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Historia del bronceador y del protector solar

En algunas épocas, tener la piel blanca como la leche, era signo de pertenecer a la alta sociedad. Y en otros tiempos, tenerla bronceada o morena ha sido tendencia y la última moda. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia del bronceador y la historia del protector solar.

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Origen del bronceador

Combatir los nocivos efectos de los rayos del sol sobre la piel ha sido un problema que se ha tratado de solucionar a lo largo de la Historia. Se han utilizado ungüentos y cremas opacas muy parecidas al moderno óxido de cinc que conseguían alguna protección. Pero, casi no combatían las quemaduras solares sobre la piel.

Eran razones prácticas las que hicieron conseguir un remedio a los daños de la acción solar y evitar irritaciones. Además debes saber que broncear la piel era algo ajeno al gusto o a la estética del mundo antiguo, y por tanto, se trataba de evitar que la dermis se oscureciera de diversos modos.

Historia del bronceador y del protector solar

El bronceador en el Antiguo Egipto

Es sabido que los antiguos egipcios adoraban al sol, pero también eran conocedores de sus efectos nocivos. Por este motivo, y con el propósito de evitarlos, se sumergían en el agua desconociendo que esta acción incrementaba el problema del que querían huir.

También recurrieron a compuestos orgánicos y cremas como el barro del Nilo y el excremento de cocodrilo, que se aplicaban sobre las zonas a proteger. Han llegado hasta nuestros días recetas o fórmulas escritas en papiros que hacen referencia al cuidado de la piel.

El bronceador en la Grecia Clásica

El color de la piel tuvo una importante importancia social en la tradición occidental. Por ejemplo, en la Antigua Grecia el blanco fue color de clase social alta y adinerada. Mientras que mientras más oscura o bronceada se tenía la piel, la persona tenía menor consideración social o valor.

Historia del bronceador Antigua Grecia

Hasta tal punto era de este modo, que incluso en la Biblia se puede encontrar fragmentos donde se indica que el moreno no era color bien visto. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en el conocido versículo quinto del capítulo primero del libro Cantar de los cantares, donde se lee: “Negra soy, o morena, hija de Jerusalén, pero bien parecida. No reparéis en que soy morena, porque me ha robado el Sol mi color cuando pusiéronme a guardar las viñas.”

Es decir: el color tostado de la piel pertenecía a una obrera del campo, no a una persona criada en casas señoriales o en un palacio, protegida de las quemaduras producidas por la acción solar por parasoles y toldos.

El bronceador en la Antigua Roma

En la Antigua Roma, el número de ciudadanos de piel blanca o rubios era muy elevado. Sin embargo un negro raramente accedía a la manumisión (ser un ciudadano libre). Del mismo modo, en la subasta de esclavos, las mujeres esclavas que tenían su piel blanca eran llamadas “limpias” y solían costar hasta el doble que los esclavos de piel turbia o morena.

Historia del bronceador Antigua Roma

En tiempos del Imperio Romano, incluso corría la falsa creencia de que las personas de raza negra podía tiznar o manchar de negro con su sudor, y circulaba la estúpida creencia de que las personas de aspecto pálido no olían ni sudaban como sucedía con las de raza oscura. Como puedes ver, desde su origen, el hombre otorgó al color de la piel una consideración fundamental.

El bronceador en la Edad Media

No obstante, la Edad Media fue algo menos rotunda en este aspecto, aunque se tenía prevención contra la gente de piel ya que se tenía la creencia que los negros procedían de Cam, hijo de Noé que por haberse reído de él, Noé le dijo: “Tu descendencia será esclava de todo el mundo, de los hijos de Sem y Jafet serán siempre servidores”. Una maldición bíblica que tuvo repercusiones durante cientos de años y que fue asumida socialmente asumida: de aquellos polvos vienen los lodos del racismo.

Época moderna y contemporánea

Durante los siglos posteriores, la obsesión por la palidez llegó a extremos absurdos. Tanto es así, que los nobles y las cortesanas del periodo Barroco se embadurnaban la cara con polvos de arroz, ungüentos blanqueadores y otras sustancias con el objetivo de adquirir un aspecto mortecino: la tendencia era huir del bronceado. También fue moda añadir al rostro algún falso lunar.

Quién inventó el bronceador

De este modo, hasta la llegada del siglo XIX, la piel blanca o casi pálida, era sinónimo de elegancia y distinción, de pertenecer a una clase alta. Mientras, el color dorado o tostado de la piel indicaba pertenecer a una clase social trabajadora o proletaria.

