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CurioSfera Historia

Batalla de los Cuernos de Hattin (1187)

La batalla de los Cuernos de Hattin tuvo lugar el 4 de julio de 1187. Se libró en Palestina, al oeste del mar de Galilea, al sur de Damasco. Se enfrentaron el ejército de Saladino, sultán de Siria y Egipto, y los cruzados (Hospitalarios y Templarios) comandados por Reinaldo de Châtillon y el rey de Jerusalén, Guido de Lusignan. En CurioSfera-Historia.com te explicamos la historia de la batalla de Hattin.

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Datos de la batalla de Hattin

  • Fecha: 4 de julio de 1187.
  • Lugar: cerca del mar de Galilea, Damasco.
  • Combatientes: Los cruzados (Templarios y Hospitalarios) contra los musulmanes.
  • Unidades: Los cruzados contaban con 20.000 hombres (1.300 caballeros, 13.000 soldados de caballería ligera y una numerosa fuerza de infantería). Los musulmanes unos 30.000 hombres, incluida la infantería ocupada en Tiberias.
  • Objetivo: El dominio de Palestina.
  • Resultado: Las tropas musulmanas de Saladino derrotaron a los cruzados y vencieron la batalla de Hattin.
  • Personajes protagonistas: El rey de Jerusalén Guido de Lusignan, Reinaldo de Châtillon y Saladino, sultán de Egipto y Siria.
  • Bajas: En los cruzados, toda la infantería y la mayoría de los caballeros muertos o capturados. Se desconoce el número de bajas en las tropas de Saladino.
  • Consecuencias: Las ciudades de Palestina quedaron virtualmente indefensas ante el ejército de Saladino. En poco tiempo cayeron Acre, Sidón, Beirut, Ascalón y, finalmente, Jerusalén.

Antecedentes y contexto

En 1099, la Primera Cruzada tomó Jerusalén y estableció en Tierra Santa los principados cristianos de Edesa y Antioquía, y el reino de Jerusalén. El condado de Trípolis se estableció un poco más tarde. La fuerte división musulmana existente posibilitó estos hechos. Pero una serie de líderes musulmanes intentaron unificar el Islam contra estos intrusos. Esto hizo que Saladino entrara en escena.

En 1176, Saladino gobernaba Egipto y Siria y suponía una amenaza para la existencia de los enclaves cristianos. Su posición empeoró debido a que Balduino IV (1174-1185), un hijo leproso del rey cristiano Amalrico I (1162-1176), le sucedió en el trono.

fecha batalla de Hattin
El rey de Jerusalén Guido de Lusignan, Reinaldo de Châtillon y Saladino, sultán de Egipto y Siria.

Su reinado estuvo salpicado de regencias. La sucesión quedó en manos de su hermana Sibila, cuyo marido murió en 1177 y dejó un hijo, Balduino V. Sibila aumentó las tensiones entre la nobleza al casarse con un recién llegado al este, Guido de Lusignan.

Cuando el rey niño murió, en 1186, Guido y Sibila se hicieron con el poder y apartaron a numerosos nobles. Sobre todo a Raimundo III de Trípolis, que aspiraba al trono. Algunos de esos nobles tuvieron que huir hacia Antioquía. Raimundo estaba tan furioso que acordó una tregua con Saladino para permitir que los musulmanes atacasen el territorio real que pasaba por sus tierras.

Inicio de la campaña

Saladino adoptó la posición de campeón del Islam, pero sus ataques contra los francos (Guido y los cristianos) no tuvieron demasiado éxito. Preocupado por la política interna, no hizo esfuerzo alguno por quebrantar la tregua que por entonces estaba en vigor en Jerusalén. Aunque es probable que estuviese preparando un ataque cuando dicha tregua terminó, en 1187.

Reinaldo de Châtillon fue uno de los defensores más importantes de Guido. Poseía los castillos de Kerak y Montreal, que dominaban la ruta entre Egipto y Siria. A finales de 1186, Reinaldo asaltó una caravana y se negó a «indemnizar» a Saladino por esta ruptura de la tregua.

Con su prestigio en entredicho, Saladino preparó un gran ejército (se cree que llegó a los 30.000 hombres). Ello obligó a Guido y a Raimundo de Trípoli a considerar la posibilidad de reconciliación, y el rey envió una embajada de hombres importantes a Raimundo.

Mientras avanzaban hacia el norte, Raimundo permitió que una gran fuerza musulmana cruzase sus tierras. El 30 de abril, en las fuentes de Cresson, aniquilaron a 150 Hospitalarios y Templarios (caballeros monjes) que osaron retarles. Este enfrentamiento provocó la sumisión de Raimundo, pero las tensiones entre los barones no disminuyeron.

El 1 de julio, Saladino y su gran ejército cruzaron el Jordán y sitiaron Tiberias, la ciudad de Raimundo, donde la mujer de éste quedó atrapada. El 2 de julio, Guido y su ejército acamparon en Saffuriyah (una posición fuerte con abundante agua), 26 kilómetros al oeste.

El rey Guido había reunido el ejército más numeroso que el reino hubiese acogido nunca. Su núcleo estaba formado por 1.200 caballeros profusamente armados, además de numerosos efectivos de caballería ligera y casi 12.000 soldados de infantería. Para lograrlo se recurrió a toda la ciudad y a las guarniciones de los castillos, además de que numerosos soldados se incorporaron al ejército a cambio de dinero.

