La batalla naval de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805 en las costas del cabo de Trafalgar en el sudoeste de España. Se enfrentaron una flota británica de 27 buques mandada por el vicealmirante Horacio Nelson), y una flota combinada de 18 barcos franceses y 15 españoles al mando del vicealmirante francés Pierre-Charles Villeneuve. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de la batalla de Trafalgar.
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Datos de la batalla de Trafalgar
- Fecha: 21 de octubre de 1805.
- Lugar: Costa del cabo de trafalgar, extremo suroeste de España.
- Combatientes: La flota británica contra la flota franco-española (aliados).
- Objetivo: Impedir el avance de Napoleón por Europa.
- Resultado: Los británicos vencieron la batalla de trafalgar.
- Personajes protagonistas: Comandante en jefe británico vicealmirante Horatio Nelson (vizconde de Nelson), el segundo al mando fue el contraalmirante sir Cuthbert Collingwood. Comandante en jefe flota francesa y combinada, vicealmirante Pierre (conde de Villeneuve), con la flota española al mando del almirante Federico Carlos Gravina.
- Unidades británicas: 21.456 hombres (18.134 marineros, 3,322 soldados de infantería de marina). Navíos de «primera clase» de tres cubiertas: 3 x 100 cañones; «segunda clase» de tres cubiertas: 4 x 98 cañones; «tercera clase» de dos cubiertas: 1 x 80 cañones, 16 x 74 cañones y 3 x 64 cañones; 4 fragatas, 1 goleta y 1 cúter.
- Unidades franceses: 15.000 hombres. Navíos de «tercera clase» de dos cubiertas 4 x 80 cañones, 14 x 74 cañones; 5 fragatas y 2 corbetas.
- Unidades españoles: 11.817 hombres. Navíos de «Primera clase» de cuatro cubiertas: 1 x 130 cañones; «primera clase» de tres cubiertas: 2 x 112 cañones, 1 x 100 cañones; «tercera clase» de dos cubiertas: 2 x 80 cañones, 8 x 74 cañones, 1 x 64 cañones.
- Bajas: Entre los británicos 449 muertos y 1.214 heridos. Franceses: unos 3.370 muertos, 1.160 heridos y 5.000 prisioneros. Españoles: 1.038 muertos, 1.385 heridos y 3.500 prisioneros.
- Consecuencias: Trafalgar no detuvo en absoluto el avance de Napoleón en Europa. Esta fue la última gran batalla naval de la época de la navegación a vela. España fue la gran perdedora, ya que nunca puedo reemplazar su flota. Esto supuso el inicio del fin de su imperio americano.
Antecedentes y contexto
Trafalgar fue una consecuencia de fracaso de los sueños imposibles del emperador Napoleón de invadir Gran Bretaña en 1805. Esos sueños se vinieron abajo al primer obstáculo serio, cuando la flota combinada de Toulon y Cádiz de Villeneuve no pudo unirse a la de Brest debido a un destacamento británico que se encontraba a la espera (al mando del almirante Calder, junto a Ferrol, el 22 de julio de 1805) y tuvo que regresar a Vigo y después a Cádiz.
Napoleón decidió entonces marchar hacia el este, contra el objetivo más accesible de los ejércitos austríaco y ruso. La flota combinada en Cádiz iba a ser empleada en el Mediterráneo para proteger al flanco imperial italiano expuesto a un ataque anfibio británico y ruso.
Después de asumir que la indecisión de Villeneuve le impediría dejar atrás la flota británica de bloqueo, Napoleón envió a un nuevo comandante, el almirante Rosily, para llevar la flota hasta Italia. La noticia de la llegada inminente de Rosily y de la retirada de parte de la flota británica de vigilancia para situarse en Gibraltar animó a Villeneuve a dejar a un lado sus recelos.
