La República de Irlanda es una nación con una historia muy antigua e intensa. Un país que cuenta con costumbres y una cultura que se remontan a miles de años en el tiempo. Un territorio testigo de mil batallas y hogar de un pueblo luchador en todas sus etapas históricas. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de Irlanda y su origen.
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Origen de Irlanda
Para conocer el origen de Irlanda (Eire), primero es necesario saber la situación geográfica del país. Irlanda es un estado insular europeo situado en el océano Atlántico y que ocupa el 83,3 % de la Isla que lleva el mismo nombre (Irlanda) en el archipiélago británico.
Es el único país de Europa que la mitad de sus habitantes viven fuera de sus fronteras. Históricamente es una tierra de emigración, sus verdes paisajes, sus pastos y sus suelos no han sido jamás capaces de alimentar a sus gentes. Esta isla, convulsionada siempre por problemas religiosos, donde el catolicismo ha permanecido siempre vinculado a las tradiciones de raíz gaélica, se halla ahora dividida, pues su región norte, el Ulster, que pertenece a Gran Bretaña.
Irlanda es una de las repúblicas más jóvenes del Viejo Continente, pues se libró del yugo británico en 1949. Sin embargo, a pesar de la ancestral enemistad con sus vecinos británicos, algunos de los literatos irlandeses son la gloria de la lengua inglesa: poetas como Yeats, o bien dramaturgos como George Bernard Shaw y Samuel Beckett, o ambas cosas, como el gran Oscar Wilde.
En la capital de Irlanda, Dublín, nació James Joyce, tan amante de la tierra que puso el nombre de su ciudad natal a una de sus obras maestras, Dublineses.
- Continente: Europa.
- Superficie: 70.280 km².
- Capital: Dublín.
- Población: 4.832.415 habitantes.
- Moneda: euro.
- Lenguas oficiales: inglés e irlandés.
Prehistoria y Antigüedad
Los primeros restos humanos encontrados en Irlanda pertenecen al mesolílico. Durante el neolítico, de corta duración, y la Edad del Bronce se introdujeron nuevas culturas, entre las que adquirió especial arraigo la cultura megalítica.
Paralelamente, se intensificaron las relaciones comerciales con el continente. Más tarde (500 a. C.) los celtas, conocedores ya de la metalurgia del hierro, invadieron el país. Aunque eran poco numerosos, impusieron su lengua y revolucionaron los modos de vida vigentes hasta entonces (dioses, organización política, artes y costumbres). Al advenimiento de la era cristiana el clan, como unidad política, había sido superado con la formación de varios reinos.
Nación gaélica
La religión de la mayoría de los irlandeses era aún el druidismo a principios del siglo V. Entonces fue enviado San Patricio (año 432), quien en treinta años convirtió casi todo el pueblo irlandés al cristianismo y organizó una Iglesia nacional, que pronto se distinguió por la importancia del monarquismo y la erudición de sus monjes.
La actividad evangelizadora de la Iglesia irlandesa trascendió al exterior de la isla y se extendió a Escocia. Inglaterra e incluso el continente. No obstante el florecimiento espiritual irlandés en esta época, y el de Irlanda en general, la anarquía existente permitió las incursiones y saqueos de los noruegos, que desde fines del siglo VIII visitaron las costas irlandesas y se instalaron en diversas poblaciones (Dublín, Cork, Limerick).
Aunque no lograron conquistar el país; Brian Boru, al vencerles en la batalla de Clontarf (1014), acabó con el peligro que representaban sus incursiones. Esta victoria no terminó con el desorden interno, lo que dio ocasión de intervenir a los normandos, ya instalados en Inglaterra.
Soberanía inglesa
Llamados por Dermot MacMurrough, rey de Leinster, tomaron Dublín y consiguieron para su jefe, Pembroke, dicho reino (1171). Ello suscitó los recelos de Enrique II de Inglaterra, el cual obtuvo por concesión papal (1172) la soberanía sobre la Iglesia y el pueblo de Irlanda. Desde 1175 (tratado de Windsor) ésta quedó sometida a la corona inglesa, que repartió extensos territorios entre los nobles ingleses.