La batalla

El ejército de Saladino avanzaba hacia Saffuriyah el 2 de julio, pero Guido se negó a entrar en batalla. Aquella noche tuvo lugar una reunión dramática y exasperada para tomar una decisión. La información recibida de los que creen que pudieron saber qué ocurrió allí está matizada por el deseo de las diversas facciones cristianas de repartir la culpa por la derrota que siguió. Se sugirieron dos líneas de acción: entrar en batalla o negarse y abandonar Tiberias a su suerte.

No se sabe qué precipitó la decisión, aunque numerosas fuentes sugieren que Raimundo de Trípoli estaba a favor de rechazar la contienda mientras que sus enemigos, Reinaldo de Châtillon y Gerard de Ridefort, Gran Maestre del Templo, adoptaron la perspectiva opuesta. Ambas posiciones eran perfectamente posibles. El reino se encontraba bien protegido gracias a sus ciudades fortificadas y a sus castillos. Ningún atacante podría llevar a cabo un asedio serio, mientras existiese un ejército de operaciones.

Así ocurrió en 1183, cuando Guido estaba al mando y los cruzados preferían seguir la pista al enemigo para que su ejército se disolviese al terminar la campaña, evitando los riesgos de la batalla. Tiberias era una ciudad menor y su caída no hubiese representado un gran éxito. Si el ejército de Saladino no se dispersaba, podría haber acabado retando a los cruzados.

Por otro lado, Guido contaba con un gran ejército y con la oportunidad de derrotar a Saladino y vengarse por la destrucción que éste había infligido a su reino. Además, Guido necesitaba el prestigio de la victoria para unir el reino.

Seguramente, recordaría que muchos de los que le instaban a evitar la guerra le atacaron por hacer exactamente eso en 1183, y es posible que temiese las críticas por abandonar a la señora de Tiberias. Así, decidió guiar al ejército a la batalla el 3 de julio. Su intención de luchar era obvia, pero no se sabe nada sobre dónde y cómo tenía intención de hacerlo.

El núcleo del ejército de Guido lo formaban los jinetes, ordenados en tres escalones: una vanguardia guiada por Raimundo de Trípolis, una retaguardia comandada por Balian de Ibelin, y un centro con Guido al frente. Se protegían de los ataques del enemigo mediante una cobertura de soldados a pie.

El ejército de Saladino contaba con su propia caballería pesada y con numerosos arqueros a caballo. El ejército cruzado realizó una pausa en los manantiales de Turán y después continuó la marcha hacia el este. La caballería de Saladino lo rodeo e impidió que llegase a Turán, además de atacar la retaguardia mientras ascendían hacia Maskana. Aquí, el ejército se detuvo para pasar la noche, sin apenas agua y rodeado por los enemigos.

A la mañana siguiente, los musulmanes esperaron a que el calor debilitase a los cruzados. No se tienen datos fiables sobre la lucha del 4 de julio, pero parece ser que la infantería, agotada por la falta de agua, abandonó a la caballería y se refugió en las montañas conocidas como «Cuernos de Hattin». El arzobispo e historiador Guillermo de Tiro lo explica así:

quién ganó la batalla de los cuernos de Hasttin
El rey Guido se rinde ante Saladino en la batalla de Hasttin

«Dejaron atrás las fuentes de Saffuriya para buscar alivio en Tiberias. En cuanto dejaron atrás el agua, Saladino hizo acto de presencia y ordenó a sus batidores que los hostigasen durante toda la mañana. Hacía tanto calor que no pudieron continuar para buscar agua. El rey y todos sus hombres estaban demasiado dispersos y no sabían qué hacer. Acudieron al conde de Trípolis, que comandaba la vanguardia, en busca de consejo. Éste les sugirió que montasen su tienda y acampasen. El rey aceptó de buena gana este mal consejo, aunque cuando le daba buenos consejos nunca los seguía».

La caballería, expuesta al ataque de los arqueros a caballo enemigos, intentó romper el envolvimiento, pero sólo lograron escapar Raimundo de Trípolis, Balian de Ibelin y unos pocos hombres. El rey Guido se rindió después de un último intento desesperado de establecer un campamento en Hattin. La superioridad numérica de Saladino le permitió rechazar las cargas de los cristianos, cada vez más desesperados.

Parece inconcebible que Guido tuviese intención de marchar 26 kilómetros hasta Tiberias en un solo día, exponiendo a su ejército a una sed terrible en un paisaje árido. Fuese cual fuese su plan, resulta evidente que salió mal.

Consecuencias y repercusiones

Saladino trató a Guido con cortesía y la mayoría de los supervivientes nobles fueron liberados, aunque decapitó personalmente a Reinaldo y ordenó masacrar a los Templarios y a los Hospitalarios. El resto de supervivientes se convirtieron en esclavos. Debido al esfuerzo realizado por Guido para reunir a sus tropas, las ciudades de Palestina quedaron virtualmente indefensas ante el ejército de Saladino.

Acre se rindió el 8 de julio; Sidón, el 29 de julio; Beirut, el 6 de agosto, y Ascalón el 4 de septiembre. Balian de Ibelin resistió en Jerusalén, pero se rindió el 2 de octubre. Este desastre provocó una oleada de fervor cruzado en Europa que perduró hasta la Séptima Cruzada (1248-1254), comandada por san Luis de Francia (1226-1270). El reino nunca se recuperó de la derrota de Hattin, tras la cual siempre dependió de fuerzas externas para su supervivencia.

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