El nacimiento de la imprenta, supuso toda una revolución para que el conocimiento pudiera ser accesible a todos. Con su creación, cualquier texto podía ser reproducido miles de veces con poco esfuerzo. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos quién inventó la imprenta, su historia, cuál es su origen y cómo ha sido su evolución.
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Quién inventó la imprenta
El inventor de la imprenta, es el alemán Johannes Gutenberg en el año 1440, en la ciudad de Maguncia (Alemania). Este orfebre germano cambió el curso de la humanidad ya que con su invención, la prensa de imprenta, ahora el conocimiento podía llegar a casi todas las personas.
Pero esto no es así de sencillo. Para que te puedas hacer una idea de todo lo que supuso este ingenio para poder imprimir libros de forma rápida, barata y en gran cantidad, piensa en lo siguiente:
Hoy en día, todavía nos quedamos boquiabiertos con las posibilidades que nos ofrece Internet. Las nuevas generaciones ya han crecido con la red, pero, para los que tienen cierta edad, tener acceso a una cantidad tan descomunal de información nos parece casi magia. Una revolución total que afecta a todos los aspectos de la vida.
Hace unos siglos pasó lo mismo con otro invento. La imprenta, permitió generar una cantidad hasta entonces inimaginable de libros, de papel impreso y de conocimiento. Un conocimiento que, de golpe, podía salir de las cuatro paredes de los monasterios y esparcirse por todas partes.
Los monasterios eran básicamente los únicos lugares del mundo occidental donde se guardaba una mínima parte de la cultura que generaban los humanos. De cada libro, existían sólo unas pocas copias hechas a mano que llegaban a muy pocos.
Pero llegó Johann Gutenberg, y en el año 1440, inventó la imprenta. Aunque siendo estrictos, no inventó nada. A pesar de que siempre se habla de Gutenberg como el inventor de la imprenta, en el año 1200, ya había libros impresos gracias a piezas que tenían las letras grabadas. Y en el siglo X, los chinos ya imprimían textos con letras hechas de barro convenientemente entintadas.
Pero todos los sistemas eran limitados o no funcionaban bien. Las letras se estropeaban enseguida, o no encajaban correctamente las unas junto a las otras. Costaba mucho hacer libros, y cuando lo conseguían sólo podían imprimir pocos ejemplares.
El mérito, indiscutible, de Gutenberg fue inventar una imprenta que fuera funcional, que permitiera imprimir grandes cantidades de libros de manera rápida y eficiente, al menos según los parámetros de aquel tiempo.
Usó piezas de tipografía de metal mucho más resistentes y de mejor calidad. Encontró el sistema de prensar el papel de modo que la impresión fuera de calidad, eligió el tipo de tinta de la calidad adecuada para usarlo todo.
Casi todo esto ya estaba inventado, pero fue Gutenberg quien lo agrupó para darle utilidad. Aquello fue una revolución. Se dice que en cincuenta años se generaron más libros que en los mil años anteriores. Y aquello fue sólo el principio. De repente, el conocimiento comenzó a esparcirse por toda la sociedad. Los poderosos aunque mantuvieron el control un tiempo, la información comenzó a fluir y ya no se pudo detener.
Gutenberg comenzó imprimiendo una biblia. Ahora aquellos libros son ejemplares de un precio incalculable, pero al impresor le dieron muchos dolores de cabeza. No les pudo entregar a tiempo, sobre todo por culpa de los dibujos y las encuadernaciones, y todo ello acabó en juicio.
Él perdió y sus acreedores se quedaron la imprenta y siguieron con el negocio. Gutenberg, pudo seguir imprimiendo algunos libros años después en un pequeño taller y nunca ganar mucho dinero. Pero su imprenta abrió la puerta del conocimiento a toda la humanidad, un legado que no tiene precio.
