En la Antigüedad el hombre no estaba obsesionado por el tiempo. Se guiaban por el sol y las estaciones, pero en el 2000 a. C., astrónomos babilonios y egipcios inventaron el reloj de sol. Esto cambió por completo la forma de medir el tiempo y el curso de la humanidad. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia del reloj de sol, cuál es su origen y cómo ha evolucionado.
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Origen del reloj de sol
Todas las civilizaciones han mostrado preocupación por el paso del tiempo, aunque no les obsesionó al principio la necesidad de medirlo. El hombre antiguo se levantaba con el sol y se retiraba con él: la sucesión natural del día y de la noche marcaba su vida e imponía su ritmo en periodos de tiempo de ciclo inevitable. Las estaciones del año seguían la vida del campo y la agricultura. Nadie pensaba que fuera importante dividir el día en horas, y menos en desmenuzarlas en minutos y segundos. Nadie se preguntaba qué hora era: la sentían en su cuerpo.
No obstante lo dicho, hacia el 2000 a. C. los astrónomos egipcios y babilonios inventaron el reloj de sol. Un artilugio sencillo, a menudo un simple objeto alargado o regla que se fijaba sobre un lugar e indicaba la posición del sol mediante la longitud de la sombra proyectada por el palo o el pilar.
La razón de ser de obeliscos y pirámides egipcias acaso tenga que ver con el reloj de sol, es decir, fueron en origen gigantescos relojes de sol. El reloj de sol o cuadrante solar se componía de una varilla llamada “estilo” y una superficie sobre la que aquélla, iluminada por el sol, arrojaba la sombra allí producida. Ambos elementos, varilla y superficie, dispuestos de forma que en todas las épocas del año la sombra proyectada recayera sobre el mismo espacio, marcando así la misma hora a lo largo del ciclo anual.
Evolución del reloj de sol
En el siglo VIII a. C. el reloj solar se sofisticó, se hizo más preciso. Se conserva un reloj de sol egipcio de esa época cuyo indicador horario está colocado en ángulo recto. Instrumentos similares pueden verse todavía en lugares de Egipto o Sudán.
El sacerdote babilonio Beroso creó el reloj de sol hemisférico hacia el 300 a. C., de piedra esculpida en forma de cuadrante con bajorrelieves a los lados, y fue éste el reloj de sol que más tiempo pervivió como forma habitual de medir el tiempo en Oriente Medio todavía en la Alta Edad Media.
El geómetra y astrónomo Claudio Ptolomeo del siglo I a. C., o el matemático griego Apolonio de Pérgamo del siglo III a. C., construían relojes de sol muy complejos.
Uno de los que ha sobrevivido es la Torre de los Vientos en Atenas, posiblemente el reloj público más antiguo conocido: un pequeño edificio en forma octogonal levantado hacia el 100 a. C. en la capital de Grecia. La Torre tenía ocho relojes orientados en ocho distintas direcciones, es decir, un reloj en cada cara del poliedro.
También los romanos construyeron relojes de sol. Pero es claro que estos relojes tenían un problema: la distinta duración del día a lo largo de las estaciones hacía que sólo fueran funcionales durante un número determinado de horas en invierno.
Durante el Renacimiento floreció el arte de la relojería de sol, artilugios de distintas formas y mérito; el de relojero era oficio rentable. En 1531, el cosmógrafo alemán Sebastian Münster publicó un libro manual donde explicaba cómo hacerlos no sólo de sol, sino también relojes de luna: el Compositio Horologiorum.
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