La historia de los juegos de azar es bien curiosa. Quizás, no sabes que proceden de los ritos religiosos. El primer juego de este tipo del que se tiene constancia es una especie de juego de dados. Con él se decidía la suerte de casi todo: personas, animales y propiedades. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos el origen de los juegos de azar.
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Origen de los juegos de azar
Cuando el juego aparece en la Antigüedad lo hace como actividad con el propósito de obtener beneficios económicos, y en casos determinados se convierte en parte trascendental de la vida. Los dados es el juego de azar más antiguo que se conoce. El origen de los juegos de dados se encuentra en la costumbre prehistórica de consultar el destino.
Es conocida la práctica adivinatoria de lanzar al aire bastoncitos con símbolos valorativos alusivos a premios y castigos en una acción denominada tirada de la suerte a la que es probable que se hubiera entregado el hombre del Neolítico. Con el tiempo el juego soltó el lastre de su contenido mágico o místico y dio paso al concepto de azar puro, y desde entonces azar y juego fueron una misma cosa.
Origen místico y religioso de los juegos de azar
Pregunta fundamental para enjuiciar el contenido profundo del juego es la siguiente: ¿es el juego un resto de antiguos ritos? Muchos dicen que sí. Hay juegos que se relacionan con los mitos del laberinto, con el viaje del alma entre la tierra y el cielo. Una pintura egipcia representa a Ramsés II, del siglo XIII a. C. jugando con Isis, esposa de Osiris, señor de la Muerte, a un juego de tablero. ¿Qué se jugaban?: el faraón la vida eterna, y la diosa nada.
El tablero
El tablero lo era todo: espacio acotado por cuatro ángulos por el que el hombre deambula durante un tiempo: el Libro de los Muertos dice que el hombre se va hacia la otra vida jugándosela de continuo. Por eso, en los juegos de azar más antiguos la tabla es símbolo de la tierra, del mundo de acá. Los dados fue el juego por antonomasia, visto como elemento visible y determinante del azar. Pero el tablero no lo es todo, ni siquiera es lo más importante.
Los dados
Hay un segundo elemento trascendental, el más antiguo de todos. Algo que se lanza al espacio, al aire, a la región dominada por los dioses: los dados, interferidos en su vuelo corto y rápido por el dedo de la divinidad que lo cambia a su capricho, inaugurando el concepto de suerte caprichosa o arbitraria e injusta.
Aparición del concepto de suerte en los juegos
La suerte fue una de las primeras divinidades. Por eso la suerte es intangible; está en el aire y sólo cabe hacer una cosa: tentarla.
En el bíblico Libro de Esther, cuando la insidia criminal se cierne sobre los judíos el ministro del rey Asuero lanzó al aire, como solía hacerse, las pequeñas piedras numerada y salió el 13 como día del exterminio. Pero como las piedritas habían sido lanzadas al aire fueron allí interferidas por Dios que cambió el día de dolor del pueblo escogido en día de dolor para sus enemigos: era la suerte, la fortuna, los arreglos divinos.
De hecho el nombre de la fiesta es Purim, plural de pur = suerte: fiesta de las Suertes. El dado es elemento presente en todas las culturas desde Asia a la América prehispánica.
Ese largo recorrido se debe a que era pieza principal de los ritos prehistóricos de la adivinación del futuro: el dado lanzado al aire es el primer acto religioso y civilizador de la Humanidad. El dado lanzado al aire y observado en su caída mueve las fichas de múltiples juegos y convierte a los hombres en peones o señores.
Etimología de la palabra azar y suerte
La palabra “azar” proviene etimológicamente del árabe y significa “’la cara desfavorable del dado, mala suerte o desgracia”. Pero también se llamó así a lo fortuito o casual, resultando arriesgado confiar en las cosas dominadas por esa condición, por lo que no es improbable que se trate de la voz persa zar = desdicha, que es en lo que dicen que acaba todo lo que se deja sin concluir. La coincidencia etimológica azar/azahar pudo derivar del hecho de que era esta flor la que figuraba en la cara del dado en cuestión.
En cuanto al término “suerte” procede del latín sors, sortis, término que pertenecía al ámbito rural, donde significó “parcela de tierra que toca a uno tras un proceso aleatorio de adjudicación”. Tener buena suerte era acceder a un buen lote de tierras; tenerla mala, equivalía a que le hubiera tocado una ruin parcela.
Se habló en tiempos clásicos de la sicca sors o suerte pelada, suerte seca, que algunos tradujeron por suerte chica o pequeña. También se hablaba de la uberrima sors o suerte abundante. Acaso por esto se dijera tener mucha suerte, buena suerte, suerte de cara; y en contraposición se dijera mala suerte, poca suerte, suerte contraria.
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