas, partidarios de una República centralista).
Las luchas entre ambos grupos facilitaron la influencia británica y la estadounidense, ejercida a través de las logias masónicas, de rito escocés y yorkiano, respectivamente, y la preponderancia de los militares, continuamente sublevados contra el Gobierno en nombre de uno u otro bando.
El cuartelazo llegó a ser el medio habitual de alcanzar el poder. Para formar los ejércitos se recurría a la leva, reclutamiento forzoso de hombres, con la consiguiente sangría que ello representaba para la economía nacional. Los enrolados que lograban desertar formaban grupos (gavillas) que recorrían el país como bandoleros.
También hubo sublevaciones de indios en el norte y de indígenas en Yucatán (1847), reveladoras de la mísera condición del campesinado. En estas circunstancias no fue posible conservar la integridad territorial. El centralismo de los conservadores provocó la escisión de las provincias centroamericanas y la independencia de Texas (año 1836), conseguida con el apoyo de EE.UU.
La anexión de Texas por este país (1845) llevó a la guerra entre México y EE.UU. (1846-48), que se resolvió fácilmente a favor de EE.UU. Después de ocupar su escuadra Veracruz y vencer Scott en cerro Gordo a Santa Anna y tomar la capital en la batalla de la Ciudad de México (1847). México tuvo que firmar la paz (tratado de Guadalupe-Hidalgo en el año 1848), renunciando a Nuevo México, Alta California y parte de Arizona a cambio de una indemnización de 18 millones de pesos.
Reforma Mexicana
La derrota frente a EE.UU., creó un clima de pesimismo y desengaño, que entre los liberales se tradujo en el deseo de una definitiva ruptura del orden socioeconómico virreinal.
Después de proclamar el plan de Ayutla (1854-55), consiguieron derrocar el Gobierno conservador de Santa Anna y procedieron a la reforma de México mediante una serie de disposiciones legales:
- Leyes de Lerdo
- Leyes de Iglesias
- Constitución de 1857 (supresión de los privilegios eclesiásticos, libertad de enseñanza, etc.).
Estas medidas provocaron el plan de Tacubaya, encabezado por Félix Zuloaga, quien logró que el entonces presidente de la República, Ignacio Comonfort, se le adhiriera. Benito Juárez, que a la sazón era vicepresidente, se negó a secundar el plan y fue aprehendido por Comonfort.
El resultado de este movimiento fue que Zuloaga destituyó a Comonfort y quedó el gobierno en manos de los conservadores, iniciándose así la guerra de Tres Años o de Reforma. Los triunfos de los conservadores obligaron a Juárez a refugiarse en Veracruz, donde promulgó (1859) las leyes de Reforma:
- Secularización de los bienes del clero.
- Establecimiento del matrimonio civil.
- Secularización de los cementerios.
- Libertad de cultos.
Más tarde las fuerzas liberales, al mando de Jesús González Ortega, derrotaron en Calpulalpan al presidente conservador Miguel Marimón, y como consecuencia de ello volvió el poder a manos de los liberales (1860), y los conservadores reclamaron la intervención europea.
Gran Bretaña, Francia y España enviaron un cuerpo expedicionario (1861) con el pretexto de cobrar las deudas contraídas por el gobierno mexicano, pero sólo el ejército francés prosiguió la intervención armada y ocupó la ciudad de México en el año 1863, mientras Juárez huía a El Paso.
Se encargó de elegir gobierno una Junta de Notables, que optó por una monarquía católica en la persona de Maximiliano de Austria, coronado emperador en 1864. Pero la retirada de las tropas francesas, exigida por EE.UU., y el descontento de los conservadores, al negarse Maximiliano a devolver los bienes a la Iglesia, provocaron su caída. Juárez avanzó fácilmente hacia la capital y Maximiliano, sitiado en Querétaro, fue capturado y fusilado (1867).
Elegido presidente, Juárez impulsó las construcciones ferroviarias y la instrucción pública (1867, enseñanza primaria obligatoria; 1868, fundación de la Escuela Nacional Preparatoria) y procedió a la desamortización de los bienes del clero y de las comunidades religiosas. No obstante, subsistieron los grandes latifundios laicos, problema que heredó la Revolución. A su muerte (1872), ocupó la presidencia Lerdo de Tejada, hasta que fue derribado por la oposición conservadora (1876), encabezada por el general Porfirio Díaz.
