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CurioSfera Historia

Formas geométricas de Newark

Estas originales estructuras geométricas en forma de cuadrados, rectas, octágonos y círculos crea­das por el pueblo Hopewell (Ohio), situado al este de los Estado Unidos, llaman la atención de inmediato a quien las observa, y mucho más si lo hace desde el aire. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos las características e historia de las formas geométricas de Newark.

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Origen e historia de las formas geométricas de Newark

La cultura Hopewell, denominada así en referencia a una granja con ese mismo nombre situada en Ross County (Ohio), es conocida por los arqueólogos gra­cias a sus ritos funerarios, realmente extraordinarios, como lo demuestran sus complejos túmulos funerarios y sus famosas formas geométricas excavadas en el suelo.

Formas geométricas de Newark origen
Mapa del complejo de Newark

En algunos casos, dichos com­plejos, como el de Mound City, Ohio, son tan grandes que abarcan una exten­sión superior a la base de la pirámide del Sol o a la superficie del Templo de Karnak. El pueblo Hopewell tenía hábitos sedentarios e incineraba a los fallecidos. Pero los enormes monumentos funerarios estaban destinados solo para los miembros de las familias más importantes, que se enterraban vestidos con máscaras rituales y ropas ricamente elaboradas.

En el conocido Tumulto de Ohio, se hallaron restos de una mujer y un hombre con respectivas narices artificiales elaboradas con láminas de cobre. Además, la mujer estaba engalanada con un vestido con decenas de conchas decorativas a modo de lágrimas.

Los artesanos de la época fabricaban con cobre maravillosas figuritas con forma de animales y humanas. Del mismo modo, también eran expertos en el trabajo con mica y otros materiales. Con estos objetos se realizaban obsequios rituales destinados a mantener los lazos de unión entre las personas importantes de los pueblos vecinos y los mandatarios del pueblo Hopewell.

Construcción de las formas geométricas de Newark

Hacia el año 250 d. C., el pueblo Hopewell habitaba en las proximidades de la actual ciudad de Newark, en Ohio, Estados Unidos. En esa época, emprendió un gran proyecto que llevaría diversas generaciones que consistió en la cons­trucción de un complejo de túmulos y formas geométricas (un cuadrado, un octágono y varios círculos) sobre una extensión total de 10,4 km².

Vis­tos desde el aire, los túmulos y las formas geométricas dan forma a un conjunto algo caótico, difícil de inter­pretar a simple vista, aún más cuando gran parte de los mismos se encuentran actualmente debajo de un campo de golf. Los arqueólogos Victorianos Edwin Davis y Ephraim Squier estudiaron la zona en 1840, cuando todavía permanecía intacta en su mayor parte.

Posteriormente, el filósofo Robert Horn y el físico Ray Hiveley ela­boraron un minucioso plano de este monumento tan estropeado. Durante la elaboración del mismo, se percataron que cada uno de los diferentes elementos esta­ban colocados de una forma muy concreta y precisa, con las esqui­nas simétricas y orientadas de acuerdo con las estrellas.

De este modo, el octágono de Newark, con una super­ficie total de 18 hectáreas y aberturas en cada uno de los ángulos, se construyó con el diámetro del círculo conti­guo (el «Circulo del Observatorio») como referencia, de 321,3 m de longitud. Horn y Hiveley estudiaron los diá­metros de los demás círculos así como los lados y las diagonales del octágono y el cuadrado. Sorprendentemente, llegaron a la conclusión de que se utilizó en todos ellos una misma unidad de medida.

Función de las formas geométricas de Newark

Las formas geométricas de Newark tenían una función astronómica. Los estudios llevados a cabo por Hiveley y Horn demos­traron asimismo que las formas geométricas estaban ali­neadas con respecto a determinadas estrellas.

Formas geométricas de Newark función

Con ayuda de unas tablas astronómicas, los dos estudiosos calcula­ron los azimuts del Sol y la Luna en el año 250 d. C., que es cuando se cree que se construyeron las formas geométricas. Al compararlos con estas últimas y con sus ejes de simetría, observaron que no respondían a la posición del Sol. Pero que el octá­gono, en cambio, coincidía con los extremos norte y sur de la posición de la Luna en el horizonte en el momen­to de su salida en un ciclo total de 18,61 años.

Es muy proba­ble que los muros del octágono, de 1,7 m de altura, per­mitieran calcular los azimuts correspondientes con un margen de un cuarto de grado. Hiveley y Horn elabora­ron unas tablas que demostraban que el eje de la aveni­da que discurre entre el octágono y el círculo contiguo coincidía con cinco de las ocho posiciones de la Luna, y que los pun­tos de observación coincidían con cuatro vérti­ces del octágono.

Los cálculos de Newark sobre los alineamientos luna­res fueron lo bastante fiables como para permitirles predecir los eclipses de este astro, próximos a los solsticios de invierno y verano, así como los ciclos que se repetían normalmente y cada 18,6 años.

Algunos han visto en el octágono y el cuadrado, más allá de su adscripción a to­do un complejo funerario de túmulos y formas geomé­tricas, una lectura de carácter ceremonial, según la cual los Hopewell pretendían reflejar el cielo en su entorno más inmediato.

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