Como curiosidad, el concepto de “ser de sangre azul’ procedía del color transparente de la piel blanca, ya que permitía ver debajo las venas azuladas. En cambio, la piel expuesta al sol o a la inclemencia de un medio agresivo no dejaba ver debajo absolutamente nada: las personas con esta condición y circunstancia no tenían “sangre azul”.

historia de la crema bronceadora

Pero a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, esto cambió radicalmente. El bronceado o moreno obedece a un gusto estético acorde con un fenómeno social surgido en América y Europa a finales del siglo XIX, fenómeno que puso de moda el bronceado. Efectivamente, nos referimos al auge que tomaron a principios del XX las vacaciones en el mar, destino fácilmente alcanzable porque el ferrocarril potenciaba el acceso a las playas.

El ferrocarril primero, y el automóvil después, trasladaron a orillas del mar a millones de personas de todo estado social y condición. Signo evidente de que se había estado de vacaciones en el mar era lucir un bonito bronceado. Estar moreno o morena pasó en muy poco tiempo de ser considerado algo negativo a ser un símbolo externo de estar a la moda.

Al principio, era complicado broncearse adecuadamente ya que el bañador cubría prácticamente casi todo el cuerpo. Pero a partir del año 1930, el traje de baño comenzó a ser más pequeño y acortarse, hecho que hizo necesario cada vez más buscar remedio contra las quemaduras.

origen de la crema bronceadora

Obviamente, en aquellos tiempo no existían las cremas protectoras. Nadie había previsto el gran negocio que comportaría aquel producto aún inexistente. El bronceador fue fruto de la necesidad, y como en tantos otros grandes inventos del hombre, su primera aplicación fue de carácter militar.

Historia del protector solar

El origen del protector solar va estrechamente relacionado con el origen del bronceador. Lo encontramos en los soldados americanos destinados en diferentes zonas del océano Pacífico, que exigieron a sus superiores una protección contra el sol tropical durante la Segunda Guerra Mundial. Al estar muchas horas bajo el sol sufrían quemaduras e irritaciones en su piel.

origen de las cremas protectoras solares

Era necesario neutralizar los nocivos efectos de los rayos de sol, y lo primero que se descubrió fue el aceite de parafina, un subproducto inerte derivado del petróleo que se obtenía tras haberse refinado la gasolina y que reunía las todas propiedades deseadas. En este caso muy similar a la vaselina.

Este primer protector solar de la historia tenía un color rojizo debido a la presencia de un pigmento que impedía el paso a los rayos ultravioleta. Dada su efectividad, las fuerzas aéreas norteamericanas distribuyeron este protector solar entre sus pilotos, y de este modo empezó la industria del bronceado.

Uno de los científicos que más trabajó para conseguir un protector solar y bronceador fue Benjamin Green. Vio claramente las múltiples posibilidades de este producto en tiempos de paz, y que finalizada la Segunda Guerra Mundial desarrolló una crema bronceadora y protectora nueva, de color blanca, que perfumó con esencia de jazmín.

primer bronceador de la historia

Aquella loción daba a la piel un tono cobrizo, por lo que llamó al producto Coppertone y se lanzó al mercado en el año 1944. Se hizo famosa la niña de Coppertone que aparecía en los carteles publicitarios como el que puedes ver en la imagen. Su éxito fue tal que rápidamente muchos imitadores sacaran cremas solares bronceadoras similares al mercado.

Entre todos ellos, cabe destacar el fundador de L’Oréal, Eugene Schueller (1881 – 1957), que creó Ambré Solaire. También es remarcable la firma ROC que en el año 1954 creó lo que bautizó como “pantalla total” para proteger la piel del rostro y a la vez broncearla.

primer protector solar historia

Un año después, en 1955, el austriaco Schulz hablaría ya del concepto de índices o factores de protección solar. La gente quería que el sol se le “pegase” al cuerpo, quería ligar bronce. Y, para acelerar el proceso, los Laboratorios Goupil sacaron al mercado el Bergasol (nombre un tanto desafortunado) a principio de los 1970.

primeros bronceadores

Nadie quería volver pálido de sus vacaciones; el blanco no estaba de moda, y pasó a ser signo de lo contrario que antaño fue: ahora estaba blanco el que no había tenido vacaciones, el “pobre” que se había quedado en casa. También para estas criaturas se inventó en 1981 un producto de prebronceado: el de Germaine Monteil.

El gusto por el moreno avanzaba entre la gente importante. Los aparatos o máquinas ultravioleta (más conocidas como máquinas de rayos UVA), se pusieron de moda para paliar los peligros de una exposición excesiva al sol.

En el año 1986 se inventaron las primeras cabinas para broncear: la Visabronze. Fue obra del francés Jean-Louis Diot, equipada con dos “quemadores” de alta presión de 1.000 vatios. Con dispensador de gafas protectoras y un filtro UEB.

primera máquina bronceadora

Cada sesión duraba 20 minutos y aseguraba un bronceado de rostro y escote. Con este invento, ya no era necesario viajar ni salir de casa para dar la impresión de haber veraneado en la costa de moda. Pero como hemos comentado al principio, siempre hubo gustos para todo; el rubio y pálido predominó en una época, y lo moreno en otra.

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