Porfiriato de México
Desde 1877 hasta 1911, el militar Porfirio Díaz gobernó dictatorialmente el país. Aunque hasta 1884 respetó formalmente el principio de no reelección, eje de la revuelta que le llevó al poder, instalando en la presidencia a sus colaboradores Juan Méndez y Manuel González.
Su gestión de gobierno contó con el apoyo de las clases terratenientes enriquecidas con la Reforma, del ejército y de la Iglesia. Sus primeros objetivos fueron la pacificación del país y el establecimiento de un orden estable que permitiera el desarrollo y la consolidación de la riqueza de la gran propiedad.
Se llevó a cabo la construcción de una extensa red ferroviaria y la minería argentífera experimentó un considerable auge. Asimismo se impulsó y diversificó la agricultura, y el descubrimiento de yacimientos de petróleo atrajo las inversiones de capital extranjero.
En conjunto, el país conoció una época de prosperidad cuyos beneficiarios casi exclusivos fueron los ricos hacendados terratenientes, mientras la situación de las clases campesina y obrera se reducía a un nivel adquisitivo cada vez más bajo. A estos problemas vino a unirse el de las comunidades indias, cuyas tierras fueron expropiadas en gran parte, y el de la creciente corrupción del aparato político-administrativo, alentada por el reforzamiento del autoritarismo del régimen.
En 1908, Díaz manifestó a un periodista estadounidense su opinión de que México podía volver a tener una fuerza de oposición, lo que se interpretó como una invitación a los distintos grupos políticos del país a prepararse para la sucesión del porfiriato.
En torno a dichas corrientes surgió la figura de Francisco I. Madero, que apoyó sus aspiraciones en el principio de no reelección. Sin embargo, Díaz se presentó a las elecciones de 1910, y, favorecido por el aparato electoral, derrotó completamente a Madero, al que posteriormente desterró.
Madero reaccionó proclamando el plan de San Luis Potosí (5 octubre 1910), en el que, junto a la no reelección, unía otra serie de puntos basados en una eficaz reforma agraria y convocaba a la rebelión contra Díaz, iniciándose así la Revolución mexicana.
La Revolución Mexicana
Aunque no entraba en los propósitos de los antirreeleccionistas derribar el régimen, la intransigencia de los colaboradores de Porfirio Díaz y el apoyo popular condujeron, a través del enfrentamiento armado con las fuerzas conservadoras, a la formulación de planes de reforma avanzados, puestos en práctica a partir de 1917, al conseguirse la estabilidad política.
La repercusión obtenida por el plan de San Luis Potosí obligó a los Díaz a abandonar el poder (1911), después de una infructuosa entrevista con los maderistas. Se encargó provisionalmente del gobierno Francisco León de la Barra, hasta que unas nuevas elecciones dieron el triunfo a Madero (1911).
La popularidad de éste decayó rápidamente, pues no supo formular el programa de reforma agraria deseado por los sectores avanzados. Y trató con excesiva tolerancia a los enemigos de la Revolución Mexicana. Por ello tuvo que hacer frente a las sublevaciones de Zapata (plan de Ayala, 1911) y Orozco, que reivindicaban la reforma agraria.
Después de una fracasada revuelta de militares porfiristas el 9 de febrero de 1913, el comandante militar Victoriano Huerta aprovechó la confusa situación para derrocar a Madero. A quien mandó asesinar.
Huerta implantó un régimen de terror y disolvió el Congreso para sofocar toda oposición. Frente a sus arbitrariedades se alzaron Venustiano Carranza (plan de Guadalupe), Villa y Obregón. Generalizándose el movimiento revolucionario, que obligó a Huerta a huir del país (1914).
Carranza, que había dirigido la rebelión contra Huerta, se perfilaba como presidente de la República. Pero ante la oposición de Pancho Villa y Zapata (éste exigía la aplicación de la reforma agraria expresada en el plan de Ayala), tuvo que refugiarse en Veracruz. Hasta que regresó triunfante a México después de un año de lucha (1915).