Zarpó con su flota el 19 y el 20 de octubre con la esperanza de recuperar su reputación ejecutando las órdenes del emperador por sí mismo. Cuando la flota combinada salió del puerto, una cadena de fragatas y buques de línea informó de sus movimientos a Nelson, cuya flota se vislumbraba en el horizonte. Anticipando que se dirigían al Mediterráneo, Nelson desplazó su flota al sudeste para interceptarlos.
La estrategia británica
Nelson, el almirante más importante de la época, se había hecho cargo de la flota sólo tres semanas antes, pero tenía una idea clara de los pasos que iba a dar. Así lo comunicó a sus capitanes, lo cual elevó la moral entre su recién formada flota de bloqueo. Nelson y Napoleón fueron únicos en su tiempo por provocar siempre batallas de aniquilación.
Un resultado de este tipo sería imposible de conseguir mediante las maniobras tradicionales en primera línea durante las pocas horas de luz de finales de octubre. Los enfrentamientos victoriosos para Nelson contra España en 1797 en el cabo San Vicente y también contra Francia en 1798 en el Nilo, revelaron la falta de eficacia de la artillería de éstos. El almirante Nelson decidió arriesgar con un ataque frontal en dos columnas.
Su propia columna (con 12 buques de línea) rompería el centro enemigo, capturaría a su almirante y haría retroceder a la vanguardia adversaria para impedir la acción decisiva. Ésta se realizaría destinando un número mayor (15 buques de línea al mando de Collingwood) para ahuyentar a la retaguardia enemiga.
Con el fin de restringir los daños de un ataque de frente contra los costados enemigos, Nelson ordenó entrar en lucha con la mayor rapidez posible. Para lo cual decretó que sus barcos desplegasen todas las velas hasta llegar a la línea enemiga en lugar de limitarse únicamente al aparejo de las gavias (acción que evitaba que las velas mayores se incendiasen debido a los cañonazos).
Sus buques más grandes encabezaron sus columnas, ya que eran los más adecuados para resistir los daños. Poseían el peso necesario para romper la línea enemiga y transportaban mayor número de cañones para medirse en cuanto a potencia de fuego concentrada hasta que los barcos que les seguían llegasen en su ayuda.
La estrategia francoespañola
Villeneuve, que estuvo en el Nilo, predijo sin equivocarse que Nelson no lucharla en una batalla ortodoxa de línea contra línea, sino que se concentraría contra una parte de su flota.
Para contrarrestarlo, formó un escuadrón rápido de observación al mando del almirante español Gravina (con el Príncipe de Asturias) con el fin de intervenir con independencia de la línea de batalla allí donde se necesitase. Asimismo, dio a todos sus capitanes la orden de entrar en acción con la mayor brevedad posible, y recomendó tácticas de abordaje para contrarrestar la superioridad británica en armas de fuego.
Sin embargo, los subordinados de Villeneuve le abandonaron en plena acción. Gravina acercó dócilmente sus barcos a la retaguardia de la línea (donde también se acercaba Collingwood, tal como pudo comprobar) en lugar de aprovechar su libertad de acción para maniobrar contra el flanco de Collingwood y abortar su ataque.
El almirante Dumanoir (Formidable), al mando de la vanguardia aliada, se permitió quedar inmóvil ante la maniobra inicial de Nelson contra la vanguardia antes de atacar el centro, y por ello llegó tarde a ordenar a sus barcos que regresasen y apoyasen al centro (un movimiento todavía más retrasado por el ligerísimo viento, hasta el punto de que tuvieron que recurrir a los botes para remolcarlos).
Batalla
En su recién reparado Royal Sovereign, de primera clase, Collingwood fue el primero en romper la línea aliada en torno al mediodía. Nelson dirigió su columna a través del centro, en el Victory, a las 12:45 horas.
La batalla se prolongó hasta las 16:30 horas, aproximadamente. Los primeros barcos británicos que entraron en acción sufrieron el grueso de las bajas, ya que se encontraron rodeados por barcos enemigos. El propio Nelson murió por los disparos de un tirador francés, igual que dos capitanes de la división de Collingwood.
