Publio Elio Adriano (76 – 138), más conocido como Adriano, fue un emperador romano entre el año 117 y el 138. Logró mantener un periodo de paz de veintiún años en el Imperio Romano. Destacó por ser un hombre muy culto, estudioso y amante de las artes y las ciencias. Apasionado de los viajes, recorrió todo su imperio en profundidad. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la biografía de Adriano.
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Nacimiento y juventud
Adriano nació el 24 de enero del año 76 en Roma. Fue el decimoquinto hijo de Elio Adrio, originario de Itálica, Hispania, y de la gaditana Domicia Paulina. La familia del futuro Padre de la Patria, título que se concedía como protector de los pobres y desvalidos, se trasladó desde Hispania a la ciudad italiana de Adria, de donde tomó su nombre Adriano.
Huérfano a los diez años, quedó bajo la tutela en el año 86 del que más tarde sería su antecesor en el trono, el emperador Trajano. Mostró precozmente excepcionales cualidades intelectuales, hasta el punto de que se decía que le bastaba leer un libro una sola vez para aprenderlo de memoria. Era conocido desde muy joven como Graeculus, el “pequeño griego”, por su amor a las letras y a las Bellas Artes helenas.
Ocupó en sus primeros servicios de guerra puestos bajos en el escalafón militar. Aunque demostró un enorme coraje, y hasta temeridad, en algunas acciones heroicas y superfluas. Su ideal estoico, no obstante, le hacía preferir otro tipo de valor, aquel que se nutre de la indiferencia y permite aparecer ante el mundo con la imparcialidad de los dioses.
En el año 100 se casó por interés político con su prima Vibia Sabina, nieta de Marciana, hermana de Tertuliano, a quien, según parece, mandó envenenar más tarde. Adriano no conoció nunca la paternidad. Prefirió siempre sus aventuras con hombres a quienes dedicaba ardientes versos a la monótona gravedad de la vida doméstica. Incluso sedujo a cierto jovencito preferido por Trajano. Esto estuvo a punto de arruinar su carrera e hizo que el emperador estuviera varios años enfado con él.
Ascenso al poder
Nombrado gobernador de Siria, recibió en Antioquía (actual Turquía) la noticia de la muerte de Trajano, así como el conocimiento de que el emperador, perdonando antiguas desavenencias, le había adoptado para sucederle al frente del imperio.
Ello fue probablemente debido a la intercesión de la emperatriz Plotina, de quien era el preferido, y a quien se acusa de haber falsificado el testamento de su esposo. Confirmada su elección por el Senado, Adriano subió al poder el 11 de agosto de 117 y asumió el nombre de emperador Cesar Adriano Augusto.
Política militar
Renunció a parte de las conquistas de su predecesor para asegurarse una paz perdurable y emprendió eficaces reformas en la burocracia del Estado. Con ello consiguió veintiún años de relativa paz.
Magnánimo, benéfico y cabal, prohibió los sacrificios humanos y suprimió los ergástulos, cárceles dedicadas a los esclavos. La posteridad ha guardado memoria de la célebre definición de la paz que dio Adriano: «Una libertad tranquila.» Y a la pregunta de que era la libertad, respondía: «Inocencia y virtud».
Se puede leer en las Memorias de Adriano (París, 1951): «Por gusto y por política, me he opuesto siempre a la guerra, pero hubiera sido algo más o menos que un hombre si las grandes empresas de Trajano no me hubieran embriagado.»
Viajes
La auténtica devoción de Adriano fueron los viajes. Más de la mitad de los veintiún años de su mandato los pasó fuera de la capital: recorrió incansablemente las provincias sembrándolas de monumentos y dejó huellas de su munificencia en los más remotos confines del vasto Imperio.
En sus incesantes viajes se acompañaba de arquitectos, artistas y obreros. En Nimes hizo levantar un anfiteatro; Atenas fue exornada con esplendidos monumentos, entre ellos un templo dedicado a Júpiter Olímpico, y fue llamada Ciudad nueva de Adriano; en Roma levantó el gigantesco templo a Venus; las medallas de aquella época llevaban la inscripción Restitutori orbis terrarum.
Fue un hombre de inagotable erudición, un exquisito coleccionista y un gran conocedor de Oriente. El escritor del siglo II Tertuliano dice de él que fue curiosilatum onmium explorator, indagador entusiasta de todas las curiosidades.
Rebelión de Bar-Kojba
Fiel a su programa civilizador, no sostuvo más que una sola guerra, y ésta fue un enfrentamiento de carácter religioso contra los hebreos sublevados. Su enemistad hacia las costumbres del pueblo judío se debía a la lógica incomprensión de un escéptico.
Probablemente ya no creía en sus dioses, respecto a una religión insurgente capaz de poner en entredicho la pragmática autoridad de las armas con pasivas y heroicas inmolaciones y tercos sacrificios. Con objeto de humillar a sus adversarios, prohibió la circuncisión, fundó la colonia Elia Capitolina en Jerusalén y pretendió edificar en ella un templo dedicado a Júpiter.