Origen de la imprenta
Si hemos de ser justos, la imprenta con tipos de madera se usó por primera vez en China en el año 593, por los monjes budistas, que imprimían seda y telas de colores. Antes del año 900, ya se imprimían libros de oraciones.
El sistema de caracteres móviles para la impresión de textos fue inventado en China, entre los años 1041 y 1048 por Pi Cheng (Bi Zeng). Los caracteres se hacían con tierra cocida, de manera análoga a la que utilizan los tipógrafos actuales, ya que el conjunto del texto compuesto de esta manera se encerraba en un cuadro de hierro.
En 1297-1298, Wang Chen (Wang hen), perfeccionó este sistema y realizó letras en madera dura con las que imprimió, en 1313, su Tratado de agricultura. Disponía de un catálogo de 60.000 caracteres, que le permitieron imprimir en un mes una centena de ejemplares de una gaceta local.
Se supone que los caracteres móviles chinos, pudieron llegar a Europa con las tropas mongolas que invadieron Rusia en 1240. Polonia en 1259 y Hungría en 1283. Pero no se tiene una prueba oficial. La invención, que se extendió en los vastos territorios asiáticos, llegó sin duda a Europa. Bien fue descrita por viajeros, o tal vez se dispuso de caracteres chinos en madera gracias al intercambio comercial, que entonces era bastante frecuente.
Lo cierto es que, entre 1423 y 1437, el holandés Laurens Janzsoon, más conocido por el nombre de Coster, intento adaptarlo a los caracteres latinos. Siendo éstos claramente más pequeños que los chinos, Coster chocó con dificultades que no le permitieron terminar.
Mientras tanto, artesanos holandeses y germanos abandonaron los caracteres de madera en beneficio de los caracteres metálicos, utilizándolos del siguiente modo: los caracteres se realizaban en relieve sobre latón o cobre, luego se aplicaban sobre una superficie de material dúctil, como la arcilla o el plomo caliente, letra a letra, para reconstruir el texto; finalmente se fundía plomo sobre la matriz que así se obtenía, lista para la impresión.
Este procedimiento, recuerda mucho al estampado de una pieza en una matriz de las prensas modernas y debió constituir el punto de partida de la imprenta, excepto que ni la profundidad de los moldes, ni la alineación de los caracteres obtenidos eran satisfactorios y cada estampado de una pieza en una matriz tendía a embotar el carácter original. La impresión metalográfica se practicó, sin embargo, mal que bien, durante varios años, fundamentalmente en Estrasburgo.
Este perfeccionamiento técnico sirvió de punto de partida para el alemán Johannes Gutenberg, quien tuvo la idea de volver a los caracteres móviles de la siguiente manera: las matrices de las letras se confeccionaban por separado, a partir de modelos de cobre o de latón, para la fundición de los caracteres en plomo, igualmente individuales.
Estos últimos se componían y reunían en una tabla de madera, y a continuación se ligaban para la impresión. Hacia 1439, Gutenberg inventó también la prensa, de la que es el creador original, la cual le permitió obtener por fin una impresión profunda y regular de sus planchas y textos. Hacia 1475 el alemán Peter Schöffer mejoró la técnica de Gutenberg poniendo a punto las matrices de acero, que le permitían colar caracteres en cobre, más precisos, más regulares y menos deteriorables.
El uso de la tinta
Los primeros en usar tinta fueron los chinos, hace probablemente cinco mil años, para ennegrecer superficies de piedra con una mezcla de hollín, gelatina animal y aceite. En otros lugares se elaboran otros tipos de tinta con un colorante vegetal o un pigmento mineral y alguna sustancia que sirva de aglutinante.
Cuando Gutenberg inventa la imprenta, en Europa hay dos tipos de tinta: la que usaban griegos y romanos, hecha de hollín, cola y agua, y otra hecha de sulfato de hierro, hiel, goma y agua; ninguna servía para la imprenta, así que tuvo que inventarse otra hecha a base de aceite de turpentina y aceite de nueces.