Convocó entonces un Congreso Constituyente, reunido en Querétaro, que promulgó la Constitución de 1917, de carácter avanzado:
- Enseñanza laica y gratuita.
- Nacionalización de la propiedad de las tierras y aguas.
- Legislación del trabajo.
Se logró así concluir la lucha de facciones y sentar las bases de una reforma pacífica.
Época posrevolucionaria
El período de 1917 a 1920, se caracterizó por la continuación de las luchas internas. Al no ser aplicadas rápidamente las reformas sociales que fueron el ideario de la Revolución, los partidarios de Zapata se sublevaron, lo que permitió a Carranza una enérgica represión y la eliminación de aquél.
Un sector del ejército, dirigido por Obregón, se sublevó contra Carranza, que fue asesinado cuando se dirigía a Veracruz para hacerse fuerte en este estado. En 1920, fue elegido nuevo presidente el general Obregón, con el apoyo de la Confederación Obrera Mexicana. La política avanzada de este presidente provocó una serie de sublevaciones de los sectores conservadores del ejército.
En las elecciones de 1924 triunfó el candidato de Obregón. Plutarco Elías Calles, que continuó la orientación política de su antecesor y extremó las medidas antirreligiosas, provocando con ello la reacción de los sectores conservadores de la Iglesia católica. Los presidentes que se sucedieron hasta 1934 siguieron una política inspirada por Calles, que de hecho continuó rigiendo los destinos de México.
En las elecciones de 1934 resultó vencedor Lázaro Cárdenas, que desterró a Calles y desarrolló una política inspirada en los principios de la Revolución y se apoyó en el Partido Nacional Revolucionario, que gozaba del respaldo de obreros y campesinos. Dio un gran impulso a la reforma agraria, nacionalizó las compañías petroleras creadas con capital extranjero y puso en práctica amplias reformas sociales.
Historia reciente
Cárdenas fue sustituido por M. Ávila Camacho, quien moderó algunas de las medidas tomadas por su antecesor, especialmente en materia de educación. Y, aprovechó la coyuntura propicia que representó la Segunda Guerra Mundial para hacer progresar al país.
Le sucedió M. Alemán Valdés, que aceleró el histórico proceso de industrialización mexicano. Posteriormente, ocuparon luego la presidencia del gobierno de México:
- A. Ruiz Cortines (1952-1958).
- A. López Mateos (1958-1964).
- G. Díaz Ordás (1964-1970).
- L. Echeverría Álvarez (1970-1976).
- J. López Portillo (1976-1982).
- M. de la Madrid (1982-1988).
Todos ellos aseguraron la continuidad de una línea política reformista, basada en el equilibrio entre los diversos grupos socioeconómicos de la comunidad mexicana. El Partido Nacional Revolucionario (PNR), que Cárdenas había convertido en Partido de la Revolución Mexicana y se denominó a partir de 1946 Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue el dominador casi absoluto de las elecciones hasta el final de la década de 1990.
Durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari (1988-94) se produjeron la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. y Canadá (agosto 1992) y la sublevación indigenista de Chiapas (enero 1994) llevada a cabo por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Este movimiento, bajo el lema “tierra y libertad” reclamó la reforma agraria y la concesión de derechos colectivos a la población indígena.
El candidato presidencial del PRI, L. D. Colosio, fue asesinado en Tijuana en marzo de 1994, y Ernesto Zedillo fue elegido presidente de México en agosto del mismo año. La inestabilidad política y económica marcaron el período presidencial de Zedillo y deterioraron la imagen de su partido.
Después de la reforma constitucional de 1991, que modificaba el sistema electoral en beneficio de los partidos minoritarios, el PRI perdió la mayoría absoluta en las legislativas de 1997, y C. Cárdenas, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), escindido del PRI, fue elegido alcalde de Ciudad de México.