A partir de la dinastía Tudor el fortalecimiento de la corona inglesa trajo consigo también la consolidación de su dominio sobre la isla y la represión de todos los intentos de independencia (rebeliones de O’Neill y O’Donnell), que buscaban su apoyo en las potencias extranjeras.
A ello se añadió, con la introducción de la Reforma en Inglaterra, el enfrentamiento religioso, pues Irlanda permaneció fiel al credo católico. Estallaron sublevaciones en Munster y Ulster, cuyo fracaso provocó la confiscación de tierras y su entrega a colonos escoceses e ingleses (1541), lo que hizo estallar revueltas campesinas.
Las luchas entre la corona y el Parlamento dieron ocasión a una nueva sublevación, a la que la Confederación de Kilkenny (1642) dio cierto orden y legitimidad; pero su derrota (Drogheda, Wexford, 1649) acarreó la confiscación de tres cuartas partes de las tierras.
La política represiva alcanzó su máxima dureza con el establecimiento de las leyes penales (1702-05), que impusieron la más absoluta sumisión a los católicos irlandeses. Posteriormente, la disminución de la intransigencia religiosa y la necesidad de conseguir las simpatías de Irlanda, para hacer frente a la rebelión de las colonias americanas, condujeron a la relajación de las medidas opresivas.
Acta de Unión (1800)
La difusión de las ideas revolucionarias francesas, propagadas por Wolf Tone, provocaron la revolución de 1798 y condujeron a Pitt proclamar el Acta de Unión (Union Act, 1800), por lo que todo el archipiélago pasaba a formar parte del Reino Unido.
A partir del siglo XIX Irlanda, país de recursos básicamente agrícolas, quedó en desventaja frente a una Inglaterra que se industrializaba rápidamente. El aumento de población, que se duplicó en medio siglo, produjo una crisis de subsistencia, agravada por la enfermedad de la patata, cuyo resultado fue una emigración masiva, con la consiguiente disminución de la producción y la superficie cultivada y la concentración de la propiedad.
Estas catástrofes provocaron la radicalización de la conciencia nacionalista. Al movimiento pacifista de O’Connell (quien consiguió en 1829 la emancipación de los católicos) sucedieron el de la Joven Irlanda y el de los Fenians, de tipo republicano.
Fracasadas las protestas independentistas, éstas se canalizaron luego por la vía parlamentaria en la petición de autonomía (Home Rule), dirigida por Parnell, mientras una minoría se constituía en sociedades secretas (Sinn Féin), exigiendo la independencia. Pero la minoría protestante, centrada en el Ulster, se opuso (1914) a cualquier proyecto de autonomía.
Guerra civil e independencia de Irlanda
Los nacionalistas se sublevaron en 1916, y a pesar de que fueron derrotados, su espíritu prendió en el país, cuya autonomía tuvo que ser reconocida por el Gobierno británico en 1921.
El Acta del Estado Libre de Irlanda (Sciórstcit Eireann) concedió a la isla un estatuto de Dominio (gobierno y parlamento propios, pero con un gobernador general que representaba al soberano británico), excepto a los condados del norte (Ulster), que permanecieron dentro del Reino Unido. Este acuerdo fue rechazado por los republicanos irlandeses, los cuales, guiados por Eamon de Valera, reanudaron la guerra civil.
En 1932 el partido moderado (Fine Gael) fue derrotado por el radical-nacionalista de De Valera (Fianna Fáil). Durante cuyo mandato (1932-48) se aprobó una nueva Constitución en 1937, que daba al Estado irlandés, con el nombre de Eire, una independencia casi completa.
En abril de 1949 se proclamó legalmente la República independiente de Irlanda (Eire), que se retiró de la Commonwealth. Sean O’Kelly fue nombrado presidente de la República, cargo para el que fue reelegido en 1952. Le sucedió en 1959 De Valera, reelegido a su vez en 1966. En este mismo año, las protestas en tomo a la política agraria motivaron la sustitución del primer ministro Sean Lemass por John Lynch, reelegido en 1969.