La tipografía
Los chinos graban sus textos sobre unos sellos, mientras que aquellos del Próximo Oriente sólo tienen un empleo figurativo. La escritura ideográfica china es tan compleja que rápidamente se fomenta la investigación de procedimientos de escritura mecánica. Al contrario, las escrituras alfabéticas occidentales, que permiten el uso de la letra cursiva, son más fáciles de escribir a mano.
En el siglo XIV a.C., el invento de la tinta y luego, en el siglo i, el del papel, son obviamente dos factores de suma importancia, tanto como la demanda sostenida de libros religiosos y de textos confucianos.
Primeros textos impresos
En China, el uso de términos directamente ligados a la nueva técnica se remontan al siglo VII. Sin embargo, el primer texto impreso conocido data del siglo VIII. Se trata de un rollo de papel descubierto en Corea del Sur (pero con certeza importado de China) que contiene un sutra budista. Los arqueólogos fechan su realización entre el 704 y 751.
En cuanto al primer libro impreso, fue hallado por el gran arqueólogo y explorador británico Aurel Stein, en 1907, en Tunhuang, Asia central. Es una traducción al chino del Sutra del diamante (escrito originalmente en sánscrito), efectuada por el erudito Wang Chieh y fechada en el año 868.
Lenta difusión en China
Las técnicas de la imprenta se propagan en China en el transcurso del siglo X. Unas imprentas se establecen en Loyang y Khai-feng, en el norte; en Szechuan, Nanking y Hangchow, en el sur. A partir de la época Song (960-1279), estas técnicas empiezan a ser exportadas hacia los países vecinos.
Los budistas emprenden entonces un proyecto enorme: la impresión de todo el conjunto del canon budista. Cada una de las seis ediciones publicadas entre 971 y 1321 implica el grabado de 60000 a 80000 bloques. Esto da una idea del nivel alcanzado por la imprenta china en una época en que, en los monasterios occidentales, los copistas todavía sufrían con sus manuscritos.
Invento de los caracteres móviles
Durante el reinado de Ching Li (I041-1048), el plebeyo Pi Sheng inventó los caracteres de imprenta móviles. Tomó arcilla pegajosa y la cortó en caracteres tan delgados como el borde de una moneda. Cada carácter formaba un tipo único. Los quemó en el fuego para endurecerlos. Antes había preparado una placa de metal: la había cubierto de una mezcla de resina de pino, de cera y de cenizas de papel.
Cuando deseaba imprimir, cogía un marco de hierro y lo colocaba encima de la placa. Allí disponía los tipos, apretados los unos contra los otros. Cuando el marco estaba lleno, formaba un bloque sólido de tipos. Lo colocaba cerca del fuego para calentarlo.
Cuando la pasta (del fondo) estaba ligeramente fundida, cogía una tabla lisa y la apretaba contra la superficie para que el bloque de tipos se volviera tan parejo como una piedra de afilar. Para imprimir tan sólo una o dos copias, este método no era sencillo o fácil. Sin embargo, para la impresión de centenas o miles de copias, era maravillosamente rápido.”
Al principio, la imprenta se confunde con el grabado en madera. A partir de un bloque grabado, se pueden ejecutar unas 15.000 copias impresas, y 10.000 más después de haber retocado el bloque. Este proceso requiere por supuesto el grabado de un nuevo bloque para cada texto. Los caracteres móviles se imponen luego como una alternativa imprescindible.
Esa innovación decisiva se atribuye a Pi Sheng durante la primera mitad del siglo XI. Desaparece hasta el siglo Xlll, época en que el uso de los caracteres móviles (de madera) vuelven merced a otro letrado, Wang Chen.
La fabricación de los caracteres móviles en metal fusible empieza en Corea a fines del siglo XIV, y en el siglo XV, en China. Luego, la imprenta es adoptada en el Turquestán oriental en el siglo VII. Y, su difusión hacia el oeste parece ser la consecuencia de la conquista del Turquestán por los mongoles en el siglo XIII. La llegada de las hordas mongólicas en Polonia (1259) y en Hungría (1283) pareciera haber favorecido su transmisión hacia Alemania.