No obstante, a medida que entraban más barcos británicos por los huecos abiertos en la línea enemiga, su superioridad de fuego y su apoyo mutuo en el conflicto demostraron su valía. Los intentos franceses de utilizar tácticas de abordaje se quedaron en nada frente a los cañones cortos, de calibre pesado, de los británicos.
Murieron dos almirantes, un comodoro y seis capitanes. Nueve barcos españoles y ocho franceses fueron capturados (incluidos Villeneuve y su buque insignia, el Bucentaure); otra embarcación francesa se incendió y explotó. Once huyeron a Cádiz con Gravina, mortalmente herido, y Dumanoir escapó hacia el norte con cuatro barcos de la vanguardia.
Después de la batalla se produjo una violenta tormenta que duró varios días, mientras los británicos lucharon por mantener sus propios barcos dañados y sus capturas a flote.
Finalmente, Collingwood salvó todos sus barcos y cuatro de los capturados. Durante la tormenta, el 23 de octubre, cinco de los supervivientes aliados realizaron una audaz salida desde Cádiz y lograron rescatar a dos embarcaciones, pero una de ellas se hundió junto a tres de las naves rescatadoras. El resto de capturas se hundieron o naufragaron en la costa adyacente, o bien fueron destruidas por los británicos para evitar ser recapturadas.
El número total de bajas en el bando británico fue de 449 muertos y 1.214 heridos; en la flota combinada francoespañola, 4.408 murieron y 2.545 quedaron heridos (muchos de ellos incluidos entre los 7.000 prisioneros).
El 3 de noviembre, cuatro fugitivos de Dumanoir fueron interceptados en el golfo de Vizcaya por sir Richard Strachan cuando intentaban llegar a Rochefort y cayeron presos. En total, de los 33 buques de línea que conformaban la flota combinada, 24 se perdieron.
Consecuencias y repercusiones
Nelson logró casi por completo la batalla de aniquilación que buscaba (se tomaron más embarcaciones de línea que en cualquier batalla anterior). Sin embargo, los efectos inmediatos de Trafalgar apenas se notaron. Evitó que la flota combinada interfiriese en las operaciones en el Mediterráneo, pero dichas operaciones (la invasión rusobritánica de Nápoles) quedaron invalidadas por las victorias francesas en Ulm y Austerlitz.
Trafalgar no detuvo en absoluto el avance de Napoleón en Europa, pero sí retrasó en gran parte cualquier intento de que éste retomara sus ambiciones en el oeste. Los británicos dispusieron de tiempo suficiente para reconstruir su deteriorada flota y sus ánimos con el fin de seguir con la lucha a pesar de la derrota de sus aliados.
Napoleón intentó ocultar la victoria británica al pueblo francés (su frialdad hacia Villeneuve condujo a este al suicidio cuando regresó bajo palabra en 1806) y se dispuso a reconstruir sus flotas, pero nunca recuperó la confianza de sus comandantes y de las tripulaciones para enfrentarse a la marina británica con éxito.
España fue la gran perdedora: nunca repuso su flota y la pérdida de su potencial naval contribuyó al fin de su vulnerable imperio americano. No obstante, España obtuvo consuelo de la valiente y prolongada resistencia de sus tripulaciones improvisadas y sin entrenar frente al ataque violento y mortífero de los británicos.
El estigma del servilismo hacía los franceses fue desechado y las generaciones posteriores vieron este hecho como el nacimiento heroico y sangriento de una nueva España. El comienzo de la restauración del honor nacional que llevaría a la guerra peninsular y al rechazo definitivo del dominio francés.
Nelson dejó a la nación británica un triunfo naval que supuso la piedra angular del prestigio de la armada británica y símbolo de su dominio marítimo durante otro siglo más, hasta la batalla de Jutlandia de 1916.
Trafalgar fue la última gran batalla naval de la época de la navegación a vela y se convertirían en el hito con el que se compararían todas las batallas navales en el futuro. El vencedor muerto y su victoria se inmortalizaron en el centro de Londres con la columna de Nelson (en la célebre Trafalgar Square).
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