El disco compacto se conoce popularmente con las siglas CD (del inglés Compact Disc). Es un invento revolucionario que permite almacenar datos de forma digital (fotos, música, vídeos o documentos). Su fidelidad de reproducción supuso el fin de la época analógica. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos el origen e historia del Compact Disc y también quién lo inventó.
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Quién inventó el disco compacto
En marzo de 1979, la presentación a la prensa del primer disco compacto por la compañía Philips representa el resultado de casi veinte años de investigaciones en el ramo de la óptica electrónica. El CD es fruto del trabajo de muchos años de un numeroso grupo de ingenieros. Consiguieron este sistema de grabación y reproducción digital basado en los estudios iniciales del científico estadounidense James Russel.
Origen del disco compacto
El disco compacto es una evolución directa del LaserDisc. Sin embargo, los estudios sobre el disco con lectura láser no son patrimonio de la firma holandesa Philips. Desde fines de los años setenta, las empresas japonesas Sony y JVC desarrollaron modelos de discos audionuméricos derivados de los sistemas de videodiscos perfeccionados en 1972.
Así es como, en agosto de 1980, Philips y Sony firman un acuerdo sobre las normas comunes que van a adoptar para el desarrollo del disco compacto y su lector. Se crea un grupo de ingenieros liderados por Toshitada Doi (Sony) y Kees Schouhamer Immik (Phillips).
Un año más tarde, las licencias Philips/Sony de fabricación de lectores y de discos audionuméricos son compradas por unas cuarenta compañías, lo que demuestra el éxito del nuevo proceso. En menos de diez años, a partir de su introducción, el disco compacto reemplaza definitivamente al disco de vinilo. Incluso, sin tomar en cuenta su capacidad de no desgastarse (no se raya, no es sensible al polvo o a las manchas).
El CD representa un aumento de más de 30 dB en dinámica, una distorsión armónica de tan solo 0,0004% a 1 kHz (contra 1 a 2% del disco clásico) y una banda que aumenta de 20 Hz a 20 kHz +/-0.5 dB (contra 30 Hz- 20 kHz +/-2 dB). Estas cifras son elocuentes el sonido numérico acabó con la era analógica.
Fin de la era analógica
La revolución que trae el disco compacto en el campo de la grabación, del almacenamiento y de la reproducción del sonido origina, obviamente, un vuelco masivo de los fabricantes hacia esta nueva tecnología.
En efecto, desde el invento del fonógrafo por Edison en 1376, el equipamiento de audio ha evolucionado muy poco. Permanece de tipo analógico, es decir, que se hace corresponder una magnitud física a otra similar (en este caso la onda sonora) por medio de dispositivos transductores. Como el micrófono, el diamante de lectura y el altavoz.
Así, en el caso de una grabación eléctrica cuando la onda sonora, que es una vibración mecánica del aire, llega a la membrana de un micrófono, provoca un desplazamiento de la membrana que corresponde a la presión acústica actuando sobre ella.
Este desplazamiento es transformado en vibraciones eléctricas que corresponden al movimiento de la membrana. Luego, cuando estas vibraciones eléctricas son usadas para estimular el buril que graba el disco, el surco resultante sigue siendo, después de todas estas etapas intermedias, función de la onda acústica del principio.
La restitución del sonido toma el camino analógico inverso: el desplazamiento del diamante sobre el surco provoca una vibración eléctrica que, después de amplificada, causa el desplazamiento de la membrana de un altavoz y la reproducción de la onda acústica original. El círculo está cerrado pero, naturalmente, para que la analogía sea perfecta, el equipo no debe tener distorsión alguna para restituir la onda sonora más pura, cosa que nunca ocurre.
Inicio de la era digital
En la tecnología del disco compacto, todo cambia. El tratamiento analógico de la señal es dejado de lado en favor de un tratamiento numérico. Para esto, se usa la secuencia de impulsos provocada por la señal sonora y se le divide en “muestras”, o sea, instantes separados por espacios de tiempo iguales.
Cada muestra es comparada con unos impulsos de referencia y codificada numéricamente por ordenador (a razón de 44.100 operaciones por segundo) según el valor del impulso de referencia más cercano. La codificación se hace en forma binaria, por sucesiones de ”0” y de “1”. La reproducción extremadamente fiel que se persigue requiere de un gran número de impulsos de referencia.
En los sistemas de 16 bits, se cuentan 65536 de ellos, lo que permite una correspondencia numérica sumamente exacta de la muestra sonora- las sutilezas más mínimas de timbre, de altura y de amplitud son captadas y codificadas numéricamente durante la grabación del sonido. Además, un sistema de corrección de errores asegura, en el momento de la lectura, una rectificación de los eventuales defectos (drop-out).
La información numérica obtenida se graba por láser sobre una matriz, a partir de la cual se graba el disco mismo. Tiene la forma de una serie de cavidades microscópicas, oblongas, que corresponden al 0 del lenguaje binario, separadas por unos espacios planos que corresponden al 1.
Las microcavidades están dispuestas en una espiral de paso muy estrecho (1.6 milésima de milímetro), incrustada en el disco, su ancho es de 0,5 milésimas de milímetro, su profundidad de 0.1 milésima de milímetro y su largo varía según la cantidad de información que contenga, lo mismo que para los espacios lisos intermedios.
Cómo se lee un disco compacto
La información es leída por un láser que recorre la superficie del disco desde adentro hacia afuera, a la inversa del microsurco. Con una velocidad que pasa progresivamente de 200 a 500 revoluciones por minuto para asegurar una velocidad de desfile constante.
El láser es la única fuente de luz dotada de un haz luminoso bastante cohesionado y dirigible. Para poder explorar con precisión la superficie microscópica de la cavidad (el diámetro del punto luminoso es, después de la refracción, de 1,7 milésima de milímetro).
El haz del láser se refleja de manera más o menos luminosa conforme pase sobre una microcavidad o sobre un espacio liso. Señalando así la presencia de uno o de una serie de “0” o de “1”. Este reflejo diferencial del haz, se refleja luego sobre una celda fotoeléctrica que lo transforma en una serie de impulsos eléctricos. Éstos son descodificados por unos circuitos microelectrónicos y enviados hacia el amplificador, lo que sucede después sigue el mismo esquema analógico clásico.
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