Época actual
En la década de 1960 se inició un acercamiento a Gran Bretaña, dificultado por el recrudecimiento del conflicto político en el Ulster. Tras un referéndum en 1972 Irlanda ingresó en la Comunidad Económica Europa (CEE).
El retroceso del Fianna Fáil en las elecciones de 1973 propició un gobierno de coalición Fine Gael-laboristas, con Liam Cosgrave como primer ministro. En el mismo año De Valera fue sucedido en la presidencia por Erskine Childers, reemplazado a su muerte por Cearbhall O’Dálaigh (1974).
En 1976 arreció el terrorismo del IRA en el país y el Gobierno irlandés endureció su política. Tras las elecciones legislativas de 1977, J. Lynch, de Fianna Fáil, reemplazó a Cosgrave como primer ministro, pero su política de conciliación con Gran Bretaña le forzó a dimitir.
Desde las elecciones de 1981 se alternaron los Gobiernos de Fine Gael-laboristas, encabezados por Garret Fitzgerald (1981-82 y 1982-87), y de Fianna Fáil, presididos por Haughey (1982 y 1987-92). Durante su mandato, éste impulsó la aprobación en referéndum de la adhesión irlandesa al Acta Única Europea (26 mayo 1987). En las presidenciales de noviembre de 1990 venció la independiente Mary Robinson.
En 1992 se formó un Gobierno de coalición entre el Fianna Fáil y los laboristas presidido por Albert Reynolds, quien firmó el tratado de Maastricht (por el cual en 2002 entró en vigor el euro) y negoció un alto el fuego del IRA que abrió una perspectiva de paz para el Ulster.
Después de que Reynolds perdiera el apoyo de los laboristas se sucedieron un Gobierno del Fíne Gael presidido por John Bruton (1994- 1997) y más tarde otro del Fianna Fáil encabezado por Berti Ahem (a partir de 1997).
A esta formación también pertenecía Mary McAleese, elegida presidenta ese mismo año. Ahern dio apoyo a la firma del acuerdo de paz del Ulster (1998). Tras haberlo rechazado en un referéndum en junio de 2001, Irlanda ratificó en octubre de 2002 el tratado de Niza, que prevé la ampliación de la Unión Europea. En un nuevo plebiscito, los electores se mostraron contrarios a un proyecto que pretendía endurecer la legislación contra el aborto. El 1 de enero de 2002 entró en vigor el euro.
Historia de la bandera de Irlanda
El origen de la bandera de Irlanda proviene de la gran hambruna irlandesa entre 1846 y 1850, causada por la enfermedad de la patata, que sumió a la isla en una profunda miseria. Un tercio de la población murió de hambre, y la mitad de los supervivientes se embarcó hacia el Nuevo Mundo (Canadá y Estados Unidos). Esto convirtió a la isla en una tierra casi despoblada.
Sin embargo, fue en Francia donde Thomas Francis Meagher, uno de los jefes del Young Ireland Movement (movimiento “Irlanda Joven”), encontró el modelo de la futura bandera nacional que reconciliaría al pueblo irlandés inspirándose en la tricolor francesa. Por lo tanto, el creador de la bandera irlandesa es Thomas Francis Meagher.
El significado de los colores de la bandera de Irlanda es:
- El color verde, representa a los católicos y a las viejas tradiciones gaélicas
- El color naranja, en alusión a Guillermo III de Orange (1650-1702), líder carismático de los protestantes.
- El color blanco, a modo de guión, simboliza la anhelada paz entre ambas confesiones religiosas. Pues esta isla, situada a la altura de Inglaterra, acoge un país de turberas salpicadas de lagos que ha conocido constantes enfrentamientos entre católicos y protestantes en su camino hacia la independencia.
Este estandarte se enarboló en 1848, en un contexto de odio hacia lo inglés y en plena “Primavera de los Pueblos”. Así como también en 1916, durante el Alzamiento de Pascua. Hubo que esperar a 1919 para que la bandera fuera adoptada oficialmente por este estado insular de Europa occidental.
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