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CurioSfera Historia

Machu Picchu

La antigua ciudad fortificada de Machu Picchu («montaña vieja» en español) estaba dedicada al sol y los astros. Construida por el rey inca Pachacutec a mediados del siglo XV, todavía hoy, sus ruinas nos sorprenden. Por su espectacularidad y elevada ubicación, es única en el mundo. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos el origen e Historia de Machu Picchu.

Ver el origen de la Ciudadela de Chan Chan

Cuándo se construyó el Machu Picchu

Machu Picchu se construyó el año 1450 aproximadamente, es decir, en el siglo XV. Machu Picchu fue construido por órdenes del emperador inca Pachacutec. En este periodo, la civilización inca se hallaba en una época de gran expansión y desarrollo.

Esta pequeña ciudad fortificada no era muy importante dentro de la antigua civilización incaica. Era una más de las edificaciones construidas a una distancia media de 15 km unos de otras, para así poder defenderse de los ataques de las tribus salvajes de la selva.

Pero la importancia del Machu Picchu no radica en su antigüedad. De hecho, cuando los incas aparecen en el horizonte de la historia ya hacía miles o cientos de años que se habían construido la Esfinge de Giza, el Partenón de Atenas o la gran muralla china.

Qué era la ciudad de Machu Picchu

Pero, pese a su “modernidad”, Machu Picchu es una de las maravillas de nuestro mundo. Su belleza reside precisamente en esta misteriosa capaci­dad que posee para sugerir el mito y la fábula.

Cuando se habla de arqueología sudamericana conviene poner las cifras sobre el tapete. Porque, por un extraño fenómeno, el europeo tiende a suponer que todo el arte inca se remonta a una confusa prehistoria en la que se producían extraños milagros.

Evidentemente, una obra de tales dimensiones como es ésta no pudo ser concebida sin el empuje de la fuerza creadora de un depu­rado pensamiento místico. Por eso es posible que todas las leyendas sobre el origen de Machu Picchu tengan un fondo histórico: que fueran el anuncio del esplendor de un pueblo que había elevado su concepto del mundo a la altura del universo cósmico.

Cuándo se descubrió Machu Picchu

Olvidada durante siglos de silencio, el descubrimiento de Machu Picchu se debe al arqueólogo norteamericano Hiram Bineham, que la encontró en julio de 1911. Al estar construida enteramente en piedra, tras el abandono de sus antiguos habitantes, ha conseguido llegar a nuestros días casi intacta. Su rastro se había perdido desde el siglo XVI, cuando las represalias tomadas por el virrey Francisco de Toledo obligaron a los últimos sacerdotes que la habitaban y la regían a ocultarse para siempre.

Construcción del Machu Picchu

Como hemos dicho, Machu Picchu es una ciudad construida cerca del cielo, rodeada por altos muros de más de un metro de espesor. Fortaleza poblada de espíritus y de mágicos silencios. En su perímetro se rindió culto al Sol, a la Luna, a las nubes y a las estrellas.

Junto a las viviendas comunes que contaban con techos inclinados de hierba, existía una serie de templos y palacios de diferentes estilos, cuarteles para los soldados y cisternas para el agua. Los incas la construyeron como avanzadilla defensiva de su capital, como esla­bón de una serie de fortalezas que rodeaban el Cuzco.

cuándo se creó Machu Picchu

Las viviendas de Machu Picchu se apiñaban a lo largo de las calles cortadas en escalones que ascien­den entre las terrazas destinadas a los cultivos. Desde lo alto del puesto de guardia superior, los soldados vigilaban el paso del Urubamba. Pero todavía no se sabe cómo sus habitantes consiguieron alzar estas rocas gi­gantescas por encima de los preci­picios, entre terribles tormentas de viento y de agua. Quizás por eso mismo adoraron al trueno, al gra­nizo, al viento y a la roca.

Sólo unos hombres como ellos, someti­dos a una disciplina feroz, pudie­ron levantar este santuario fortifi­cado entre las nubes. No es extraño, pues, que se sintieran también capaces de amarrar los rayos vivi­ficantes del Sol a una roca gigan­tesca a la que dieron el nombre de Intihuatana.

Una leyenda dice que el Qoriq’ente, pájaro de oro que canta en el paraíso, transmitió a los hom­bres el secreto de convertir las piedras en barro. Otra fábula nos cuenta que un dios trocó a los hombres en piedras para que otros hombres los arrastraran, a golpe de látigo, hasta las cumbres de Machu Picchu.

Es verdaderamente una pena que ninguna tradición humanista y clemente haya cantado el trabajo doloroso de estos artesanos que labraron las piedras con su sudor, puliéndolas una contra otra y las arrastraron después sobre rodillos porque no conocían la rueda.

Las ruinas de Machu Picchu

Cuando los viajeros se asoman a las ruinas de Machu Picchu se creen transportados más allá del tiempo. A una época en que la prosa de la realidad todavía no se había inventado. Machu Picchu no tiene edad: es una ciudad en el cielo.

Cabe destacar la presencia colosal del pico de Huayna Picchu, que domina la vista de la ciudad. También son sorprendentes las oscuridades de la tumba imperial, las garitas donde montaban guardia los sol­dados imperiales, o los altares dedica­dos al Sol.

Nos cuenta la Historia que, cuando los españoles entraron en el Cuzco, las vírgenes del Sol que cuidaban del templo sagrado de la ciudad escaparon hacia Machu Picchu. Allí vivieron ocultas hasta su muerte. Allí se educó también el joven Felipe Túpac Amaru, que intentó sentarse en el trono de sus padres, pero que nunca llegó a reinar y perdió la vida a manos del virrey Francisco de Toledo.

Las ruinas de la ciudad sagrada conservan la magia de todo este pasado. Su vida se fue apagando poco a poco, como el llanto de las doncellas imperiales que asistieron al crespúsculo del incario y a la muerte de los hijos del Sol. Pero la historia corre todavía, converti­da en lágrima, por las acequias de sus caminos. Machu Picchu es, como Versalles en la cultura europea, el centro de una mitología solar. En este aspecto los incas fueron precursores de las grandes utopías del siglo XVII, que cantaban los fastos de la ciudad del Sol.

La joya de la arqueología peruana

La arqueología peruana es extraordinaria­mente rica. Por todos los rincones del país aparecen diseminados los restos de las antiguas culturas. De Cajamarca hasta Ica encontramos las huellas de la cultura chavín, que se desarrolló ocho siglos antes de la era cristiana.

En la región de Paracas floreció, alrededor del siglo I, una civilización que se distingue por la riqueza de sus tejidos. Y a partir de los siglos III y IV nos encontramos ante la expansión de las culturas mochica y nazca, que crearon magníficas obras de ingeniería hidráulica en la zona árida peruana.

Todas estas culturas desaparecieron prema­turamente abortadas, o cayeron, a mediados del siglo XV, ante el avance de los incas. Un pueblo de férrea organización que se había ido desarrollando en los alrededores del Cuzco hasta crear un imperio de 5.000 km de lon­gitud.

A lo largo de los famosos cami­nos incaicos, por donde viajaban los chasquis o correos, encontra­mos numerosos restos de esta severa civilización basada en una estricta organización social. Pero el gran santuario inca que sobrepa­sa en grandeza a todas las ruinas del imperio (desde Ollantaytambo a Sacsayhuamán) se levanta, como un nido de cóndores, sobre el granítico cañón del Urubamba, en las primeras avanzadas de la selva.

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