Seguramente, te hayas quedado boquiabierto viendo cómo se consigue poner una nave espacial o satélite artificial en órbita, y te has preguntado cuál es el origen de los cohetes o quién los inventó. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de los primeros cohetes y su evolución.
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Principio de los cohetes
Para saber cómo puede volar un cohete, es muy sencillo e incluso tú puedes probarlo en casa. Si tomamos un pequeño globo lleno de aire y los soltamos con la boquilla abierta, veremos que el aire, saliendo con fuerza por dicho sitio, empuja al globo en dirección contraria. Idéntico fenómeno se produce en los cohetes usados para fuegos artificiales.
Cuando el fuego prende en la pólvora (ver historia de la pólvora) que contienen, el gas que se origina por la combustión, al ser expulsado por un lado, proyecta al cohete en dirección opuesta.
Origen de los cohetes
Los cohetes ya fueron usados con fines militares hace siglos. Los emplearon los mongoles en el año 1250 durante la conquista de Bagdad. También lo emplearon los franceses, en 1429, para defender la ciudad de Orleans. Del mismo modo, los utilizaron los ingleses contra los franceses en 1806, lanzando más de 2.000 unidades sobre la población de Boulogne.
Pero estos proyectiles tenían un grave problema, que eran muy poco precisos y, por lo tanto muy complejo conseguir que impactasen donde se deseaba. Para mejorar la precisión de los cohetes, se pensó a principios del siglo XIX en aplicarles aletas estabilizadoras, unos elementos muy parecidos a los que llevan las flechas. Efectivamente, se consiguió una gran mejora en su estabilidad y porcentaje de acierto al alcanzar su objetivo. Pero los grandes progresos en este campo no sucederían hasta llegado el siglo XX.
Quién inventó el cohete
En 1903, el ruso Konstantín Tziolkovsky, considerado el padre de los vuelos espaciales e inventor de los cohetes proyectó un cohete cuyos combustibles eran el oxígeno y el hidrógeno en estado líquido, los mismos que usaría el proyectil estadounidense Saturno V para transportar los primeros hombres a la Luna.
Basándose en los estudios de Tziolkovsky y de Hermann Oberth, otro pionero de los cohetes, el norteamericano Robert Goddard, construyó en 1935 un proyectil de cuatro metros y medio de altura. Alcanzó 1.100 kilómetros por hora y se elevó hasta los 2.500 metros. Pero el país que, entre 1930 y 1940, se dedicó mayormente a esta empresa fue Alemania.
Tras varios experimentos francamente desafortunados, y cuando ya la segunda Guerra Mundial estaba a las puertas, todas las instalaciones de cohetes germanas fueron trasladadas a la base secreta de Peenemünde: dos años después, los germanos consiguieron que un cohete denominado A-3 alcanzase una altura de 12 kilómetros.
Muy pocos imaginaban que dicho proyectil abriría paso a toda una serie de mortales cohetes de bombardeo. En efecto, el 8 de septiembre de 1944, el primero de ellos, llamado V-2, caía sobre Londres a la velocidad de 5.600 kilómetros por hora.
En los siete meses siguientes se lanzaron sobre la capital inglesa más de mil de estos artefactos. Aquellas armas no pudieron impedir, sin embargo, que Alemania perdiese la guerra. En compensación, los vencedores, sobre todo los norteamericanos, se apoderaron de algunos ejemplares de cohetes V-2 y pudieron estudiarlos, realizando notables progresos en este campo.
Evolución del los cohetes
En 1956, los rusos fabricaron el primer cohete de cabeza nuclear, es decir, que llevaba en su punta una bomba atómica. Este proyectil medía unos 18 metros de longitud y poseía un alcance de 1.000 kilómetros. Un año más tarde, en 1957, los estadounidenses construían el Júpiter y el Thor, cuyo alcance era de 2.750 kilómetros.
Eran armas incontenibles dotadas de una capacidad destructiva enorme: emplearlas significaba provocar una reacción desastrosa hasta en el propio territorio. Y probablemente por este miedo recíproco, ninguna nación ha usado jamás los proyectiles o misiles atómicos con fines bélicos. En los años siguientes se crearon cohetes de todo tipo, pero siempre su potencia iba en aumento.
Proyectiles tierra-aire, contra los aviones y contra otros proyectiles; cohetes tierra-tierra, misiles aire-aire (es decir, de avión contra avión), y hasta cohetes lanzados por submarinos. Todo esto hasta constituir un enorme arsenal dominado por la que se puede considerar arma definitiva, capaz de destruir una nación completa en cualquier rincón del planeta: el llamado ICBM, el cohete balístico intercontinental.
Historia de los cohetes espaciales
Pero los cohetes no poseen sólo una aplicación militar, han alcanzado asimismo gran perfección los utilizados para la navegación espacial. Los soviéticos, modificando un cohete militar, pusieron por primera vez en órbita alrededor de la Tierra, en 1957, un satélite artificial llamado Sputnik I. Este fue el inicio de la historia de la carrera espacial.
En el transcurso de pocos meses hicieron lo propio con otros dos satélites, uno de los cuales pesaba 1.300 kilos. Los rusos, gracias a los potentísimos cohetes de que disponían, habían ganado la primera etapa de la carrera espacial.
Vencieron en algunas más durante los años sucesivos, como el lanzamiento al espacio del primer hombre, el célebre astronauta ruso Yuri Gagarin. El cohete responsable de esta enorme hazaña de la humanidad fue el Vostok I. Los estado Unidos redujeron la ventaja de los soviéticos con los vehículos espaciales de la serie Saturno, que les permitieron, en 1969, enviar el primer hombre a la Luna.
El mayor de estos cohetes, el Saturno V, pesaba 2.752 toneladas en el momento del despegue y tenía una altura de 110 metros, como un edificio de más de 30 pisos. Fue el cohete empleado en las famosas misiones del programa Apolo. En la primera fase (denominada S-IC) consumía 15 toneladas de queroseno y de oxígeno líquido por segundo, y en dos minutos y medio elevaba la nave a una altura de 66 kilómetros.
En la segunda fase (denominada S-II) alcanzaba ya 184 kilómetros. La tercera (llamada S-IVB), finalmente, con una aceleración que lo ponía a 38.700 kilómetros por hora, el proyectil abandonaba la gravedad de la Tierra. Sin duda es el mayor cohete construido de la historia.
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