Una figura que ha acompañado a un rey o una reina a lo largo de la historia es la corona. Un elemento decorativo símbolo de poder y, en ocasiones, de divinidad. Desde su origen, ha evolucionado significativamente, tanto en su forma, como los materiales con los que se construía y su significado. En CurioSfera-Historia.com, te explicamos la historia de la corona.
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Origen de la corona
Las coronas primitivas eran sencillas, bastaba una rama unida por sus extremos y en la que se insertaba diversas flores. Especialmente las rosas de Egipto, por lo que las coronas más populares de la Antigüedad estaban hechas de pétalos de rosa que recibían el nombre de coronas sutiles. Las había de espigas y frutos ofrendados a las divinidades a modo de exvotos. Las más empleadas eran las de olivo, encina, vid y hiedra. También las hubo de hojas artificiales, de láminas finísimas de cuerno coloreadas y de trozos de seda.
Hubo quien hizo coronas de flores de madera, utilizando para las negras láminas finísimas de madera de árboles preciosos como el ébano. La corona y el anillo simbolizaron desde antiguo la realeza y la autoridad, política y religiosa debido a una sola circunstancia: participan del prestigio y la mística del círculo. Ya en la Antigüedad un círculo de oro del que irradian llamas a modo de rayos remitía directamente al Sol, fuente de la divinidad. Egipcios, babilonios, asirios, y en general todos los pueblos de la Antigüedad reflejaron con la corona el poder.
Es cierto que alternó con la diadema, la tiara y las cintas frontales, pero tanto estos elementos como las mitras orientales derivaban su preeminencia del hecho de ser circulares, de rodear la cabeza de quien ostenta esa dignidad. Ya entonces eran de metal con adornos de pedrería que reflejaban la luz y destellos del sol.
A lo largo de la historia, la corona ha sido simbolizada por multitud de cosas, evocada en multitud de situaciones y hecha con multitud de materiales. Vamos a verlo con más detalle:
Historia de la corona en el Antiguo Egipto
Los egipcios usaron dos tipos de corona. La roja o emblema alusivo a la dominación de las tierras del Norte, y la blanca, insignia alusiva al dominio del faraón sobre las tierras meridionales del Imperio. Rojo es el Sol al ponerse y blanco al amanecer, por lo que en última instancia era tanto como decir que el faraón dominaba la Tierra.
El sumo sacerdote de la ciudad babilonia de Lagash utilizaba un cesto como corona hace cinco mil años. Las mujeres egipcias de la alta sociedad podían lucir en eventos especiales hermosas coronas, tiaras o diademas de metales preciosos como la que puedes ver en la imagen.
Historia de la corona en la Antigua Grecia
Los griegos empezaron a utilizar la corona relativamente tarde; Homero no la menciona. Pero aunque su uso en Grecia no es anterior al VI a. C., en que aparece decorando vasijas cerámicas, los griegos se aficionaron pronto a ellas y hubo libros relacionados con este símbolo, como el Peri ton stephanon= por la corona, discurso de Demóstenes.
El pueblo griego adornaba sus tumbas con coronas y guirnaldas de hierba y flores. Los atenienses colocaban coronas de flores en la cabeza de los niños cuando cumplían tres años: expresaban así la alegría de haber superado las criaturas el periodo crítico.
Usaban corona los sacerdotes y sacerdotisas, los devotos y fieles de los dioses; también se adornaban con ella los portadores de buenas noticias o mensajeros que daban a conocer grandes hechos. Fue forma de recompensar a los que destacaban en alguna cosa de utilidad pública: este uso tuvo ya en el siglo VI a. C. Se colocaba sobre la cabeza de los vencedores en Juegos Olímpicos, Juegos Nemeos y Juegos de Delfos coronas honoríficas de ramas de olivo procedente del olivar sagrado de la acrópolis ateniense.
También se premiaba así a los ganadores en certámenes poéticos o de canto. También eran coronadas con flores las víctimas propiciatorias en los sacrificios estatales, los barcos que partían hacia la guerra, los recintos festivos.
Ese origen tiene la costumbre de adornar con guirnaldas, banderitas y gallardetes barcos, locales, casas, calles, edificios. En la cultura grecolatina se otorgaba el uso de corona a los servidores públicos o empleados al servicio del Imperio, a modo de emblema de su dignidad o insignia del cargo. También se daban coronas a los poetas y oradores famosos.
Se daba el título de stephano foro o portador de corona al magistrado encargado de los sacrificios en ciertas ceremonias religiosas. La confección de coronas se convirtió en uno de los negocios más florecientes en Grecia y Roma. También se coronaba a los dioses:
- Para Apolo, corona de laurel.
- Corona de perejil para Zeus en los Juegos Nemeos.
- Corona de espigas para Deméter o Ceres.
- Para Poseidón corona de pino.
- Corona de hinojo para el dios frigio Sebazios.
Las coronas eran ofrenda especial: en los inventarios del templo de Delos se menciona más de un centenar de coronas de oro, y en el Partenón, en Atenas, eran numerosas las coronas ofrendadas a la divinidad. En Grecia la insignia de la soberanía era una cinta llamada diadema, utilizada también por los emperadores romanos a excepción de Julio César, que fue autorizado, como también lo fuera César Augusto, a llevar corona triunfal de oro.
