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Aníbal Barca

Aníbal Barca (247 a. C. – 183 a. C.) fue un estadista y general cartaginés. Fue un extraordinario estratega y era temido por sus rivales. Incluso el ejército del Imperio Romano, su principal enemigo, adoptó muchas de sus estrategias militares. Sin duda, uno de los más grandes generales que ha dado la historia. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la biografía de Aníbal.

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Juventud y ascenso

Aníbal Barca fue descrito por los romanos como un personaje cruel, pérfido y avaro. Pero la verdad es que ningún general más audaz y glorioso dio su pueblo, Cartago. El gran estratega Aníbal fue víctima de que la posteridad sólo conserve documentos provenientes del bando contrario (Roma). Aníbal puso en jaque durante años a las soberbias legiones romanas y fue el eminente vástago de una admirable casta de militares.

El padre de Aníbal fue Amílcar Barca, que lo llevaba con él a pelear cuando contaba sólo nueve años. Al quedar huérfano continuó al servicio de su cuñado Asdrúbal, y, cuando éste también murió en 221 a. C., Aníbal se puso al frente de los ejércitos que Cartago tenía extendidos por la península Ibérica.

Quién era Aníbal en la historia

Dos años después, al atacar y tomar Sagunto desató una de las contiendas más impresionantes que se entablaron durante la Antigüedad, la llamada Segunda Guerra Púnica. El historiador romano Tito Livio inicia así el relato de aquellos acontecimientos:

«Voy a narrar la guerra más memorable de todas las que han tenido lugar: voy a contar la de los cartagineses, mandados por Aníbal, cuando éstos la llevaron a efecto contra los romanos. En verdad que jamás midieron sus armas otras naciones o ciudades más poderosas. Nunca las mismas Roma o Cartago dispusieron de mayores fuerzas o poderío. No luchaban entonces sin conocimientos de la guerra, sino con la experiencia adquirida en la Primera Guerra Púnica, y la fortuna fue tan varia, y tan incierta la lucha, que salió vencedor el bando que estuvo en mayor peligro.» (TITO LIVIO, Décadas, Libro XXI, I).

Aníbal y la Primera Guerra Púnica

En el siglo III a. C., Roma y sus aliados ocupaban la península Itálica. Mientras los cartagineses dominaban el norte de África, el sur de la península Ibérica y las principales islas del Mediterráneo occidental, entre ellas las Baleares, Córcega y Cerdeña.

El primer gran enfrentamiento entre estos dos pueblos tuvo lugar cuando el siciliano Hierón de Siracusa se alió con Cartago contra los romanos. Pero la alianza fue vencida por Roma y Hierón se pasó al bando contrario.

En el 260 a. C., los romanos, que se habían dotado de modernos quinquerremes (barcos de guerra), a imitación de los de su experimentado enemigo, y utilizaban garfios en el abordaje, derrotaron a la escuadra cartaginesa en la batalla naval de Mila. Poco después, los vencedores desembarcaron en la costa norteafricana. Pero su campaña sufrió un revés en la batalla de Túnez, donde un mercenario espartano, Jantipo, a la cabeza de los cartagineses, les derrotó con una ligera caballería y aterradores elefantes como fuerza de choque.

biografía Aníbal resumen

Incluso una tempestad devastó más tarde a la flota de los vencidos mientras trataban de retirar a los restos de su ejército. No obstante, Roma se repuso de esta catástrofe. Tras infligir una gran derrota a sus enemigos en la batalla de las islas Egadas (241 a. C.), Cartago se vio obligada a renunciar a Sicilia, que se convirtió en la primera provincia romana, quedando comprometida a pagar 3.200 talentos en los siguientes diez años.

Como consecuencia de todo ello, y de la pérdida de Cerdeña, el jefe de los ejércitos cartagineses, Amílcar Barca, decide reorientar su política de expansión. Para resarcirse de las últimas contrariedades Amílcar conquista España, funda Alicante (Akra Leuke). Y, gracias a las minas de metales preciosos de Sierra Morena, puede cubrir los últimos plazos de las reparaciones de guerra con Roma (231 a. C.).