Estas provocaciones encendieron la revuelta, desatando una guerra de guerrillas al frente de la cual se puso el «mesías» Simón Bar-Kojba (Hijo de la Estrella). El propio Adriano se personó entonces en Palestina, país al que sometió a atroces y sistemáticas devastaciones hasta sofocar por fin el levantamiento.
El balance de aquella trágica campaña fue de 50 fortalezas, 985 aldeas destruidas y más de medio millón de hombres muertos sin contar los que perecieron a causa del hambre y de las enfermedades. A los supervivientes hebreos se les prohibió visitar Jerusalén más de una vez al año, gran número de cautivos fueron vendidos como esclavos y quienes consiguieron huir se diseminaron por todo el Imperio.
Un emperador sabio
La época de Adriano se distinguió por el importante desarrollo de las artes y las ciencias romanas. Fue la de mayor prosperidad en Roma. Promotor de numerosos monumentos extendidos a lo ancho del imperio. Adriano era filósofo, poeta, jurista, militar, pintor, escultor, músico, médico, matemático y amante apasionado. Hombre extraordinariamente culto, refinado y de una vasta curiosidad. Con él, la vida cultural romana emitirá sus últimos destellos.
Su afanosa pasión por el conocimiento le movió a emprender la ascensión al monte Etna para estudiar la refracción de la luz solar. Escribió abundantes obras sobre ciencia, filosofía y arte, el poema Alexandriada y diversos tratados sobre gramática y el arte de la guerra. Se cuenta que dictaba varias cartas al mismo tiempo. No constituye el menor de sus legados que mandara que los edictos de los pretores fueran recopilados por los jurisconsultos Salvio Juliano, Prisco y Celso, y más tarde publicados bajo el título de Edictum perpetuum.
El bello Antinoo
Antinoo era el favorito de Adriano y al que el emperador otorgó los honores la divinidad tras su muerte. Se dice de este joven griego que había nacido en Bitinia en el seno de una familia humilde. Era hermoso, poco instruido, a veces astuto y a veces crédulo. Acompañó a Adriano en todos sus viajes y durante la época más feliz de su existencia.
La muerte de Antinoo supuso para Adriano una verdadera catástrofe. Dueño y siervo de aquel dechado de belleza inmortalizado en las medallas y las estatuas, no pudo soportar la tristeza de la abrupta separación. Antinoo se ahogó en el Nilo, ateniéndose a un rito supersticioso, para prolongar la vida del emperador. Adriano no sólo lo deificó, sino que en el año 130 fundó en su honor la ciudad de Antinópolis e hizo reproducir hasta la saciedad su imagen por los mejores artistas de su tiempo.
Últimos años y muerte
Los últimos años de su vida se sintió aquejado por una honda melancolía y prefería el retiro en la villa Tiburtina (la villa de Adriano), un lujoso museo donde había reunido infinidad de curiosidades, a las ocupaciones propias de su cargo.
En el año 136 adoptó para que le sucediese al joven Lucio Cejonio Cómodo Vero, un muchacho de salud delicada sin otro mérito que su notable belleza. Pero, como murió antes que él, hubo de designar un nuevo sucesor, recayendo el nombramiento en el consejero imperial Antonino Pío.
Pero con la condición de que adoptara al joven Marco Annio Vero, el futuro emperador Marco Aurelio, y a Lucio Elio, hijo de 8 años del heredero fallecido. Embriagado de recuerdos, presenció en Baia su último crepúsculo estival. Adriano moría el 10 de julio del año 138 a los setenta años enfermo de hidropesía.
Cronología de la bibliografía de Adriano
A continuación puedes encontrar un resumen de la biografía de Adriano en forma de cronología o línea del tiempo (timeline). Así no te perderás ningún acontecimiento o hito importante de la vida de Adriano.
- Año 76: El 24 de enero nace en Roma Adriano.
- Año 97: Adriano es enviado u Germania en calidad de tribuno.
- Año 98: Trujano, su tutor, es nombrado emperador de Roma.
- Año 100: Se casa por interés político con su prima Vibia Sabina. Nunca tuvo descendencia.
- Año 117: Se conviene en gobernador de Siria. Muere Trujano. Es nombrado emperador de Roma.
- Año 130: Funda Antinópolis en honor de Antinoo, su amante muerto.
- Año 131: Promulga un edicto por el que se prohíbe la circuncisión.
- Año 132: Estalla en Judea una insurrección general.
- Año 135: Adriano sofoca cruelmente la rebelión de los judíos.
- Año 136: Adopta como sucesor a Lucio Cejonio Cómodo Vero, que fallece antes que él.
- Año 138: Nombra como sucesor al miembro del consejo imperial Tito Aurelio Antonino. El 10 de julio muere Adriano a los setenta años de hidropesía.
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