Historia de la corona en la Antigua Roma
En Roma, Plinio el Viejo en el siglo I, dedica los primeros capítulos de su Historia natural a este asunto. En esta época las coronas se realizaban con flores y plantas. Las plantas con que se tejían eran muy variadas: rosa, violeta, mirto, hiedra, siempreviva, crisantemo, apio, romero, menta, acacia, lirio, una flor llamada pancracio marítimo, el jacinto, el olivo, el laurel, la encina, la vid.
La corona de laurel fue una de las más preciada debido al prestigio de este árbol y a la creencia de que una hoja de laurel en la boca otorga el don de profecía. Y, entre los labios inmuniza contra el rayo ya que el laurel desvía y rechaza las descargas eléctricas.
El uso de coronar a los emperadores y héroes con ramas de laurel tiene que ver con la costumbre preventiva comentada por el naturalista latino Plinio de proteger las casas colgando coronas de laurel en las estancias. La corona servía para casi todo. Se distinguía con ella cualquier acción meritoria o de utilidad para la colectividad. Algunos usos de la corona en el Imperio Romano eran:
- Al soldado que primero rompía las líneas enemigas, se le otorgaba una corona castrense.
- Se daba la corona cívica de ramas de encina al ciudadano romano que en el fragor de la batalla salvaba de la muerte a un compañero.
- Se concedía una corona mural a quien primero escalaba las murallas enemigas.
- La corona naval distinguía al primer marinero que saltaba a la nave enemiga en los abordajes.
- Se concedía la corona obsidional, hecha de grama del campo enemigo, a quien lograba que los sitiadores abandonaran el cerco.
- La corona radiata lucía en la cabeza de los dioses y de los príncipes divinizados.
- La corona triunfal, primero de laurel y luego de oro, se daba al general que entraba en Roma triunfador de sus enemigos.
Caracalla alternó al principio del siglo III, la corona radiata con la corona triunfal que llegó a ser distintivo del emperador. Desde la época de Constantino I el Grande, de principios del siglo IV, la diadema significó el poder; y en tiempos de Justiniano I, a finales del siglo V, la más alta dignidad imperial se simbolizó con la llamada corona stemma, muy ligera, hecha de filigrana de oro.
Historia de la corona en el cristianismo
El cristianismo tornó la corona en símbolo de victoria sobre la oscuridad y el pecado, de ahí que llevaran corona las vírgenes y las niñas: las primeras, el día de la boda, y las segundas en su primera comunión. Era una cristianización del uso pagano de este símbolo utilizado en ocasiones de alegría mundana. Los mártires no solo muestran como símbolo parlante de su fe una palma, sino también una corona.
En el fondo se percibe el recuerdo de la corona de espinas con que fue coronado Cristo, coronación burlesca alusiva a la costumbre de coronar de rosas la cabeza de los césares. En la actualidad, corona triple o tiara, lleva el sumo pontífice, mientras que en la tradición cristiana la corona máxima o corona quíntuple la lleva Dios Padre. Según la iglesia cristiana, la corona de espinas que portó cristo se guardaba en la Catedral de Notre Dame en París hasta su reciente incendio. Puedes ver más información en el vídeo más abajo.
Historia de la corona fúnebre
Tanto en Grecia como en Roma, y antes en el Egipto, se coronaba a los muertos para atraer sobre ellos la protección divina. En la actualidad, llevamos coronas de flores a los entierros como resto acaso inconsciente de aquellas lejanas costumbres.
En algunas tumbas reales de la XX Dinastía, del siglo XII a. C., o tiempos de Ramsés III, se ha encontrado evidencia de coronas fúnebres. Los egipcios ceñían la cabeza de los muertos con coronas de paja, de cuya naturaleza y simbología se habla en el capítulo XVIII del Libro de los Muertos. A los muertos se les coronaba, pero también se ponía coronas de flores en las puertas de las casas donde se había producido un natalicio.
En Roma, donde sacerdotes y magistrados podían utilizar corona en ciertas ceremonias, también las novias podían llevar sobre el velo una corona de flores recogidas por ellas mismas. A los banquetes se iba portando sobre la cabeza una corona y otra en el cuello, generalmente de hiedra, ya que se creía que sus hojas evitan o retardan la embriaguez: eran las coronas convivialis.
Curiosidades de la historia de la corona
Como curiosidad, un hecho anecdótico y popular: en los siglos XVII y XVIII, la mujer que aceptaba el cortejo de un hombre se colocaba una corona de rosas blancas. Si se mostraba dudosa al respecto de aceptar o no la relación, la corona era de margaritas. Deshojar la margarita es expresión que procede de esa circunstancia.
La corona real española está formada por un cintillo de oro cubierto de perlas y piedras preciosas. Tiene ocho florones semejando hojas de apio, levantadas, cubiertas de otras tantas diademas superadas por una hilera de perlas y cerrada en el centro. Donde una cruz sobre un globo terráqueo alude al título de “católica majestad” que usa el rey de España. En cuanto a la corona del príncipe de Asturias, se diferencia de la corona real en que tiene sólo cuatro diademas en vez de ocho.
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Fuentes y bibliografía
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– RACINET, A. (2016). Historia ilustrada del vestido. Madrid. Editorial LIBSA.
– SOLÍS, J.A. (2003). La verdadera historia de las cosas. La Coruña. El Arca de papel editores.
– AUTOR: CURIOSFERA-HISTORIA.COM
– FECHA DE PUBLICACIÓN: FEBRERO DE 2020