Pero Amílcar, el padre de Aníbal, muere dos años después, dejando el gobierno en manos de su yerno Asdrúbal, quien en 226 a. C. firmará el decisivo tratado del libro con Roma. Según el cual los romanos reconocen la soberanía cartaginesa al sur del Ebro mientras que Asdrúbal renuncia a cruzar el río. Asesinado el general Adrúbal por un esclavo celta en 221 a. C., su cuñado Aníbal se convertirá en el jefe supremo cartaginés.

El odio de Aníbal contra Roma

Tito Livio se hace eco en su obra Décadas del odio que Aníbal sintió desde su juventud por el eterno enemigo romano:

«Se dice que Aníbal, cuando apenas tenía nueve años de edad, había suplicado a su padre que le llevase a España. Entonces Amílcar, que estaba preparando por medio de un sacrificio a su ejército para trasladarlo a este país, llevó a su hijo ante el altar, hizo que con sus pequeñas manos tocase las ofrendas, y le obligó a que jurase hacerse enemigo del pueblo romano, todo lo antes que pudiera, porque aquel espíritu altivo estaba dolido por la pérdida de Sicilia y Cerdeña» (TITO LIVIO, Décadas, Libro XXI, I).

No obstante, la descripción que el romano nos hace de este general singular y tan temible para su pueblo, también está trufada de admiración. Desde sus primeras intervenciones en la batalla, Aníbal se había ganado el respeto de sus soldados, porque nadie parecía estar a la vez más dotado tanto para mandar como para obedecer.

Hubiera sido difícil saber quién le quería más, si su general, que era a la vez, su padre, o el ejército que estaba llamado un día a servir bajo sus órdenes. Su comportamiento era a menudo intrépido e infaliblemente se ponía a la cabeza de los golpes militares más audaces.

Pero si era increíblemente atrevido a la hora de soportar los peligros, también era sorprendente la prudencia que demostraba en ellos. Gozaba de una naturaleza inagotable, resistente hasta lo inhumano, al calor y el frío; su cuerpo no parecía conocer la fatiga ni su espíritu el abatimiento.

Era muy templado en sus hábitos gastronómicos y jamás comía por placer, sino solamente lo necesario para cubrir sus necesidades. Trabajaba día y noche, pero cuando tenía un momento de asueto se paraba a descansar en cualquier parte, sin que le resultaran imprescindibles la dulzura y el silencio del lecho.

Frecuentemente se le veía tendido en el duro suelo, el rostro cubierto con un casco de soldado y no lejos de los centinelas. Vestía modestamente y sólo sus armas y sus caballos eran excepcionales. Sobresalía entre los jinetes, aunque era también el mejor de los infantes: salía el primero a combatir y regresaba el último.

Pero, además de estas virtudes, Tito Livio atribuye a Aníbal «feroz crueldad, perfidia más que púnica, ninguna franqueza, ningún pudor, ni sombra de miedo a los dioses, ningún respeto a la fe del juramento y ninguna religión» (TITO LIVIO, Décadas, XXI, IV).

El historiador no podía pasar por alto tan espectaculares defectos, que tal vez fueran reales. Pero que, más probablemente, forman parte de la leyenda negra con la que trata de infamarse siempre a los grandes hombres que son al mismo tiempo grandes enemigos de la patria del interesado cronista.

El sitio de Sagunto

Tan pronto como fue nombrado general en jefe de las tropas cartaginesas, Aníbal emprendió la conquista de Sagunto. Pero sabedor de que este acto suponía entrar en conflicto abierto con los romanos, tomó primero el territorio de los olcados, y redujo y saqueó su opulenta capital, Carteya.

cuántas batallas venció Aníbal

Su propósito era someter todo el territorio que se encontraba al sur del río Ebro para aislar a los saturninos, quienes pidieron socorro a Roma. El Senado romano dudaba, no queriendo romper el tratado de paz, y las opiniones se dividían entre quienes eran partidarios de un ataque conjunto por mar y tierra, y quienes, más cautos, recomendaban esperar.

Por su parte, Sagunto mantuvo su fe en las alianzas hasta el extremo de costarle la ruina. La ciudad era, con mucha diferencia, la más importante y poderosa de aquel país, estaba situada no lejos del mar y contaba con una enorme población, pero de poco le valió todo esto.