Difusión en Europa
En todo caso, en Europa, las técnicas de xilografía se conocen desde 1377, año en que la existencia de los naipes está comprobada. En Francia y en Alemania, las telas impresas se conocen más temprano aún, en los siglos VI y VII, y los grabados sobre madera que se venden entre 1400 y 1450, en Alemania meridional y en Venecia bajo la forma de “libros” se parecen notablemente a los libros chinos.
Según Tsien Tsun-Hsum, parece que los grabadores en madera europeos no solamente han visto las muestras (de libros) chinas. Tal vez, las han recibido de misioneros u otros que han sido instruidos en estos métodos no europeos durante una estadía en China.
La tesis de la adopción de una técnica china no está comprobada Sin embargo, ya sea una adopción o un invento independiente, la aparición en Occidente de los caracteres de imprenta móviles en la época del Renacimiento es perfectamente lógico.
En efecto, es menos preciso aunque más fácil usar los caracteres móviles para la impresión de escrituras alfabéticas que exigen en total un centenar de tipos (mayúsculas, minúsculas, números y puntuación). Mientras el chino cuenta con 53000 caracteres junto con 400 radicales y un surtido completo de caracteres que puede llegar a alcanzar unos 450000 tipos.
Cómo se reproducían los libros antes de la imprenta
Para llegar a donde estamos actualmente, la civilización ha pasado por varios procesos para poder plasmar la sabiduría y el conocimiento en algún tipo de formato que perdurase y se pudiera conservar para las siguientes generaciones. Vamos a conocer un poco cómo ha sido este proceso:
La reproducción de libros es muy anterior a la invención de la imprenta de caracteres móviles. Posiblemente se practica desde el tercer o segundo milenio antes de nuestra era, en Oriente Próximo y en Oriente Medio. Pero se diferencia de la edición en sentido moderno por el hecho de que las obras copiadas no se vendían; las copias, de textos religiosos o políticos, se hacían principalmente para evitar su destrucción por el paso del tiempo.
Estas obras constituían un privilegio de las castas dirigentes. Con toda probabilidad, fue en Roma, en el siglo I a. de C., donde apareció la edición comercial. Los autores depositaban el original de un texto en casa de un copista; allí se copiaban varios ejemplares y se vendían a cualquier cliente que lo solicitara (las obras eran relativamente caras, dado que las copias se efectuaban en pergamino, material caro).
A continuación, el copista abonaba unos derechos al autor. Este es efectivamente el principio de la edición comercial tal como existe hoy día. Tras la caída del Imperio Romano, la práctica de la copia se traslada a los monasterios y vuelve a no ser comercial, o, en tal caso, de un comercio muy restringido.
Con la creación de las universidades, a partir del siglo XII en Europa, se restaura la profesión de editor (entonces se le llamaba estacionario). La imprenta de caracteres móviles le dio evidentemente un impulso considerable.
Podemos considerar que la edición moderna, se crea con el Copyright Act británica de 1709, que protegía los derechos de los autores durante veintiún años, permitiendo a los editores republicar un texto tras este período sin pagar derechos; pero sobre todo aseguraba a los autores un derecho de continuidad, y por tanto rentas estables, proporcionales a las ventas.
Primer libro impreso en español
El primer libro impreso en español fue el Sinodal de Aguilafuente (actas del sínodo celebrado en este pueblo de Segovia) de Juan Parix, primer impresor de España, en 1472.
En cambio, algunos historiadores se decantan por otra opción. Dicen que fue el primer libro en castellano que se imprimió fue Comprehensoríum de Johannes Grammaticus, impreso en 1475. Los Reyes Católicos promocionaron la edición de algunos libros, entre ellos la primera Gramatica castellana, de Elio Antonio de Nebrija, impresa en Salamanca en 1492.