Bajo su mandato, Chiapas vivió un nuevo episodio de violencia con el asesinato de campesinos de la aldea de Acteal (diciembre 1997), perpetrado por grupos paramilitares afines a autoridades locales del PRI. Tras 70 años de hegemonía del PRI su candidato fue derrotado en las elecciones presidenciales de 2000 por Vicente Fox, líder del Partido de Acción Nacional (PAN), de orientación liberal.
México en el siglo XXI
El cambio de milenio marcó el comienzo de una nueva era para México, caracterizada por transformaciones significativas en su política, economía y sociedad. Desde el año 2000 hasta la actualidad, el país ha experimentado un viaje tumultuoso, enfrentando desafíos y logrando avances notables en diversos ámbitos.
La transición política
El año 2000 fue testigo de un hito histórico con la elección presidencial que puso fin a más de siete décadas de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Vicente Fox, candidato del Partido Acción Nacional (PAN), asumió la presidencia, marcando el inicio de una era de alternancia política en el país. Esta transición simbolizó un cambio hacia la democracia y el pluralismo, aunque también planteó desafíos en la construcción de instituciones sólidas y transparentes.
Desafíos económicos y reformas
Durante las primeras dos décadas del siglo XXI, México enfrentó desafíos económicos, incluida la crisis financiera global de 2008. Sin embargo, el país implementó reformas estructurales para impulsar su economía, centrándose en sectores como la energía, la educación y las telecomunicaciones. A pesar de estos esfuerzos, persistieron desafíos como la desigualdad económica y la informalidad laboral.
La guerra contra el narcotráfico
Uno de los aspectos más significativos y desafiantes de la historia reciente de México ha sido la lucha contra el narcotráfico. La decisión del gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) de involucrar al ejército en esta guerra resultó en un aumento de la violencia, con consecuencias devastadoras para la seguridad y los derechos humanos. Este periodo también estuvo marcado por la captura y extradición de líderes de cárteles de drogas, pero la violencia persistió durante los gobiernos posteriores.
La alternancia política continua
La alternancia política se consolidó con las elecciones de 2012, cuando el PRI regresó al poder con la victoria de Enrique Peña Nieto. Su gobierno estuvo enfocado en implementar reformas estructurales, pero también enfrentó críticas por la corrupción y la falta de avances significativos en la seguridad. Posteriormente, en 2018, México vivió un cambio político significativo con la elección de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), líder de la coalición «Juntos Haremos Historia». Su presidencia ha estado marcada por un enfoque en la austeridad, la lucha contra la corrupción y la implementación de programas sociales.
Hacia la actualidad, México enfrenta desafíos significativos, como la gestión de la pasada pandemia de COVID-19, la reactivación económica y la seguridad. La relación con Estados Unidos también ha sido un factor clave, especialmente en temas como la migración y el comercio.
Historia de la bandera de México
En el escudo de la bandera mexicana se puede observar como una serpiente se retuerce de dolor bajo el implacable pico de un águila real que se halla encaramada sobre un nopal.
La historia de la bandera de México actual se inicia en el año 1325. La profecía del dios Huitzilopochtli se había cumplido en la elevada meseta del Anáhuac (a 2.240 metros de altitud) ante los atónitos ojos de un pueblo nómada originario del norte de México: los aztecas. Según la tradición, un águila con una serpiente en el pico bajaría del cielo y se posaría encima de un cactus. Para indicar a ese pueblo emigrante dónde construir su ciudad.
En medio de una zona lacustre, en una isla de elevada altitud, se erigió la capital de los aztecas o mexicas: Tenochtitlán. Que significa «la roca del cactus», actualmente Ciudad de México. Con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968 en la capital mexicana, esta leyenda fue oficialmente reproducida sobre el escudo de armas de la bandera nacional mexicana.
En 1821, durante la guerra de la Independencia conducida por Vicente Guerrero, las tres bandas verticales, reminiscencia de la bandera tricolor francesa, habrían simbolizado las «Tres Garantías» de una nueva república:
- Color verde para la independencia.
- El color blanco para el catolicismo.
- Color rojo para la unidad entre los pueblos de Europa y América.
Otra interpretación más reciente sobre el significado de los colores de la bandera de México que el verde es de la esperanza, el blanco a la pureza y a la unidad, y el rojo a la sangre derramada por los héroes de la patria.
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