Aníbal penetró con un ejército formidable en el rico territorio, acaso con unos ciento cincuenta mil hombres, arrasó sus campos y atacó la ciudad por numerosos puntos a la vez. Un ángulo de la muralla se adelantaba en un valle más llano y desprotegido que el terreno aledaño.

Por ahí Aníbal se propuso utilizar el ariete, pero como los defensores eran conscientes de que se trataba de su flanco débil, habían reforzado los muros en ese tramo y dispuesto en aquella zona una torre inmensa.

Una lluvia de dardos alejaba reiteradamente a los asaltantes. A veces, los saguntinos salían a campo abierto para lanzarse contra el enemigo dando prueba de insólito arrojo, y en una ocasión en que Aníbal se acercó demasiado a la muralla fue herido en un muslo causando la alarma y la confusión entre sus hombres. Así las cosas, el resultado de la contienda permaneció incierto durante algún tiempo. Por un lado, los cartagineses consideraban inminente la victoria. Y, por otro, los saguntinos defendían desesperadamente con sus cuerpos los trozos derruidos de muralla.

quién fue Aníbal de Cartago

Además, los sitiados contaban con una eficacísima arma arrojadiza llamada falárica, una especie de jabalina de abeto con un extremo largo de hierro. Ésta era capaz de atravesar la armadura y el cuerpo del enemigo o de causarle, en caso de que quedara clavada en el escudo, un espanto terrible. Llevaba fuego en el centro, y las llamas encendidas en la estopa empapada en pez se avivaban con la velocidad y el aire.

Por fin, un saguntino llamado Alcón se entrevistó secretamente con Aníbal para ofrecerle una paz honrosa. Pero las condiciones que exigió el militar cartaginés eran abrumadoras. Si se entregaban, les concedía la vida y la posibilidad de abandonar Sagunto con un solo vestido, pero debían entregar al vencedor todo el oro y la plata públicos así como el de los particulares.

A ese pueblo humillado se le designaría más adelante un lugar donde establecerse. Alcón, que había ido como mediador, se convirtió entonces en desertor y se quedó con el enemigo alegando que sus compatriotas le matarían si tenía la osadía de proponer una paz a tan elevado precio.

No obstante, esta proposición fue hecha a los saguntinos por Alorco, un soldado de Aníbal que había sido en el pasado huésped y amigo de aquel pueblo. Atravesó las fortificaciones y pidió entrevistarse con el pretor. Fue recibido por el Senado y a su alrededor se congregó una gran multitud.

Cuando los senadores hubieron oído la propuesta, se precipitaron a sus casas. De allí tomaron todo el oro que poseían, así como todas las riquezas públicas. Inmediatamente las arrojaron a una gran pira de fuego encendida en la plaza. Después ellos mismos y sus familias se lanzaron a ella y dejaron que las llamas les consumiese. Mientras, los últimos bastiones de la ciudad eran abatidos y Aníbal entraba victorioso en Sagunto.

Aníbal y la Segunda Guerra Púnica

Después de estos acontecimientos, los romanos se decidieron por fin a hacer valer su alianza con Sagunto. Pese a hallarse esta ciudad en el área cartaginesa, al sur del Ebro, y contravenir con ello el acuerdo firmado con Asdrúbal en 226 a. C., exigieron su devolución y la entrega de Aníbal.

cronología vida Aníbal

La rotunda negativa de Cartago significó el recrudecimiento de las hostilidades entre los dos grandes pueblos del Mediterráneo. El plan romano consistía en atacar al mismo tiempo Hispania y el norte de África, partiendo de Sicilia, pero su enemigo les sorprendió con la más aventurada y genial de las estrategias. Tras dejar Hispania a cargo de su hermano Asdrúbal Barca, Aníbal intentó invadir Italia por tierra. Con cincuenta mil hombres, nueve mil caballos y treinta y siete elefantes se aprestó a atravesar audazmente los Pirineos.

Por medio de alianzas, Aníbal se ganó el favor de la mayoría de los galos, quienes le permitieron avanzar por su territorio como huésped y no como enemigo, y cuando algunos le presentaron batalla, los venció. Pero su ejército pasó grandes trabajos para cruzar los Alpes: hombres y bestias rodaban sin cuento por el abismo desde los estrechos desfiladeros. Casi la mitad de las tropas perecieron.