Evolución de la imprenta
En 1710, Jacob Christof Le Blon descubre la tricromía, impresión a partir de tres colores básicos: rojo, azul y amarillo. Ese mismo año, el holandés Van der Mey descubre la estereotipia, impresión basada en planchas de plomo que acelera las impresiones.
La litografía es descubierta en 1796 por el austriaco Alois Senefelder, que usa placas de piedra caliza para imprimir en plano. Posteriormente se inventaría la impresión en color. Pero vamos a ver todas estas mejoras y evoluciones de la imprenta con más detalle:
Estereotipia o monotipia
La estereotipia es un procedimiento de impresión que permite obtener una página impresa por medio de un molde fundido sobre una página tipográfica compuesta con caracteres móviles.
El molde, realizado en hueco, ésta en positivo, mientras que la página estereotipada en relieve, aparece en negativo y por tanto permite imprimir la página en positivo. Este procedimiento representa una etapa esencial en la evolución que conduce desde la imprenta de caracteres móviles a las prensas rotativas modernas.
Fue inventada por artesanos impresores renanos a principios del siglo XV, pero permaneció mucho tiempo sin consecuencias debido a la imperfección de los moldes. La lentitud de la impresión tipográfica le devolvió su vigencia a principios del siglo XVIII.
Por aquel entonces, su lentitud se agravó a causa de los frecuentes accidentes debidos a la dificultad que entrañaba manejar las páginas montadas que, al caer, se deshacían. Se cambiaron entonces por pasteles de caracteres que hay que recomponer; además, la composición de obras de varias decenas o centenas de páginas exigían almacenar grandes cantidades de caracteres.
En 1725, el escocés William Ged abordo el problema logrando poner a punto la técnica esbozada tres siglos antes; es decir, realizó sobre las páginas compuestas matrices en las que colaba un metal dando la forma de una placa, que podía servir para la impresión.
De este modo, los caracteres tipográficos podían ordenarse sin desperfectos, incluso antes de la impresión del libro. Este procedimiento presentaba una ventaja añadida, la de conservar las placas estereotipadas con el fin de reutilizarlas en reimpresiones posteriores.
Ged intento introducir su técnica en Londres, pero la hostilidad de los impresores ingleses le condujo al fracaso. Cuando, casi medio siglo más tarde, compatriotas de Glasgow, Alexander Tilloch y Andrew Foulis, retomaron la idea, se vieron obligados a disimular, para no suscitar la cólera de sus compadres.
En 1784, el alemán Franz Hoffmann se empeñó en implantar esta técnica en París y obtuvo el privilegio exclusivo de su “nuevo arte” de imprimir; él y su hijo publicaron, a finales de ese año, un Journal polytype des Sciences et des arts, que suscito los elogios de Lavoisier, pero levantó la cólera de los impresores, esta vez parisinos.
Este sistema permitía ganar tiempo de tal forma que les hacía sombra, y en lugar de adoptar la estereotipia, lo resolvieron haciendo abolir el privilegio de Hoftmann y logrando prohibir la técnica.
El año siguiente, sin embargo, Joseph Carez, de Toul, obtuvo la autorización del ministro de justicia para reutilizar la estereotipia, que bautizó monotipia. Ésta comenzó a imponerse mucho más fácilmente porque se pensó utilizar para la fabricación de asignados (papel moneda) y de billetes de lotería infalsificables.
Aunque la técnica misma no estaba totalmente puesta a punto, la colada de metal caliente sobre caracteres tipográficos no proporcionaba moldes muy precisos, como consecuencia de la deformación por el enfriamiento.
Entre 1793 y 1797, Louis Étienne Herhan, Firmin Didot y Nicolas Marie Gatteaux, quienes acabaron asociándose, pusieron a punto un método de prensado en frío de la placa matriz. Herhan, con auténtico genio, simplifico la estereotipia eliminando la etapa en la que había que recurrir a los tipos.
