En los últimos años está de moda que los hombres de cualquier edad lleven barba. Además, debe estar muy cuidada, recortada y acicalada. Pero temas estéticos aparte, en la antigüedad, era algo totalmente diferente. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos cómo es la historia de la barba, origen, significados y evolución.
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Origen de la barba
En las pinturas rupestres el hombre prehistórico aparece tanto barbado como afeitado. El hombre primitivo se rasuraba la barba con conchas marinas hace 20.000 años. Algo que como se realizaba en seco debía ser muy doloroso.
En la Edad de Hierro europea los guerreros se enterraban con espada y navaja de afeitar. Las divinidades del mundo antiguo eran barbadas, como también sus sabios y sus reyes. La barba era símbolo de virilidad, valentía y sabiduría.
En aquella época, el hombre cuyo pecho y mentón, cuyas mejillas, brazos y piernas estaban cubiertas de pelo era un hombre honrado. Pero no era digno de respeto si el pelo cubre la totalidad de su cuerpo, en cuyo caso era sospechoso de brutalidad, inteligencia escasa o indulgencia en las bajas pasiones.
La barba se recortaba de forma simétrica desde la mandíbula, descendiendo en cascada de rizos hasta el pecho. Los barbilampiños (personas con poco pelo en la barba) recurrían al postizo, ya que la barba era indicativa de poder y preeminencia.
Tan importante era lucir una barba digna, que incluso las mujeres de la corte en el mundo egipcio antiguo, lucían hermosa barba postiza de cabello natural en las ceremonias importantes. Incluso las reinas egipcias lucían barba postiza para indicar la dignidad de que estaban revestidas.
Evolución de la barba
La civilización egipcia ya utilizó la navaja de afeitar hace seis mil años, primero fue de oro macizo y luego de cobre. Con ella la nobleza se rapaba la cabeza para colocar sobre la calva abrillantada una elaborada peluca. También los sacerdotes se afeitaban el cuerpo cada tres días. Pero no sus dioses, a los que se colocaba grandes barbas que también los faraones podían utilizar: la faraona Hatshepsut las llevaba como distintivo de su rango.
En la Antigüedad se ofrecía a los imberbes (jóvenes que todavía no tenían barba o muy poca) y mujeres una barba postiza: se daba como quien otorga una distinción o una medalla. En diversos libros bíblicos Dios recomienda a los hombres no raparse. Pero la barba tenía gran importancia entre los semitas: era ornato del hombre, y como tal era frecuente perfumarla; quien la llevaba descuidada era tildado de loco.
Los hombres de honor se saludaban tomándose mutuamente la barba con la mano derecha, y besándosela. En el segundo Libro de los Reyes se puede leer: “Dios te guarde, hermano mío; y con la mano derecha asió la barba de Amasá en ademán de besarle”. De hecho, se servían de la barba para aproximarse el rostro a los labios. Sin embargo, Moisés exigía a los levitas cuando eran consagrados que se cortaran la barba y rasuraran la totalidad del cuerpo, costumbre aprendida en Egipto.
También se afeitaban los bárbaros según cuenta Diodoro Sículo en su descripción del pueblo galo: “Se rasuraban los carrillos y se arreglaban sus enormes bigotes”. Y Tito Livio asegura que en Roma el afeitado era corriente a pesar de que algunos sectores de la sociedad lo consideraban práctica propia de griegos y hombres afeminados.
Pero el afeitado se asentó e incluso se prestigió cuando Escipión el Africano decidió hacerlo todos los días, revistiendo entonces el acto de afeitarse por vez primera importancia social, como si de una ceremonia de iniciación se tratara.
De hecho la depositio barbae, como se denominaba a aquella ceremonia, se celebraba con un gran banquete al que asistían amigos y allegados, y que era precedido por el acto de cortar el tonsoro barbero una porción de la primera barba del joven, vello que era ofrecido en primicia a la divinidad y que más tarde se guardaba en cajitas de oro, plata o cristal, según la riqueza de la familia en cuestión.
Entre los romanos la barba no gozó de predicamento hasta que el emperador romano Adriano la puso de moda, pero claro, Adriano se dejó crecer la barba para ocultar cicatrices que afeaban su rostro. El uso de la barba se impuso a partir de Constantino I el Grande.
En la Roma cristiana los clérigos dejaron crecer sus barbas como símbolo de sabiduría. Tras el Cisma de Oriente la Iglesia de Roma recomendaba el afeitado para distinguirse de los griegos.
El papa León III se afeitó públicamente para mostrar sus diferencias con el patriarca de Constantinopla, comportamiento que hizo oficial el papa Gregorio VI, quien llegó a amenazar con la confiscación de bienes a aquellos clérigos que no se mostraran ante sus fieles bien afeitados.
En la Edad Media los caballeros vieron en la barba un distintivo de dignidad, y se juraba por ellas. También los musulmanes sentían por la barba gran respeto y juraban por las del Profeta, unas barbas enormes que se conservaban como reliquia preciosa en la ciudad de Srinagar.
Curiosidades sobre la barba
A lo largo de la historia de la barba, muchas civilizaciones y pueblos han tenido multitud de curiosidades respecto a ella. Aquí hemos recopilado las más interesantes:
- Cortar la barba al enemigo era afrenta tan grave que quien sufría tal deshonra se ocultaba hasta que volvía a crecer: era como estar desnudo. Solo se permitía cortar parte de ella en el duelo.
- En la antigua China, una barba rojiza era señal de fortaleza, sabiduría y valor. Y aunque el pueblo chino es escaso de pelo, siempre representaban a sus grandes hombres y líderes con una pronunciada barba.
- En la Antigua Roma era distinto. Ya en tiempos de Tarquinio el Soberbio había barbería pública donde los romanos eran cuidadosamente afeitados hace más de dos mil quinientos años. Hasta tiempos de Adriano lo corriente era afeitarse.
- Debes saber que el primer sábado del mes de septiembre, cada año se celebra el Día Mundial de la Barba. Así que ya sabes, es un buen pretexto para dejártela crecer.
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Fuentes y bibliografía
– COSGRAVE, B. (2005). Historia de la moda: Desde Egipto hasta nuestros días. Barcelona. Editorial GG.
– DELPIERRE, M. (1995). Historia de la Moda. Barcelona. Edicions Indesinenter.
– ECO, U. (2004). Historia de la belleza. Madrid. Editorial Lumen.
– ELDRIDGE, L. (2015). Face Paint: The Story of Makeup (en inglés). Nueva York. Abrams Books.
– SHOBHIT, M. (2008). Historia de los inventos desde la Antigüedad a nuestros días. Madrid. H. F. Ullmann.
– WULFFSON, D. (1981). Extraordinary Stories Behind the Inventions od Ordinary Things (en inglés). Nueva York. Lothrop Lee & Shepard.
– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: FEBRERO DE 2020