La batalla de Omdurán tuvo lugar el 2 de septiembre de 1898 cerca de Jartum, centro de Sudán. Se enfrentaron un ejército anglo-egipcio liderado por Herbert Kitchener contra el ejército derviche de Abdallahi ibn Muhammad. Las tropas anglo-egipcias vencieron a su enemigo gracias a su gran superioridad en armas de fuego. En CurioSfera-Historia.com, de contamos la historia de la batalla de Omdurmán.
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Datos de la batalla de Omdurmán
- Fecha: 2 de septiembre de 1898.
- Lugar: cerca de Jartum, centro de Sudán.
- Combatientes: Fuerzas anglo-egipcias contra fuerzas derviches.
- Unidades: 8.200 británicos con 80 cañones y 17.600 egipcios y sudaneses, frente a unos 52.000 guerreros derviches.
- Objetivo: reconquistar la ciudad de Omdurmán por parte británica.
- Resultado: El ejército inglés con la ayuda del egipcio obtuvo la victoria.
- Armas: barcos fluviales cañoneros, infantería, caballería, “caballería” de camellos. Los batallones egipcios contaban con el fusil Martini-Henry. Los británicos, el nuevo fusil Lee-Metford, de repetición y sin humo. Los derviches no contaban prácticamente con armas de fuego.
- Personajes protagonistas: Por parte británicas el general de división sir Herbert Kitchener. Por el bando derviche el califa Abdallahi ibn Muhammad.
- Consecuencias: 48 muertos y 434 heridos en el ejército anglo-egipcio. En el bando derviche 9.700 muertos, 10.000-16.000 heridos y 5.000 prisioneros. Las consecuencias fueron decisivas para el control británico de todo el valle del Nilo.
Antecedentes y contexto
La batalla de Omdurmán representó el punto álgido del éxito del imperialismo militar británico contra la resistencia nativa y puso fin al Mahdiyya (el estado derviche del Sudán egipcio). Aunque Gran Bretaña ocupó Egipto en 1882, el control de Sudán se perdió a manos del movimiento mesiánico islámico de al-Mahdí. Las derrotas de las fuerzas británicas culminaron con la muerte del general Charles Gordon en Jartum (1885).
Gran Bretaña y Egipto (gobernada de facto por el cónsul general británico lord Cromer) dejaron Sudán en manos del califa Abdallahi ibn Muhammad, el sucesor de Muḥammad Aḥmad al-Mahdí, durante una década. Vengar la muerte de Gordon fue una causa popular en Gran Bretaña, pero no el motivo de la reconquista de 1896-1898.

Lord Salisbury, primer ministro conservador británico, ordenó una diversión para ayudar a los italianos, derrotados por Abisinia en Adua a principios de 1896, y para impedir cualquier alianza entre Abisinia, el califa y Francia. Sin embargo, el éxito del avance egipcio por el sur siguiendo el Nilo hacia Dongola demostró la voluntad de las tropas nativas de luchar contra los musulmanes, y Londres recibió noticias de una expedición militar francesa que se dirigía hacia el valle del Alto Nilo.
Salisbury y Cromer decidieron que las fuerzas mandadas por el general de división Herbert Kitchener, sirdar («comandante») del ejército egipcio, debían tomar Omdurmán, la capital derviche, y garantizar el control de todo el valle del Nilo. La expedición contó con recursos y refuerzos británicos, aunque continuó siendo egipcia (y en torno a dos tercios de los hombres y del dinero vinieron de Egipto).
Aproximación a la ciudad de Omdurmán
La campaña de Kitchener dependía del transporte y el avituallamiento. Superó los problemas de la distancia y del desierto construyendo el ferrocarril militar de Sudán que cruzaba el gran meandro del Nilo (616 kilómetros en total), lo que inspiró a Winston Churchill estas palabras: «El califa fue derrotado gracias al ferrocarril».
La línea ferroviaria garantizó el flujo rápido de provisiones, refuerzos y secciones prefabricadas de los barcos de vapor que otorgaron a Kitchener el control efectivo del Nilo y de sus orillas, ya que la crecida estacional del río permitía cruzar las cataratas.
En Atbara, en abril de 1898, fue derrotada una fuerza mahdista de 12.000-16.000 efectivos. Posteriormente, los derviches apenas ofrecieron resistencia cuando el ejército angloegipcio avanzó por el río. El califa se lo jugó todo en una gran batalla librada delante de su capital, Omdurán.
La batalla
Los invasores llegaron a las llanuras que se extienden ante Omdurmán, en la orilla oeste del Nilo, el 1 de septiembre de 1898. Los «amistosos» nativos aseguraron la orilla este. La artillería y los barcos cañoneros fluviales bombardearon la ciudad y sus defensas. Un gran ejército derviche ocupó el campo y Kitchener decidió proteger a sus fuerzas por la noche con un gran campamento semicircular que daba al río, junto a las embarcaciones, con una zariba («muralla de espinos») en el lado del desierto.