Éstos se componían ellos mismos a partir de matrices, y Herhan invento un procedimiento que consistía en utilizar directamente estas matrices para componer los textos y hacer el fundido de la matriz de impresión; de este modo obtuvo caracteres mucho más finos y una impresión mucho más nítida. Este procedimiento llamado monotipia conduciría a la invención, en 1896, de la componedora-fundidora del americano Lanston, capaz de fundir líneas enteras que luego bastaba con ajustarlas en un chasis.
Fotograbado
En el transcurso de las investigaciones que debían llevar a la invención de la fotografía, Nicéphore Niepce invento el fotograbado; ocurría en 1816. Esta invención se basa en las propiedades del betún de Judea, sustancia que presenta la peculiaridad de endurecerse con la luz y volverse indisoluble con esencia de trementina. Trazando pues un dibujo sobre una placa de cristal, y colocando ésta sobre otra placa bañada en betún de Judea. Niepce obtuvo una especie de “negativo” de su dibujo.
Las partes expuestas a la luz se endurecían y quedaban en relieve, mientras que las otras se disolvían en el ácido. Esta invención daría lugar al heliograbado, puesto a punto en 1875 por el austriaco Karl Klietsch, quien llegó al grabado sobre metal a partir de un negativo fotográfico.
La placa de metal grabado era bañada en tinta y luego limpiada; la tinta se quedaba en las ranuras del grabado reconstruyendo el documento en positivo sobre papel. El heliograbado inaugura la era de la prensa ilustrada.
La impresión en color
El origen de la impresión en colores es oscuro y, a juzgar por algunas cartas para jugar (naipes) impresas en varios colores y que datan del siglo IX, esta técnica habría nacido en China. Se ignora cuál era exactamente el procedimiento y se supone que consistía en aplicar tintas de colores diferentes sobre un mismo bloque de madera grabada, que bastaba con pasarlo luego por una prensa.
Sin duda, éste fue el procedimiento empleado por Gutenberg para obtener las rúbricas e iniciales en rojo de su Biblia “de 42 líneas”, el primer libro impreso con caracteres móviles (otras iniciales o rúbricas se colorearon a mano).
Posteriormente, los impresores de Maguncia producían libros con rúbricas e iniciales en dos colores, y las grandes iniciales del psalterio, impreso en 1457 por Peter Schöffer, tienen complicados arreglos en rojo y azul, cuyo secreto fue desvelado en 1830 por el inglés sir William Congreve: “La inicial se componía con dos elementos de madera o metal, que encajaban igual que las piezas de un rompecabezas y que se entintaban por separado y luego se encajaban cuidadosamente”.
Este fue el procedimiento que retomó en 1486 el célebre maestro impresor inglés Saint Albans, quien producía blasones impresos en cuatro colores, azul, rojo y marrón; el amarillo, curiosamente, se aplicaba con un pincel.
A principios del siglo XVI, hizo su aparición una técnica de grabado en madera, derivada de la anterior, que se conoce con el nombre de chiaroscuro. No se sabe si fue antes en Alemania o en Italia, y el nombre de su inventor es desconocido.
Consistía en realizar un grabado con trazos fuertes, cuyos diferentes espacios se coloreaban de modo diferente; el trazo negro servía para tabicar los colores y recogía las rebabas. Paralelamente apareció la técnica de las plantillas, utilizada esencialmente para la producción de naipes.
En 1630, la técnica se extendió a la talla dulce (no serán al agua fuerte hasta más o menos un siglo después). Los resultados dependían del talento del grabador. Podemos decir que no se produjo ningún invento fundamental de impresión a colores desde el de Schöffer.
Pero, en 1719, el alemán de origen francés Johann Christoff Le Blon patento un procedimiento (sin duda inventado antes) que era extraordinario por su prefiguración de las teorías de óptica, ya que se fundaba en la utilización de colores primarios para la reconstrucción del espectro. Le Blon lo utilizó para la reproducción de obras maestras de pintura.