A finales de septiembre de 218 a. C., no obstante, el exhausto contingente entró en el valle del río Po. La aventura había durado unos cinco meses, el paso de los Alpes quince días y habían sobrevivido sólo 20.000 infantes y 6.000 jinetes en un estado desastroso.

Para Aníbal era vital que los galos indecisos se pasaran a su bando, y por lo tanto, apenas sin tomarse respiro, asedió Turín y tomó la ciudad en tres días. A partir de ese momento, su caballería dio muestras de una asombrosa eficacia: venció en ese mismo otoño a los romanos en la batalla junto al río Tesino, y en diciembre en Trebia. Entonces, los galos se aliaron con los cartagineses y se levantaron en armas contra Roma.

Las victorias de Aníbal se sucedieron y el terror que esto causó en Roma hizo que, tras la batalla entablada junto al lago Trasimeno, se eligiera como dictador a Quinto Fabio Máximo, quien conduciría la guerra con criterios defensivos.

Ello no impidió que el 2 de agosto de 216 a. C. los romanos sufrieran en la batalla de Cannas la máxima derrota de su historia. La caballería cartaginesa cercó las alas del ejército romano, provocando la muerte de casi cincuenta mil soldados enemigos. Este fue el momento de mayor esplendor de la campaña de Aníbal.

La muerte de Aníbal

Luego sus ejércitos quedaron paralizados en Campania al no recibir ayuda para continuar su empresa. Se alió más tarde con Filipo V de Macedonia; conquistó Tarento en 212 a. C.; intentó tomar Roma, pero abandonó Italia reclamado por Cartago tras un largo período de dificultades.

Aníbal fue vencido en la batalla de Zama, quedando allí aniquilado el ejército cartaginés. Aunque atribuyó su derrota al egoísmo e incomprensión de los dirigentes cartagineses, de quienes no había recibido socorro. Pero lo cierto es que los avances del ejército romano en otros frentes estaban cambiando el signo de la guerra.

En 195 a. C. tuvo que huir a Tiro, en el 188 a Creta y, después a la corte de Prusias en Bitinia. Allí los romanos, convertidos ya en la potencia hegemónica del Mediterráneo oriental, consiguieron que les fuera entregado. El orgulloso Aníbal había pasado demasiadas penalidades como para acatar este infamante destino. Había sufrido numerosas heridas en combate, había salvado los crudos inviernos y los riscos de las altas montañas.

Cruzando los neblinosos pantanos de Elturia, cuando los soldados no encontraban ningún lugar seco donde descansar su extenuación excepto los cadáveres de los caballos, él, montado en el único elefante que le quedaba, había sobrevivido a costa de perder un ojo. Antes que caer en manos de los enemigos contra los que se había juramentado desde niño. Aníbal se envenenó antes de ser apresado.

Cronología de la vida de Aníbal Barca

A continuación puedes encontrar un resumen de la biografía de Aníbal en forma de Cronología o línea del tiempo (timeline). De este modo, podrás ver rápidamente todos los acontecimientos históricos más importantes de la vida de Aníbal Barca:

  • Año 247 a. C.: Nace Aníbal, hijo del general y estadista cartaginés Amílcar Barca.
  • Año 238 a. C.: Sigue a su padre en las campañas de la península Ibérica.
  • Año 229 a. C.: Muere Amílcar Baica en Elche.
  • Año 221 a. C.: A la muerte de su cuñado Asdiúbal, Aníbal es proclamado jefe de los ejércitos.
  • Año 219 a. C.: Aníbal pone sitio a Sagunto. Inicio de la Segunda Guerra Púnica. Emprende la extraordinaria aventura de llegar a Italia por tierra.
  • Año 218 a. C.: Bate a los romanos en Trebia.
  • Año 211 a. C.: Fracasa en su intento de tornar Roma.
  • Año 202 a. C.: Es derrotado en Zama.
  • Año 195 a. C.: Huye a Tiro y se refugia en la corte de Antíoco el Grande, rey de Siria.
  • Año 188 a. C.: Antíoco lo deja huir a pesar de las exigencias de los romanos. Se traslada a Creta y luego a la corte de Prusias de Bitinia.
  • Año 183 a. C.: Para evitar ser entregado a los romanos se envenena en Bitinia.

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