Se dice de ella, que es la máquina más sencilla del mundo. Desde su descubrimiento, no ha hecho otra cosa que aportar al avance de la civilización humana, y aún en la actualidad lo sigue haciendo, pero puede que no conozcas la historia de la palanca. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos su origen, quién inventó la palanca y su evolución.
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Origen de la palanca
Una palanca parece la cosa más simple del mundo. Realmente sí es simple, pero en sentido literal, no en un sentido despectivo. La palanca se considera la máquina más simple que existe, pero no deja de ser una máquina. Por definición la palanca es un mecanismo que nos permite multiplicar la fuerza que aplicamos en un momento determinado.
A partir de la palanca y de un plano inclinado se pudieron construir todo el resto de máquinas, por lo que, en cierto modo, cuando contemplas alguna maquinaria, no importa lo compleja que parezca, sólo estarás mirando una simple palanca mucho más evolucionada. Por su extrema simplicidad, seguramente la primera vez que se usó la palanca no fueron conscientes de haber hecho nada especial. Simplemente, una palanca consiste en:
- Repartir por una barra un punto de apoyo.
- Un lugar donde aplicar una fuerza.
- Otro lugar donde esta fuerza queda multiplicada.
Arrastrar alguna carga sobre postes, ya era una aplicación de la palanca. Aquella camilla hecha con un par de maderas que permitía llevar un animal muerto o un compañero herido era una de las primeras palancas.
Quién inventó la palanca
Se puede pensar que el inventor de la palanca no tiene mucho mérito. Al fin y al cabo, el principio de la palanca es un hecho de la física que los humanos simplemente aplicamos. En realidad no lo hemos hecho sólo los humanos: hay chimpancés que utilizan ramas de madera como si fueran palancas para conseguir comida.
Pero sería injusto no reconocer el mérito de aquellos primeros homínidos que encontrar la manera de ampliar la fuerza que hacían gracias a un principio físico. Si no ha habido máquinas en la tierra durante tres mil millones de años, que finalmente un organismo encontrara la manera de hacerlo una, por simple que fuera, fue un hecho absolutamente extraordinario.
Poco a poco fueron dando formas diferentes a las palancas y salían utensilios diferentes. Una palanca era el sistema que hacían servir en Mesopotamia hace 3.000 años para sacar agua de los pozos. Una palanca, que siglos después se llamó palanca romana, se utilizaba para pesar cosas.
Pero también los carros egipcios con los que se paseaban los faraones eran simples aplicaciones de la palanca a las que habían puesto ruedas. De hecho, el matemático griego Arquímedes dijo: “Dame un punto de apoyo y moveré el mundo”.
En realidad, la palanca es un mecanismo tan sencillo que la naturaleza ya la había inventado mucho antes que nosotros nos detuviéramos a pensar cómo hacer más fuerza. Después de todo, nuestros brazos no dejan de ser una aplicación de la palanca. Y cuando hablamos o masticamos, cada vez que abrimos y cerramos la boca, hay una palanca, formada por el hueso de la mandíbula, que entra en acción.
De modo que, aunque no las vemos, de palancas tenemos en todas partes: cuando pulsamos una tecla del ordenador estamos empujando una palanca, si cogemos unas tijeras estamos cogiendo unas palancas afiladas, y en la construcción puedes ver en los solares las grúas, que no son otra cosa que grandes palancas.
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Fuentes y bibliografía
– ASIMOV, I. (2003). Momentos estelares de la ciencia. Madrid. Alianza Editorial.
– BALAGUER, E. (2008). Grandes personajes: inventos e ideas que cambiaron el mundo. Alcobendas. Editorial LIBSA.
– BLANCO, C. (2007). Mentes maravillosas que cambiaron la historia. Madrid. Ediciones Dauro.
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– MESSADIÉ, G. (1995). Los grandes descubrimientos de la ciencia. Madrid. Alianza Editorial.
– RIVAL, M. (2000). Los grandes inventos. Barcelona. Grupo Planeta.
– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: FEBRERO DE 2020