De este modo, realizaba varias planchas de una misma obra, vigilando la localización perfecta de los cuatro colores, es decir, su perfecta superposición; cada plancha se trabajaba en mezzo-tinto en función de un color primario, y la superposición de las tiradas en azul, amarillo y rojo, permitía reconstruir los colores originales de la obra (además había una tirada en negro). La superposición del azul y del rojo daba violeta; la del azul y el amarillo, verde; la de rojo, amarillo y negro, marrón, etc.
La intensidad de cada color en la tirada final dependía de la densidad de la trama del mezzo-tinto, las tramas tupidas producían colores oscuros y las tramas abiertas lo contrario. Este procedimiento, publicado en Francia en 1756, conoció un éxito inmenso.
Estaba basado en el empleo de tintas transparentes, las únicas capaces de producir el efecto deseado. Apuntaremos de paso que este efecto se aproxima mucho al de la cuatricromía por clisado en cinc, que vio la luz en el siglo XIX. La trama cuadriculada del mezzo-tinto parecía confundirse con la rama de malla de los clichés fotográficos.
Hacia 1818, Aloïs Senefelder extendió el procedimiento de la tricromía o cuatricromía a la litografía, de la que era inventor. Era el nacimiento de la cromolitografía. Algunos impresores, como el inglés William Savage, realizaron hazañas de variedad incorporando hasta treinta colores diferentes en grabados en talla dulce, en chiaroscuro o en cromolitografía.
Otros, como el inglés George Baxter, combinaban sabiamente el grabado en acero para los trazos negros y el grabado sobre madera para los colores. El desarrollo de la foto permitió en 1858, obtener mecánicamente la reproducción en colores por medio de la realización de clichés sobre cinc de las cuatro planchas que se debían tirar con los colores primarios; cada cliché se hacía por medio de un filtro en color de la misma imagen.
La patente fue depositada por el inventor Louis Ducos du Hauron en 1858. Señalaremos que el cinc ya se empleaba para grabado; la primera vez lo hizo el austriaco Joseph Trentsenky en 1822, y que la cincografía la había comercializado el socio de Senefelder, Knecht como sustituto de la litografía.
Historia de la imprenta resumen
Si lo que necesitas es conocer una breve historia de la imprenta resumida, seguidamente te la exponemos en forma de cronología. Así, no te perderás ningún hito histórico o acontecimiento importante de este invento:
- Año 593: Monjes budistas chinos usan por primera vez una imprenta de tipos móviles hechos de maderas para imprimir telas de colores.
- Año 1040: El alquimista chino Pi Cheng usa por primera vez los tipos móviles de arcilla cocida, que se unían con un marco metálico para formar frases antes de imprimirlas.
- Año 1447: Johannes Gutenberg imprime un salterio con letras mayúsculas en lo que se considera la primera impresión conseguida mediante una imprenta con letras fabricadas a mano.
- Año 1449: Gutenberg imprime el Misal de Constanza, considerado por algunos como el primer libro impreso con tipos móviles
- Años 1452 a 1455: Primera obra tipográfica de la historia, la Biblia de Gutenberg, Biblia de las 42 líneas o Biblia de Mazarino.
- Año 1475: Primer libro impreso en español, el Comprehensorium de Johannes Grammaticus.
- Año 1492: Primera Gramatica castellana, de Antonio de Lebrija, patrocinada por los Reyes Católicos.
- Año 1710: Jacob Christof Le Blon descubre la tricromía, impresión a partir de tres colores básicos: rojo, azul y amarillo. Van der Mey descubre la estereotipia, impresión basada en planchas de plomo que acelera notablemente las impresiones
- Año 1796: El austriaco Alois Senefelder descubre la litografía usando placas de caliza para imprimir en plano.
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