Un ataque nocturno habría reducido la ventaja de la potencia de fuego aliada y habría proporcionado a los derviches su mejor oportunidad de romper la zariba, pero la batalla comenzó con las primeras luces del alba. La batalla de Omdurmán se produjo en dos fases:
- En la primera fase, las fuerzas principales de Kitchener protagonizaron un enfrentamiento esencialmente defensivo desde el interior de la zariba.
- En la segunda fase, salieron y avanzaron sobre Omdurmán. Además, cortaron la retirada de los derviches hacia la ciudad, (a Kitchener le ponía nervioso la idea de luchar en las calles de una ciudad hostil).

Primera fase
La primera fase estuvo dominada por el peso de la potencia de fuego anglo-egipcia cuando la infantería enemiga cargó contra todo el perímetro de la llanura. Los derviches, superiores en número, apenas tenían artillería, carecían de cañones y sólo poseían mosquetes y fusiles obsoletos con munición de mala calidad, en contraste con las armas modernas del enemigo.
La artillería de Kitchener, 80 piezas (incluidas las de los cañoneros), inició el fuego con metralla a 2.750 metros, los cañones 44 Maxim a 1.650 metros y los fusiles de la infantería a 1.370 metros. Los batallones egipcios contaban con el fusil Martini-Henry; los británicos, con el nuevo Lee-Metford, de repetición y sin humo. Pocos derviches sobrevivieron dentro de los 270 metros del perímetro, y ninguno llegó al mismo.
Churchill, testigo ocular, declaró que la matanza fue «una simple cuestión de maquinaria». El único contratiempo de los aliados fue que la caballería y los cuerpos de camellos, situados fuera de la zariba, hacia Kerreri Hills, fueron conducidos más al norte por la caballería derviche. La intervención de los cañoneros los salvó del desastre.
Segunda fase
La aniquilación de las cargas derviches convenció a Kitchener para salir del perímetro y avanzar sobre Omdurmán a fin de cortar la retirada a los enemigos que quedaban. La decisión resultó prematura.
En esta segunda fase, sus fuerzas sufrieron más pérdidas y se enfrentaron a serios contratiempos. Además, se encontraban demasiado lejos para recibir el apoyo de los cañoneros. Kitchener subestimó las reservas del califa, a la espera tras las montañas.
La carga de caballería de los lanceros del escuadrón XXI, a pesar de los éxitos, resultó innecesaria y cara; diversas bajas entre hombres y caballos dejaron la unidad inservible para su cometido. El abandono de la formación escalonada estándar ante las prisas por entrar en la ciudad dejó a la división de infantería egipcia, mandada por el teniente coronel Héctor Macdonald, expuesta en el flanco noroeste del avance.
Fue atacada por las fuerzas del califa desde el oeste y después por los derviches que regresaban desde el norte. «Fighting Mac» realineó a su división orientada al oeste y después al norte, mientras todavía era atacada, y respondió a los asaltos hasta verse liberada.
De nuevo, el peso de la potencia de fuego occidental se impuso sobre las cargas masivas de los nativos, en su mayoría lanceros, a pesar de su valentía. Las fuerzas restantes del califa se retiraron del campo de batalla y la marcha aliada sobre Omdurmán llegó a su fin. La ciudad fue ocupada sin apenas resistencia mientras los derviches que huían siguieron arrasando sistemáticamente lo que encontraban a su paso. El califa no fue apresado hasta el año siguiente.
Consecuencias
Esta victoria abrumadora marcó el abismo existente entre las armas occidentales y nativas, y sus respectivas tácticas. Las cargas masivas derviches sólo intensificaron el efecto de la potencia de fuego superior de los aliados.
Churchill la calificó como «el triunfo más logrado jamás logrado por las armas de la ciencia sobre la barbarie». Una vez borrado el impacto de Adua, los europeos habrían pasado a parecer invencibles en África. Desde el punto de vista de la estrategia, las consecuencias fueron decisivas para el control británico de todo el valle del Nilo.
Sudán fue declarado un condominio angloegipcio. La fuerza expedicionaria francesa de Marchand, que anteriormente llegó a Fashoda, tuvo que enfrentarse a las fuerzas de Kitchener. Después de algunos días de tensión internacional, París aceptó retirarse y ceder el valle del Nilo al control británico. El sueño de una África oriental de dominio británico estaba más próximo a la realidad.
La victoria se recibió con entusiasmo en Gran Bretaña, y Kitchener se convirtió en un héroe popular (a pesar de que también recibió cierta crítica de la prensa por el asesinato de los derviches heridos). No obstante, las ilusiones sobre la invencibilidad de las fuerzas británicas en campos de batalla coloniales pronto quedarían en nada debido, en parte, a la guerra Bóer.
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